6/14/2015

Al frente del Estado sigue la camarilla faraónica entreguista


   
Ilustración: Pe Aguilar / @elesepe1


Los causantes de la dramática pobreza de las economías emergentes, como la mexicana, se desgarraron las vestiduras en la segunda cumbre bianual de la Unión Europea (UE) y la Comunidad de Estados Caribeños y del Caribe (Celac), donde sólo la voz del presidente de Ecuador, Rafael Correa, se alzó para demandar “que se respete el derecho soberano de los países”, y no se siga poniendo trabas al imperativo de luchar contra la pobreza extrema, flagelo que golpea a 68 millones de latinoamericanos y caribeños, “porque por primera vez en la historia de la humanidad, dicha pobreza no es por falta de recursos, sino fruto de la inequidad”.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, luego de aplaudir la “plena normalización” de relaciones bilaterales entre Cuba y Estados Unidos, dijo que “nuestras regiones tienen mucho que ganar si trabajamos estrechamente unidos, y mucho que perder si no lo hacemos”. Sin embargo, no aclaró que la unidad en la que piensan él y los mandatarios de las súper potencias, es en la que sean ellos quienes impongan las reglas del juego, sin permitir a latinoamericanos y caribeños ejercer su soberanía con el fin de enfrentar las causas estructurales del subdesarrollo, actitud de sumisión que ejemplifica el “gobierno” de Enrique Peña Nieto.
Se cumplieron ya dos décadas de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), lapso en el que quedó claro que nada ganamos los mexicanos (las clases mayoritarias) con la “unidad” que se buscó con dicho acuerdo. Las pérdidas en todos los ámbitos de la vida económica y social han sido espeluznantes, en cambio sí muy favorables para nuestros vecinos del Norte. Lo que ha compensado la inequidad del tratado ha sido el crecimiento de las remesas que envían los más de 12 millones de mexicanos que trabajan en Estados Unidos, reflejo de la imparable expulsión de mano de obra.
Y para que no nos hagamos ilusiones, como las que tanto gustan a Peña Nieto y a Luis Videgaray, el Banco Mundial, en su último informe, bajó la tasa de “crecimiento” de México de 3.3 a 2.6 por ciento este año, porque seguirán cayendo los precios de las materias primas, el principal sostén de las economías emergentes, que lo son porque las súper potencias no nos permiten salir de la emergencia a la que nos tienen  condenados. Asimismo, nos advirtió que nos preparemos para un anticipado aumento de las tasas de interés en Estados Unidos, situación que nos obligará a seguirnos “ajustando los cinturones”.
Lo curioso de tal realidad es que sólo los pueblos de los países emergentes estamos forzados a hacer sacrificios, porque las élites plutocráticas siguen elevando sus tasas de ganancias, como lo patentizan las cifras que dan a conocer publicaciones especializadas, como la revista “Fortune”. En consecuencia, no hay posibilidades concretas para trabajar “estrechamente unidos”, sino sólo en calidad de esclavos como es previsible que llegue a suceder si continúan las embestidas de las principales súper potencias contra los países emergentes, y si deciden avanzar en el calentamiento de la guerra fría, como está sucediendo con el propósito de frenar la alianza estratégica entre Rusia y China.
En este embrollo geopolítico, México es el que sale perdiendo sin obtener nada a cambio, sobre todo si al frente del Estado sigue la camarilla faraónica entreguista que no tiene ningún empacho en dejar a los mexicanos en la total indefensión, como lo patentiza su empeño en concretar las reformas estructurales, máscara con la que se pretende esconder la entrega del territorio nacional a las principales súper potencias, con Estados Unidos como eje dominante, y al pueblo de México como carne de cañón en caso de que desaten las súper potencias una nada hipotética tercera guerra mundial.
Que el “gobierno” de México es el convidado de piedra en las reuniones globales, por no contar para nada en la toma de las grandes decisiones geopolíticas, quedó demostrado en esta reunión bianual de la Unión Europea y los países latinoamericanos y del Caribe. Esto debe preocuparnos seriamente, porque el futuro de las nuevas generaciones de mexicanos se dejó en manos extranjeras. Urge poner fin a tamaña traición, con una firmeza comparable a la del Presidente Benito Juárez para enfrentar a la principal potencia de su época.

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