Como cada año desde el 2008, colectivas ciudadanas participaron en el desfile con un recorrido que se hace desde la plancha del Zócalo hasta el Ángel de la Independencia; para esta edición, se recibieron 188 piezas de diferentes estados de la República Mexicana como Morelos, Tlaxcala, Hidalgo, estado de México, San Luis Potosí, Guerrero, Guanajuato, Jalisco y Ciudad de México, según Walther Boeslsterly, director general del MAP.
Estos trabajos están basados en el arte con cartonería, una tradición que tiene su origen en la época prehispánica y que con la conquista, se fusionó con el papel maché; y el objetivo del evento es celebrar el talento de aquellas personas que manejan este material, entre ellas las mujeres.
Los alebrijes son una artesanía mexicana hecha de diferentes tipos de papel y pintada con colores alegres y vibrantes. Generalmente representan a un animal o varios animales imaginarios, conformado por varios elementos fusionados.
María Esther con Chacuayoye
Aunque aún no cuenta con mucha experiencia en la cartonería, María Esther Velazquez Morales se animó a participar en su primer concurso de alebrijes, organizado por el MAP. Su idea original era construir un perro con cola de sirena, pero después generó un camaleón con alas, por lo que no dudó en seguir el diseño.
El alambre y el periódico fueron sus aliados para realizar la estructura y darle forma al animal, según contaron otras participantes, esta es la parte más pesada del trabajo artesanal. Después, su familia le ayudaron con los detalles al colocar cartón y pintura en el Chacuayoye como nombraron a su alebrije.
Al final, consiguieron un camaleón de 2.30 metros de largo y 1.65 metros de alto, por lo que tuvieron que usar un camión de fletes para transportarlo desde su casa. De acuerdo con María, esto no fue un problema, ya que reside en la ciudad. Sin embargo, uno de los retos a los que se enfrentó fue animar a su familia a participar con ella, objetivo que pudo cumplir.
Adriana López con Yóllotli neomani
Algunas personas de la comunidad de Pilares Santa Rosa, último pueblo originario antes de llegar al Desierto de los Leones, un Parque Nacional ubicado en el suroeste de la Ciudad de México, ayudaron a la profesora Adriana López Torres a elaborar un alebrije que fusiona varios símbolos de la cultura mexicana. El resultado fue un árbol donde se incrustó un libro y un águila.
Al principio querían llamarlo “el árbol sabio”, pero llegaron a la conclusión de que Yóllotli neomani era la mejor opción, ya que significa “el corazón por el cual vivo” en náhuatl. Su nombre hace alusión a la figura de corazón humano con el mapa de la República Mexicana y las mariposas monarcas que descansan sobre su tronco.
Adriana comentó que uno de los desafíos fue realizar una estructura que soportara el peso de los elementos que querían incorporar. Debido a las lluvias de la Ciudad de México, tuvieron solo dos semanas para crearlo, pero recibieron la ayuda de niños de tres años hasta adultos mayores de 80 años de la comunidad de Santa Rosa para empapelar, diseñar y dibujar su pieza.
Rosita Lemus con Carnero rumbo al centenario
La historia de Rosa María Lemus Méndez comienza con su familia quienes llevan tres generaciones en la cartonería. A su cargo está un grupo de 15 personas, en su mayoría mujeres, ya que también es profesora en Artes Plásticas y cartonera en la Casa de Cultura de Celaya, Guanajuato. Como segundo año consecutivo, viajó a la capital junto a sus alumnas y alumnos para representar a las artesanas de su estado.
Su alebrije, Carnero rumbo al centenario, representa a la mascota de la universidad Tecnológico de Roque de Celaya, a quien será donada su pieza para la celebración de los 100 años de la institución.
Además, a su pieza se suma la representación de los cuatro elementos: la tierra, es el carnero; el aire está en las alas del animal; el agua se plasma en su cola de anguila; y el fuego se ve en sus ojos.
Pese a que invirtieron alrededor de 17 mil pesos para conseguir materiales de calidad, Lemus afirmó eso no representó un problema, pues se apoyaron de sus colaboradores. No obstante, el traslado representó un reto, por lo que tuvieron que utilizar un remolque para sacarlo del taller en donde fue hecho y un tráiler para llegar a la Ciudad de México.
Andrea con Tepatxin
Los primeros alebrijes que creó Andrea fueron de tamaño miniatura gracias a un taller de cartonería que tomó tiempo atrás, igualmente incursionó en la pintura con óleo y acrílico. Para su segundo año en el Concurso y Desfile de Alebrijes Monumentales, quiso llevar a su camaleón Tepatxin, como lo nombró.
A diferencia de la creación de María, ésta es una mezcla entre pez, ajolote, tortuga y camaleón. Asimismo, utiliza una gama de colores vibrantes, diferentes patrones de figuras y una larga lengua que sobresale de su boca. Su animal dio como resultado una figura de 2 metros de alto y 2.80 de largo que fue acarreado gracias a una plataforma proporcionada por el MAP.
Los resultados del concurso
Para este evento, el MAP proporcionó algunos materiales como pintura y barniz para protegerlos, apoyos económicos para el traslado, playeras, botellas de agua, plataformas para remolcar las figuras y etiquetas con el fin de identificar cada pieza. No obstante, el mayor apoyo proviene de las comunidades y equipos que hay detrás de cada alebrije.
Las ganadoras o ganadores del 16 Concurso y Desfile de Alebrijes Monumentales, recibirán 60 mil a 70 mil pesos para el primer lugar, de 40 mil a 50 mil en el segundo lugar y de 30 mil a 40 mil el tercer lugar. Los alebrijes estarán en exposición en la Columna del Ángel de la Independencia por 16 días.
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