7/12/2015

Foro de la Cineteca: La tribu



Carlos Bonfil
Foto
Fotograma de la cinta del ucranio Myroslav Slaboshpytskyi
El silencio y la furia. La tribu, primer largometraje del ucranio Myroslav Slaboshpytskyi, advierte en una leyenda inicial que la película no tendrá un solo diálogo ni tampoco subtítulos explicativos. Sus protagonistas, un grupo de alumnos en una escuela de sordomudos, se comunicarán entre sí y con las autoridades del internado mediante un lenguaje de señas. Sólo algunos sonidos ambientales y escasos gemidos y otros ruidos guturales marcarán cierta distancia con un cine totalmente mudo.
La experiencia será, en un primer tiempo, desconcertante para el espectador, pero, a medida que la trama se precisa y gana en intensidad, lo que parecía una apuesta narrativa difícil de ganar se transforma en una experiencia formidable.
Lo que refiere la trama son las tribulaciones del joven sordomudo Serguei (Grygoriy Fesenko) luego de su llegada a una escuela de capacitación que tiene todo el aspecto de reformatorio para delincuentes. Al contrario de lo que sucedería en una convencional cinta de género, no priva en el recinto escolar una disciplina férrea, con alumnos rebeldes enfrentados a la autoridad, sino una relativa ausencia de mando y la perversa connivencia entre un grupo de alumnos y personal del lugar para cometer actos delictivos, desde el robo organizado de mercancías hasta el proxenetismo con alumnas que se entregan con frialdad y sin recelo a la faena prostibularia.
Al contrario también de las convenciones del cine sobre discapacidad física, los sordomudos en La tribu no son depósitos naturales de bondad, mansedumbre y sufrimiento, sino comparten, con otros seres humanos, idénticas posibilidades de crueldad y mezquindad moral. Tampoco hay el itinerario de una lenta corrupción del protagonista incauto, pues, luego de una penosa iniciación, Serguei participa sin mayores reservas en las actividades delictivas de sus compañeros, esa tribu, pequeña mafia, a la que alude el título de la cinta. Habiendo roto por completo con el maniqueísmo moral del bullying o del abuso a personas pretendidamente débiles, lo que pasa a describir la cinta es el microcosmos de una sociedad globalmente corrompida, y lo sitúa en ese pequeño Leviatán (Zviagintsev, 2014) que alguna vez fue un inocuo centro educativo para la discapacidad física.
En poco tiempo, el espectador se familiariza con el lenguaje de señas que le parecía totalmente ajeno: el brusco movimiento de un brazo se vuelve una exclamación colérica; la confusa multiplicación de gestos del grupo de alumnos, una discusión acalorada con parlamentos entrecruzados. Escenas violentas como la de un aborto clandestino o la impresionante secuencia del desenlace alcanzan en la furia de ese silencio forzado un alto grado de intensidad dramática.
Slaboshpytskiy, un alumno aventajado del austriaco Michael Haneke. De lo mejor del Foro.
Se exhibe en la sala 2 de la Cineteca Nacional, a las 12:30 y 18 horas.
Twitter: @CarlosBonfil1

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