Por Núria González López
El pasado 6 de septiembre, con una acción organizada por las más grandes agrupaciones feministas del país y apoyada por la práctica totalidad del movimiento, las mujeres dieron un golpe de efecto en el centro de Madrid para decir de nuevo que no vamos a permitir que nos conviertan, ni a nosotras en incubadoras para señores delincuentes, ni a los niños en un objeto más de cualquier contrato mercantil celebrado entre adultos sin escrúpulos por un lado, en referencia a los que adquieren personas mediante un vientre de alquiler y a las agencias que se lucran con ello, ni a las que no tienen posibilidad de negarse, debido a la violencia machista y la pobreza extrema que impera entre la mayoría de las mujeres del mundo.
Las mujeres vestidas de las criadas del cuento tomaron las calles y pusieron los pelos de punta a todos los que las vieron. Especialmente al establishment del poder
Los vientres de alquiler y su erradicación en el mundo en general y en España en particular, hasta que se aplique a raja tabla el art.221 del Código Penal que manda a la cárcel a todos los que se aprovechan de ese entramado criminal, ya sea llevándose niños o dinero, es un tema que no se nos olvida, que es puntal en la agenda de las mujeres y que es vital para la supervivencia de las sociedades decentes que sí se preocupan en serio de salvaguardar los derechos humanos y no quieran reconvertirse de nuevo en sociedades esclavistas al más puro estilo negrero del S.XVIII.
Pero lo más importante y desafiante que pasó el pasado 6 de septiembre es que todos aquellos cientos de mujeres que tomaron el centro de Madrid, y todos los miles y cientos de miles de mujeres que apoyaban esa convocatoria lo hicieron sin ninguna bandera, bajo ninguna consigna partidista o sindical, sin ninguna línea editorial que apuntalar. Sin dueño, sin amo, sin otra agenda que no fuera exclusivamente la del feminismo.
Esa imagen de cientos de mujeres juntas con un objetivo único y comandadas cada una por sí misma, sin necesidad de que se reconocieran determinadas caras porque cada cara que se veía era la cara de todas, es una fuerza única e incomparable que hoy en el mundo solo el feminismo como movimiento político es capaz de desplegar y poner en práctica.
Las mujeres por las mujeres, el seis de septiembre se demostró, una vez más, que somos las únicas que quedan en pie frente al neoliberalismo salvaje y frente al fanatismo de cualquier signo e índole. Y que no necesitamos de organización patriarcal de poder alguna que nos comande para recordar al mundo que aquí estamos, que aquí vamos a estar y que no nos agachamos ante nadie.
El terror que pueden llegar a producir algunas escenas de “El Cuento de la Criada” no son nada comparado con el escalofrío eléctrico que los gerifaltes de todos los lados sienten al ver a las mujeres, otra vez las mujeres, siempre las mujeres, el pasado seis de septiembre ocupando la Gran Vía de Madrid. Sin nadie a quien poder controlar, sin ninguna a la que poder instrumentalizar para que apacigüe al resto.
Un peligro flagrante que no amenaza a nadie más que a aquellos que se empeñan, todavía a día de hoy, a cuestionar nuestra existencia como ciudadanas de pleno derecho y se atreven a querer quebrantar los derechos que nos hemos ganado con la sangre de muchas, en la única guerra en la que todas las muertas son del mismo bando.
Las peligrosas Sinbandera a las que desde todos los grandes medios de comunicación se afanaron en intentar empequeñecernos, cuando no directamente llegaron a la burla y al cachondeo. La risita de los presentadores de las noticias es la risa del conejo, la de la ignorancia y/o la estupidez.
Adelante las Sinbandera, porque el miedo no cambiará de bando solo. Lo tenemos que mover nosotras, tal como hicimos el seis de septiembre y seguiremos haciendo en todas las acciones que quedan por venir.
Las opiniones compartidas en la presente publicación, son responsabilidad de su autora y no reflejan necesariamente la posición de La Costilla Rota. Somos un medio de comunicación plural, de libre expresión de mujeres para mujeres.
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Nuria González López
Feminista y activista, abogada, sindicalista y barcelonesa. Es la presidenta de la Asociación Internacional pro Derechos Humanos L'Escola A.C. Autora del libro "Vientres de Alquiler". Grup de Barcelona.

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