Miguel Concha
El Colectivo de Información
y Monitoreo de Derechos Humanos en el Sureste, integrado por
organizaciones defensoras de derechos de las personas en contextos de
movilidad en México, ha venido realizando desde el último trimestre del
año pasado una estricta vigilancia de la situación que viven las
personas que transitan, buscando mejores oportunidades de vida, y en
muchos casos incluso salvaguardarla, principalmente por territorio
chiapaneco.
Realizan supervisión en los lugares en los que el Instituto Nacional
de Migración, en colaboración con otras fuerzas de seguridad del Estado,
lleva a cabo el control migratorio, así como en centros de detención,
como la Estación Migratoria Siglo XXI, y en garitas a lo largo de la
costa chiapaneca.
Con la finalidad de fortalecer este trabajo, alrededor de una
veintena de organizaciones y colectivos, provenientes de Centroamérica,
México y Estados Unidos, realizaron del 29 al 31 de mayo un trabajo de
documentación y reuniones de estudio con albergues de la sociedad civil,
autoridades federales y municipales de cinco ayuntamientos de la costa
de Chiapas, Organismos Públicos de Derechos Humanos y oficinas de
agencias de las Naciones Unidas, como el Alto Comisionado para los
Refugiados, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia y la
Organización Internacional para las Migraciones.
La estrategia de desgaste, control y disuasión para que las personas
migrantes y solicitantes de protección no sigan su camino; la mirada
perdida de niñas, niños y adolescentes al ser detenidos por agentes
migratorios y de seguridad pública; la desesperación de mujeres y
hombres al ser subidos a los camiones que los llevarían a la Estación
Migratoria más grande de América Latina; la incertidumbre de las
personas que esperaban bajo la lluvia a ser atendidas en las oficinas de
la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), y las condiciones
precarias en las extensiones migratorias, fueron imágenes constantes
durante el trabajo de vigilancia.
De cara a esta situación, las autoridades federales y municipales
argumentaron de manera constante la insuficiencia de recursos
financieros, humanos y de infraestructura; la falta de claridad de la
política migratoria del Estado mexicano y de facultades y protocolos de
actuación, como los relacionados con el uso de la fuerza; la escasa
coordinación entre diversas instituciones y, sobre todo, la vinculación
con el tema de la seguridad pública y la seguridad nacional.
Algo que se observó y documentó puntualmente fue el actuar de la
Guardia Nacional en labores de revisión y salvaguardia de la Estación
Migratoria. Y ello incluso antes de las declaraciones del secretario de
Relaciones Exteriores respecto a que se enviarían a la frontera sur 6
mil agentes de ese cuerpo de seguridad.
Ante esta situación, redes, como el Grupo de Trabajo sobre Política
Migratoria, formulan al gobierno mexicano una exigencia para, a)
transitar hacia una política de Estado garantista de derechos no sólo en
el contexto federal, sino también en el estatal y municipal, y no
únicamente desde el punto de vista migratorio; b) brindar una respuesta
integral, efectiva y garantista de derechos, asegurando la participación
de organizaciones de la sociedad civil; c) eliminar la detención
migratoria como una medida de represión y control de las personas
migrantes y necesitadas de protección internacional y como una
estrategia de disuasión para la defensa de sus derechos, como es el
derecho al asilo; d) resolver de manera inmediata y con garantías de no
repetición asuntos de salud física y mental, como pueden ser
deshidratación, problemas gastrointestinales, crisis nerviosas y
depresión, sobre todo en los grupos considerados con mayores condiciones
de vulnerabilidad, como pueden ser el de menores de edad, el de las
mujeres embarazadas o el de las personas con algún padecimiento
particular; e) ofrecer información clara, completa y accesible sobre las
formas y trámites de adhesión a la protección internacional y a la
regularización migratoria, ya que muchas de las personas serán
deportadas sin que necesariamente se haya realizado una valoración seria
de sus casos y sin que las causas estructurales por las que salieron de
sus lugares de origen hayan mejorado.
Esto, además, contribuiría a evitar la incertidumbre y
desincentivación, así como a erradicar la corrupción y los abusos tanto
de autoridades como de particulares.
Hacen, además, un llamado al Poder Legislativo para que el próximo
año se asigne un presupuesto suficiente para la operación efectiva de
las instituciones responsables de la atención y protección de las
personas migrantes y refugiadas, como pueden ser la Comar y la
Procuraduría de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes.
Por último, y haciendo eco de las opiniones respecto a los recientes
acontecimientos de la agenda entre Estados Unidos y México en materia
migratoria, solicitan al Estado mexicano no contribuir a discursos y
políticas violatorias de derechos humanos de los gobiernos de la región,
en particular del vecino del norte.
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