Elena Poniatowska
, pienso que el hecho de que Claudia Sheinbaum dirija nuestro país en los próximos seis años fortalece nuestra fe en nosotras mismas y alienta nuestro afán de superación. A raíz de su triunfo, muchas aspirantes a universitarias insistirán en su carrera, muchas dependientas en tiendas, muchas deportistas, enfermeras, secretarias en oficinas sentirán que pueden lograr un reconocimiento inesperado. De ahí que sea tan importante la aseveración de Sheinbaum:
No llego sola, llegamos todas, el lema más alentador de los años recientes.
Al lanzar esas palabras desde la plaza pública, fortaleció nuestra
vocación por el estudio y nuestro deseo personal de superación. Además
de enaltecernos, su nombramiento nos hermana, porque a su lado sentimos
que también nosotras podemos superarnos y destacar en nuestro empeño. Su
insistencia en el No llego sola, llegamos todas
da en el clavo de nuestras inseguridades y la imagen que tenemos de nosotras mismas.
Varias mujeres vivimos el triunfo de Claudia Sheinbaum como personal.
“Indudablemente –plantea la feminista Marta Lamas–, la llegada de
Claudia Sheinbaum a la Presidencia es un hecho histórico y simbólico,
pero lo que me parece más significativo es que sea precisamente Claudia
la que llegue al poder, porque ella tiene un proyecto para las mujeres.
Su eslogan, No llego sola, llegamos todas
, nos asegura que ha
vivido los conflictos que tenemos las mexicanas que conciliamos trabajo y
familia. Claudia sabe lo que es tener un hijito enfermo en casa y no
poder llegar al trabajo o desvelarse para terminar la tesis.
“Claudia plantea echar a andar su proyecto del Sistema Nacional de Cuidados con las jornaleras agrícolas y las obreras de la maquila. Tengo la certeza de que ese proyecto será la palanca para lograr un cambio estructural en nuestra sociedad. Lo del espacio público, el espacio privado, el tema del cuidado a las personas mayores o con alguna discapacidad, y el caso de enfermos que se quedan amarrados en casa para que no se extravíen preocupa desde siempre a nuestra sociedad. Claudia apunta a un cambio estructural importantísimo. Por eso, más allá del hecho simbólico e histórico,me parece que su mandato va a cambiar la vida de las mujeres en nuestro país.
“También pienso que no hay que mistificar ni creer que por ser mujer va a dejar de cometer errores. No, no, Claudia es un ser humano. En los países en los que una Presidenta se equivoca suele decirse: ‘¡Ah, las mujeres no saben gobernar!’ Hay que tener una mirada equilibrada, en el sentido de reconocer que lo importante y significativo del momento que ahora vivimos es que Sheinbaum llegue al poder, porque ya ha demostrado que sabe gobernar.
“Me preocupan las expectativas en situaciones que nos importan mucho a las mujeres, porque no van a cambiar pronto; por ejemplo, el tema de los feminicidios, que no va a poder resolverse en sus seis años de gobierno, porque se trata de una violencia estructural del microcapitalismo que ahora vivimos; va a poder sentar cimientos para una política distinta, y a lo mejor en tres sexenios lograremos, gracias a su gestión, acabar con los feminicidios en la Ciudad de México.
Claudia no tiene una varita mágica con la que pueda acabar con esa
barbaridad y ese horror que son los feminicidios y la violencia contra
las mujeres, porque también hay que acabar con la violencia de los
hombres. Yo diría: congratulémonos de que llega Claudia Sheinbaum, pero
al mismo tiempo también démosle la oportunidad de sentar las bases para
los cambios que queremos, y no nos hagamos ilusiones de que por ser
mujer ella va a poder cambiarlo todo.
La documentalista Soco Aguilar se entusiasma: Ella me cae muy
bien. Me parece maravilloso que llegue a la Presidencia porque las
mujeres siempre estamos sometidas a las decisiones que toman lo hombres.
Espero con todo mi corazón que Claudia, tan preparada, logre para
nosotras esta independencia de acción y decisión
.
Soy Carolina Aranda, tengo 27 años. Terminé mi licenciatura en
literatura en la Universidad de las Américas, Puebla. El primero de
octubre me levanté y me sentí diferente porque Claudia es mi presidenta.
En lo primero que pensé fue en todas las brujas que quemaron en la
hoguera en el siglo XIV; pensé en las mujeres de la Revolución Mexicana,
como Jesusa Palancares; en las mujeres que buscaron a sus hijos
desaparecidos, como Rosario Ibarra de Piedra, y en otras a quienes
todavía les desaparecen a un hijo cuya ausencia se convierte en un
sufrimiento cotidiano.
“Yo soy María Martínez; tengo dos hijos, Alejandro y Nayeli; tengo 55 años y soy trabajadora del hogar. Tener ese empleo me ayudó mucho a mantener a mis dos hijos; mi hijo Alejandro Ramírez tiene 18 años, terminó su carrera de ingeniería en transporte en el Politécnico… Me enorgullece haber podido ayudarlo al emplearme en el quehacer doméstico. Me da gusto que una mujer dirija al país, porque siento que vamos superándonos, que ya hay más igualdad. Ahora veo que más mujeres estudian.”
“Soy Yunuhen González y soy bailarina de folclor. Como mexicana, me emociona que seamos un referente al tener a la primera presidenta. Brasil, Argentina, Chile, Costa Rica, por mencionar algunas naciones, ya lo lograron, y si bien en México las mujeres se han responsabilizado de cargos públicos de gran relevancia, la Presidencia parecía inalcanzable. Recuerdo que la primera vez que fui a votar, Patricia Mercado era la única mujer que contendía por la Presidencia de México; le siguió Josefina Vázquez Mota y ahora gana Claudia Sheinbaum, para mi beneplácito. En estas elecciones de 2024, me parece que el papel de la mujer en la política tuvo la suficiente contundencia para fincar dos opciones; dejar de ser una ‘representación femenina’ en sus respectivos partidos para convertirse en protagonistas de la gran contienda electoral. Ahora, con Claudia Sheinbaum en la Presidencia, hay esperanza, porque su triunfo es un ejemplo a seguir para miles de mujeres y niñas que sueñan con llegar tan lejos como sea posible. Cuando la Presidenta dice: ‘No llego sola, llegamos todas’, su mensaje es formidable, porque miles de madres, estudiantes, jornaleras, artesanas confían en que ella hará un gran trabajo como la primera Presidenta de México.”
María Consuelo Mejía, quien fue directora de Católicas por el Derecho a Decidir nos comparte: “Por primera vez en sus 200 años como República, México tiene una Presidenta, la doctora Claudia Sheinbaum Pardo, física, ingeniera ambiental y de la energía; en sus palabras, científica humanista con profundo amor a su patria y a su pueblo.
“En México, el machismo sigue siendo una actitud dominante en las relaciones entre mujeres y hombres, así como la misoginia que se expresa en los altísimos niveles de violencia contra las mujeres, las adolescentes y las niñas. En este país machista y misógino ganó Claudia con 35 millones de votos, más que los que obtuvo López Obrador en 2018, y con una distancia de 30 puntos de su más cercana contendiente. Un triunfo realmente histórico.
“Claudia Sheinbaum enarbola un proyecto de nación progresista e incluyente, que ha denominado el ‘humanismo mexicano’, en el que, como su antecesor, pone en el centro a las clases más desprotegidas: por el bien de todas y todos, dijo en estos días, primero las mujeres indígenas, primero las pobres.
Sin duda alguna, para implementar sus políticas, enfrentará
obstáculos y tendrá que resolverlos con el apoyo de un excelente equipo
de gobierno y de los 35 millones de personas que votaron por ella. Temas
como las consecuencias del cambio climático, el narcotráfico, la
violencia generalizada, el equilibrio político necesario para fortalecer
la democracia, la escasez de agua y el posible triunfo de Trump,
tendrán que ser abordados de manera prioritaria. ¡No la tiene fácil
nuestra primera Presidenta!
A mis 92 años (71 en el periodismo), la emoción de ver a Claudia Sheinbaum llegar a la Presidencia es inmensa. En mi niñez y en mi juventud supe de reinas por un día y princesas que perdían su zapato, como Cenicienta, y eran rescatadas por un hombre, pero nunca imaginé que una mujer rescataría a todo un pueblo; nunca pensé que a México lo gobernaría una universitaria, una luchadora social, la hija de la científica Annie Pardo, a cuyo lado me senté en la toma de posesión del primero de octubre y no supe decirle qué orgullo sentí de estar ahí junto a ella y de compartir el triunfo de Claudia Sheinbaum Pardo.
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