El orgasmo femenino no es solo una descarga fisiológica ni simplemente el punto climático del placer, es también una forma de expresión, un lenguaje del cuerpo que reclama nuestro deseo, autonomía y libertad. Por eso cada 8 de agosto, día internacional del orgasmo femenino suele ser el momento perfecto para retomar la conversación.
Aunque esto resulta alentador en una sociedad que ha oprimido a las mujeres, la invitación a explorar nuestra sexualidad y masturbarse como una práctica natural y sana, se encuentra presa, enraizada en nuestras creencias, en el sentimiento de culpa y vergüenza. Por eso urge desaprender y despatriarcalizar.
Reclamar el propio deseo es rebelarse, afirmó la especialista. Es por eso que debemos dejar de responsabilizarnos del placer del otro y comenzar a atender y satisfacer el propio. Para esto la sexóloga considera fundamental desmitificar el sexo y acercarlo a la realidad femenina:
“Conocemos el sexo como un acto penetrativo, pero en el placer femenino es lo que menos funciona” explicó, pues el pene no es indispensable para el orgasmo femenino y podemos estimular el clítoris de otras formas incluso desde la individualidad “ponemos en riesgo el ego masculino” pues le quitamos poder en esta forma de control.
Por otra parte, Mandujano menciona la existencia de algunas corrientes del feminismo que por la ruta histórica y de manera comprensible, anulan la posibilidad de reconocernos como seres sexuales, pues se puede interpretar como si continuáramos siendo parte de la agenda masculina como un instrumento.
Hemos normalizado llegar a etapas como la universidad y comenzar nuestra sexualidad en blanco ¿Por qué nos parece natural vivir llenas de dudas en silencio? Damos por sentado que tenemos autonomía y somos una sociedad con libertad sexual porque ya no se juzga el sexo fuera del matrimonio, sin embargo, tenerlo, no asegura el goce pleno de nuestra sexualidad. Mónica recuerda que la ruta adecuada para vivir esta experiencia de forma placentera, desde una genuina libertad es una: la ruta educativa.
El sistema educativo continúa basándose en poner la responsabilidad únicamente en las niñas, adolescentes y mujeres.
“Nos enseñan a decir que no. No te embaraces, no te enfermes, no digas que quieres tener sexo. Entonces, cuando estás con una persona en la que confías, con la que estás segura, con la que no te puedes enfermar y cuentas con las medidas para no embarazarte, esta idea que taladrada nuestra cabeza -decir que NO- hace que nos cueste mucho trabajo pedir cosas que sí nos gustan” enfatiza la sexóloga Mónica Mandujano.
Aunado a esto, los sesgos educativos provocan el desconocimiento de órganos como la vulva. La especialista reconoce lo impresionante que resulta que consideren a las niñas demasiado pequeñas para saber dónde está el clítoris o la uretra, pero a la vez no considerarlas lo suficientemente pequeñas para obligarlas a memorizar toda una estructura cerebral o las partes internas de un órgano como el ojo que no está totalmente expuesto “Es un paralelismo: es cuerpo, es anatomía, es biología. Si sabes que tienes, sabes cómo cuidarlo”.
La sexóloga, psicóloga, terapeuta de pareja y orientadora sexual hace énfasis en mirar el contexto actual, cómo invisibilizar el orgasmo alimenta problemáticas como el debate continuo sobre el derecho al aborto, es decir, el derecho al placer va muy de la mano al derecho de decidir sobre el propio cuerpo “Seguimos en un objetivo de placer masculino, donde la sexualidad femenina se limita a complacer a los hombres o a un acto reproductivo”.
Pero el orgasmo sigue latente, en la cultura y sociedad que no solo lo niega, sino que además cuando lo nombra, lo ridiculiza.
Permitirse sentir y expresar el orgasmo con honestidad es, en sí mismo, un acto político en una cultura que históricamente ha reprimido y controlado el placer femenino, no sorprende, entonces, que el 80 por ciento de las mujeres en relaciones heterosexuales haya fingido un orgasmo, convirtiéndolo hasta hoy en una experiencia más performática que auténtica.
Es común para las mujeres, caer en una constante contradicción al vivir en una sociedad supuestamente abierta pero que se incomoda ante una mujer que conoce su cuerpo, placer y abraza su deseo y que, al mismo tiempo, de no hacerlo en pleno 2025 se encuentra presionada y es señalada.

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