3/15/2025

Menstruar en el trabajo; empresas desestiman casos incapacitantes: Essity

 

Una de las luchas más esenciales que las mujeres han emprendido es nombrar el dolor y reconocer que la incomodidad puede ser incapacitante o bien, representar una tendencia a la baja en la productividad, en promedio el 91% de las trabajadoras reconoce sentirse agobiada durante su menstruación y percibir un desempeño en decremento.

El informe de Essity Menstruación y Productividad Laboral, sostiene que el dolor menstrual lleva al 45% de las trabajadoras a ausentarse de su trabajo por un par de horas e incluso, en algunos casos donde la dismenorrea es extrema, las mujeres pueden ausentarse hasta dos días -esto en el caso particular de las empresas con políticas menstruales-, pero, ¿qué pasa con las mujeres que están obligadas a trabajar y acudir a sus centros de trabajo?

Según documenta el informe, aquellas mujeres que se ven forzadas a trabajar, laboran 8 horas más que sus pares que sí tienen políticas menstruales en sus empresas, esto porque llevan su cuerpo a situaciones extremas para cumplir con las exigencias de su trabajo, aún, cuando ello les tome más tiempo de realizar a causa de las incomodidades y el dolor.

Asimismo, las mujeres optan por no tomar días completos de descanso por las molestias, sino que utilizan horas laborales para poder atenderlas. De esa forma, el 48% han tomado horas. Tomando en cuenta que cada turno laboral es por ley de 8 horas, si se suman ambos conceptos, cerca de la mitad de las mujeres están dejando de hacer su trabajo durante varios días al año.

Por ello, celebrar que existan empresas con políticas menstruales resulta en una victoria, o al menos, eso sería un ideal, considerando que en nuestro país sólo el 5% de las compañías contempla las necesidades de sus trabajadoras durante la menstruación. Esto, derivado de que este proceso ha sido relegado históricamente a la esfera privada; un asunto personal que las mujeres deben aprender a gestionar por su cuenta, sin importar qué tanto les duele, sus horas de traslado, si hay agua en la empresa o si pueden costear sus productos menstruales.

Por supuesto, dentro de esta esfera privada que considera la menstruación como un eje personal que no debe ser nombrado en voz alta, no hay espacio alguno para el entorno laboral y la construcción de agendas efectivas que garanticen un entorno seguro, por el contrario, las compañías ejercen una serie de violencias que pretenden desmeritar los padecimientos de sus trabajadoras; el 29% de las encuestadas refirió negativas en su ambiente laboral, como por ejemplo, discriminación, descuento en su salario, acoso laboral e incluso, despidos injustificados, según el informe de Essity.

El dolor invisibilizado: Menstruar en el trabajo

¿Qué tan sencillo es para una mujer comprobar que su menstruación es dolorosa?, ¿y qué sucede si no existe ningún antecedente médico que lo avale? Sobre estas dos preguntas se sostiene una de las barreras más complejas a derribar, pues entre las prácticas machistas que demeritan la palabra de las mujeres, se articula la dificultad de obtener un diagnóstico.


En promedio, por ejemplo, un diagnóstico de endometriosis puede tardar hasta 12 años y requiere de múltiples exámenes, desde una resonancia magnética nuclear hasta una citocospia para descartar daños en la vejiga urinaria. En muchas ocasiones, el personal médico prefiere desertar o bien, omitir el cuadro de síntomas que exponen las mujeres, según denuncia el informe.

«Se afecta significativamente la calidad de vida y el rendimiento laboral, los síntomas suelen ser minimizados o descartados por el personal médico, lo que retrasa los diagnósticos y profundiza el sufrimiento. Este problema estructural dentro del sistema de salud refleja una falta de empatía hacia el dolor femenino y la necesidad urgente de un enfoque médico más comprensivo».

En el plano laboral, también puede llegar a gestarse una dinámica violenta que coopta a las mujeres de acceder a mejores puestos de decisión: Considerar que la menstruación es una desventaja y que no les permitirá ser razonables para liderar una compañía.

Essity, empresa internacional focalizada en derechos menstruales, explica que han identificado una percepción dañina y obsoleta al interior de las empresas que asocian el ciclo penstrual con una supuesta falta de habilidad para liderar, tomar decisiones sensatas o desempeñarse correctamente, una narrativa que además de perpetuar la discriminación, alimenta los estigmas de la menstruación y nos aleja de la equidad de género en los espacios laborales.

En añadidura, el informe documentó que muchas trabajadoras mantienen en secreto sus dolores y prefieren no ausentarse, ni levantar sospechas en su área de trabajo; temen pedir un día de descanso a pesar de que sus molestias sean demandantes. El principal obstáculo, es que esto las repercuta negativamente o que se les niegue este permiso. Otras trabajadoras expresaron que su menstruación es privada y les produce vergüenza hablar en el trabajo sobre que necesitan laborar desde casa.

«Las empresas no deben interpretar el silencio de sus colaboradoras al no solicitar días u horas para atender molestias menstruales como señal de que no lo necesitan. Por el contrario, deben evaluar si este silencio se debe a obstáculos que les impiden expresarlo. El 86% de la empresas señalaron que no han, si quiera, abordado el tema»

Esto viven las mujeres durante su menstruación

En el ciclo menstrual, durante el sangrado vaginal, al menos más de la mitad de las mujeres refirieron vivir días dolorosos o con molestias que dificultan sus actividades diarias, siendo el síntoma más referido, los cólicos en la siguiente escala:

  • 43.4% intensos o fuertes
  • 31.3% moderados
  • 16.2% leves
  • 5.1% extremadamente dolorosos e incapacitantes

Estos síntomas se agravan cuando la mujer padece algún trastorno como ovario poliquístico, endometriosis o sangrado uterino anormal que provocan cansancio, hemorragias y dolores agudos. En nuestro país, el 47% de las mujeres vive con alguno de estos padecimientos y 6 de cada 10, sospecha vivir con alguno de estos síndromes.

Dado que la forma en que vivimos la menstruación no ha sido una discusión socializada en la esfera pública, el 99% de las encuestadas refirió tomar acciones personales para gestionar su dolor, siendo su ideal, el descanso, una herramienta necesaria pero que se vuelve privilegio considerando la pobreza de tiempo que viven las mexicanas, especialmente, aquellas que tienen hasta triples jornadas laborales.

A manera de autocuidado, el 69% de las mujeres recurre a los remedios naturales como beber té o ponerse compresas de agua caliente para aminorar los cólicos, el otro 51% toma medicamentos de manera regular y con ello, afianzar su productividad en el trabajo.

¿Qué pasaría si se mejoran las políticas menstruales de las mujeres?

En un escenario idóneo, el PIB de México podría ser 15% mayor para 2030 si el gobierno y el sector privado implementarán acciones para sumar a 8.2 millones de mujeres a la economía. Por ello, la capacidad de transformación de la mano de obra femenina es indispensable para la población general; no es un capricho exigir políticas menstruales seguras en las empresas, pues las trabajadoras ya representan casi la mitad mitad de la fuerza laboral de México y pasarán al menos 3 mil días de su vida menstruando, muchas de ellas, entre dolores incapacitantes, dismenorrea y sangrados excesivos

De acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), México necesita incluir a 18.6 millones de mujeres a la economía para alcanzar la participación de los países de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE); sin embargo, de hacerlo podría incrementar el PIB nacional en 6.9 millones de pesos durante la próxima década.

En el marco del Día Internacional de la Mujer 2025, el IMCO calculó el beneficio económico si México alcanzara la participación económica promedio de las mujeres en los países de la OCDE. Como resultado, se encontraron dos escenarios que permiten medir el impacto de alcanzar la meta.

Para el Instituto aprovechar el talento de las mujeres en el mercado laboral es clave para asegurar el crecimiento económico de manera sostenido, poniendo especial acento, en reducir la informalidad y mejorar la productiva de las trabajadoras, sin embargo, a pesar de que ya se ha advertido al Estado la urgente necesidad de incluir a las mujeres al mercado laboral, los pasos parecen ir a la inversa y la brecha de género en el mercado laboral parece imposible de abatir en nuestro país.

«México tiene un gran potencial económico en el talento desaprovechado de las mujeres. Tanto los gobiernos como las empresas tienen un papel clave para incentivar la participación de las mujeres en la economía y potenciar la competitividad del país y de las entidades» -Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO)

La OCDE calcula que, en promedio, el incremento de la participación económica de las mujeres impulsó un crecimiento anual del PIB per cápita de 0.37 puntos porcentuales entre 2000 y 2022; os hombres contribuyeron con menos de la mitad de esta proporción (0.14 p.p).

Mientras la menstruación, un aspecto natural y cotidiano, siga siendo un tema tabú en los entornos laborales, seguirá teniendo implicaciones significativas en la cooptación de mujeres para acceder al mercado laboral. A nivel nacional, es fundamental impulsar la aprobación de políticas públicas que protejan el derecho al bienestar menstrual de todas las trabajadoras, lo que implica la extensión de la licencia menstrual en todo el país (que sólo se mantiene vigente en Colima, Michoacán, Nuevo León e Hidalgo), donde el 42% de las mujeres no sabe, siquiera, cuál es el protocolo para hacerla efectiva, esto infiere que no sólo basta una legislación extensiva, sino también, un cambio cultural que trasmute la menstruación a una discusión pública que le compete a todos los agentes del Estado y que debe tener por causa última, garantizar una menstruación digna en el trabajo, pero también, garantizar diagnósticos precisos y tratamientos adecuados, evitando la trivialización de los malestares menstruales.

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