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Resistenciaopositora // Marco Rubio, a escena
El Informe fue en casa (Palacio Nacional), en familia política (sólo invitados afines) y con aplausos constantes. Mencionó al antecesor y le reconoció méritos. Agradeció a su gabinete, el estricto y el ampliado. Todo transcurrió sin incidentes. La Presidenta como figura dominante en un templete de blancura, los invitados despidiéndola con sostenido batir de palmas.
Por un lado, destacó logros y significado de la reforma al Poder Judicial, en especial por cuanto a la atención que se asegura habrá a los pueblos originarios, a los más necesitados (Hugo Aguilar como temprano boceto de héroe justiciero). Por otro, planteó que el país requiere empresarios más activos, más comprometidos con el Plan México (el cual, ha de suponerse, no forma parte de la noche, sino del brillante día del neoliberalismo).
El día del primer Informe de una Presidenta se inició pasadas las 5 de la mañana, con una ceremonia de consagración de bastones de mando en Cuicuilco, el presidente de la Corte acompañado de nuevos ministros y ministras. Habría otra ceremonia, una continuidad vespertina, entre críticas por la utilización de estos procesos rituales para buscar o confirmar legitimidad de procesos de poder político.
Luego, al Senado y, después de las 10 de la noche, la instalación formal de los nuevos juzgadores en sus asientos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Antes de su discurso inaugural, el presidente de ese órgano judicial, Aguilar, había dicho que su gestión no estará regida por el poder ni el dinero, compromiso fuerte que la práctica cotidiana irá precisando en cuanto a cumplimiento.
En San Lázaro, el diputado protegido Sergio Gutiérrez Luna seguía como presidente de la mesa directiva por los desacuerdos morenistas con las propuestas de Acción Nacional para relevarlo: Kenia López Rabadán, la primera carta blanquiazul; después, Margarita Zavala, o Germán Martínez o Federico Döring. Ninguna de esas opciones podría satisfacer al guinda, cuyos sufragios son imprescindibles para alcanzar las dos terceras partes de la votación necesaria (mayoría calificada).
Cinco días es el máximo de prórroga que mantendría a Gutiérrez Luna en el cargo. Ya se verá hacia dónde lleva la morenista reticencia, que no resistencia, pues ahora este término ha sido proclamado como distintivo de uno más de los grotescos intentos (y, este fin de semana, desairado) de vertientes opositoras por crear figuras “presidenciables”, en la especie de estas horas, la titular de la alcaldía Cuauhtémoc, en la Ciudad de México, Alessandra Rojo de la Vega Piccolo, quien podría darse por bien servida si fuera postulada a la jefatura capitalina de Gobierno.
Desahogado el primer día del mes patrio, toca preparar la difícil reunión con el gran operador del intervencionismo estadunidense: Marco Rubio, secretario de Estado con obsesión por desmantelar, o cuando menos erosionar, gobiernos progresistas o que le parezca tienen este tufo.
Estará este miércoles en México el mencionado Rubio con la intención de firmar un acuerdo sobre seguridad que complazca el plan trumpista de sometimiento que usa el pretexto de castigar sólo a la mitad mexicana de la criminalidad narcotraficante y no a la otra mitad que está en Estados Unidos. ¿Cuánto tendrá que ceder México, expresa o secretamente, para satisfacer la presión vecina? ¡Hasta mañana!
X : @julioastillero ,Facebook: Julio Astillero, juliohdz@jornada.com.mx
Por el lado de China, la capacitación de ingenieros y de técnicos especializados es imparable, tanto en universidades locales como del extranjero. Por cada 10 egresados de China, Estados Unidos sólo genera uno. La preparación de ingenieros es uno de los elementos que definirá el futuro, porque las personas mejor capacitadas harán la diferencia en esta carrera tecnológica.
Pero hasta el momento, el que tiene la mejor infraestructura es Estados Unidos. Cuenta con las firmas más avanzadas en la producción de chips y construye el mayor centro de datos en Texas, en una alianza entre Open AI, Oracle, Microsoft y SoftBank, con una inversión inicial de 100 mil millones de dólares, como parte de un proyecto de hasta 500 mil millones de dólares. Otro complejo en desarrollo es el de Meta, con una inversión de 50 mil millones de dólares en Luisiana. Además, el resto de gigantes tecnológicos planean inversiones en este campo con apoyogubernamental.
En el caso de China se sabe que realiza fuertes inversiones en mega Centros de Datos en Shanghái, Pekín y en ciudades de reciente creación. No se conocen con detalle sus avances, pero un dato que da idea de su desarrollo es la demanda de electricidad, ya que los centros de datos requieren mucha energía para su operación. Entre el año 2000 y 2025, la demanda eléctrica en China pasó de 10 por ciento del consumo mundial a 33 por ciento, un crecimiento sorprendente.
En la carrera tecnológica por el desarrollo de la inteligencia artificial otras regiones como Europa, Latinoamérica o India no pintan. La lucha es exclusivamente entre dos gigantes. El que logre los mejores resultados en esta materia será la nación que dominará la economía mundial a lo largo de las próximas décadas.
hazaña// Triunfó la voluntad colectiva
Felizmente, esos tiempos acabaron: no más fastuosidad, no más frivolidades, no más ficticias “fiestas populares” con recorrido –rodeado de guaruras del Estado Mayor Presidencial– en vehículo descapotable, no más besamanos, no más culto a la personalidad, y actualmente el Informe de gobierno se limita a ser un ejercicio informativo mediante el cual el Ejecutivo da puntual cuenta de avances, pendientes y afrentas.
En ese tenor, la presidenta Sheinbaum hizo el recuento de 11 meses de ejercicio, no sin antes subrayar que “no vengo a rendir cuentas con palabras vacías, sino con resultados”, dando continuidad a la gran “hazaña” que inició Andrés Manuel López Obrador; “atrás quedó la oscura noche del neoliberalismo”, y la reducción de la pobreza y la desigualdad dan puntual cuenta de ello; la Cuarta Transformación no sólo continúa sino que se profundiza, se arraiga en el pueblo con más fuerza que nunca es decir la transformación avanza”. Y “la victoria”, dijo, “no es de una sola persona, sino fruto de una voluntad colectiva que durante décadas resistió, luchó y soñó con un país con justicia”.
En su mensaje subrayó que “damos continuidad y avanzamos sustentados en la gran hazaña de López Obrador, que no solo separó el poder político del poder económico, sino que con un nuevo proyecto de justicia social sacó de la pobreza a más de 13.5 millones de personas. Es pertinente mencionarlo cuantas veces sea necesario: de 2018 a 2024, la población en pobreza pasó de representar 41.9 por ciento de la población a 29.5 por ciento, el nivel más bajo en, por lo menos, 40 años”.
Además, se refirió a la cínica hipótesis del “goteo” cacareada a lo largo de 36 años, es decir, los seis gerentes del gran capital que de 1982 a 2018 ocuparon Los Pinos: “quedó en el pasado la oscura noche neoliberal bajo el cual este modelo establecía que el Estado no debía intervenir en el desarrollo, ni preocuparse por redistribuir la riqueza, sino simplemente crear un entorno favorable para los negocios, confiando en que las ganancias de los inversionistas eventualmente beneficiarían a toda la sociedad. La experiencia de esas décadas demostró que esta idea era completamente errónea, sin un papel activo del Estado orientado a la justicia social. La concentración de la riqueza sólo profundiza la desigualdad y la pobreza”. Y las reformas aprobadas durante su mandato y el de AMLO, “resarcen parte del daño provocado”.
La presidenta Sheinbaum calificó de “error fundamental” de los gobiernos neoliberales “ignorar y acumular riqueza sin garantizar su distribución equitativa”, porque ello genera “desigualdad y graves y conflictos sociales”. En realidad, no fue un “error”, sino una deliberada política de Estado con un objetivo concreto: socializar pérdidas y privatizar ganancias. En ningún momento, más allá del machacón cuan vacío discurso de aquella época, la intención del régimen neoliberal fue procurar una mejor distribución del ingreso y la riqueza. Por el contrario, todo fue para concentrar, aún más y corrupción galopante de por medio, en un pequeño grupo de “amigos” del régimen los cuantiosos recursos del país.
Sheinbaum dijo que “estamos consolidando un nuevo modelo económico que garantiza la estabilidad macroeconómica e impulsa la prosperidad compartida con salarios justos y programas de bienestar. El humanismo mexicano también consolida la soberanía, la democracia y las libertades en México. No se reprime, no se usa la fuerza del Estado en contra del pueblo. Se practica la mayor libertad de expresión de toda la historia”.
Falta camino por recorrer, pero la mandataria dijo que “vamos bien y vamos a ir mejor”.
Las rebanadas del pastel
Ayer se estrenaron los nuevos integrantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y de ellos se espera no sólo honestidad, sino resultados tangibles. “Iniciamos una nueva etapa; vamos a poner la primera piedra y vienen tiempos mejores para el pueblo de México en el ámbito de la justicia”, promete el ministro presidente Hugo Aguilar.
Como la democracia a final de cuentas es la madre de todas las interpretaciones que la contradigan, será fácil para la oposición al régimen actual buscar “razones” para gritar que se le ha violado, que se ha hecho trizas a la ley y que el gobierno sigue los pasos del autoritarismo más puro.
Claro, estamos hablando de los acuerdos entre los minúsculos grupos políticos que se dicen representantes de la población. A esos tratos, muchas veces vergonzantes, se reduce la democracia según esos miembros de los partidos políticos.
Pero desde luego, hay cuestiones incontrovertibles y una de ellas es la voluntad de la población manifiesta en las urnas, esa gente a la que nunca se le preguntó si estaba de acuerdo con que el poder que se ejerce en cualquiera de las Cámaras legislativas debería repartirse.
Los ciudadanos confiaron su deseo –para bien y para mal– de que una propuesta, la que eligieron, se convirtiera en gobierno.
En ningún momento condicionaron su voto a un reparto “democrático” del poder. Los acuerdos entre partidos para aparentar un sistema político justo, son acuerdos que frustran el deseo del ciudadano. Ya es hora de hacer caso a la voluntad ciudadana y enderezar la vida política del Legislativo, eso sí, para lograr el ejercicio de una democracia más cercana a su propio espíritu.
Hoy más que nunca, los opositores al régimen tienen voz y la alzan desde todos los medios a su alcance –casi la totalidad–, y desde ahí fijan su postura respecto de las políticas públicas que ejerce el Ejecutivo y también de los chismes e intrigas que se tejen en el lado oscuro de la política.
Por todo eso deberíamos decir que no hay contradicción en cuanto a que Morena siga, pese a los acuerdos, a cargo de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, cuando menos hasta el día 5. Los acuerdos políticos a espaldas de la gente un día u otro fracasan, por eso la democracia nuestra es tan endeble, porque le niegan fuerza y razón al voto. Eso debe acabar ya.
Y es que ¿de verdad se podía creer que alguien en Morena, además de Ricardo Monreal y sus secuaces, podía aceptar que las sinrazones de la señora López Rabadán, o los intereses, siempre oscuros de Federico Döring, o el inconfundible olor a traición de Germán Martínez o la representante de uno de los peores gobiernos de la larga noche neoliberal, Margarita Zavala de Calderón, que cualquiera de los cuatro estuviera en la mesa principal de la Cámara el día en que la Presidenta rindiera su primer Informe?
No, nunca lo iban a aceptar, y con la ley en la mano, esa que dice primero que cuando menos la tercera parte de los diputados debe aceptar a quien proponga el PAN y que se tiene hasta el día 5 para lograr el acuerdo que lleve a uno de los azules a la mesa directiva, se levantó el rechazo.
Monreal dijo a quien quiso creerle que de los cuatro propuestos alguno de ellos irá a la mesa, pero de entre los panistas y los morenistas se tienen reservas sobre para qué lado mascará la iguana. Lo cierto es que se han pedido nuevos nombres en bien de un acuerdo que deje satisfechos a unos y otros. Por lo pronto, no hay acuerdo, es decir, al cierre de Ciudad Perdida nada había cambiado. Ni Monreal.
De pasadita
¿Y entonces? ¿Para el Mundial de fut las calles seguirán iguales o peores? La ciudad está hecha trizas, ¿de qué manera hay que decirlo para que se entienda? El parcheo en las calles ya es parte del problema y las banquetas son cada vez más peligrosas. ¿Hasta cuándo?
La reducción histórica de la pobreza y la desigualdad, el fortalecimiento de la soberanía energética, el combate a la delincuencia, la estabilidad económica en un entorno global entre desafiante y adverso, el impulso al desarrollo, la nueva era abierta en materia de infraestructura vial, el papel del Estado como eje de la innovación, las acciones para subsanar la deuda centenaria con los pueblos indígenas y la reducción acelerada de los delitos de alto impacto fueron algunos ejes del discurso de la mandataria. No puede omitirse la magnitud de los programas sociales, que ya benefician a 32 millones de familias, ni el hecho de que muchos de ellos ya estén plasmados en las leyes, incluso con rango constitucional, aspecto crucial que los diferencia del clientelismo impuesto por los gobiernos neoliberales, los cuales daban migajas con una mano mientras empobrecían a las grandes mayorías con la otra.
Las acciones reseñadas por la Presidenta y las transformaciones legislativas emprendidas en estos meses (19 reformas constitucionales y 40 nuevas leyes) dan cuenta de que, en la actualidad y por primera vez en décadas, existe en México un verdadero proyecto de nación, el cual puede no gustar a determinados grupos y presentar fallos puntuales de concepción o ejecución, pero es claramente distinto de los paquetes de negocios para las élites que se hicieron pasar por proyectos de nación en el periodo neoliberal. La manifiesta existencia de un plan que incluye a todos los mexicanos puede considerarse el principal factor para explicar los inéditos niveles de aprobación con que cuenta la titular del Ejecutivo, que se mantienen en 79 por ciento y son sólidos en todos los sectores, sin importar género, edad, escolaridad ni afiliación partidista. Resalta, por ejemplo, que el trabajo de la Presidenta tiene más de 60 por ciento de valoraciones positivas entre los simpatizantes de los tres partidos políticos opositores.
Aunque no se trate de un resultado directo de la acción gubernamental, debe destacarse que, como uno de los frutos sustanciales de la transformación en curso, unas horas después del mensaje presidencial tomó posesión la nueva directiva de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, encabezada por un indígena, y que despierta esperanzas en una época de impartición de justicia con sentido nacional, social y popular.
Estamos, en suma, ante un acuerdo nacional respaldado por ocho de cada 10 ciudadanos, es decir, de una verdadera unidad en torno a un proyecto que recibe críticas específicas, pero genera consenso en lo fundamental incluso entre las clases y grupos que antaño abrazaron con entusiasmo el modelo neoliberal. Hoy, más que en ningún momento de los recientes siete años, queda claro que el discurso de la “polarización” no parte del análisis de la realidad, sino de la desesperación de las derechas partidistas, mediáticas y empresariales ante la irrelevancia a la que se han condenado por su corrupción y su incapacidad para responder a las necesidades y anhelos populares.
Ante el respaldo abrumador al programa de transformación en curso, que se implementa en todos los ámbitos mediante acuerdos con los principales sectores del país, es necesario prestar atención a los riesgos externos, con obvia preminencia de las cada vez más delirantes actitudes del gobierno estadunidense; y con mayor razón el actual gobierno debe combatir en sus filas la autocomplacencia, la soberbia, el triunfalismo y el olvido de los principios por parte de la administración y del partido que la respalda. Funcionarios, representantes y dirigentes partidistas deben evitar esos vicios y escuchar siempre al pueblo, único depositario de la soberanía.

Por primera vez en décadas, la pobreza en el país ha decrecido gracias a los apoyos que el gobierno da a través de los programas sociales; como lo expresó ella puntualmente, se sigue aplicando el ideal lopezobradorista de que por el bien de todos, primero los pobres, y afortunadamente son ostensibles los resultados de esa política cercana al pueblo.
Coincido plenamente con ella en que a pesar de malos augurios, mentiras y calumnias, la transformación del país continúa con paso firme. ¡Enhorabuena a todos los mexicanos que queremos un país más justo, democrático y soberano! ¡Estamos en el camino correcto! Felicidades a nuestra Presidenta por su primer Informe de gobierno.
Benjamín Cortés V.
¿Qué significa el “humanismo mexicano” cuando los representantes de nuestro país se aferran a algo que se obstinan en llamar con el eufemismo “solución pacífica” para mediar entre las “partes en conflicto”? ¿Un “diálogo” entre dos partes de un colonialismo de asentamiento en el cual el colonizador, con gran consenso en su población, está convencido de que debe eliminar por completo –por exterminio físico o mediante el destierro– al pueblo colonizado? ¿Un “mediador” que es cliente de la industria de las armas que una de las partes prueba sobre la otra?
En enero de 2009, Claudia Sheinbaum escribió una carta a este diario, cuyo título era “Salvar al mundo que hoy se llama Gaza”. Nuestra Presidenta afirma que en México el pueblo manda. Mexicanos, palestinos (y también saharauis) somos pueblos que habitamos del mismo lado de muros diferentes. Del mismo lado de esos tres muros, en lenguas distintas, los familiares exhuman los huesos de sus seres queridos: aquí (y en el Sahara), de fosas clandestinas; en Gaza, debajo de las ruinas. Reconocer una prenda de ropa permite abrazar un cráneo empolvado, un fémur gris, para dar digna sepultura al ser querido. Los pueblos (que mandan) en actos dolorosos, afirman la vida.
En tiempos de humanismo mexicano, “salvar el mundo” debe traducirse en actos claros. El primero es dejar de ser observadores del grupo de La Haya. México debería integrarse plenamente ya: la fecha límite para unirse es el 20 de septiembre. Esa fecha marca una gran oportunidad de renovar el significado de nuestro Grito de Independencia siguiendo la implementación del embargo a Israel acordada por los estados integrantes (en nuestro caso: dejar de comprar no sólo armas nuevas, sino también repuestos y municiones, revisar qué compañías que sostienen la economía del genocidio están contratadas directa o indirectamente por diversas instancias de nuestro gobierno y suspender los contratos), además de exigir la extradición de Tomás Zerón y de Andrés Röemer e ir a fondo con el affaire del presunto soborno a Enrique Peña Nieto por parte de NSO, proveedora del sistema de espionaje Pegasus.
Propongo que este septiembre de 2025 propicie la resignificación humanista de la independencia mexicana:
Una independencia ética (y también en política internacional) de Estados Unidos, el cual veta sistemáticamente cada posibilidad de paz con justicia en un mundo al que tiene plagado de guerras, indigestado y endeudado con sus armas.
Una independencia que libere al poder político del poder económico, tal como le encargó a AMLO el migrante de San Quintín.
Entonces, después de firmar para sumarse al grupo de La Haya, si nuestro gobierno va a “mediar”, que sea con estas demandas: exigir la liberación del Mandela palestino, Marwan Barghouti (por ahora, única figura política de unidad pues, al contrario de la sentencia de algunos “pacifistas” de Israel, del otro lado siempre hubo con quién hablar); impedir la deportación masiva de la población de Gaza y de Cisjordania; implementar el legítimo derecho al retorno de los palestinos (ONU RES 194, 1948); adoptar la nakba como concepto jurídico como propone Rabe’a Eghbaria.
¿Que es difícil de llevar a cabo?, sin duda, pero mucho más difícil es seguir solapando un genocidio. Si el humanismo mexicano no es de papel –como yo creo–, este grito de independencia debe expresarse en un compromiso claro con el Sur global (el Norte global, al que quisieron meternos los neoliberales, está anegado en sangre). El representante de Somalia en la reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU fue categórico: el silencio neutral es una sentencia para los palestinos. Imposible es sostener “neutralidad” frente a un Estado genocida: eso es complicidad. Embargo militar, económico, diplomático, cultural (o “Por el bien de todos”: ¡romper relación con Israel!)
Señora Presidenta: salvar a Gaza hoy es salvar al mundo.
*IIFL, UNAM
El retorno: Una historia de encuentros y desencuentros en la izquierda social mexicana: La Unión de Colonias Populares del Valle de México, sus orígenes, sus organizaciones es parte de los segundos. Escrito por Roberto Rico Ramírez a lo largo de siete años y publicado por primera ocasión en 2011, está punto de que su sexta edición salga a la calle.
Con el impulso de la Brigada para Leer en Libertad, el libro es solicitado por activistas y estudiosos de Baja California a Yucatán, quienes encuentran en sus páginas lo mismo una vieja foto del álbum familiar que una sistematización meticulosa de una de las principales corrientes del movimiento urbano popular en el valle de México.
La Unión de Colonias Populares (UCP) fue una muy importante organización social, construida en la década de los 70 y 80, en la que participaron cristianos socialistas y la corriente política Grupo Compañero, que, más adelante, dio vida a la Organización Revolucionaria Compañero (ORC) y a su expresión pública, el Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP).
El retorno aborda la historia de Compañero, que se inicia en 1972, a partir de la reunión de nueve militantes (hay quien dice que fueron ocho) de la célula Carlos Marx de la Liga Comunista Espartaco (LCE), en San Gregorio, Xochimilco. Según Carmelo Enríquez, uno de los fundadores, toma ese nombre del periódico Compañero, que se distribuía en las fábricas del valle de México de manera clandestina.
Hasta la aparición de la obra, la organización era muy poco conocida públicamente, salvo en círculos de izquierda radical. Trabajos (excelentes) como La apropiación del maoísmo en México (shorturl.at/Am1H1), de J. Rodrigo Moreno, tuvieron en el libro de Rico un gran soporte.
La obra incluye también una aproximación a la Coordinadora Línea de Masas, agrupamiento de organizaciones maoístas que buscaban construir un partido proletario; apuntes sobre el Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP); viñetas del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en la Ciudad de México; historias como la de la Coordinadora Nacional de Movimientos Populares Línea de Masas, que congregó entre 2010 y 2018 a núcleos que habían sido parte de Compañero, y un anexo de documentos relevantes de esta expresión política.
Como sucede en muchas viviendas populares, donde una vez terminada la construcción se van añadiendo con el paso de los años nuevas habitaciones, con cada edición de El retorno, el autor agregó capítulos adicionales y documentos relevantes. La última incluye trabajos sobre la Unión de Trabajadores del Campo (UTC), el testimonio de un militante que llegó a la 4T proveniente del PMT y otro más sobre el trabajo cultural en Tizayuca.
Rico nació en 1953, en el poblado San Antonio, donde se encuentra un ingenio azucarero cerca de Cortazar, Guanajuato. Su padre era jornalero agrícola. Su madre fue siempre una mujer luchona que empujaba para sacar adelante a la familia. Fue ella la que dijo: “vamos, tenemos que buscar otros aires en otro lugar”, y se trasladaron al Distrito Federal. Su papá trabajó como jardinero para Vicente Lombardo Toledano.
El autor ha sido organizador urbano popular, sindical y campesino. Fue diputado y dirigente partidario. Es promotor de lectura. Habitante de Lomas de Padierna, conoció allí a un sacerdote y activistas cristianos que hacían labor, y que se incorporaron a Compañero. Roberto aprendió con ellos maoísmo y marxismo, a organizar colonos y la Ley Federal del Trabajo. Fue líder sindical en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados. Asesoró luchas obreras como la de Acros.
Rico escribió el libro para recuperar su histo-ria y la de los suyos. Al andar en el activismo se encontró con antiguos compañeros, que seguían en la lucha, aunque la ORC ya no existía. En es-tos cruces de caminos, vio que los orígenes del proyecto en el que participó casi no eran conocidos por quienes seguían empeñados en organizar al pueblo. “Eso no está ni en los libros de historia ni en nada”, cuenta. Así que se puso a recopilar esas experiencias. Le facilitó las cosas ser un ratón de biblioteca que conserva todo tipo de papeles: volantes, folletos, periódicos, revistas.
A la hora de tratar de recuperar la folletería, se topó con que no todos los materiales que creía tener seguían existiendo. En mayo de 1983 fue detenido durante una protesta magisterial. Recuerda: “Llegaron los policías y ¡órales!, que me dan unos chingadazos. Yo traía conmigo documentos de la ORC. Me preguntaron: a ver, cabrón ¿qué traes ahí? Y me los quitaron. Me golpearon, me rompieron el labio y la nariz y me pusieron un ojo morado. Luego me llevaron a la carretera Ajusco y me ordenaron: camina 50 pasos hacia arriba y no voltees. Cortaron cartucho. Cuando volteé, se habían ido. Me dio miedo y agarré todos los documentos que tenía en mi casa y los llevé a la de mi papá. Los envolví en una hoja y unas bolsas de plástico, y los enterré”.
No sobrevivieron. Un día que su padre escarbó la tierra para levantar una barda, los encontró y los quemó. Él se enteró hasta que fue a buscarlos. Concluyó que tenía que poner manos a la obra. Se puso a revisar los periódicos que aún conservaba del Frente Popular Independiente y La causa del pueblo.
A diferencia de los arrepentidos con su pasado, él está muy orgulloso de lo que vivió. Su libro nació de esa satisfacción, Explica: “estoy muy agradecido de haber encontrado al grupo Compañero. De no haberlo hecho, sería un ciudadano común y silvestre. A lo mejor ya hasta me hubiera muerto, porque, la verdad, estar en la organización y hacer movimiento social y ser un activista, es vivir”.
X: @lhan55
Hace un año hablé de uno de sus libros más importantes (shorturl.at/Fnk2J); hoy quisiera recordar un artículo fundamental que publicó hace 15 años y abrió nuevas perspectivas en la comprensión del septentrión de la Nueva España y su carácter de frontera a través de Miguel Caldera y su construcción historiográfica como “capitán mestizo”. Según acostumbraba desde su tesis de licenciatura (UNAM, 1991), Ruiz Guadalajara inicia con una crítica frontal sobre lo que dicen los historiadores.
Usa a Miguel Caldera (1548-1597) para mostrar el proceso de dominación española de “la gran chichimeca” y las ideas en torno al mismo, mostrando que demasiados historiadores “han asumido como supuestas herramientas de análisis las categorías utilizadas por los españoles en su lectura de las culturas del desierto. Quizás el ejemplo más claro y común de este proceder lo encontramos en el uso indiscriminado y acrítico… de la antigua dicotomía civilización-barbarie”, basada en la reinterpretación que hicieron los españoles del siglo XVI de la visión de los nahuas sobre los chichimecas. Sin embargo, sí hay una diferencia central entre la forma en que los españoles sometieron a las culturas agrícolas mesoamericanas y aquella en que se enfrentaron a los nómadas: la llamada “guerra chichimeca” fue “uno de los procesos más violentos deconquista y transculturación que haya desarrollado la expansión de la monarquía”.
En cuanto a Caldera, a quien el virrey Luis de Velasco hijo reconoció “como el hombre más necesario para la pacificación de los chichimecas”, fue rápidamente olvidado, hasta que a fines del siglo XIX lo rescataron los historiadores regionalistas potosinos, que empezaron a construir al “mestizo historiográfico” (su padre era español, su madre guachichil, seguramente esclavizada), luego de retomar al nómada bárbaro, salvaje, bestial, caníbal, de las crónicas del siglo XVI y que incluso en los autores más reconocidos raya en la caricatura, a la vez que en muchas ocasiones se reivindica el papel “civilizador de la religión católica y las instituciones españolas”. En cuanto al “mestizaje historiográfico”, es también caricaturesco: una versión “norteña” de la ideología priísta dominante sobre el tema: el mestizaje como vía para la “desbarbarización”. Y este medio guachichil cristiano y civilizado es un espejo de virtudes y casi un (digo yo) John Wayne de Zacatecas y San Luis Potosí.
Siendo así la historiografía, Juan Carlos Ruiz propuso voltear hacia la etnografía y la geografía cultural (y económica) y “descontinuar las apreciaciones de matriz hispana y ubicarlas como fuentes de sentido que orientaron las acciones expansionistas en la apropiación del territorio chichimeca” y no como herramientas de análisis. Para entender a Caldera y la “guerra chichimeca”, antes que nada, hay que tratar de acercarse a los chichimecas y procurar comprender sus formas de vida previas a la irrupción de los cristianos y durante los años de la guerra. Es lo que hizo Ruiz, retomó críticamente lo investigado de los “chichimecas” por etnógrafos, arqueólogos, geógrafos, historiadores y otros estudiosos, y revisando con su fina lupa y su afilado bisturí los textos de los frailes y exploradores españoles que cruzaron “la gran chichimeca”, para luego retomar lo poco que se sabe de cierto sobre el capitán Caldera y entenderlo en su situación.
Según testimonios, la mayor habilidad de Caldera era que peleaba de ambas maneras: a la española y como los nómadas, lo que lo puso al frente de un contingente que entraba donde los caballos no podían y semidesnudos y con arco y flecha combatía a los chichimecas de igual a igual y no en la desventajosa situación en que solían quedar los jinetes armados de hierro cuando los emboscaban los “bárbaros”. Sobre eso, Ruiz inquiere sobre una posible doble vida de aquel al que cierta historiografía broncínea llamó “el conquistador mestizo”, antes de que se pusieran de moda los textos sobre “indios conquistadores”. También se decía que dominaba el guachichil y otras lenguas chichimecas.
Pero no voy a contarles más de Caldera: para eso está el texto de Ruiz Guadalajara, ameno, bien escrito, impecablemente fundamentado e ilustrativo. Sólo quería recordarlo a un año de su partida y rescatar este texto y sus conclusiones, que nos obligan a pensar la guerra chichimeca de manera muy distinta a la planteada por la historiografía tradicional, cuyo autor más leído es Phillip W. Powell ( shorturl.at/5ghhY), una manera más comprensiva con los nómadas y con su momento.
El artículo de Ruiz Guadalajara está disponible en shorturl.at/YkqXg.
Durante la travesía en las aguas profundas de la pedagogía, nos toca hablar de la educación como una realidad abstracta y compleja, con cualidades propias. Con buen humor les hago preguntas como éstas: ¿quién ha visto pasar por la esquina de su casa a la educación, quién la ha saludado de mano, quién la ha cargado, quién le ha dado un abrazo, un beso, una patada, una mordida o un pellizco? Asombrados, responden sin tardar lo que sintetizo con la palabra “nadie”; no obstante, descubrimos que la educación se ubica cerca, tanto que la llevamos dentro, se localiza en el interior de cada integrante de la tripulación; tratase de la propia educación. Destacamos que es invisible, intangible, inodora, incolora y sin sabor. Razonamos que tampoco tiene forma, medidas, superficie, volumen ni peso. Sin embargo, acordamos que tiene presencia, no es un invento o fantasma.
En esas estábamos cuando, en cierta ocasión, una chica tomó la palabra para preguntar, mientras su semblante dejaba ver una gran sed por aclarar algo que no le cuadraba: “ Profe, ¿cómo, entonces, se puede ‘dignificar la educación’, siendo abstracta y compleja?, ¿cómo hacerle para ‘elevar la mirada de la educación’?” La interrogante dio pie para avanzar y percatarnos de que la educación, por muy abstracta que sea, se concreta en sujetos y objetos, a todas luces visibles, tangibles, observables, medibles, cuantificables y respetables; comenzando con la propia persona de cada uno de los presentes. Sujetos y objetos perfectamente identificados por palabras como: estudiantes, profesores, prefectos, directivos, inspectores, escuelas, universidades, salones de clases, pupitres, pizarrones, patios, libros, textos libres, computadoras, documentos como diarios de clase, programas y planes de estudio, reglamentos escolares, etcétera. Concluimos que todo lo anterior participa de la dignificación, y que la mirada de la educación tiende a elevarse cuando hay propósito de ello, y se cuenta con recursos suficientes. Enaltecimiento educativo a través, por ejemplo, de fomentar, entre el profesorado y el estudiantado, la libertad de expresión, el trabajo creativo y gozoso, la confianza, la autonomía, el pensamiento crítico, la vida democrática (comenzando por el salón de clases), el amor por la palabra y la pregunta, la atención de la salud y la alimentación del estudiantado, la retribución salarial satisfactoria del profesorado, su estabilidad laboral, etcétera. Todo, en las escuelas, debe contemplarse al hablar de dignificación. Los espacios, los techos, los muros y las ventanas dicen mucho al respecto. El mobiliario, ni se diga: no es lo mismo sentarse, frente a frente, en mesas cómodas, que dándose las espaldas en los clásicos pupitres.
Aproveché y les hice ver que con el auxilio de la literatura, muy bien puede expresarse la dignidad de la educación en la vida escolar. A la clase siguiente, para abundar en el asunto, llevé al salón un escrito que con todo cariño di a conocer hace nueve años, el 3 de septiembre de 2016, para expresar mi opinión sobre la Escuela Activa Paidós, fundada y dirigida por la entrañable maestra Tere Garduño Rubio. Aquella participación la tuve con motivo del aniversario 45 de la escuela. A continuación un párrafo de lo que leí esa tarde sabatina, ante niñas, niños, maestras, padres de familia, la propia Tere, y alguna que otra persona presente. Esto fue lo que dije:
“Se trata de una educación, en el caso de la Escuela Activa Paidós, que no se puede medir con ningún instrumento de precisión, pero ¡qué tamaño!; una educación Paidós que no pude pasar por báscula alguna, pero ¡cómo pesa!; una educación Paidós que no tiene forma geométrica, pero ¡vaya presencia!, una educación Paidós que no tiene color, pero ¡qué brillo!; una educación Paidós que no tiene sabor, pero ¡qué delicia!; una educación Paidós inodora, pero ¡qué aroma! Todas esas cualidades son producto de 45 años de trabajo diario.”
Aprovecho para difundir lo anterior de manera general; mi parecer sigue siendo el mismo, ahora que la Escuela Activa Paidós está cumpliendo 54 años de existencia; nuevamente, felicito, abrazo y deseo muchos años más de vida al estudiantado y al cuerpo docente de la escuela, encabezado por Tere Garduño, maestra freinetista de corazón.
Coletilla: José de Tapia, simplemente Pepe, fue quien me presentó a Tere, de quien, en otra ocasión, se expresó de la siguiente manera ante los niños de la Paidós: “yo nunca fui maestro de Tere, ella es quien ha dado lecciones a este viejo maestro, porque se ha pasado la vida averiguando qué hay detrás de la educación para formar y preparar a los hombres y mujeres del futuro, que se encargarán de forjar un mundo nuevo, sin odios, rencores ni angustias. Tere es una de las poquísimas maestras que merece el título de maestra, y por ello, con mi experiencia de viejo maestro, me inclino ante ella para reconocer su trabajo” ( Un maestro singular, p. 424).
Texto dedicado a Manuel Pérez Rocha
¡Elevemos la mirada de la educación!
*Profesor en la UNAM
Miguel migró en 1996, después de un secuestro que vivió a los 13 años en su comunidad de San Pablo Güilá en Oaxaca. Ante esta situación su madre y padre decidieron que era mejor que se fuera del pueblo, pues no sabían si su vida seguía en riesgo. Tomó unas pocas pertenecías y dejó su terruño, sin saber si volvería. En Estados Unidos, la vida lo hizo mirar hacia Nueva York, después de haber estado en California. En ese lugar conoció a su esposa, Margaret, una mujer polaca que se enamoró perdidamente de él. Luego de varios años tuvieron a sus tres hijos: Kristian, Sebastián y Patricio. Al preguntarle a Miguel cómo es la vida en familia, él, tranquilamente, respondió: “en la casa se hablan cuatro idiomas; el zapoteco, polaco, inglés y español. Aunque no lo creas las y los mexicanos tenemos valores similares a los de Polonia; para nosotros la familia es muy importante, y también nuestra religión. Eso ha sido la clave de permanecer unidos”.
La muerte de su hermano Saverio, en 2020, marcó su vida en el activismo: “Todo comenzó cuando mi hermano se enfermó. Ahí que conocí al padre Fabián y poco a poco fui descubriendo su obra. Su forma de ayudar a la comunidad migrante”. Desde esa fecha Miguel ha hecho mancuerna con el padre, repartiendo comida durante la pandemia a las comunidades más vulnerables, primero en Queens y de ahí se extendió a otras partes como Manhattan y el Bronx. A pesar de que su trabajo más intenso fue durante la pandemia de covid-19, siempre ha sido un referente en su comunidad. Ha estado presente en la liberación de personas detenidas; en casos de violencias que viven las mujeres en el hogar; repartiendo mochilas para el inicio de clases y, sobre todo, ejerciendo la justicia lingüística cuando alguien de su pueblo necesita interpretación. Ante la pregunta de por qué lo hace, Miguel contestó: “sufrí mucha discriminación cuando llegué a este país. Sé lo difícil que es empezar desde abajo y por eso los ayudo”. Ahora, Miguel, junto con su familia, vive en la zona conocida de Elmhurst en Queens; su esposa trabaja en una penitenciaría estatal, mientras sus tres hijos son estrellas escolares del futbol.
A pesar de ese caminar de ayuda a los demás, la vida de Miguel corre el riesgo de cambiar, ya que en su próxima presentación en la Corte podría ser detenido por el ICE. En Federal Plaza, el lugar donde se realizará, existe mucha migración, convirtiéndose en el epicentro de las deportaciones en Nueva York. La dinámica es la siguiente: después que la o el juez cierra la sesión, agentes federales esperan a los migrantes al cruzar la puerta. Se sabe que son llevados al piso 10, donde pueden esperar hasta por tres días para ser removidos a algún centro de detención. Esto lo conoce perfectamente Miguel, pues durante meses el equipo de la iglesia de San Pedro ha acompañado a cientos de migrantes que acuden a la Corte. “Aquí se sabe cuándo se entra, pero no cuándo se saldrá”, son las palabras que menciona el padre Fabián al preguntarle de este lugar. Al interior del edificio la tensión se apodera de las personas, sumado a que en los pasillos se pueden encontrar agentes del ICE con los rostros cubiertos, incapaces de sostener la mirada. Unos dicen que es por su “seguridad”, pero me gustaría creer que es por vergüenza ante el dolor que están causando con sus acciones. Nuestra esperanza es que la historia haga justicia a las miles de familias que han sido separadas detrás de esos muros y en todo el país.
Ojalá que las lágrimas de las y los niños al ver a sus padres arrestados pasen una gran factura para esta administración. Mientras tanto, desde esta trinchera estaremos luchando por Miguel, pues cada día esta política de muerte, que nos duele hasta el alma, se convierte en un asunto más personal.
*Integrante del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan
Supo que su padre había gastado una fortuna en esa puerta que había enviado desde Sao Paulo. También había comprado los herrajes para sostenerla y una aldaba con cabeza de león. Para su familia fue un misterio la compra, pues no tenían casa y ni siquiera un terreno. Guardaron la puerta en un clóset, donde se empolvó.
Un amigo de su padre que construía una casa quiso comprársela a un precio de locura, pero se negó. Y así esa puerta para acceder a nada o a cualquier parte, quedó tatuada en la memoria del pequeño Obayemi Babajide Adetokunobo Cole, quien hoy publica una columna en The New Yorker que siempre es una puerta para entrar al mundo de la fotografía desde su mirada y que firma con el nombre de Teju Cole.
Recientemente, publicó en Acantilado Papel negro, una serie de ensayos sobre diásporas e identidades, memoria personal e historia, y una intertextualidad que enriquece su discurso ensayístico.
Barroco lleno de luminiscencias, Cole nos ofrece con mirada de fotógrafo el detalle que nos permite identificar el todo: el bufar del monstruo, su paulatina pestilencia que normalizamos e inunda todo.
“El mal se instala en la vida cotidiana cuando la gente no puede o no quiere reconocerlo como tal. Se cuela entre nosotros cuando estamos dispuestos a minimizarlo o a describirlo de otra manera. No es un proceso que empiece hace una semana, hace un mes o un año.”
Y para mostrarnos el detalle se apoya con frecuencia en la sensibilidad de otros creadores. Por ejemplo, a partir de El rinoceronte, de Ionesco (1958), escrito como respuesta a los movimientos totalitarios de Europa, en el que paulatinamente se transmuta la sociedad en rinocerontes, da cuenta del monstruo que nació en 2016, cuando los hermanos Stephen y Scott Leader dieron una golpiza a Guillermo Rodríguez cerca de la estación de Boston. Mientras lo atacaban con una barra de metal que le rompió la nariz y un par de costillas, gritaban “hay que deportar a todos los ilegales”. Lo llamaron “espalda mojada” y le orinaron encima.
El entonces candidato Trump reaccionó con estas palabras: “Mis seguidores son muy apasionados. Aman este país y quieren que vuelva a ser grande”.
Ese hecho fue el momento, nos dice Cole, en el que “los timbres de mis alarmas mentales que estaban sonando ya enloquecieron. Luego llegaron muchas cosas sorprendentes −los relatos de violencia sexual, las pruebas de racismo, las promesas de tortura, la defensa de los crímenes de guerra−, pero el asalto a Rodríguez y esa respuesta tan tolerante marcaron un antes y un después”.
Cole está convencido de que para transitar por este mundo necesitamos emplear nuestros sentidos, “para reconocer la epifanía y redefinir nuestros compromisos éticos”. Papel negro, apunta, “es el relato de cómo he buscado la ayuda de fotógrafos, poetas, pintores, compositores, traductores, viajeros, dolientes y mecenas para captar la sabiduría latente en la oscuridad”. Y sí, allí están Caravaggio y John Berger, Edward Said y los Black Panther.
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