Arnaldo Krauss
Rosario padece mermas similares: su equipo no sabe que Rosario no sabe. Sus asesores ignoran —no es el primer suceso— los alcances de las palabras mal empleadas y los límites de su jefa. La suma de las afirmaciones previas invalida las disculpas de Robles: Si uno vive, si uno es, si uno conoce, si uno sabe las inmensas responsabilidades inherentes a la Sedesol, espetar que “el programa Oportunidades no apoyará a las familias indígenas que tengan más de tres hijos, ya que la procreación se está viendo (sic) como una forma para ingresar más dinero al hogar”, preocupa, alarma y molesta. Y escuece de otra forma porque la formación y el alma, supongo, de la exjefa del Gobierno del DF, provienen de la izquierda, de una formación ideológica (PRD) que se dice cercana a los pobres.
Después de sus desafortunadas declaraciones la experredista, mutada en priísta (¡caray!, en política, todo es posible: reparafraseo a Wittgenstein, “los límites de mi ideología política son los límites de mis ambiciones”), se disculpó: “En el discurso no soy precisa, en medio del discurso no puedes tener esa precisión (…) Oportunidades beneficia a todas las familias que están por debajo de la línea del bienestar”…, y agregó, “las mujeres pueden tener los hijos que quieran”, y reiteró que el párrafo en el que expresó que Oportunidades ya no va a beneficiar a las que tengan muchos hijos “es confuso y evidentemente se presta a una tergiversación, se presta a decir que estoy diciendo (sic) que no se va apoyar a ninguna mujer con más hijos”. Las disculpas siempre son bienvenidas. Las disculpas no siempre exoneran.
Rosario Robles debería conocer “un poco mejor” los significados de la miseria y sus repercusiones. Enlisto algunas: La mitad de las adolescentes mexicanas se embarazan al iniciar la vida sexual; en México, el 54% de los niños son pobres; existe una relación inversamente proporcional entre niveles de fecundidad y escolaridad, es decir, las personas con pocos recursos procrean más; los estados más pobres de la República, como Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Puebla presentan los mayores niveles de fecundidad; México, explica la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, ocupa el primer lugar de embarazos en adolescentes; una de cada diez muertes maternas en México sucede en mujeres entre 10 y 18 años, y… etcétera: el etcétera lo dejó para Robles y asociados.
Si Robles contase y entendiese alguno de los datos previos no hubiese espetado tamaña insensatez. Debería acercarse a Wittgenstein y mirar antes de hablar. A su vez, quizás Enrique Peña Nieto podría preguntarle a Rosario cuáles son los libros que la ilustran.
Médico
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