Antonio Gershenson
La Jornada
Empezamos con el final del artículo del domingo pasado:
Aunque lo nieguen, detrás de todo esto está la elección presidencial, y si dejamos que este camino siga, López Obrador llegará en una posición desventajosa en relación con los comicios anteriores, en los que tuvo el apoyo de toda la izquierda; el PRD perderá aún más terreno en la izquierda por su alianza con el PAN, y, como hemos dicho, se repetirá el escenario de votaciones anteriores en las que la definición final fue entre PRI y PAN, que en conjunto han ganado las últimas, con los funestos resultados ya conocidos.
Un primer evento que tenemos enfrente son las elecciones de quienes
vayan a elegir, el próximo domingo 5 de junio, a la Cámara que elabore y
acuerde la Constitución del que ya será estado de la Ciudad de México.
Pero los partidos políticos, que eligieron hace un año a diputados y
senadores, ahora van a ser minoría, y a quien conviene eso es al PRI,
que es muy minoritario en el todavía Distrito Federal.
Habrá representantes del Presidente, del jefe del Distrito Federal,
de las cámaras de Diputados y de Senadores, en las cuales tienen mayoría
el PRI y su sirviente Verde. Total, que de 100 los partidos sólo
tendrán menos de 60 por ciento, cuando en las cámaras, con elecciones
normales, ya tienen 100 por ciento.
Habrá 60 por ciento de diputados electos, pero una parte será elegida para
diputados independientes, un sospechoso invento, porque los que
ganenlo harán porque tengan buenos recursos para su campaña, y ¿quién se los dará en secreto? ¿O será un puesto sólo para los muy ricos?, porque en esta elección no hay dinero público para las campañas.
Muy probablemente, los partidos en su conjunto tendrán menos de 50
diputados, de los 100, pero parte de ellos serán del PRI-Verde; otros,
del PAN. ¿Cuántos de ellos les tocarán a los que gobiernan a la absoluta
mayoría del Distrito Federal, PRD y Morena? ¿Entre 25 y 30? Los que
ahora gobiernan en el DF tuvieron hace un año mayoría de votos sobre los
demás, y ahora serán menos de una tercera parte.
Este revoltijo no tiene nada de democrático. Aumenta mucho la
representación efectiva del PRI, por diversas vías, mucho más que los
votos, y diputados, que tuvieron hace un año en una elección normal. Son
capaces de llamar a eso
democracia. Hay que tener presente que en plano constitucional se requiere mayoría de dos terceras partes, y como el PRI controlará seguro más de un tercio, podrá bloquear todo lo que no le guste.
Está bien que el Distrito Federal pase a ser un estado con todas sus
facultades, pero el procedimiento para elaborar su Constitución, como
vemos, está lleno de trampas, y sobre todo en favor del PRI, cuya
votación general en el DF ha sido ridículamente baja durante años,
incluso la de hace un año.
Ahora vamos a empezar a reflexionar sobre el
después. Aunque lo nieguen, a lo que se ha llegado ahora, y lo que la experiencia de estas elecciones les agregue, estará a la vista y a la actuación la elección presidencial de 2018.
Ponemos como inicio el párrafo inicial de este artículo y final del artículo pasado. Podemos volver a leerlo si queremos.
La forma en que se está abordando legalmente el cambio del DF debe
ser una alerta sobre lo que no se debe hacer. Sin embargo, la división
de la izquierda es tal, que ninguno de sus miembros podrá ganar. Ya
desde ahora, López Obrador echa la culpa al fraude de su derrota aquí o
allá; ni menciona la urgencia de cambios para dificultar, penalizar o
prohibirlo.
Con el PRD, la situación es peor. Su alianza con el PAN pone en duda
su posición de izquierda, lo debilita en la izquierda y pone en duda
cualquier promesa.
Aunque no lo quiera reconocer, en la batalla final PRI-PAN, si la
situación sigue como está, no faltarán los del PRD, o el PRD mismo, que
se vaya con el PAN, con el que ya están aliados en varias elecciones
estatales.
Tal vez sea sano un acercamiento entre partidos menores de izquierda.
En algunos casos locales uno de éstos se alía con uno u otro de los
mayores, y localmente eso funciona. Pero en adelante, cada vez más, el
plano nacional irá siendo más importante.
No se me olvida el caso del intento de asesinato del Partido del
Trabajo, hecho pedazos en la elección del distrito 1 de Aguascalientes
del 6 de diciembre del año pasado, cuando dos partidos de izquierda, PRD
y Movimiento Ciudadano, no presentaron candidatos y todos trabajaron y
luego sufragaron por el Partido del Trabajo, que tuvo una votación de
más de 14 mil votos, frente a los 3 mil y pico en la anterior elección
que fue anulada y con los que querían matar al PT, al que, podríamos
decir, ya le estaban cavando la tumba.
El problema es que hay alianzas que sólo persiguen un puesto político o varios. Gobernador, presidente municipal u otros,
los huesos, y luego, el que llegó a esto puede hacer o no hacer lo prometido. Estamos en el País de las Mentiras, cuidado. Tenemos que seguir examinando la situación; ya sabemos que si las cosas siguen como están (recordemos el primer párrafo), seguirán gobernando el PRI, el PAN y el desastre
Ya sólo falta que pidan que
diálogo sólo si aceptan una política autoritaria.
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