4/12/2015

La Muestra: Sombra blanca


Carlos Bonfil

Escenas de una cacería ordinaria. Entre 2008 y 2010 se reportaron en Tanzania alrededor de 200 crímenes ligados a prácticas de brujería. A partir de una superstición local, según la cual los órganos vitales de los albinos poseen poderes mágicos como amuletos para la sanación o la buena suerte, proliferó una mafia de traficantes de órganos que se dio a la tarea de perseguir y masacrar a esa minoría social en África con estrictas finalidades de lucro. Añadido este empeño al prejuicio dominante de ver en el albino africano (piel blanca, rasgos de raza negra) una excentricidad de la naturaleza, extraño ser potencialmente peligroso y al mismo tiempo fascinante, el destino de esta comunidad es ser continuamente excluida y discriminada.

Sombra blanca, coproducción de Tanzania, Italia y Alemania, dirigida por Noah Deshe, cineasta israelí radicado en Berlín, centra su relato de persecuciones de odio en la figura del adolescente albino Alias (Hamisi Bazili), quien luego de presenciar el asesinato de su padre, se ve forzado por su madre a abandonar el terruño natal para evitar nuevas amenazas e ir a una ciudad cercana para buscar refugio en casa de su tío Kosmos.

Buena parte de la cinta describe el difícil proceso de adaptación de Alias a un ámbito urbano igualmente hostil e inseguro, sus peripecias como vendedor ambulante, su involucramiento sentimental con Antoinette (Glory Mbaywayu), joven simpática y despierta, y la repetición de hostigamientos nuevos en la calle que lo obligan a buscar una protección más cerrada entre los suyos, un grupo de jóvenes albinos guarecidos en un refugio miserable.

El cerco discriminatorio al joven Alias se vuelve inexorable, un acorralamiento que el cineasta y su cinefotógrafo, Armin Dierolf, transmiten en imágenes saturadas y alucinantes, como registro creciente de una pesadilla urbana. Lo que por momentos semejaba un registro casi documental y naturalista del entorno social de Alias (exploración de creencias religiosas, contraste de ámbitos rural y urbano, estrategias de supervivencia económica) paulatinamente adquiere el tono de una fábula macabra, con tintes de cine de horror (masacres, descuartizamientos, evisceraciones), sobre la discriminación social y las embestidas de odio que padecen los albinos por el simple hecho de ser diferentes. El actor Ryan Gosling, citado como productor ejecutivo en los créditos, se ha comprometido con el combate a estos atrasos culturales en África. Su renombre contribuye a dar mayor visibilidad y resonancia internacional a un atropello brutal por largo tiempo silenciado.

Se exhibe en la sala 3 de la Cineteca Nacional. Funciones a las 15:30 y 20:30 horas.
Twitter: @Carlos.Bonfil1

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