8/10/2024

Orgasmo femenino: sin pudor, ni vergüenza. Conmemoración gozosa

 

.- Ciudad de México.-«La mitad de las mexicanas nunca han experimentado un orgasmo», anuncia la última encuesta del Instituto Mexicano de Sexología (Imesex); la lectura va más allá de hablar de prácticas puramente sexuales, sino más bien, el dato abre la puerta a cuestionar hasta dónde se ha anidado el patriarcado en el cuerpo que ha vinculado a palabras como la vergüenza, el recato y el pudor con la sexualidad femenina. 

Cada 8 de agosto se conmemora el Día Internacional del Orgasmo Femenino con el objetivo de crear conciencia sobre la sexualidad femenina y con ello el derecho al placer de las mujeres. 

En una sociedad con valores patriarcales enraizados y donde las mujeres no experimentan un orgasmo en toda su vida, la posibilidad de la autoexploración y el autoerotismo termina por encauzar en la posibilidad de erosionar todo el sistema donde descansa nuestra sexualidad y nos reconoce como sujetas sociales, políticas y por supuesto, sexuales. 

El gestionar, controlar y gozar del orgasmo femenino, constituye así, parte de una revolución por recuperar la autonomía corpórea; saber que nuestro territorio no pertenece a nadie más, que no hay pudor ni vergüenza, sólo plenitud.

Despojarse de los valores negativos contenidos en la sexualidad femenina, es paralelamente, quebrar con el rol asignado al género. Esta ruptura supone repensarnos desde una mirada que no sea la patriarcal, sino desde una mirada afectiva, amorosa, erótica y liberadora. 

El autocuestionamiento sobre la relación que hemos desarrollado con nuestro territorio resulta en una emancipación; la libertad. 

En la más reciente participación de la teórica feminista, Rosa Cobo refiere que el sistema patriarcal se ha encargado de dividir el cuerpo del individuo, es decir, la idea de que estos dos conceptos se encuentran separados; «No es así, el cuerpo es el individuo», explica la teórica. 

Con esto se quiere señalar que explorar, disfrutar y proteger el cuerpo que habitamos es parte intrínseca de la autodefensa de quién somos. Por ello, desde el momento en que se ejerce la libertad del goce y el placer, no sólo conlleva la emancipación del cuerpo, sino también, a nosotras mismas; después, llega la revolución colectiva por la autonomía. 

Esto último, lo ataja la filosofa feminista española Ana de Miguel Álvarez, quien refiere que la sexualidad y el placer sólo han reproducido las relaciones de desigualdad. 

«Los hombres han sido «el sujeto» en casi todos los sentidos posibles, y como tales, definieron la sexualidad como «su sexualidad» 

Fuente: Cimac Foto

De placer y género: Un privilegio diferenciado

Ivonne Szasz escribe en «Sexualidad y género: algunas experiencias de investigación en México» que en nuestro país, el valor que se le da a la sexualidad consta de dos cosas: La penetración y la eyaculación. 

Estos dos episodios sexuales reproducen una serie de cuestiones sistémicas, como por ejemplo, el matrimonio temprano, el embarazo no deseado y la transmisión de enfermedades sexuales, sin embargo, esta es la manera en que la población ha sido instruida para vivir de su sexualidad. 

Existen ciertos comportamientos sexuales que poseen la característica de ser reafirmantes de la identidad masculina; la masturbación y el acceso al placer sin culpas. 

Fuente: Cimac Foto

Según señala la autora de la investigación, el hecho de que las personas seamos socializadas sexualmente de esta manera, sólo alienta a un profundo rezago sobre el conocimiento del placer, el autoerotismo y la sensualidad, especialmente, cuando de mujeres se trata quienes son privadas de ejercer su derecho a la autonomía placentera y limitadas a la creencia patriarcal de que el goce sólo debe de limitarse a la penetración y a la eyaculación del otro. 

Esto también es sustentado por la maestra Ana Amuchástegui en Mitos y dilemas de los jóvenes en tiempos del SIDA que la mujer en México es valorada por el placer que le brinda al hombre durante la penetración, la preservación de la «virginidad«, la fidelidad, la ignorancia sexual -como inocencia «positiva» al carecer de experiencia sexual- y la discreción, siendo valores recrudecidos aún más, cuando se trata de mujeres en contextos precarizados. 

En este sentido, es urgente que el hablar del placer comience a ser una práctica normalizada; que el autoerotismo sea compañero y que las mujeres comiencen a alejarse del margen patriarcal que ha condenado el placer a la penetración. 

Fuente: THE «O» PROJECT, serie de fotografías de Marcos Alberti

Ante un escenario donde la desigualdad de género es tan manifiesta, es urgente desmarcarse de los valores arraigados a la relación que entablamos con nuestro cuerpo.

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