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Los
derechos humanos en México están en crisis. ¿Novedad? No. El resultado
fatal se resume en Tlatlaya y en Ayotzinapa; pero si hubiera de hacerse
un registro más detallado no habría duda de que en todo el país es así
y ocurre día a día, jornada tras jornada y en silencio. La Comisión
Nacional de los Derechos Humanos no hizo su trabajo y ya están los
resultados a la vista indignada y entristecida de todos aquí.
Hoy,
cuando se está a punto de decidir una nueva presidencia para la
Comisión Nacional de los Derechos Humanos habría que exigirle a los
dictaminadores-legisladores que actúen con responsabilidad, con el
máximo cuidado y en razón a que en este mismo momento es el factor
derechos humanos el que ha puesto al país en la mira de todo el mundo…
Y
aunque no fuera así. El hecho es que la violación a la esencia humana
en su armonía, tranquilidad, paz individual y colectiva es parte
trágica de muchos seres humanos en México hoy y, por lo mismo, la
selección tiene que estar a la altura de las graves circunstancias:
Ellos, los que decidan, serán los responsables de lo que siga.
La
CNDH se fundó el 6 de junio de 1990 (aunque La protección y defensa de
losderechos humanos fue elevada a rango constitucional el 28 de enero
de 1992). Hubo momentos de alcurnia, sí; pero poco a poco la
contaminación de intereses particulares, la presupuestal y la
contaminación burocrática, así como la intervención de gobierno y,
sobre todo, de los partidos políticos la han transformado en lo que es:
Un ente monstruoso, olvidadizo, acomodaticio, politizado y más un botín
salarial que una responsabilidad ética y humana de quienes la encabezan.
Y
no es sólo el caso de la CNDH, también lo es cada una de las Comisiones
estatales de Derechos Humanos las que están en ese ajo agrio y dañino.
Pero
así es: La gestión del señor Raúl Plascencia Villanueva, que en 2010
generó expectativas de renovación y frescura se fue transformando en el
edificio que es, porque a eso se ha resumido la CNDH, a un edificio y
otros más que están ahí, quietos y sin resultados eficientes en la vida
nacional; ateridas construcciones que se agotan en sí mismas. Sus
famosas recomendaciones son menos que un cero entre los responsables de
haber cometido inconveniencias.
Instituciones internacionales
han llamado la atención al gobierno mexicano respecto de la grave
crisis de derechos humanos en el país. Amnistía Internacional y Human Rights Watch
están a la puerta del país, atentos. También organizaciones como la ONU
o la Unión Europea han advertido de la situación crítica en México.
La
CNDH es muy costosa para todos nosotros: Por ejemplo tan sólo durante
2010 –el primer año del mandado del señor Raúl Plascencia Villanueva-
recibió 889.58 millones de pesos; de ahí en adelante aumentaron y en
2014 ya recibió 1,416 millones de pesos: ¿Para qué?
“La CNDH es
el ejemplo más acabado de la bancarrota ética de la clase política
mexicana” ha dicho el doctor Sergio Aguayo, de El Colegio de México:
“El organismo no hace bien su trabajo porque se ha burocratizado,
tiende a beneficiar a quienes gobierna y se olvida de las víctimas”
agrega.
De decepción en decepción hemos ido. El acoso y muerte
de periodistas se ha incrementado de forma dramática en los años
recientes. En 14 años han muerto 81; en lo que va de este sexenio 10.
La
CNDH prácticamente desatendió durante los años recientes a los
familiares de los niños muertos en el incendio de la guardería ABC el 5
de junio de 2009.
Fue hasta el 21 de octubre cuando la CNDH dio
a conocer el resultado de su investigación en el caso Tlatlaya: “Que 8
militares ejecutaron a 15 de 22 personas”. Esto luego de que los hechos
ocurrieran a finales de junio de este año y que el 23 de septiembre la
CNDH dijera: “Tenemos claridad de que se trató de un enfrentamiento que
duró cerca de dos horas entre el Ejército y estas personas, de disparos
entre unos y otros alrededor de las tres y cuatro de la mañana”.
Así
que con el resultado de sus investigaciones sobre Tlatlaya, el señor
Plascencia, a última hora, decidió presentarse a contender para una
reelección en la presidencia de la CNDH. Esto a pesar de que se le ha
multi-cuestionado su actuación. El respondió acusando de campaña
mediática en su contra.
¿Quién lo empujó a inscribirse? Se había
abstenido. Fueron apenas unas horas antes del cierre del registro de
candidatos. ¿Va seguro? Pues sería lamentable que nuevamente estuviera
al frente de una institución que debemos recuperar los mexicanos, para
los mexicanos: No para su gobierno, o para los partidos políticos y en
esto…
Lo dicho: Hay una gran-grandísima responsabilidad de
quienes deciden el futuro de la CNDH. ¿Asumirán los costos o ganancias
de la decisión? ¿Esperarán la señal suprema-presidencial para esto? Ya
mucho daño le han hecho al país con este tipo de decisiones
contaminadas. Lo que ocurre hoy en el país debe impulsarlos a cambiar
el estado de las cosas en los derechos humanos. Es su oportunidad. ¿Lo
harán?
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