8M

Los mencionados flashbacks de la vida de Callas están
intercalados con diversos números musicales bien logrados, en algunos de
los cuales el director se da licencia creativa para incluir ciertos
elementos de fantasía que sí enriquecen la narración. En el centro de
esta narración de los momentos clave de la vida de la soprano hay un
buen entramado dramático centrado en el concepto María Callas como adicta
:
adicta a los fármacos, al público, a las ovaciones, a la adulación. En
ausencia de casi todo ello, le quedan los fármacos, elemento enfatizado
contundentemente por Larraín. El desarrollo del filme está señalado por
interesantes momentos de reflexión, a veces bien sintetizados en una
sola frase de la protagonista: Los hombres muertos son más manejables
; Estoy feliz con el teatro que hay detrás de mis ojos
; No hay vida fuera del escenario
; No hay razón en la ópera
; La felicidad nunca produjo una bella melodía
.
Asimismo, la película contiene algunas escenas particularmente
memorables por lo que añaden al trazo del retrato de la cantante. Así,
el deshacerse de sus vestuarios de ópera, exorcizando toda clase de
fantasmas. O el cantar, de niña, una linda canción griega junto con su
hermana Yakinthi.
Sí, en el filme de Larraín hay numerosos episodios musicales, en los que la voz es, mayoritariamente, la de la propia María Callas, lo cual imparte al proyecto una apreciable aura de credibilidad. Hay en el filme una presencia destacada de la ópera Tosca, de Puccini, cuya aria Vissi d’arte es convertida en un emblema sonoro y conceptual de la vida de Callas. Sería posible, acaso, reflexionar en que, en efecto, vivió del arte (y quizá del amor) pero en sus días últimos retratados en la película, ya sólo vivía de recuerdos y medicamentos.
¿Y la actriz protagónica? Creo que hay un cierto paralelismo entre la Callas de Angelina Jolie y el Bob Dylan de Timothée Chalamet; profesionalismo, concentración, estudio, buen esfuerzo interpretativo, pero sin un resultado realmente convincente. La realidad nos dice que La Divina fue una mujer/artista de personalidad fuerte, energética, explosiva por momentos y con episodios de extrema fragilidad, rasgos que Angelina Jolie y su director prefirieron conservar en una cierta penumbra de contención y control. Sin embargo, María Callas es una película con estimables valores de producción y momentos dramáticos destacados, que vale la pena ver y que sin duda desatará sabrosas polémicas entre los aficionados a la ópera.
Y como suele ocurrir con mucha frecuencia en este tipo de filmes, las tentaciones de caer en el lugar común no fueron resistidas: poner como música de fondo en los créditos finales el coro Va pensiero de la ópera Nabucco de Verdi es un cliché de grandes dimensiones; no hacía falta, y sale sobrando.
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