5/26/2019

Bellocchio y Kechiche: mafia y erotomanía

72 Festival de Cannes
Leonardo García Tsao

Cannes

Después de un día en que se estrenó un par de títulos insignificantes que me permití no comentar – Matthias et Maxime, del canadiense Xavier Dolan, y Roubaix, une lumière, del francés Arnaud Desplechin– la competencia mejoró hoy con Il traditore (El traidor), aportación del veterano cineasta italiano Marco Bellocchio, quien este año cumple 80 años, participa por séptima vez en Cannes y ha estado activo desde los años 60, alternando entre el cine personal y el histórico.

La película pertenece al segundo rubro, pues es la crónica puntual de las actividades del mafioso siciliano Tommasso Buscetta (Pierfrancisco Favino), quien en los años 80 emigró a Brasil para huir de una sangrienta guerra entre familias, para luego ser arrestado y extraditado de regreso a Italia, donde el juez Giovanni Falcone (Fausto Russo Alesi) lo convence de delatar a sus compañeros de la Cosa Nostra.

No es nada que no hayamos visto en anteriores películas e incluso teleseries, pero Bellocchio le confiere fuerza y aplomo a un relato de casi dos horas y media. Desde luego, el cineasta no romantiza la vida de un mafioso como ha hecho el género gansteril a lo largo de su historia, sino lo presenta como un matón que rompe con su juramento vitalicio de lealtad. Aunque protegido por el Estado, es un hombre que está condenado todo el tiempo a mirar sobre su hombro. Gracias a su testimonio, empero, la justicia italiana procesó a 366 miembros de la Cosa Nostra.
Quien dejó anonadados a los espectadores de Cannes fue Abdellatif Kechiche, realizador francés de origen tunecino, quien presentó Mektoub, My Love: Intermezzo, segunda parte de Mektoub, My Love: Canto Uno (2017), misma que desconozco y no se ha exhibido en México. Un extenso preámbulo playero sitúa a los principales personajes en lo que es una descripción detallada de los ritos de apareamiento de unos jóvenes franceses (varios de ellos de ascendencia árabe) en 1994. Luego la acción se traslada a una discoteca. Sí, ya sabemos, la secuencia consabida en la que los personajes bailan e interaccionan. Con la diferencia de que esta dura tres horas.
Como si estuviera en trance hipnótico, Kechiche parece desconocer el uso de la elipsis. En medio del frenesí está Marie (Marie Bernard), adolescente parisina que apenas es legal, y Ophélie (Ophélie Bau), quien espera casarse con el ausente Clément, aunque está embarazada de Tony (Salim Kechiouche). Pero lo que le importa al cineasta es filmar a sus guapas chicas en cadencioso baile, en el cual hacen imitaciones de coito hetero y homosexual, y hasta un ménage à trois. La carga sexual es evidente y conduce a una larga y gráfica secuencia de cunnilingus en un baño público entre Ophélie y Aimé (Roméo De Lacour), que complacerá a todos los pornófilos del mundo.
Tal vez tenían razón los ataques contra Kechiche por las escenas de sexo en La vida de Adèle. (2013). En efecto, el hombre parece ser un erotómano sexista y aquí su cámara erotiza sólo a las mujeres que mueven el bote como licuadoras, aferradas a un fálico tubo, enfocando sobre todo esa parte donde el cuerpo humano se ensancha y toma forma de guitarra, Gabriel Vargas dixit. No obstante algunas imágenes estimulantes, Mektoub, My Love: Intermezzo se vuelve tan tediosa como… bueno, como pasarse tres horas en una disco saturada de música ponchis-ponchis, escuchando conversaciones inanes sobre la guerra de los sexos.
Twitter: @walyder

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