8/03/2024

El sistema sexo – género

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) aportó que “El sistema sexo-género es una construcción sociocultural y es también un sistema de representación que asigna significados y valores, por su sexo y edad, a las personas que son parte de una comunidad”. De forma relativamente reciente se produjo un importante avance en las Ciencias Sociales, al incorporarse los denominados estudios de la mujer como un nuevo paradigma; el género, como categoría analítica social, es una de las contribuciones teóricas más significativas del feminismo contemporáneo y surgió para explicar las desigualdades entre hombres y mujeres, poniendo el énfasis en la noción de multiplicidad de identidades.

Lo femenino y lo masculino se conforman a partir de una relación mutua, cultural e histórica. El género es una categoría transdisciplinaria, que desarrolla un enfoque globalizador y remite a los rasgos y funciones psicológicos y socioculturales que se le atribuye a cada uno de los sexos en cada momento histórico y en cada sociedad. Lo femenino o lo masculino no se refiere al sexo de los individuos, sino a las conductas consideradas femeninas o masculinas. En 1955, John Money propuso el término “papel de género” para describir el conjunto de conductas atribuidas a los varones y a las mujeres. Según Marta Lamas, aun cuando ya en 1949 aparece como explicación en “El segundo sexo” de Simone de Beauvoir, el término género sólo comienza a circular en las Ciencias Sociales y en el discurso feminista con un significado propio y como una acepción específica (distinta de la caracterización tradicional del vocablo que hacía referencia a tipo o especie) a partir de los años setenta. A fines de los ochenta y comienzos de los noventa, el concepto adquiere consistencia y comienza a tener impacto en América Latina. Entonces, las intelectuales feministas logran instalar en la academia y las políticas públicas la denominada “perspectiva de género”. El género, entonces, no es sinónimo de mujer. El término género nos concierne a todos y todas, involucra a hombres y mujeres, al igual que implica la atención de otras categorías como la edad, la etnia, la orientación sexual, la discapacidad y situaciones como el desplazamiento forzado, el conflicto armado, entre otras. Se reconoce la diversidad y heterogeneidad de las mujeres y hombres, en tanto que implica el reconocimiento y valoración de dicha diversidad y la posibilidad de brindar un trato igualitario en cuanto a ser sujetos de derechos, y diferenciado desde sus propias necesidades.

Ahora bien, la perspectiva de género implica una transformación social de fondo para la búsqueda de condiciones de equidad, donde hombres y mujeres tengamos la libertad de ejercer nuestros derechos y de construir contextos para el reconocimiento de las desigualdades, acogiéndonos a los marcos normativos, políticos y socioculturales que han evolucionado en materia de reconocimiento de derechos, interiorizando comportamientos, prácticas y costumbres incluyentes y respetuosas de la diferencia. Tiene que ver con la postura que se adopta para el análisis de las situaciones, que —desde un punto de vista sistémico— se relacionan con el género, tales como variables económicas, políticas, sociales, etc., y también variables que constituyen la definición de género en sí, como la orientación sexual, identidad de género, entre otras.

Por otra parte, el enfoque de género centra la atención en las condiciones necesarias para garantizar derechos de acceso a bienes y servicios de la sociedad con justicia e igualdad. Se ha determinado, de acuerdo a investigaciones de Organismos Internacionales que, cuando se garantice que el enfoque de género trascienda a todos los ámbitos en los que se desarrollan las personas, se podrán detectar oportunamente factores de desigualdad discriminación y violencia, y movilizar acciones para transformar las situaciones que perpetúan esas inequidades, forjando la construcción de identidades femeninas y masculinas que no se basen en los comportamientos que socialmente se le han asignado a hombres y mujeres, sino que se genere una distribución justa de los roles, para la construcción de una sociedad más equitativa, democrática y progresista.

La historia ha marcado una pauta frente a lo que es socialmente admitido en cuanto al comportamiento de los hombres y las mujeres y se demanda incorporar plenamente los conceptos de perspectiva de género y enfoque de género, que permiten identificar obstáculos que impone la sociedad y generan inequidades, para transformar y ofrecer una mirada incluyente, desde nuestros intereses, necesidades y prioridades, posibilitando la participación de todos y todas para la construcción de ciudadanía que nos garantice, principalmente, el ejercicio pleno de nuestros derechos, ¡sin confusiones ni generando nuevas y más complejas desigualdades!   

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