10/15/2013

Los periodistas pal café . . . .




El procurador federal de justicia, Jesús Murillo Karam, deslizó ayer que, durante un lapso que correspondería a los gobiernos panistas, y tal vez al del priísta Ernesto Zedillo, México se convirtió en un país de delincuentes. La frase, en la que incluyó un inmediato matiz respecto a la categorización delincuencial del país, fue pronunciada en la Facultad de Medicina de la UNAM, al inaugurar los cursos de una sintomática licenciatura en ciencias forenses, de nueva creación.
Así lo dijo el ex gobernador de Hidalgo (en paréntesis van algunas contribuciones astilladas): ... Pueden ser 10, 15 o 20 años en la vida de un país (ábaco en mano, cual federativo de futbol haciendo cálculos misérrimos antes del juego México-Costa Rica, el tecleador de estas líneas se topa con que 12 años correspondieron a la dupla Fox-Calderón, y que con ganas de extender el abanico podría agregarse el sexenio de Ernesto Zedillo, con lo cual quedaría forensemente demostrado que el infortunio se abatió en México en cuanto el lic. Salinas de Gortari dejó de beneficiarnos con su mando), no es nada (concesión filosofal josealfredina del procu Murillo: en la PGR la vida no vale nada); que nuestro país se transforma, que la vecindad de un mercado de consumo nefasto convierte a este país en un país de delincuentes (en este punto el procurador retórico se dio cuenta de que tamaña generalización no dejaría a salvo ni al colectivo de distinguidas personalidades que lo acompañan en el servicio público, así que a tientas trató de enmendar), en un país en el que hay delincuentes, para decirlo mejor.
Lejos de tan sesudas reflexiones murillistas (acompañado el hidalguense por el siempre propicio rector José Narro) había polémica por el papel de los cabilderos en el diseño de la política fiscal que en el congreso mexicano se discute a partir del maltrecho proyecto del Virrey Garay. No hay una tipificación delictiva en el actuar de esos cabilderos, aunque sus gestiones pueden significar distribuciones presupuestales en favor de la enorme injusticia social que crea condiciones para que México se haya convertido en el país de delincuentes del que ha hablado Murillo Karam.
La representación de los intereses de la élite nacional tiene una notable y excepcional capacidad para tocar los órganos sensibles de la operación legislativa y acomodar los dictámenes camarales a las peticiones de esas cúpulas que saben pagar muy bien los favores. No sugiere esta columna que honorables políticos pudieran ser susceptibles de actos de corrupción directa o indirecta. Simplemente se consigna que, para conseguir sus propósitos, esos grupos de presión (lobby, en inglés) suelen manejar millonadas con una naturalidad que seguramente es proporcional a las ganancias esperadas.
Por ejemplo, Pricewaterhouse Coopers (PwC) cobra a sus poderosos clientes un millón de dólares por artículo fiscal lesivo que sea echado abajo o modificado conforme al interés de grandes empresarios. Según nota de Horacio Jiménez y Mario Alberto Verdusco (http://bit.ly/GOlPgt), PwC tiene en la mira los temas de los arreglos al impuesto sobre la renta y de las ganancias de las personas físicas en la bolsa de valores. La afamada firma cobra 70 mil dólares por cada entrevista con cualquier legislador y 5 mil dólares por hora utilizada en estudiar esos asuntos.
En el espectro partidista-legislativo, el interés empresarial tiene dos vertientes contrapunteadas. Como es natural, el PAN busca favorecer los intereses de los hombres de negocios y de las clases medias, y según se ha anunciado acabaría votando en contra de la parchada miscelánea fiscal que en todo caso sería finalmente aprobada por el PRI y sus accesorios, el Panal y el Verde Ecologista, más el PRD que considera estar en vías de conseguir un triunfo histórico al haberse evitado la extensión del IVA a alimentos y medicinas (logro que se pelean diversas instancias de izquierda, entre ellas Morena) y al instaurarse (si finalmente así sucede) una serie de clausulados que obligarían a los empresarios a pagar más impuestos y a reducir la histórica franja de elusión fiscal que entre otros rubros tiene la famosa consolidación de pérdidas y ganancias entre empresas.
Al fondo del escenario está la figura de Enrique Peña Nieto, con una pesada carga de reformismos pendientes a cuestas y en una labrada condición de cohetero al que de una y otra parte le chiflan, al grado de que de pronto pareciera que ni en el aparato partidista ni en la conducción de las bancadas priístas en las cámaras tiene plena aceptación con sus propuestas fiscales, que están entrando al tramo decisorio con un alebrestamiento generalizado (las compañías refresqueras, otro ejemplo) y, lo peor, con el riesgo de que el resultado final sea un guisado nuevamente lesivo para las mayorías sin representación real, aligerado para las cúpulas usuarias de cabilderos y agravante de las varias crisis en curso.
Pero, en tanto cabilderos y legisladores se ponen de acuerdo, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación ha dado a conocer un plan de acción para los siguientes días que, de realizarse conforme a los términos enunciados, constituirá el mayor reto al peñismo, que hasta ahora ha contenido su sabida vocación represiva en aras de que no haya sobresaltos en los días claves en que el poder legislativo debe aprobar el paquete reformista. En diversas ciudades del país se suman otras luchas y otros actores a las protestas (en Cancún, por ejemplo, decenas de detenidos y varios heridos al acometer policías contra profesores en protesta afuera del palacio municipal), y los tiempos políticos delicados entran a callejones peligrosos en estos días de guardar, con los cabildeos de altura por un lado y la efervescencia social por otro.
Y, mientras el boxeador Juan Manuel Márquez (priísta de convicción, al grado de haber puesto publicidad del tricolor en sus calzoncillos de combate, lo que generó multa e invalidación electorales) se decide a colgar los guantes e iniciar una carrera como empresario y político, ¡hasta mañana!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio Hernández



Después del próximo fin de semana México no volverá a ser el mismo de antes. Un ciclón devastará la República: tanto a las familias como a las empresas. Llámenle Enrique, si quieren, por el nombre del presidente Peña, o Luis, por el del secretario de Hacienda. O una combinación de ambos: el ciclón Luis Enrique. Van a meter la mano en la cartera de todos para que el gobierno cuente con el mayor presupuesto de su historia. Más de 4 billones de pesos, con los nuevos préstamos que serán contratados. La Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados calcula que el viernes estará dictaminada la nueva legislación fiscal y lista para transitar hacia el pleno, donde pudiera haber alguna resistencia, sin embargo el PRI cuenta con los votos necesarios para que salga adelante. Como dato cultural, éstas son las leyes cuyos cambios serán aprobados: de ingresos de la Federación; las de los impuestos sobre la renta, al valor agregado y especial sobre producción y servicios; leyes federal de derechos, de coordinación fiscal, de contabilidad gubernamental, de pensión universal y del seguro de desempleo y de la seguridad social universal. ¿Alguien ha visto a Gustavo Madero? Hizo el compromiso de que los panistas votarían en contra, pero ya tiene días desaparecido del escenario. Son tiempos de maiceo… aunque sea maíz transgénico.
La nueva guerra
La guerra de las colas es un libro escrito por un italiano, Roger Enrico, que llegó a ser el presidente de PepsiCola. Narra cómo su compañía libró una despiadada batalla contra CocaCola por el favor de los consumidores. En México se está librando una segunda guerra, sólo que ahora todas las empresas refresqueras van juntas contra los consumidores. No quieren que nadie les toque su mercado multimillonario. Han contratado a lobistas (si a algunos los llaman coyotes estaremos hablando de personajes parecidos) para que convenzan a los congresistas sobre cómo deben votar respecto del gravamen de un peso por litro. Del lado de los consumidores está la Alianza por la Salud Alimentaria, integrada por organizaciones sociales. ¿No falta alguien en el campo de batalla? Sip. La secretaria de Salud, Mercedes Juan López, ni más ni menos. Es por demás que quisiera esconderse, al final quedará mal con las poderosas refresqueras o ante los consumidores. A ver por cuál se decide, pero el sueldo se lo pagan los consumidores.
Aniversario de la autonomía
Autónomo no, autonomillo sí. El Banco de México conmemora 20 años de autonomía respecto del gobierno federal. Sin embargo, el gobernador y los vicegobernadores le deben su envidiable chamba al presidente de la República. Y cuidan sus intereses. De otro modo, Agustín Carstens, y los vices también, estarían cuestionando los aumentos de impuestos que vienen porque tendrán por resultado –dicen los expertos– un alza de precios, o inflación, como deseen llamarla. Y el banco central es el responsable de contenerla. También cuida los intereses de los grandes grupos financieros. Se supone que tiene facultades para regular las comisiones que los bancos cobran a sus clientes por sus servicios. Han desaparecido algunas, pero hay más que antes. Es la carrera de la liebre –los bancos– contra la tortuga BdeM–, pero sin final feliz.



En la sagrada familia financiera del sector público (y del privado, porque los mismos integrantes circulan de un lado para el otro) dicen estar tranquilos y confiados, porque la desaceleración de la economía mexicana es algo coyuntural, pasajero. Palabras más, palabras menos, esa ha sido la muletilla por ella utilizada a lo largo de las últimas tres décadas para justificar el raquítico comportamiento económico del país, cuyo costo más oneroso y ostentoso ha sido el social.
Con la llegada del nuevo gobierno una vez más se escucha el estribillo, mientras los pronósticos sobre el comportamiento económico van de mal en peor. Recuérdese que la oferta original (EPN) fue la de alcanzar un crecimiento de 3.5 por ciento en el presente año, posibilidad que se ha reducido a 1.2 por ciento, y descontando. Sin embargo, lo anterior no hace mella en la sagrada familia, porque, reiteran, es algo coyuntural, pasajero.
Qué bueno que lo aclaren, porque en su análisis más reciente el Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la Cámara de Diputados recuerda que, para no ir más lejos, 2013 será el cuarto año consecutivo de desaceleración económica en el país, toda vez que después del desplome de 6.5 por ciento en 2009, el producto interno bruto oficialmente registró un avance de 5.07 por ciento en 2010, para descender a 3.98 por ciento en 2011 y de allí a 3.78 por ciento en 2012. Y en este maravilloso año de arranque de gobierno la perspectiva –hasta ahora– no pasa de 1.2 por ciento.
Así, sin ir más lejos, la coyuntura va para cuatro años consecutivos, sin considerar la caída abismal de 2009, y la propia desaceleración registrada en el primer bienio del calderonato (de 3.2 por ciento en 2007 a 1.6 por ciento en 2008, para desbarrancarse en el año del catarrito). Lo mismo con Fox en Los Pinos: el último año del zedillato el PIB creció 6.64 por ciento, mientras en el primero del ahora empresario mariguanero de milagro alcanzó 0.3 por ciento.
Si se amplía el periodo, la coyuntura, lo pasajero es más que notorio: la tasa anual promedio de crecimiento económico registrada en el sexenio del último presidente de la Revolución, como se autoevaluó José López Portillo, fue de 6.55 por ciento; con Miguel de la Madrid tal indicador se hundió a 0.34 por ciento, aunque la justificación fue no sólo la profunda crisis heredada, sino el giro de 180 grados en política económica, la llegada del chamaco moderno (el parto del neoliberalismo a la mexicana), con el que México se enfilaría, directa y rápidamente, al desarrollo (según promesa original).
Llegó a Los Pinos el primer presidente gringo nacido en México, Carlos Salinas de Gortari, y su política primermundista (así la presentó en sociedad). Si Miguel de la Madrid fue el responsable de la obra negra del neoliberalismo a la mexicana, Salinas fue el encargado de los acabados y, en efecto, acabó con la infraestructura productiva del Estado, siempre con la premisa de liberar recursos para atender las urgencias sociales y acceder, prácticamente de inmediato, al club de países ricos entre los ricos. Así, la tasa anual promedio de crecimiento económico alcanzada en el sexenio de la solidaridad fue de 3.9 por ciento (40 por ciento menos con respecto a la lograda en el periodo de JLP), una proporción muy alejada de lo mínimo necesario.
Lo relevó Ernesto Zedillo, el del bienestar para la familia (en el poder), quien heredó una crisis enorme e inició su estancia en la residencia oficial con un brutal desplome económico (6.2 por ciento). Con la bandera de seguir liberando recursos públicos para atender las urgencias sociales, este personaje decidió por la libre rescatar la banca privada y las carreteras concesionadas, mientras las urgencias sociales crecían de una forma inversamente proporcional al ritmo económico, todo ello en medio de la venta de garaje de bienes estatales. Resultado: una tasa anual promedio de crecimiento económico de 3.5 por ciento, 10 por ciento menos que lo reportado por su predecesor y 47 por ciento por abajo del registro de JLP.
Dicho sea de paso, en los tres sexenios neoliberales priístas que se mencionan, la pobreza creció y creció a pesar de que –según los tres tristes inquilinos de Los Pinos– se liberaron cuantiosos recursos para atender las urgencias sociales y, de paso, desmantelaron la infraestructura productiva del Estado. Y del otro lado, la concentración del ingreso y la riqueza avanzó y avanzó. Eso sí, la sagrada familia nunca dejó de presumir aquello de lo coyuntural, de lo pasajero.
Pero bueno, llegó la alternancia, el cambio, el priísmo disfrazado de panismo, aunque más mocho. Vicente Fox prometió un crecimiento de 7 por ciento anual, pero en los hechos reportó una tasa de 2.3 por ciento, es decir, tres veces menos de lo ofrecido, 35 por ciento por abajo del registro zedillista y 40 por ciento del salinista. Con respecto a JLP la diferencia (la minusvalía, como dirían los tecnócratas) fue de 2.84 tantos, aunque sin duda alguna fue algo coyuntural, pasajero.
Si alguien llegó a pensar que había pasado lo peor, la realidad lo ubicó: a Los Pinos arribó el inefable Felipe Calderón, el que a los mexicanos prometió vivir mejor (él, su familia y sus cuates desde luego que lo lograron), y para alcanzar tan humanitario fin a los habitantes de esta República de discursos prometió una tasa de crecimiento anual no menor a 5 por ciento. ¿Qué sucedió? En los hechos, la tasa anual promedio a duras penas llegó a 1.8 por ciento, es decir, 22 por ciento menos que con Fox, 50 por ciento por debajo de Zedillo y 54 por ciento de Salinas, mientras la diferencia con JLP fue de 3.6 tantos.
He allí la desaceleración económica coyuntural, pasajera, que tanto cacarea la sagrada familia financiera, la cual técnicamente” asegura que la economía mexicana no está en recesión, y que jura que apostarle a algo distinto implicaría retroceso. Ello sin considerar que el arranque sexenal de Enrique Peña Nieto apunta para que en este maravilloso 2013 el México que todos queremos se consolide con una tasa de crecimiento de 1.2 por ciento.
Las rebanadas del pastel
Todo lo anterior con base en cifras gubernamentales, pero a la sagrada familia nada le apesta su felicidad y modestia. Ayer, por ejemplo, en la conmemoración del 20 aniversario de la autonomía del Banco de México, su gobernador, Agustín El Catarrito Carstens, presumió que no se nos ha descompuesto la situación y la economía mexicana atraviesa por una buena racha. ¡Ole!
Twitter: @cafevega



El derecho de los mexicanos y las mexicanas a tener acceso a la biodiversidad de nuestros maíces, ha sido protegido por el juez décimo segundo en Materia Civil, en tanto dure el juicio iniciado por una acción colectiva interpuesta por un grupo de organizaciones y ciudadanos.
El juez considera que se ha violado ese derecho, pues se encontraron maíces transgénicos en diversos lugares de nuestro territorio, cuando de acuerdo con la Ley de Bioseguridad, su siembra estaba prohibida en el país. Así que por lo pronto la Sagarpa y la Semarnat tendrán que detener todos los permisos de siembra piloto, experimental y/o comercial de maíz transgénico. (Ver La Jornada, 11/10/13, p. 39)
Se ratifica que la herencia milenaria que nos legaron nuestros abuelos sigue en nuestras manos. Esta biodiversidad es resultado de un trabajo de selección permanente a lo largo de siglos por parte de las diversas etnias; los especialistas asocian muchas de las casi 60 razas de maíz con culturas específicas.
Actualmente varias razas llevan en el nombre, el lugar en donde se producen: elotero de Sinaloa, chalqueño, blando de Sonora, celaya, comiteco, coscomatepec, cristalino de Chihuahua, dulce de Jalisco, uruapeño, jala, mixteco, mushito de Michoacán, palomero toluqueño y tuxpeño, entre otros.
Recordemos además, que los maíces han sido seleccionados para prosperar en diversos climas, suelos y altitudes. Hay maíces en Chihuahua que prosperan a más de 3 mil metros de altitud o maíces que crecen al nivel del mar; maíces de zonas semiáridas y maíces capaces de darse en la selva tropical. También hay para suelos calizos o suelos ricos en materia orgánica. No hay en el mundo ninguna otra planta con un nivel de especialización así.
Los maíces se han especializado además en relación con la cocina: los reventadores y palomeros son para hacer palomitas; los pozoleros y cacahuacintles para el sabroso pozole; los totopos de Oaxaca se hacen con maíz zapalote; hay maíces como el tehua o el pepitilla especiales para tortillas; la raza dulce es buena para elaborar pinole, y el bofo es especial para huachales. Los maíces negros y rojos son de uso ceremonial. La cocina mexicana ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Esta riqueza nos pertenece; debemos honrarla y defenderla, no sólo para nosotros sino para el mundo, hoy amenazado por el cambio climático. Queda ahora bajo nuestra protección; seguirá siendo nuestra. Unidos hagamos el compromiso de difundir esta noticia, de informarnos y estar en alerta para defenderlo de la contaminación y de la privatización en favor de unas cuantas transnacionales.



 Setenta mil personas el sábado 12 y casi 100 mil el domingo 13, fue la asistencia al festival internacional de rock y electrónica más ambicioso de México, el Corona Capital 2013 en cuarta edición: casi el doble del año pasado (50 mil por día), aunque casi la misma cantidad de cuando estuvieron Portishead y The Strokes (2011). Ahora, irónicamente con bandas de menor calibre, en ese espacio arbolado conocido como la Curva 4 del Autódromo Hermanos Rodríguez, lo que dominó fue el espíritu juvenil alegre, colorido, lleno de vida, optimista, que se monta en este gran pretexto para convivir a lo grande, ser creativo en la forma de relacionarse con otros, probar a los amigos, carcajearse todo el día, sumar experiencias; intercambiar besos, fajes, canciones memorables, bailes sin fin, miradas que aún se asombran, pieles humedecidas, hermandad generacional. Chamaquiza que sube a la rueda de la fortuna, nada en la alberca de pelotas; que hace competencias de maromas sobre el pasto, que come paletas heladas pero también mezcal de carrito.


Tras los disturbios protagonizados el domingo pasado por xenófobos rusos en Moscú, la policía se hizo eco de los reclamos contra los inmigrantes, y emprendió una redada sin precedente en esa capital y detuvo a unos mil 200 extranjeros indocumentados. Como se recordará, hace dos días una muchedumbre asaltó e incendió un mercado en el barrio moscovita de Biriuliovo, donde laboran muchos ciudadanos de ex repúblicas soviéticas caucasianas, en reacción al asesinato de un joven ruso por un hombre no identificado que, según un testigo del crimen, hablaba con acento del Cáucaso. El hecho disparó una oleada de xenofobia alimentada en buena parte por los políticos que se disputaron el mes pasado la alcaldía de Moscú, montados en discursos en los que se atribuía buena parte de los males de la ciudad y del país a la presencia de extranjeros y en los que se abogaba por poner freno a la inmigración.

Señalan imposición de candidatos a rector en la UAM Xochimilco
El jueves 10 de octubre se realizó una consulta democrática en la comunidad de la UAM Xochimilco, en la que se definieron las preferencias sobre los integrantes de la quinteta que se enviaría a la rectoría general y a la junta directiva, para designar al próximo rector de la UAM Xochimilco. La consulta perfiló claramente a tres aspirantes: Fernando de León, Francisco Irigoyen y Luciano Concheiro; sin embargo, ayer lunes 14 de octubre un sector del consejo se impuso sobre la mayoría y pasó por alto a la democracia, impidiendo que se hiciera pública la votación del consejo y subrepticiamente eligió a quienes no merecían ser parte de la quinteta, dejando fuera a Luciano Concheiro.

Otra vez vuelvo a encontrarme en la sala de un aeropuerto, esta vez el de Tocumen, en Panamá, con mi viejo amigo empresario nicaragüense, quien sin preámbulo alguno empieza a hablarme, con gestos agitados, de la situación del presidente Obama, amarrado de pies y manos por un Congreso hostil que ha paralizado el gobierno y amenaza con precipitar a Estados Unidos en el negro abismo de la insolvencia. Estas son las consecuencias de un sistema que se ha vuelto blandengue e inoperante, el presidente no manda nada, el Congreso se amotina e impone sus reglas, y todo porque no hay un poder firme capaz de tomar las decisiones sin estorbos, me dice, y la agitación ha cedido paso en su rostro al desencanto y la piedad. Pobre Obama, y pobre Estados Unidos, que ya no es la primera potencia mundial, parece decirme mientras mueve con desconsuelo la cabeza.

Continúa creciendo la sospecha, o la previsión, de que el iguanodonte del norte va a sufrir cambios formidables, cuyos impactos abarcan un amplísimo abanico de posibilidades que en un plazo acaso no muy prolongado, puedan ser benéficos para la humanidad. Por hoy, casi en cualquier escenario, se advierte el paulatino debilitamiento de la hegemonía estadunidense; pero lo que digamos es imprevisible: las patadas de ahogado, ya se sabe, son altamente mortíferas.

Que pocas corporaciones globales y fondos capitalistas estén sistemáticamente pertrechando crímenes ecológicos y sociales en todo el mundo –en forma de explotación de minas a cielo abierto, expulsando pueblos de sus moradas, privatizando zonas marítimas o acaparando las semillas– sólo se explica por una perfecta arquitectura de impunidad construida con la complicidad de gobiernos neoliberales, que, como un sastre particular, tallan a su medida legislaciones que les protege y favorece. Por si tales mecanismos no fueran suficientes, las propias empresas se acicalan con maquillajes color verde solidario en tiernos espots publicitarios donde explican su compromiso con el planeta y la humanidad.

Héctor Serrano es el secretario de Gobierno de la ciudad de México. El 1º de octubre declaró que, luego del enfrentamiento que policías sostuvieron la mañana de ese día con integrantes de la CNTE, un elemento de la Secretaria de Seguridad Pública del DF estaba en coma. Horas después, diversos medios informaron que el agente tenía muerte cerebral y que su vida estaba en ­peligro.

Al principio de esta crisis de presupuesto parecía que Barack Obama estaba atrapado en su incongruencia y en su confusión, acaso deliberada, entre sus propias promesas electorales y el afán pragmático de satisfacer a los poderes fácticos, los que realmente gobiernan en Estados Unidos. Ahora eso es irrelevante: si en un inicio el estira y afloja presupuestal entre demócratas y republicanos fue una farsa politiquera de la que cada cual esperaba poder sacar dividendos electorales y perjudicar la causa del adversario, ahora la parálisis del aparato federal estadunidense empieza a afectar severamente la credibilidad de ambos y a proyectar sombras trágicas para la economía mundial, de por sí vapuleada por la irrefrenable sed de los capitales de ganancias rápidas y enormes.

El caso ampliamente difundido a finales del año pasado sobre las acusaciones y la aplicación de sanciones en contra de los investigadores Alejandra Bravo y Mario Soberón, del Instituto de Biotecnología (IBt) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), tomó un nuevo giro con la resolución dada a conocer el pasado 27 de septiembre por la Defensoría de los Derechos Universitarios de esa casa de estudios. Como se recordará, los investigadores fueron acusados de conducta inapropiada por modificar algunas figuras en trabajos que fueron publicados en revistas científicas de circulación internacional. El tema fue examinado por una comisión del propio instituto, otra externa y posteriormente por el propio Consejo Técnico de la Investigación Científica (CTIC) de la UNAM. El resultado final fue la imposición de diversas sanciones, entre ellas despojarlos de su calidad de líderes académicos; impedirles contar con estudiantes, y lo que es mi opinión lo más grave e injusto: un daño muy importante a su imagen pública, así como a su reputación y prestigio como científicos.

Esta nota en cierto modo continúa la aparecida la semana anterior a propósito del aniversario luctuoso de Remedios Varo. Ella amó y se asimiló a México, pero sí fue una exiliada.

 

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