5/19/2014

Un consejero del INE y su militancia priísta


Nosotros ya no somos los mismos

Frivolidad e impudicia de magistrados electorales

Ortiz Tejeda

Foto
Para el magistrado del tribunal electoral Flavio Galván, la pensión no es garantía para el consejero, para el juez o el magistrado. Es garantía para la sociedad. Si el consejero o magistrado tiene asegurada su vida digna, desde el punto de vista económico, no estará pensando en corruptelas
Foto Francisco Olvera

Al maestro Marco Antonio Baños, ni mi paisano Pérez Treviño ni Antonio I. Villalobos o Rafael Pascasio Gamboa le sacarían, en militancia, más de una nariz. Es abiertamente priísta y, además de sus méritos propios, que en mi concepto no son pocos, precisamente por esa razón repite como consejero. 

Según breve semblanza del compañero Alonso Urrutia en estas páginas, ya estuvo al frente del Servicio Profesional Electoral, colaboró en la Comisión Ejecutiva de Negociación y Construcción de Acuerdos del Congreso en la reforma del Estado y, en el proceso electoral de 2009, presidió las comisiones unidas de Organización y Capacitación Electoral.

Agregaría otras subjetivas percepciones. Es un negociador razonable, aunque duro. Iba a decir que esto tal vez se debió a que siempre lo hizo desde el poder, pero rectifiqué a tiempo: de los seis años anteriores como consejero, cuando menos cuatro los desarrolló no desde el poder, aunque si frente a la torpeza, la ignorancia y el vacío del poder. Pienso que al igual que Arturo Sánchez es de los consejeros más conocedores de la institución, la diferencia en todo caso es que don Marco Antonio es un litigante nato. Opina, discute y, si es necesario, pelea. De los cuatro consejeros proclives al PRI, si yo fuera asesor de don César Camacho, le hubiera instado a conservarlo contra viento y marea. 

Es también importante que no sea un mero operador electoral partidista, sino que tenga, además, sus méritos académicos: cuenta con una maestría en políticas comparadas (cualquier cosa que la comparación signifique y las consecuencias que provoque). Durante tiempo suficiente, don Arturo y yo fuimos committee mate. O sea: tengo bases para atreverme a pergeñar un intento de perfil que, inevitablemente, se inicia con lo más superficial: por su expresión física y conductual, don Arturo fue el George Bryan Brummel (Beau Brummel, le llamaban los cronistas del siglo XIX) del extinto IFE. El estilo de vestir de Brummel fue catalogado cómo: fine and dandy, el del señor Sánchez dejémoslo, simplemente, como totalmente palacio

Estoy seguro que cambiaba de camisa (albeantes todas) antes de cada sesión y se sometía a un make up, ajuste de peinado y su imprescindible manicure para manejar, con singular dominio, su laptop. Con ésta muchas veces me hipnotizó: picaba botones y comenzaban a surgir figuras y colores que me recordaban los primitivos estroboscopios de las disco de mis tiempos (invento del austriaco Simon Von Stampfer en 1829). No puedo asegurarlo pero me parece recordar que el consejero Sánchez tenía anotadas las casillas en las que José Vasconcelos había borrado al candidato oficial Pascual Ortiz Rubio, en 1929, pero también en las que Hildebrando había hecho todas las trapacerías de 2006. En abono a su moral pública debo decir que jamás le descubrí el menor asomo pornotelevisivo. Lo cierto es que don Arturo es el mejor banco de datos de Acción Nacional. 

Lo grave, para mí, no es su legítima filiación partidaria, sino su dependencia directa con el prófugo moral Molinar Horcasitas a quien, por cuestiones personales en las que no me inmiscuyo, siente que todo le debe. Arturo es como el doctor House, no opera quirúrgicamente, pero diagnostica con conocimiento y certeza. Si conserva a su eficaz asesora Margarita, su computadora y mantiene su asombrosa ecuanimidad, en este reprise seguramente mejorará su desempeño. Breviario para fundamentar lo anterior. En diversas ocasiones el consejero Marco Gómez Alcántar, recién salido de las infaltables rutinas a que lo obligaba la cultura del fitness, de la que es devoto, se paraba frente al consejero Sánchez y lo retaba a resolver sus diferencias sobre la interpretación jurídica del Cofipe, en un enfrentamiento búllyco, a la hora del recreo. Don Arturo ni siquiera volteaba a verlo, seguramente confiado en que yo, a un metro de distancia, jamás hubiera permitido que lo vapuleara más allá de 15 minutos.

Otros asuntos estaban en mi agenda, cuando me entero que los magistrados del tribunal electoral se reunieron para expresar su opinión sobre el acontecimiento político más escandaloso e indignante de los tiempos recientes: la aprobación legal de su pensión vitalicia o, algo totalmente diferente llamado: su haber de retiro. Leí su escrito aclaramos ante la opinión pública, de 17 renglones y dos palabras, en el que exhiben su frivolidad e impudicia. Son cínicos y, fundamentalmente, tontos. Su alegato es el de un grupo de togados absolutamente ágrafos. Su aclaración es absolutamente inmoral. En sus 17 renglones no hay una sola mención a la realidad del país que los mantiene. Una referencia a la injusticia social o a la desigualdad y miseria imperantes. Su único alegato, miedoso y tartufo es: así lo dice la ley (Orgánica del Poder Judicial de la Federación), así lo marca la Constitución, así lo votó el Congreso, ¿qué podemos hacer nosotros? No nos odien por ser bonitos… En el párrafo quinto de su aclaración, que consta de medio renglón dicen: “No se trata de una pensión vitalicia, tampoco de un bono. Se trata de un ‘haber de retiro’”. 

Pero resulta que gracias a un dato que proporcionó el diario Reforma se me ocurrió jalar el hilito y voy a dar a la Guía para el trámite de prestaciones, beneficios y servicios de las fuerzas armadas, que en su capítulo II establece: Haber de retiro. Prestación económica vitalicia. Perdón, señores magistrados: ¿Hay alguno de ustedes que quiera debatir al respecto con mi general secretario? Luego vienen otros requisitos que los militares deben cumplir y que evidentemente resultan imposibles para los interfectos, por ejemplo: quedar incapacitados (no llegar así) durante su desempeño. Haber prestado 20 años de servicios efectivos. No seamos intensos y obviemos lo de efectivos. ¿Alguien tiene 20 años de servicios, por poco efectivos que hayan sido?

Que se me ocurre consultar los dos conceptos con los que los señores pretenden aclarar ante la opinión pública que ellos serían incapaces de pedir una pensión vitalicia, si acaso un modesto haber de retiro. (No te confundas opinión pública, no es lo mismo: obsequio que regalo. Prebenda que canonjía o sinecura. Daifa que prosti o meretriz. Gigoló que chulo o padrote).

Ya iba a dar cuenta de mis hallazgos gramaticales cuando teléfono, correos y celular comenzaron a rebotar la noticia: los menos biliosos dudaban de la dimensión de lo que Arcelia Maya y el staff del diario Reforma relataban, pero aun ellos estaban de acuerdo en que si las declaraciones del magistrado Flavio Galván coincidían con lo publicado era de urgencia someterlo a un juicio de interdicción, aunque un amplio grupo planteaba la necesidad de una lobotomía (desgraciadamente la última realizada legalmente se llevó a cabo en 1967). He hecho un esfuerzo por situar mi comentario fuera del terreno de la chunga, pero una justa ira me lo impide. Mi indignación supera toda tendencia al humor o al sarcasmo. Vean estas opiniones del magistrado Flavio Galván, que comentaré el próximo lunes y díganme cómo los seis magistrados no lo están corriendo a patadas del Trife (a él y a su más íntimo staff), después de la manera en que los exhibió a todos. En sus declaraciones dice: (La pensión) es para garantizar la imparcialidad. Para que no se corrompan los jueces (…) ser acreedores, merecedores de una pensión que sea justa, que no sea una exageración, pero tampoco una miseria. La pensión no es garantía para el consejero, para el juez o el magistrado. Es una garantía para la sociedad. Es una garantía de profesionalismo, de imparcialidad, de objetividad. Si el consejero o magistrado tiene asegurada su vida DIGNA desde el punto de vista ECONÓMICO, no estará pensando en corruptelas... ¿Quién de los críticos está dispuesto a devolver lo que está ganando sólo porque México está en crisis? De no existir una pensión se induce a los funcionarios públicos a la corrupción o a la farsa, al fraude a la ley”.

Si de aquí al próximo lunes los seis magistrados no se deslindan de estas canalladas, ya sabemos a qué atenernos. Un joven lector, Gastón Pardo Pérez, me instruyó hace algunas semanas dándome a conocer una ley física: La partícula se va a comportar de acuerdo a la conformación o la geometría del campo. ¿Y la dignidad personal, la conciencia de cada ser humano, están también sujetas a esta regla? Tenemos siete días para saberlo.
Twitter: @ortiztejeda
PD. María del Carmen: estoy seguro, si tu abuelo viviera haría honor al apodo que le fue otorgado en nuestra escuela y, como un tanque rojo, plancharía sin miramientos a este individuo.

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