La tierra trabajada en común que anunció el Ejército Zapatista de Liberación Nacional hace un año, es hoy atacada por finqueros que queman casas y cultivos con la anuencia de policías estatales y del ejército. Esta embestida, que se niega oficialmente, es la cotidianidad de un pueblo que se niega a rendirse.
De acuerdo con los gobiernos autónomos, de abril a septiembre se han presentado en el poblado de Belén, en la región campesina del Caracol 8 Dolores Hidalgo, grupos de personas del municipio de Huixtán resguardadas por el ejército federal y la policía municipal de Ocosingo para reclamar el predio. “Tratamos de dialogar con ellos pero claramente nos dijeron que la tierra ya se las entregó el gobierno y que cuentan con los documentos legales”.
Los finqueros advierten que “por las buenas o por las malas” los zapatistas se tendrán que salir de esas tierras. La Asamblea de Colectivos de Gobiernos Autónomos Zapatistas, dando lecciones de ética, dignidad y estrategia, decidieron que las bases de apoyo se retiraran de lugar “porque hay que planear para defenderse”. Su intento de diálogo, explican, fue en vano. Y “nos están obligando a defendernos”.
Ante este panorama, colectivos de México y del mundo arrancaron una jornada de movilizaciones para exigir a los tres niveles de gobierno que cese el hostigamiento. Volanteos, pinta de murales, proyecciones de documentales, movilizaciones y foros se realizarán en los próximos días en defensa no sólo de los zapatistas, sino de la esperanza que representan para el mundo que se niega a la guerra.
Para dar una idea de lo que representa ese atraco a la nación, vale mencionar que el monto involucrado resulta 17 por ciento superior al presupuesto de 2025 aprobado para la Secretaría de Educación Pública; duplica el de la Secretaría de Energía; cuadriplica el de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes; es 17 veces mayor al de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación, y así por el estilo.
Hasta ahora la autoridad no ha hecho públicos los nombres de los involucrados en ambas naciones (es de suponer que ya tiene identificados a varios de ellos) ni el de las instituciones financieras dedicadas al lavado de esos recursos ilícitos, pero lo cierto es que se trata de un atraco de proporciones gigantescas, porque si bien han sido decomisadas varias embarcaciones repletas de huachicol fiscal, muchas de ellas siguen en las mismas, es decir, atracando a la nación y llenando las alforjas del crimen organizado. Por cierto, en eso del lavado de dinero, ¿en qué andan la mexicana Unidad de Inteligencia Financiera y la estadunidense Financial Crimes Enforcement Network (FinCEN)? ¿Dónde está esa catarata de recursos ilícitos?
Dijo la procuradora Galeano: “tenemos que seguir avanzando en la integración de las investigaciones y las carpetas para saber exactamente, caso por caso, cuánto nos pueden ir reportando en recuperación, o posible recuperación, después de lo denunciado ante la Fiscalía General de la República; el contrabando de gasolinas necesariamente pasa por esquemas de delincuencia organizada, de ahí que las investigaciones pueden llevar más de un año”. Eso sí, no precisó si “en las querellas ya presentadas se encuentran señalados los integrantes de la Secretaría de Marina que recientemente protagonizaron el mayor escándalo de corrupción hasta ahora conocido por este ilícito; sí mencionó que hay funcionarios y ex funcionarios en los procesos ya bajo litigio ( La Jornada, Dora Villanueva).
Pero no sólo es el caso del huachicol fiscal. La propia procuradora Fiscal de la Federación se refirió al caso de las llamadas factureras, a las que calificó como “la maquinaria del fraude, una industria del engaño que desvió miles de millones de pesos y a la fecha es un fenómeno muy vivo; sólo en lo que va de 2025 se ha detectado un quebranto al fisco por 5 mil 600 millones de pesos a través de este esquema”. De 2022 a 2025, la institución a su cargo “presentó 59 denuncias vinculadas con esos negocios fraudulentos por un monto de 54 mil 698 millones de pesos”.
Cómo cápsula de memoria, en el inicio del gobierno de López Obrador, el Servicio de Administración Tributaria (SAT) informó que de 2014 a junio de 2019 se defraudó al fisco con 354 mil 512 millones de pesos, por medio de empresas que deducían con facturas falsas que amparaban operaciones simuladas.
La entonces titular de esa institución, Raquel Buenrostro, detalló que “se demostró el fraude de 43 factureras relacionadas con firmas fachada que venden facturas de operaciones simuladas, en las que participaban 8 mil 202 personas, entre físicas y morales. El monto de las facturas falsas ascendió a 93 mil millones de pesos; si hubieran pagado IVA e impuesto sobre la renta (ISR), el erario habría captado 55 mil 125 millones sólo en 2017”.
Ahora, la procuradora Galeano informó que en 2022 el fraude al fisco de las factureras sumó 17 mil millones de pesos; en 2023, más de 21 mil millones; en 2024, 10 mil millones, y en el transcurso de 2025, de 5 mil 600 millones de pesos. Aun así, falta para acabar con ambos negocios ilegales.
Las rebanadas del pastel
El cherife naranja se puso bravo: el esperpéntico Donald Trump notificó formalmente al Congreso de su país que “Estados Unidos se encuentra en un conflicto armado activo contra los cárteles de la droga”. Qué bueno, porque sus primeros objetivos serán la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la Administración de Control de Drogas (DEA).
La reunificación del 3 de octubre de 1990 cerró el mapa político, pero no las brechas materiales ni simbólicas entre el Este y el Oeste. El relato triunfal de Aufschwung Ost (“auge oriental”) convive con una persistente sensación de ciudadanía de segunda en el oriente y con un país atrapado entre la austeridad como dogma, el armamentismo desbocado y una crisis de representación que alimenta a la extrema derecha. Los propios informes oficiales admiten que, pese a avances, perviven diferencias en ingresos, riqueza y expectativas de vida que se traducen en malestar político y desafección hacia la democracia liberal.
En economía, los datos son tercos. En 2024, el PIB per cápita de los cinco länder orientales (sin contar Berlín) fue apenas 72 por ciento del registrado en las provincias occidentales. Los salarios siguen rezagados: en 2022, los trabajadores del Este ganaron en promedio 15 por ciento menos que en el Oeste. Más elocuente aún es la riqueza: en 2023, el patrimonio medio neto por hogar fue de 170 mil euros en el Este, frente a 364 mil en el Oeste. La tasa de propiedad de vivienda es de 29 por ciento en el Este y 45 por ciento en el Oeste. Como se ve, la imposición de la economía de mercado no equiparó a los alemanes; instauró una suerte de colonialismo interno.
El incumplimiento de las promesas de inclusión se refleja en el mapa electoral. El partido neonazi Alternativa para Alemania (AfD) se consolidó como primera o segunda fuerza en el oriente en las elecciones regionales de 2024, y en las federales del 23 de febrero de 2025 obtuvo 20.8 por ciento del voto nacional, con picos superiores a 30 por ciento en varios länder del Este. El éxito sostenido de la ultraderecha en esa región es el síntoma más visible de un proceso de integración social inacabado.
En lugar de atacar de raíz las inequidades y la debilidad del ciclo económico, Alemania reformó su Constitución y dejó de lado la austeridad fiscal a fin de emprender un peligroso rearme. Tras alcanzar por primera vez desde el siglo pasado la meta de gasto militar de la OTAN (2 por ciento del PIB) en 2024, Berlín elevó el esfuerzo a 2.4 por ciento en el presupuesto de 2025 y proyecta aumentarlo aún más. No es menos inquietante que profundice su alineamiento estratégico con Estados Unidos en momentos en que ese país se encuentra inmerso en un proceso de demolición institucional y concentración unipersonal del poder muy semejante al que Alemania experimentó en la década de 1930, el cual desembocó en la mayor carnicería de la historia humana. Ese viraje se hace a expensas de la memoria histórica. La Unión Soviética –de la que Rusia fue parte– padeció entre 26 y 27 millones de muertes (civiles y militares) entre 1941 y 1945 en la guerra de aniquilación nazi: una devastación sin paralelo en Europa. El “nunca más” que pretende anclar la cultura política alemana obliga a la prudencia estratégica y liderazgo civil, no a normalizar la lógica de guerra en el continente.
Alemania se ha convertido en el principal proveedor europeo de armamento a Israel –alrededor de 30 por ciento de las importaciones israelíes de armas mayores entre 2019– 2023 provino de Alemania, sólo por detrás de Estados Unidos– justo cuando Tel Aviv se encuentra en manos de un régimen abiertamente genocida, condenado por la ONU y con un primer ministro requerido por la justicia internacional por crímenes de guerra. El apoyo imperturbable de Berlín a la limpieza étnica perpetrada por Israel lo coloca en una posición crecientemente controvertida incluso dentro de la muy proisraelí Unión Europea.
En suma, a 35 años de la reunificación, Alemania parece tener más motivos para reflexionar que para festejar. Una política de convergencia real que promueva salarios dignos, riqueza patrimonial, servicios públicos robustos e inversión productiva en el Este; aunada a una oposición firme al genocidio, sería la mejor manera de conmemorar el fin de la traumática separación y garantizar la no repetición del horror nazi.

Tal genocidio es el más documentado en la historia y corrobora la miseria y degradación humanas. El ultimátum con Hamas cede sólo en liberar rehenes de su “plan de paz”, una treta que ¡vaya miseria!, en la desocupación voluntaria o por ejecución del ultrasionismo estado israelita, el verdugo Netanyahu, la barbarie montada en el salvajismo, no es más que arrancar de raíz a esta sociedad milenaria, al tiempo que, en auténtica piratería, aborda, secuestra y encarcela a la Global Sumud Flotilla, el único intento de ayuda humanitaria ante el disimulo de casi todos los jefes de Estado del mundo. Pero la movilización social mundial de indignación, sobre todo en Europa y América Latina, vislumbra una esperanza que reta con morir al último.
El imperialismo fascista de Trump va que vuela para darse su propio tiro de gracia, pues los fantasmas que revive, comunismo e izquierda radical, ya le están recorriendo.
Ismael Cano Moreno
Sin cabida en el cielo, dios de conservadores
El dios de los conservadores y neoliberales, la hipocresía, ya no tiene cabida en los espacios del cielo. La perdieron por tanta falsedad en la Tierra y las traiciones al pueblo de México.
En otras partes del mundo sucede de igual manera, pues el guardián del planeta, EU, perdió su hegemonía. No sólo más de la mitad de la población del planeta está ya fuera de su férula. También desde el punto de vista comercial, de producción, comunicación y de los instrumentos de defensa militar, que esperemos no compitan en poderío, pues no habría vencedores, sino todos vencidos.
Si al capitalismo de antaño le sigue a la instauración del neocapitalismo en ascenso, resulta obsoleto, pues preserva la riqueza de la minoría privilegiada y, con ello, la violencia, la corrupción, la impunidad, la droga, las mafias, la radio y las televisoras en descomposición social fomentarían su propia debacle.
El panorama no es sencillo para lograr la transformación propuesta aún en marcha y en ascenso hacia un cielo abierto para la 4T. Los neoliberales dejaron un país difícil de atender y, sin embargo, se puede continuar por el camino del cambio y lograr el humanismo mexicano. Esta es la esperanza que tenemos y llama la atención el apoyo de un porcentaje considerable de la población en nuestro país y de no pocas naciones en el mundo.
Rubén Cantú Chapa
N de la R
En el artículo de Elena Poniatowska, titulado: “A las 5 de la tarde, la balacera del 2 de octubre de 1968”, publicado en la edición del jueves, erróneamente se menciona que el ingeniero Heberto Castillo murió en 1975. La fecha correcta de su fallecimiento es 1997. Ofrecemos una disculpa a los lectores.
Desaparece otro joven en Ecatepec
El 6 de septiembre del año en curso cerca de las 16 horas, Octavio, de 24 años, salió de trabajar, como regularmente lo hacía, del taller mecánico en la colonia El Calvario, Ecatepec, a unas cuantas calles del palacio municipal. Ya no llegó a reunirse a pocos metros de distancia con su padre, para regresar a casa.
A más de 25 días del lamentable suceso, no ha avanzado significativamente la investigación, no obstante que desapareció cuando caminaba sobre una de las avenidas más transitadas del municipio, donde hay cámaras del C5, C4 y de una farmacia conocida.
El viernes pasado nos movilizamos a la oficina regional de la FGJ del estado de México y a la presidencia municipal; lamentablemente, en esta última no fuimos recibidos. Exigimos que las autoridades tomen las medidas necesarias contra este flagelo y cumplan con su trabajo de manera pronta y expedita como lo establece nuestra Constitución.
José de Jesús Meza Serrano
Invitación
¡Argentinos, a votar!
La Regional México de Argentinos para la Victoria llama a los argentinos que se encuentren en el padrón de residentes en el exterior a votar en las elecciones legislativas del domingo 26 de octubre. Para ello, deben dirigirse al consulado de la República Argentina en México, ubicado en avenida Paseo de la Reforma 373, piso 4, colonia Centro, alcaldía Cuauhtémoc, de 8 a 18 horas. Quienes residan cerca de Playa del Carmen, Quintana Roo, pueden dirigirse al consulado situado en calle 41 sur y carretera federal de dicha ciudad.
Instamos a participar para la defensa y consolidación de nuestra democracia, para frenar al gobierno de Milei en su destrucción y venta de nuestra Argentina soberana, de justicia social y memoria con visión latinoamericana. ¡A construir nuestra historia de igualdad y solidaridad!, ¡A votar en las legislativas del 26 de octubre!
Regional México de Argentinos para la Victoria
Cierto es que muchos fueron víctimas de la represión desde mucho antes. No sólo en la capital… en Guadalajara, por ejemplo, la operación represora tuvo lugar entre la tarde del viernes 6 de septiembre y la mañana del lunes 9. En ese caso no fueron las fuerzas del orden las que intervinieron, sino la llamada Federación de Estudiantes de Guadalajara (la terrible FEG), capitaneada desde hacía un tiempo por Carlos Ramírez Ladewig, el hijo que pretendió seguir los pasos de su progenitor, un connotado político de antaño, ex gobernador de Jalisco, a la sazón ya aparentemente retirado.
El vástago reprimió con eficiencia cualquier disonancia y el presidente Díaz Ordaz pudo hacer uso de la principal aula de la Universidad de Guadalajara, para vergüenza de la misma, cuantas veces quiso. Incluso desde dicha tribuna, en medio de tanta represión, lanzó su famosa y cínica frase de que su “mano estaba tendida” a la que miles de mexicanos le respondieron que “se le hiciera la prueba de la parafina”.
El viernes de marras, en la mañana, en un café llamado Madoka, frecuentado por la escuálida izquierda jalisciense, nos reunimos unos cuantos para cocinar que el lunes siguiente, primer día de clases, comenzaría el paro, previo aviso a la prensa… Fue el enclenque Partido Comunista el que lo echó a perder, convocando al paro desde el viernes por la tarde y dando lugar a que el lunes a mediodía los “gorilas” de la FEG ya hubieran hecho sentir todo su peso.
Con el suscrito no se metieron en virtud de que su amigo el procurador, hermano muy menor del primer rector de la Casa de Estudios, sobre el que había hecho la tesis de licenciatura, le mandó un par de “emisarios” que lo escoltaron a la central camionera y se aseguraron de que regresara sano y salvo a México, donde estaba haciendo sus estudios de doctorado.
Allí seguí haciendo mi tesis doctoral en El Colegio de México, sin dejar de participar en ninguna de las gigantescas marchas populares que se llevaron a cabo…
Se suponía que no debía volver a Jalisco, pero me convenció mi hermano, de mayor edad, a quien se le ocurrió celebrar, con una fiestecita, su cumpleaños acaecido el 1° de octubre. Venció mi resistencia ofreciendo pagar mi viaje en avión, en aquel entonces exclusivo de ricos y difícil que alguien vigilara ese medio de transporte. Todo funcionó bien, mas el muy tacaño no se hizo cargo del boleto de regreso por la misma vía y me quedé todo el día 2 esperando regresar en el camión de medianoche.
Tal fue la razón por lo que no fui a la Plaza de las Tres Culturas aquella tarde fatídica. Me enteré de ello por la televisión en el hogar paterno, mientras esperaba la hora de ir a la Central Camionera a tomar la corrida de las 12 de la noche. Lo cierto es que Martínez Carpinteiro –quien daba las noticias de la noche en el Canal 2– exhibió lo sucedido con mucho detalle e imágenes dramáticas, lo cual, por cierto, le costó la chamba…
Decidí quedarme encerrado dos o tres días en calidad de hijo de familia, hasta que tuve noticias de mis compañeros de la capital y, durante el fin de semana, me animé a regresar y lo hice sin contratiempo alguno.
Lo que sí recuerdo es que la biblioteca de El Colegio de México, allá en la calle Guanajuato 125, fue ametrallada desde la calle, y la silla en que solía sentarme, frente al ventanal, tenían dos agujeros de bala. Obviamente, no tenían destinatario, pero de cualquier forma no dejó de impresionarme sobremanera. Otro hecho más para que el 2 de octubre no se me olvide.
Lo que sí hice fue participar en la inauguración de la Olimpiada. Tengo el orgullo de haber batido el día de la inauguración un “récord” mundial: el de la mentada de madre más grande de que se tiene noticia en toda la historia de la humanidad, dedicada con toda intención al señor licenciado Gustavo Díaz Ordaz, presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, cuando inauguró los dichosos Juegos Olímpicos. Vale decir que se acompañó también de la mayor rechifla que ha habido en la Ciudad de México desde la fundación de Tenochtitlan, hace 700 años, hasta la llegada de la doctora Claudia Sheinbaum Pardo a la Presidencia de nuestro país, por cierto que de un talante muy diferente al de aquel mandatario poblano que la pícara ciudadanía bautizó como Qué ho ci Quito, Bien dien Tón, Boca Juniors y cosas, en verdad, mucho peores.
En 1928, Múgica acabó en Islas Marías por la persecusión de Álvaro Obregón y el desdén de Plutarco Elías Calles. Casi todo su periodo como director de esa cárcel, su amigo Lázaro Cárdenas fue el gobernador de su estado, Michoacán, que él también había gobernado, pero de una forma distinta. Obregón hostilizó al general Múgica porque repartió los latifundios entre los campesinos michoacanos y, además, los armó para que se defendieran de las guardias de los terratenientes. Es decir, aplicó con severidad el artículo 27 de la Constitución que él mismo había redactado. Pero al ala sonorense de la Revolución eso les pareció “imprudente” y acabaron por desaforarlo y apresarlo por usurpación del cargo. Durante su traslado de Morelia a la Ciudad de México, Obregón le envío un telegrama a quien lo llevaba detenido, al coronel Flores Villar, ordenándole, sin decirlo, su ejecución: “Enterado de que general Francisco J. Múgica fue muerto al pretender ser libertado por sus partidarios”. El coronel hizo como que no entendió y Múgica huyó para esconderse durante todo el año de 1924 en casa del doctor Ignacio Chávez. Obregón lidió con semejantes tácticas con el ala izquierda: Carrillo Puerto en Yucatán, Basilio Vadillo en Jalisco, José María Sánchez en Puebla, y Adalberto Tejeda en Veracruz. En el mismo Michoacán, “alguien” había asesinado a Isaac Arriaga, que fundó el partido socialista para postular a su amigo de la infancia, Francisco J. Múgica; al agrarista Primo Tapia, y al líder de los comuneros indígenas, Felipe Tzintzun. Múgica había escapado de la muerte y se había escondido. Desde Islas Marías, que fue el exilio interior que pudo conseguirle Cárdenas con Calles, Múgica le escribe en una carta a su amigo y paisano: “He sido un rebelde, un agresivo y, si se quiere, un imprudente, y casi me merezco haber sufrido el cataclismo que sufrí”.
José Revueltas tiene 17 años en julio y está preso por incitar a una huelga entre los trabajadores tabacaleros del Bueno Tono, es decir, por ejercer un derecho redactado por el mismo que ahora dirige el penal. Es miembro del Partido Comunista y cursó hasta el primer año de secundaria. Lee a Tolstoi a Dostoievsky con la misma pasión que a Marx y Bakunin. De la experiencia de la cárcel, que vivirá varias veces –Islas Marías y Lecumberri–, no saldrá más: la novela que escribe en Islas Marías, El Quebranto, acabará convertida en cuento porque se le pierde en una borrachera en el tren de regreso a la Ciudad de México, pero le seguirán muchas más ambientadas en el régimen carcelario: Los muros de agua, El Apando, y la última, El tiempo y el número, que es sobre un preso que corre todos los días hasta la orilla de un abismo. Pero en ese momento es un joven militante del mismo partido, el PCM, que apoyó la relección de Álvaro Obregón, asesinado por órdenes de la Madre Conchita, que también purga su condena ahí.
Así que esa madrugada en Islas Marías, fumándome un cigarro a escondidas del puritano cardenismo –Múgica prohibía desde el alcohol y el juego hasta el tabaco–, me imaginé que Pepe Revueltas y Pancho Múgica jugaban una partida de ajedrez mientras hablaban del caos. Porque esas son las afinidades rasposas entre comunistas y el ala de izquierda de la Revolución mexicana. Múgica habló siempre del socialismo como una consecuencia casi natural de la aplicación de la Constitución de 1917 porque su fuente no era un manual de marxismo, sino la travesía por los pueblos armados. Revueltas sería expulsado dos veces del PCM y hasta del partido que él mismo fundó, la Liga Espartaquista. Al final, Revueltas se convierte en el único que entiende el movimiento de 1968: “La lucha no es hoy por la socialización de los medios de producción. Es sobre la libertad, la independencia y la democracia. El régimen diazordacista cree que cuando hablamos de Revolución nos queremos levantar en armas. Con eso justifican que sea el Estado diazordacista el que se lance contra nosotros en plena subversión”.
No puedo evitar pensar en las revoluciones, como la de Andrés Manuel, como momentos en que todo es posible hasta que resulta imposible, esa mezcla de signos y pautas, líneas rectas y garabatos. En Islas Marías –en 1932– acabaron un anticlerical, agrarista y convencido de los derechos de los obreros, un fallido estudiante militante comunista y la Madre Conchita, una cristera. Los tres eran los márgenes, las orillas del caos, cuyo centro fueron los sonorenses que pacifican el país en torno a ellos. Ahora, 90 años después, existen facciones de izquierda y resabios neoliberales dentro del mismo obradorismo: lo que es y lo que debe ser no se han distanciado tanto pero, cuando lo hacen, su desfase se escucha chillante. De eso hablan Revueltas y Múgica, de cómo la política puede verse tan rígida y, con frecuencia, es gelatinosa, de que, a veces, el destino cierto nunca llega, de que es una forma de abrazar pero que, por momentos, axfixia o de que es lo que nos junta en un cruce de caminos y, luego, nos separa porque es el camino el que importa.
A Múgica todavía le esperaba redactar el comunicado al pueblo por la nacionalización del petróleo y sus discursos a favor de Miguel Henríquez Guzmán, en 1952, contra el PRI y Adolfo Ruiz Cortines, que terminó en una masacre en la Alameda, y las acusaciones por el mismo delito que caerían en Lecumberri los jóvenes del 68 y Revueltas: disolución social. Sin saber que sus vidas se acercarían al mismo punto, a Revueltas le faltaba todo por vivir, sentenciar, beber y escribir. Y es que, muy probablemente, el joven de 17 años y el general exiliado acercándose al medio siglo, nunca conversaron realmente ni tampoco jugaron al ajedrez.
El 28 de septiembre de 1960 se fundaron los CDR; nacieron ese día bajo la convicción de miles que levantaron sus puños en aprobación. Mientras escuchaban a Fidel frente al Palacio Presidencial, sonaron los estruendos de petardos en La Habana y todos se pusieron a cantar el himno nacional. Fidel confirmó: “Están jugando con el pueblo y no saben la tremenda fuerza revolucionaria que hay en el pueblo… Porque si creen que van a poder enfrentarse con el pueblo, ¡tremendo chasco se van a llevar!, porque les implantamos un comité de vigilancia revolucionaria en cada manzana para que el pueblo vigile, para que el pueblo observe y para que vean que cuando la masa del pueblo se organiza, no hay imperialista, ni lacayo del imperialismo, ni vendido a los imperialistas, ni instrumento de los imperialistas que pueda moverse”.
Nadie más que todo el pueblo organizado podía detener las actividades contrarrevolucionarias y operaciones encubiertas que aparecían por toda la isla, apoyadas por Estados Unidos a través de la CIA, que utilizaba a ex batistianos de todo tipo que aún no salían de Cuba, pero ya estaban en las nóminas de la CIA. Así se crearon los CDR, bajo la convicción de que sólo el pueblo en su conjunto podría defender y consolidar la revolución.
Recuerdo que me integré a las guardias vespertinas en la calle frente a la puerta de entrada del periódico Juventud Rebelde y, a veces, por la noche en mi CDR. En general, las mujeres hacíamos guardias vespertinas y de noche sólo de las 11 a las 2 a. m. Recuerdo mucho más las otras tareas: cuando estuve embarazada, pasaba alguna responsable de salud a recordarme mis citas de seguimiento en el policlínico, mi acido fólico, la revisión del dentista. Y esa era sólo una de las tareas de salud: también checaban las vacunas de todos, el control de los mosquitos para el dengue, las donaciones de sangre, entre otras. Recuerdo una entrevista que hice: una mujer me contó cuando cumplió la primera tarea de la campaña contra la tuberculosis, vacunar con el que parecía un caramelo de azúcar: “Yo llegué y le iba a dar el caramelo al niño cuando la madre, atrapada por la propaganda de Miami, salió como loca gritando que de ninguna manera, porque sabía que al tragarlo, el niño se pondría a hablar en ruso y se lo llevarían a la URSS”.
Recuerdo la deliciosa “caldosa” que hacían los vecinos para la fiesta del CDR o cualquier otra ocasión importante. El cierre de calles los domingos para que los niños jugaran sin problema o el trabajo voluntario para arreglar la cuadra, recoger basura, sembrar plantas. Recuerdo muy especialmente a la Patrulla Click, una bulliciosa patrulla de niños que de pronto tocaba tu puerta y se metía adentro para apagar las luces no necesarias y ahorrar energía. Las reuniones sesudas y reflexivas para discutir la nueva Constitución, el cálculo económico o la elección ciudadana de los primeros candidatos al Poder Popular.
Funciones que aún permanecen: Gerardo Hernández Nordelo, hoy al frente de los CDR, ayer más de 15 años preso en Estados Unidos, acusado injustamente de espionaje, se pregunta: ¿cómo se defiende hoy la revolución desde un barrio?, ¿qué deben hacer los CDR en un nuevo contexto? Ahora, por ejemplo, en algunos lugares las cámaras hacen la función de vigilancia. Explica actividades muy concretas: recogida de materias primas necesarias para las empresas transformadoras; la tarea de Cultiva tu Pedacito para que los vecinos siembren en sus espacios recuperados vegetales y frutas; trabajo colectivo para cuidar a los animales, medio ambiente, personas vulnerables; señalar los problemas de vivienda, salideros de agua. En todo esto, los jóvenes se incorporan creativamente y organizan los WhatsApp colectivos para agilizar la información, organizar veladas literarias y guateques. Los CDR son el barrio.
* Investigadora de la UPN y autora de INEE y su dilema: evaluar para cuantificar y clasificar o para valorar y formar
Enfatizando que como judío europeo originario del Gran Ducado de Luxemburgo “era singularmente inmune al atractivo de todos los nacionalismos”, Mayer veía la “Esparta” como resultado de una degradación del judaísmo en general y del sionismo en particular, sobre todo a partir de la Guerra de los Seis Días (1967), pero anotaba también que las semillas de este deterioro estaban plantadas en la misma fundación de Israel.
David Ben-Gurión, uno de sus padres fundadores y el primero en ocupar el cargo de primer ministro, al sopesar la cuestión de las tensiones entre una entidad política cosmopolita y un Estado bélico observables desde 1948, como recordaba Mayer, en vez de consultar a los profetas hebreos recurrió a los antiguos griegos, creyendo que no se podía garantizar la supervivencia de una “Atenas judía en Medio Oriente” −he aquí igual el inicio de la narrativa de Israel como “la única democracia en la región”−, sin mezclarla con “elementos espartanos”: gobierno oligárquico, educación militar, Estado-guarnición y castas sociales (2008: 77).
Así que cuando a mitades de septiembre Benjamin Netanyahu, el actual primer ministro, aseguró que Israel debe convertirse en una “super-Esparta” si quiere sobrevivir a la creciente reacción global por su ataque a Gaza, estaba apelando a una figura familiar en la discusión sobre el país −décadas antes de Mayer, también Hannah Arendt alertó de que el establecimiento de una patria judía exclusivista y la desposesión de los palestinos propiciarían la dominancia de la lógica militar en todos los aspectos de la vida, el aislamiento y la degeneración de la sociedad israelí en una “pequeña tribu guerrera” al estilo de Esparta (t.ly/t86vS)−, pero también, al presentarla como un ideal para alcanzar y reforzando, no criticando, la mentalidad de asedio, un aspecto negativo en esta comparación, ascendía a nuevos niveles del delirio político.
Sintomáticamente, unas horas antes de desatar una ofensiva terrestre contra la ciudad de Gaza −el siguiente escalamiento del genocidio israelí en curso, algo que tal vez ni Mayer ni Arendt se hubieran imaginado, pero que a la luz de su análisis puede ser visto como una posibilidad inscrita en la disfuncional anatomía de Israel−, Netanyahu afirmó que el país “tendrá que volverse más autosuficiente económicamente” y su sociedad “aún más militarizada”.
A medida que, según él, “se extienden los boicots y el aislamiento internacional”, Israel “tendrá que adaptarse a una economía con características autárquicas”, “fomentar la producción nacional de armas”, “abrazar un futuro solitario” y, de ser necesario, “recortar la burocracia y las leyes” ( sic) con tal de poder seguir librando una guerra constante como la antigua ciudad-Estado griega (t.ly/B5UaH).
Por si hace falta decirlo, la visión de “super-Esparta” −existente solamente en el reino de la demagogia de Netanyahu− resulta completamente despegada de la realidad y problemática tanto a nivel de diagnosis como de solución. Para empezar, contrario a Mayer o Arendt, para quienes “Esparta” simbolizaba todo lo malo y disfuncional en Israel, fruto de sus propias acciones y degeneración etnonacionalista y expansionista, para Netanyahu se trata de un “destino difícil”, pero hasta preferible y el resultado de las acciones de sus “enemigos extranjeros”: “la presión de la inmigración musulmana en Europa” y “la inversión de China y Qatar en la ‘revolución digital’” (ambos adversarios en gran medida inventados).
En consonancia con su visión ideológica de que la historia judía es una “historia de Holocaustos” y que “el pueblo judío se encuentra bajo constante amenaza existencial” (t.ly/QroSY), nada es la culpa de él ni de su gobierno extremista −la materialización de las fallas fundacionales de Israel y sus tendencias tóxicas de las que advertía Mayer−, sino fruto de “una conspiración antisemita”, a la que el país ha de responder con aún más guerra, más colonización y más ocupación.
Y en cuanto al “aislamiento” −la foto de una casi vacía sala de la Asamblea General de la ONU, ante la cual Netanyahu unos días después del “discurso espartano” trataba de refutar las “falsas acusaciones del genocidio” o algunos distanciamientos performativos de la Unión Europea vienen en la mente, pero el mundo está aún muy, muy lejos de quemar sus puentes con Tel Aviv−, ¿no sería Israel, un Estado-cliente de la (aún) mayor potencia imperial (Estados Unidos), que recibe anualmente 3,800 millones de dólares en ayuda militar, más otros fondos extras desde que comenzó el ataque a Gaza −el apoyo que nadie pretende cortar−, una “ polis solitaria” un poco rara?
Finalmente, la visión de Netanyahu, si uno se pondría a trazar bien las analogías históricas con Israel −Esparta era una entidad demasiado pequeña para ejercer hegemonía a largo plazo y cuya economía encerrada y el expansionismo desenfrenado, junto con la necesidad de sofocar a cada rato las rebeliones de su numéricamente superior población esclava (los ilotas), contribuyeron a su rápida degeneración y colapso (¿a qué nos suena esto?)−, es un cuento difícilmente inspirador e incluso uno que bien podría ser tildado de “el invento de sus enemigos antisemitas”. Claramente −para parafrasear por enésima vez a un clásico−, la analogía a Esparta ocurre en la política israelí dos veces: una vez como advertencia y la segunda como delirio.
La migración se ha convertido, con permiso de la contrarrevolución patriarcal, en el principal caballo de batalla de la extrema derecha europea, que se ha adueñado de la conversación pública con la complacencia de unos y la negligencia de muchos. De repente, hay que hablar de la migración. Más concretamente, la izquierda debe hacerlo, so pena de desaparecer por no hablar “de lo que a la gente le importa”. La trampa es evidente, porque después de llenar horas y horas de televisión y poner a trabajar a granjas de bots para jalear el tema en redes sociales, que a la gente le preocupe la migración es cualquier cosa menos sorprendente.
Pero la trampa funciona, y en nombre del realismo, todos bailan al son que marca la agenda autoritaria. En España, los conservadores del Partido Popular, que sienten el aliento de Vox en la nuca, han propuesto esta semana un visado por puntos para migrantes. En Londres, el laborista Keir Starmer ha anunciado también estos días que endurecerá las condiciones para acceder a la residencia permanente. Sigue así el camino de la socialdemócrata danesa Mette Frederiksen, que lleva años con un discurso que firmaría cualquier líder de extrema derecha: “Muchos vienen aquí para trabajar y contribuir, pero otros no. Y en toda Europa vemos las consecuencias: delincuencia, radicalización y terrorismo”.
También desde posiciones más a la izquierda se coquetea con discursos antimigratorios. Parten de análisis brillantes sobre las condiciones que obligan a los pobres a migrar en beneficio de los ricos a uno y otro lado de la cadena migratoria, pero por el camino olvidan la condición humana y el derecho a una agenda propia de los propios migrantes. Una cosa es defender un mundo en el que la migración no sea necesaria, otra muy diferente es tratar de alcanzarlo cargando toda la responsabilidad sobre el eslabón más débil de la cadena. Esta narrativa no hace más que presentar como crítica intelectual anticapitalista algo bastante menos elevado: nos molesta el diferente, no lo queremos a nuestro lado.
Los naufragios en el Mediterráneo van de la mano de los naufragios éticos de buena parte de la clase política europea, que no sólo cede ante la extrema derecha al entrar en un debate viciado de antemano, sino que lo hace con el lenguaje y las herramientas de los autoritarios.
Pero también cabe alertar de los discursos en defensa de la emigración centrados estrictamente en razones económicas. Es obvio que Europa, un continente envejecido, necesita de la llegada de personas en edad de trabajar, pero como argumento a favor de la llegada de extranjeros tiene sus fisuras. Primero, porque esto ya lo sabe perfectamente la extrema derecha, muy bien conectada con una clase empresarial que le susurra al oído que necesita mano de obra a bajo coste. Italia nunca había expedido tantos permisos de trabajo como con la ultraderechista Giorgia Meloni. Segundo, porque alimenta una visión utilitarista que, en parte, deshumaniza al migrante. Pueden venir porque necesitamos sus brazos, no porque tengan derecho a hacerlo.
Es hora de poner pie en pared y grabar en ella con letras bien grandes algunos principios básicos, para que los supervivientes del naufragio encuentren algún muro sobre el que reconstruir Europa de sus cenizas. Porque lo que está en disputa, por crudo que suene, es si los migrantes son seres humanos de pleno derecho y completa dignidad. Si tienen la legitimidad de aspirar a una vida que consideran mejor que la que tienen en sus países de origen. Y hay que decir que sí, que tienen todo el derecho del mundo a desear y buscar mejores condiciones de vida. Es decir, que tienen derecho a migrar.
Luego habrá que ordenar todo esto para hacerlo posible, viable y digno. Y habrá que articular discursos y narrativas para tumbar un desorden global que, aún más en plena crisis climática, convierte la migración en imperativa en muchos lugares. Pero el primer paso es blindar la humanidad de quien abandona su país persiguiendo una esperanza. Ese es el punto en el que estamos y esa es la importancia del trabajo de Cristina Cattaneo. Cada vez que logra poner un nombre a un cadáver naufragado, lo rescata para el mundo de los humanos, lo retorna a la civilización, lo vuelve a hacer uno de los nuestros.
Un último apunte: desde la derecha se suele criticar con éxito esta posición acusando a la izquierda de “buenista” y de pecar de superioridad moral. Inviertan los términos y dejen la responsabilidad sobre ellos, pues suyo es el problema de defender, por inferencia, el “malismo” e intuirse moralmente inferiores. Sentirse buena persona, con todos los vicios y defectos que uno acumula, es agradable. No se sientan culpables por ello.
Su porfirismo, como cadáver histórico, “vive” en los archivos de la represión y en los cementerios macabros del despojo contra indígenas y campesinos. Con más frecuencia de lo imaginado, lo resucitan con el mismo entusiasmo con que Victor Frankenstein ensayaba su desafío de dar vida desde su laboratorio. Ellos resucitan a su dictador en manuales escolares edulcorados, en estatuas relucientes, en discursos de tecnócratas que se reclaman herederos de su “modernidad”. Es un injerto de moral de clase dominante, una criatura que carece de vida propia, pero que recibe la electricidad del capital financiero y de la maquinaria mediática.
Esa “moral de Frankenstein” no es otra cosa que la pretensión de crear sobrevida al sistema a partir de la muerte, incluso su propia muerte, y su orden a partir del despojo, progreso a partir del sometimiento. La criatura de Frankenstein no elige ser monstruo, pero el porfirismo resucitado sí es elegido por quienes buscan mantener vivas las cadenas semióticas de la opresión. El monstruo original de Mary Shelley se rebelaba contra su creador; el monstruo porfirista, en cambio, obedece dócilmente a sus fabricantes actuales, pues está hecho de piezas muertas de ideología que sólo sirven para perpetuar la explotación. La moral de Frankenstein, en este terreno, no es ya una ficción gótica, sino la metáfora exacta de la política del capital para reconstruirse en monstruos de dominación con pedazos muertos de historia, darles una apariencia de vitalidad y lanzarlos a caminar entre nosotros como si fueran propuestas nuevas. En ese espectáculo necrofílico se condensa la verdadera ética de la clase dominante: la ética del despojo, del reciclaje de cadáveres ideológicos, del fetichismo que convierte al verdugo en modelo de civilización. Y no hay que olvidar que este engendro está animado también por la anorexia intelectual de la derecha mexicana, incapaz de nutrirse de pensamiento vivo y obligada a devorar, famélica, los despojos de un pasado que nunca fue suyo más que como botín.
No es casual que este proceso de resurrección se inscriba en la misma lógica de las industrias culturales. Allí donde se necesita un héroe o un villano “revisado”, se fabrican nuevas narrativas: Porfirio como el modernizador, como el hombre del ferrocarril, como el estadista cosmopolita. Se le injerta la piel de la eficiencia tecnocrática y se le sutura la boca con el silencio sobre las huelgas reprimidas, los campesinos despojados, los pueblos indígenas arrasados. La “moral” que anima este Frankenstein porfirista es la moral burguesa: pragmática, calculadora, sin escrúpulos éticos más allá del beneficio privado.
Frente a esa operación, la filosofía de la semiosis nos obliga a desmontar el artificio. Cada cicatriz de ese monstruo ideológico corresponde a un acto de violencia histórica: la huelga de Cananea, la de Río Blanco, el despojo de tierras comunales, la exportación de riquezas a cambio de miseria. No hay modernidad inocente cuando se cimenta en cadáveres obreros. El lenguaje mismo con que hoy se quiere limpiar a Porfirio es una operación semiótica de anestesia: convertir dictadura en “orden”, explotación en “progreso”, servilismo en “diplomacia”.
Tienen una lista larga de zombis políticos aguardando ser resucitados; es uno de los archivos más siniestros que la clase dominante conserva en sus catacumbas ideológicas. No se trata de un fenómeno aislado ni de una rareza folclórica, es una estrategia reiterada del poder para garantizar que su maquinaria de dominación nunca carezca de figuras míticas con las cuales legitimar su continuidad. Si Porfirio Díaz ya ha sido objeto de un proceso de “resucitación” semiótica, conviene preguntarnos qué cadáver sigue en la fila. ¿Será Hitler con su maquinaria del odio convertida en mercancía digital? ¿Será Pinochet con su “modelo económico” glorificado por think tanks neoliberales y clases medias despolitizadas? ¿O será alguno de los tantos caudillos menores que, aunque sepultados por la historia, son desempolvados en cada crisis del capital?
Sus zombis políticos no son espectros que flotan espontáneamente: son productos culturales cuidadosamente manufacturados en los laboratorios de la ideología. Su capitalismo, en fase necropolítica, necesita reciclar símbolos de autoridad para que, cada vez que las narrativas de “progreso” y “democracia representativa” pierden legitimidad, pueda convocar a los muertos como disciplinadores de las masas. La historia de la humanidad bajo dominio burgués se parece cada vez más a un panteón donde los cadáveres se levantan de sus tumbas al ritmo de las necesidades del capital financiero, los monopolios mediáticos y los aparatos militares.
Su “anorexia intelectual” no les permite gestar pensamiento original ni proyecto emancipador. Por eso se alimenta de cadáveres, necesitan chupar la sangre de los muertos ideológicos para seguir caminando. La resurrección de Porfirio Díaz, la reanimación parcial de Hitler y Pinochet y la posibilidad de nuevos zombis en escena muestran que la derecha vive de un canibalismo necropolítico. No puede producir vida, sólo puede reciclar muerte.
La lucha de clases también se libra en el terreno de los muertos, ¿qué hacemos con sus cadáveres simbólicos? ¿Los aceptamos como zombis resucitadores del capital o los enterramos definitivamente bajo la crítica dialéctica de la histórica? La disputa por la memoria es una disputa por el presente y el futuro. Quien controla y resucita a los zombis ideológicos controla la capacidad de aterrorizar, paralizar o disciplinar a las mayorías. El problema no es sólo de historiografía, es un problema de lucha política. Cada zombi que regresa a escena es un ataque contra la lucha por la emancipación. La pregunta “¿el que sigue es Hitler o Pinochet?” debe transparentar la maquinaria burguesa de engaño, fortalecernos en el terreno de la organización crítica y la semiótica de combate.
En el último año, tres de las mayores tecnológicas globales, Amazon Web Services (AWS), Google y ahora CloudHq, han anunciado que se establecerán en esa ciudad, sumándose a previas inversiones mil millonarias de éstas y otras como Microsoft Azure. Instalan centros de datos a hiperescala, dimensión que requieren los nuevos sistemas de inteligencia artificial (https://shorturl.at/Y8HfG).
Los centros de datos son la base física de las nubes de computación y del tráfico digital. La hiperescala implica miles de computadoras conectadas, que demandan inmensos volúmenes de energía constante y de agua para enfriar el calor que producen. También son generadores de ruido permanente, tres factores que prácticamente en todo en el mundo han sido desarrollados sin consulta y a despecho del bienestar y el acceso de las poblaciones locales e indígenas.
En Querétaro, como sucede en otras ciudades de países de América Latina que alojan grandes centros de datos como Brasil y Chile, las Big Tech reciben numerosas prebendas: excención de impuestos, tierras regaladas o subsidiadas, muy favorables condiciones de acceso a agua limpia y energía, ausencia o escasa regulación y control. Apenas tienen que cumplir con algunos documentos formales, como manifiesto de impacto ambiental a los que no se les hace seguimiento ni fiscalización. Así, las empresas más ricas del globo reciben abundantes subsidios ambientales y del erario.
Sin embargo, crecen cada mes las evidencias y los reportes –incluyendo de la ONU– que muestran que los centros de datos son voraces consumidores de agua limpia y de energía. Es el sector industrial que más rápidamente crece a nivel global en porcentaje de demanda energética. Hasta 2022, los centros de datos de todo el mundo consumían más energía que países enteros de alto consumo como Francia (octavo en lista de consumo global). Se estima que en 2026 habrán duplicado tanto su demanda energética como la de agua. En 2020, la industria digital emitía entre 1.53 y 3.2 por ciento de las emisiones de gases GEI que causan el cambio climático, superando a las emisiones de todo el transporte marítimo o la aviación internacional. Al ritmo vertiginoso de crecimiento de esa industria, ya han superado esos porcentajes con creces (https://shorturl.at/Hzlhg).
Querétaro es una zona árida y el agua que utilizan las industrias proviene en gran parte del acuífero del Valle de San Juan del Río, del que en forma sistemática las industrias han extraído más agua que su capacidad de recarga, por lo que actualmente tiene un déficit anual de 56.8 mil millones de litros. Muchos pozos de Querétaro están en crisis. No obstante, es de esa fuente de donde toman y tomarán agua las grandes empresas tecnológicas.
En muchos países, las megatecnológicas han elegido intencionalmente asentarse en zonas áridas cerca de ciudades en muchos países, porque les abarata prevenir la corrosión de los dispositivos, pueden acceder a agua subterránea limpia para refrigeración y/o usar el agua potabilizada para la población, lo cual ha causado numerosas resistencias y protestas locales (https://shorturl.at/ZJKy3).
Debido a esas protestas, las tecnológicas han hecho promesas en México y otros países de reducir su consumo de agua usando otros sistemas de enfriamiento. Pero esos demandan más energía, lo cual ha llevado a usar aún más energía fósil y también a que todas las Big Tech tengan contratos y/o empujen por ejemplo, la expansión de la energía nuclear, otra pesadilla en ciernes (https://shorturl.at/Cwxam).
Las empresas tecnológicas operan con gran opacidad y en varios casos ha sido necesario llevarlas a juicio para que declaren su verdadero consumo de agua. En Querétaro, la aprobación de la ley estatal de servicios de agua en 2022, significó su privatización de facto, por lo que el gobierno de la entidad no considera que puede ni debe preguntar a las tecnológicas sobre esto ni tampoco fiscalizar si cumplencon el uso de los sistemas derefrigeración que prometieron(https://shorturl.at/JJkDw).
Complementariamente, según Andrés Barreda, investigador de la UNAM, la reciente iniciativa que plantea establecer una “doble” ley de aguas –una para la gente y otra para la industria– garantizará y profundizará los privilegios sobre el agua que ya gozan las empresas.
El agua debe ser para la gente, para las comunidades, para la biodiversidad, para la vida. Esa es la respuesta que necesitamos defender.
Después, con una lógica impecable de programación, la versión de 1933 de las Esquinas de Revueltas. Obra escuchada con escasa frecuencia, presenta una faceta menos nacional de Revueltas que, por ejemplo, la de Janitzio. La obra tiene, sin embargo, un par de episodios de sabor mexicanista que Castillo y sus enjundiosos músicos pintaron con claridad, pero sin apartarse de la modernidad indeclinable de la partitura, contrastando con eficacia esos episodios ante los más abstractos, poniendo en éstos una cierta aspereza instrumental bien calibrada. ¿Acaso algunos fragmentos de las Esquinas revueltianas tienen el sabor de su música para cine? Así me lo pareció en esta potente versión de la obra.
La tarea número uno del director de orquesta al poner en marcha la maquinaria de la Sinfonía No. 11 de Dmitri Shostakovich es crear en sus primeros compases una tensión dramática de alto octanaje, pues de ella deriva todo lo demás. De nuevo, la concepción y la batuta de José Luis Castillo dieron la credibilidad necesaria a este inicio, para transitar después sin problema a los episodios de abierta brutalidad, tocados con la furia que el oyente espera, pero sin aglomeración o confusión sonora alguna. A partir de ahí, siguió el tenso y apretado ensamblaje de recurrencias temáticas y estados de ánimo diversos que le dan a esta sinfonía titulada El año de 1905 su perfil narrativo. Entre muchos otros momentos destacados de esta ejecución de alto nivel cabría mencionar (porque no hay espacio para más), por una parte, la asombrosa homogeneidad de la sección de violas de la filarmónica jalisciense en el momento inicial del tercer movimiento, con material repetido más tarde con la misma precisión y empaque pero bajo una nueva luz dramática; y por la otra, el profundo, expresivo y muy bien tocado interludio de corno inglés, análogo en su intención emocional a las primeras páginas de la obra.
Muy destacada, también, la intencionalidad de Castillo para tejer las redes que Shostakovich trazó al insertar perfiles temáticos de unos movimientos en otros; resultado, una versión unitaria y sin costuras de una partitura singularmente compleja. Y si el inicio de la sinfonía fue todo tensión contenida y electrizante, para los últimos momentos de la obra director y orquesta soltaron amarras y expresaron a tutta forza esa urgente y rabiosa llamada de alarma de Shostakovich, que es una advertencia no contra un fascismo, sino contra todos los fascismos, lo cual da a esta Sinfonía No. 11 una actualidad singular por doquier, aquí, allá y acullá. Entre los numerosos méritos de esta contundente coda destaco la buena idea de duplicar las campanas tubulares, cuya vibración última se queda colgada en el aire como un fantasma.
En más de una ocasión he enfatizado las bondades (y la necesidad) de que las orquestas del interior visiten esta ciudad, así como de que las nuestras vayan allá. Estos intercambios suelen ofrecer fascinantes sorpresas musicales; y si la visita es de esta poderosa, disciplinada y compacta Filarmónica de Jalisco, con un director tan lúcido como José Luis Castillo, y un programa Chávez-Revueltas-Shostakovich tocado a este nivel, ¿qué mejor?
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