En defensa del agua de San Miguel Xoxtla
Desde mayo pasado, los habitantes de San Miguel Xoxtla, Puebla, advirtieron que no dejarían que autoridades del municipio y del gobierno de la entidad continuaran saqueando su agua para enviarla a la capital del estado. Por eso, el 25 de octubre impidieron que continuaran los trabajos de perforación de un Pozo del Bienestar en la unidad deportiva Pavigi.
Las familias de Xoxtla y de municipios vecinos llegaron al lugar sin intimidarse por el despliegue de la policía estatal que resguardaba la zona, evitaron que se pusiera a funcionar la maquinaria y se quedaron en plantón hasta que se desmonte definitivamente la obra.
El gobierno municipal, encabezado por Guadalupe Ortiz Pérez, sostiene que el nuevo proyecto es para suministrar de agua potable a Xoxtla, pero la población de origen nahua sabe que, una vez concluido el pozo, el agua, como en otros casos, tendrá como destino la capital poblana. El activista Pascual Bermúdez Chantes, denunció, en un ambiente de creciente tensión, que hay una abierta criminalización contra los defensores del agua en la región.
La población organizada exige que las autoridades respeten el acuerdo de cabildo que garantiza que no se privatizará el servicio de agua potable y exigieron a la alcaldesa que se retire la maquinaria del deportivo Pavigi para tener certeza de que no se realizará la perforación del pozo. Pero la respuesta institucional sigue siendo la persecución.
Nodo de Derechos Humanos denunció que existe una “intimidación armada directa” contra la población de Xoxtla. La noche del pasado 29 de octubre, señaló la organización, un sujeto no identificado vestido de civil se acercó al plantón pacífico que sostiene la comunidad, “con una pistola desenfundada y apuntando hacia la carpa”. Posteriormente, se advierte en un comunicado, “el agresor se escabulló por el fondo del parque y se refugió con las patrullas de la policía estatal que lo esperaban fuera del parque, junto a la entrada principal. En las patrullas iban ocho elementos, quienes portaban armas largas”.
Criminalizar y reprimir sólo incrementará la protesta. La única solución posible es que las autoridades dejen de lucrar con el agua de las comunidades.
Minería y actualización fiscal // ¿Cuántas empresas adeudan? // Oro nacional para canadiense
Es la primera en la lista, pero el inventario debe ser mayor. Si bien la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) sentenció que una trasnacional canadiense (Primero Empresa Minera, filial de First Majestic Silver) está obligada a pagar cerca de 2 mil 869 de pesos en impuestos no cubiertos, ¿cuántos son los consorcios mineros –nacionales y foráneos– que en lugar de cumplir en tiempo y forma sus responsabilidades fiscales utilizan la “técnica” de los abonos chiquitos? (litigar ad aeternum para evitar hacerlo), con la “ayuda” de los vendedores de protección que hasta hace poco se disfrazaban con toga.
Como se recordó ayer en este espacio, en el caso concreto de las mineras canadienses cinco años atrás el entonces presidente López Obrador denunció públicamente que empresas de esa nacionalidad con operaciones en México “no están al corriente (en el pago de sus impuestos) y quieren ir a tribunales internacionales; entonces, aprovecho para mandarle un mensaje respetuoso al embajador de Canadá (en nuestro país) para que nos ayude a convencerlas. ¿Para qué vamos a tribunales, si es claro que adeudan al SAT? Ojalá nos ayude a convencerlas”.
Quién sabe si el diplomático “apoyó a convencerlas”, pero ha quedado claro que no fue así en el caso de First Majestic Silver. Pero el tabasqueño habló en plural y de la misma nacionalidad, sin dejar de lado que la entonces secretaria de Economía y ex jefa del SAT, Raquel Buenrostro, documentó que en México “no hay sector más beneficiado que el minero, pues los ingresos que consiguen respecto de los impuestos que pagan son muy superiores”.
Entonces, ya mordió el polvo el primero de los consorcios canadienses que recurrió a la “técnica” de Salinas Pliego, pero, por lo visto, no será el único tras el cambio de integrantes en la SCJN. ¿Cuántos más están en la lista?
Las mineras provenientes de la nación de la hoja de arce que operan en México se concentran en la extracción de oro (sin desperdiciar otros minerales), actividad que le genera pingües ganancias, amén de adquirir otras empresas dedicadas a estas actividades para ampliar sus horizontes productivos. De hecho, en 2024 este consorcio se ubicó entres los 10 principales beneficiarios del oro mexicano, cuyas gruesas utilidades terminan depositadas en algún banco canadiense.
En el sexenio de Felipe Calderón se dio el caso de que el Banco de México (con Agustín Carstens como gobernador de la institución) decidió incrementar sus reservas de oro (las aumentó en 98 toneladas), para lo cual adquirió oro mexicano, extraído en territorio mexicano por mineros mexicanos… a compañías mineras canadienses.
Y, sí, a los corporativos canadienses les encanta el oro mexicano, que no es poco. De acuerdo con la Cámara Minera de México (agrupa a los consorcios privados del sector) en las últimas dos décadas de tierras nacionales se extrajeron más de 2 mil toneladas del metal áureo y en ese mismo periodo su precio se incrementó en cerca de 500 por ciento. Entonces, nada mal les va a esas mineras, como tampoco a las firmas mexicanas dedicadas a la minería, pero hacen berrinche a la hora de cubrir sus obligaciones fiscales.
De hecho, en 2023, la propia Camimex informó que sus asociadas “pagaron impuestos por 49 mil 445 millones de pesos, un desplome de 32.2 por ciento respecto a los 72 mil 923 millones de pesos reportados en 2022, como consecuencia de un menor valor de la producción nacional de minerales”, derivada esta, según su dicho, de “la falta de incentivos del gobierno para la inversión privada y el desarrollo de la industria” ( La Jornada, Braulio Carbajal).
Y en 2024 empeoró el panorama sectorial, siempre según ese organismo privado: “las aportaciones fiscales de la minería experimentaron por segundo año consecutivo un menor nivel, ya que alcanzaron un monto total de 45 mil 354.1 millones de pesos, un decremento de 8.3 por ciento en términos anuales. La mayor reducción se presentó en los nuevos derechos, con un decremento de 28.3 por ciento, mientras que la aportación por ISR se redujo 4.2 y la de derechos superficiales 1.3. Las aportaciones fiscales están directamente relacionadas con su capacidad de crecimiento, por lo que en tanto su desempeño se vea obstaculizado sus contribuciones al presupuesto público se seguirán viendo afectadas”. Eso sí, “las exportaciones minero-metalúrgicas totalizaron 25 mil 583 millones de dólares, 9.9 por ciento más”.
Las rebanadas del pastel
Aunque no entró en detalle, ayer la presidenta Sheinbaum anunció que el pago fiscal que debe efectuar First Majestic Silver “se destinará a las comunidades”.
Trine Ellitsgaard expone Fibras en galería parisina
Desde hace casi 40 años vive en Oaxaca la artista textil Trine Ellitsgaard (Dinamarca, 1954). Al igual que Francisco Toledo, quien fue su compañero de vida, basa su trabajo en el respeto a la naturaleza y el uso racional de sus recursos.
En ese tenor, emplea los desechos originados en la elaboración del mezcal. Ella se dio cuenta de que los destiladores sólo usaban el corazón de la planta de Espadín y tiraban las hojas que, al descomponerse, alteraban ecosistemas muy frágiles.
Junto con Hermano Maguey, organización local sin fines de lucro, buscó formas de resolver el problema. Una de ellas fue adquirir una máquina para extraer fibras de las hojas desechadas de Espadín. Luego hilaron a mano la fibra, la tiñeron con pigmentos naturales, como la cochinilla y el índigo, y los resultados fueron muy positivos.
Durante muchos años esas hojas eran la base para hacer cuerdas, bolsas y hamacas. En su empeño por rescatar esas antiguas tradiciones, Trine elabora especialmente tapices de gran belleza e inspirados en la cultura mesoamericana y el entorno en que vive.
Uno de sus proyectos con base en esos desechos fue Agave, presentado con gran éxito en Los Ángeles y Chicago. Otros trabajos en Copenhague y Texas.
Ahora, en París, presenta Fibras en la prestigiada galería Toluca, que dedica sus exhibiciones y libros especialmente a artistas de América Latina. En sus nuevas obras textiles con materiales tradicionales, combina los desechos del agave con bambú, crin de caballo, nylon, hilo de oro, plástico, papel, seda, sisal y semillas.
En todas ellas refiere temas vinculados con la rica tradición que ha observado durante su vida en Oaxaca.
La crítica destaca cómo en sus tejidos “combina diseños geométricos ordenados, colores apagados y un delicado equilibrio de textura y forma”. Son obras contemporáneas de arte cuya raíz es la cultura ancestral.
El trabajo de Trine Ellitsgaard proviene de las tradiciones de su tierra natal, donde las alfombras son parte integral de las artes decorativas. Lo que hace ahora recuerda la necesidad de que en México se apoyen eficazmente los trabajos de los artesanos que elaboran obras muy bellas, a veces únicas, utilizando los recursos naturales.
EDITORIAL
En febrero pasado, la ex ministra presidenta Norma Lucía Piña Hernández admitió un amparo de Primero Empresa Minera, filial de la canadiense First Majestic Silver Corp, en el que ésta alega la inconstitucionalidad del artículo 92, fracción II, de la Ley del ISR (2012), por vulnerar sus derechos a la seguridad jurídica, confianza legítima y acceso a la justicia. Tras establecer que dicho recurso es una táctica dilatoria, este jueves la nueva Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) lo desechó y dejó firme la sentencia de un tribunal colegiado que ordena pagar un crédito fiscal por más de 2 mil 868 millones de pesos correspondientes a impuesto sobre la renta, impuesto empresarial a tasa única, actualizaciones, recargos y multas del ejercicio 2012.
El pasado 23 de octubre, el pleno del máximo tribunal ya había multado a Primero Empresa Minera por el intento de dilatar la resolución del juicio fiscal que enfrenta mediante un recurso de impedimento con el que buscó apartar del caso a la ministra Yasmín Esquivel Mossa, al acusarla de falta de imparcialidad. Los ministros consideraron evidente que la única intención de recusar a la togada era prolongar el conflicto y retrasar el pago pendiente.
Ambos fallos resultan ejemplares en varios sentidos. En primera instancia, son una muestra más de la determinación del Poder Judicial de acotar las artimañas usadas para posponer de forma indefinida la acción de la justicia, en particular en los litigios fiscales. Asimismo, la unanimidad con que votaron los miembros del máximo tribunal deja atrás la aciaga etapa en que los ministros del bloque conservador cerraban filas para bloquear todo proyecto de resolución que pudiera ser positivo para el país y para el interés general. Por último, mandan el mensaje de que cubrir las contribuciones a Hacienda es una obligación de los agentes económicos y que el intento de eludirla sólo genera mayores costos por recargos y multas.
En conjunto, la actuación del nuevo pleno de la Suprema Corte exhibe por qué las cúpulas empresariales y sus corifeos en los medios de comunicación corporativos se opusieron con tanta virulencia al remplazo de los ministros designados durante el periodo neoliberal y a su reemplazo por togados elegidos democráticamente, pues han perdido a sus mejores valedores en la obtención de pingües ganancias a expensas del erario. También queda a la luz que lo que buena parte de la iniciativa privada llama “seguridad jurídica” no es más que la capacidad de ignorar las leyes a su antojo con la complicidad de jueces venales.
Cabe congratularse porque México se haya sacudido de ese grupo de saboteadores enquistados en la estructura del Estado, y esta buena noticia para las mayorías viene acompañada de otros anuncios igualmente positivos. Por un lado, un tribunal colegiado rechazó el recurso de inconformidad que promovieron Grupo México y su organización gremial patronal, a fin de desconocer y dar por terminada la huelga en la mina San Martín de Sombrerete, Zacatecas, que suma más de 18 años. Además de confirmar el derecho constitucional de la huelga, la resolución ordena el pago de los salarios caídos y las cuotas de seguridad social, es decir, quita incentivos a la empresa para mantener abierto el conflicto como ha hecho todos estos años. Por otra parte, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo aseguró que cuando concluya el proceso judicial de Primero Empresa Minera, el monto de sus adeudos fiscales irá a las comunidades, que podrán ver así un beneficio por la explotación de sus territorios.
Para la sociedad mexicana, estos cambios enseñan que nunca más debe normalizarse que empresas que facturan miles de millones de dólares recurran a todo tipo de artimañas a fin de eludir sus obligaciones fiscales y laborales, ni que el Poder Judicial funcione como un despacho al servicio de los grandes grupos de interés económico.
Entre cempasúchil, velas y tradiciones

El Día de Muertos es una de las tradiciones más emblemáticas y significativas en México. Celebrada el 1º y 2 de noviembre, tiene sus raíces entre las costumbres prehispánicas y las creencias católicas traídas por los españoles, pero más que historia y tradición, año tras año miles de familias mexicanas se preparan para recordar con amor a sus seres queridos, llevándoles fiesta al preparar ofrendas y altares en sus casas y en cementerios que llenan de colores, aromas y símbolos, cada uno con un significado diferente.
Entre velas, cempasúchil, pan de muerto, calaveras, comida y bebidas para aquellos que ya no están, –aunque este día están más presentes que nunca–, más que un altar bonito, tiene un profundo sentido emocional y espiritual, celebrando el legado y memoria de nuestros seres queridos que han fallecido.
En lugares como Xochimilco, el Día de Muertos se vive entre canales, trajineras y chinampas. Las flores de cempasúchil cultivadas localmente son un símbolo de orgullo, manteniendo viva una tradición que une la naturaleza, la comunidad y la memoria.
En Milpa Alta las familias preparan sus ofrendas, pero también se organizan veladas en los panteones en pueblos como San Antonio Tecómitl y San Agustín Ohtenco, y lugares emblemáticos como Pátzcuaro, Michoacán, donde la noche de Día de Muertos se convierte en toda una experiencia espiritual.
Aunque cada parte de México tiene su propia interpretación, esta festividad nos demuestra que nuestro país no sólo está lleno de tradiciones hermosas como ésta, que reafirma nuestra identidad como mexicanos, sino que honra a los muertos a través del amor, la memoria, la comunidad y la unidad.
Celebremos y recordemos con amor a los que ya no están y, al mismo tiempo, abracemos nuestras tradiciones.
Dafne Camarillo Cortés
Calaverita a una patria con destino
Lo mejor está por venir
Asegura la Presidenta.
Juarista y Obradorista de huella fina
Orgullo de una patria con destino
Reina soberana y guía del camino
Nunca olvides, amada catrina
Al pueblo que te vio crecer
De saber colmada la confianza
Alcázar del cielo y la esperanza.
Daniel Moctezuma Jiménez
Agradece atención de médicos del IMSS
Agradezco la atención oportuna y profesional que el personal médico brindó a mi mamá en el Hospital General Regional 2 del IMSS, especializado en traumatología y ortopedia, luego de un accidente que sufrió y que le ocasionó fractura en ambos brazos. En particular, quiero reconocer el profesionalismo de los cirujanos José Martín Flores Díaz y José Daniel Maravilla Valencia, quienes hicieron un excelente trabajo y en todo momento nos brindaron información acerca del delicado procedimiento quirúrgico que requirió.Destaco la cálida atención que mi mamá recibió de la enfermera Ana Domínguez y el puntual acompañamiento de Gabriela Ortiz Rodríguez Dueñas, del área de atención al derechohabiente. Durante los días de hospitalización apreciamos también la buena atención que todo el personal brinda a otros pacientes, por desgracia, muchos adultos mayores que sufren caídas. Gracias a la doctora Claudia Patricia Suárez Ortega, subdirectora del hospital, por estar siempre atenta a las necesidades de todas las áreas.
Mónica Mateos
La Presidenta debe ampliar la defensa ante amagos de EU, opina
Las excelentes respuestas de Claudia Sheinbaum al gobierno depredador de Estados Unidos son un orgullo para México. Pero la Presidenta debe ampliar esa defensa ante otras posibles agresiones gringas, aliándose a círculos de poder como el chino y el ruso, sin menoscabar nuestra soberanía, como bien lo ha hecho la jefa del Ejecutivo.
Otras regiones del mundo permitirían mayor protección ante el insano embate trumpista.
José Lavanderos
Panistas, en su “eterna contradicción”
Los panistas, en su eterna contradicción, reprobaron las insaculaciones usadas en la 4T, por ejemplo durante la reciente elección del Poder Judicial. Ahora los blanquiazules dirigen esta modalidad (legítima, dice Jorge Romero, líder nacional panista) a jóvenes para que se afilien al PAN mediante una aplicación y, con ello, se les ofrece aspirar a ganar un celular de alta gama mediante una rifa. Así, muchos detractores que satanizaron los programas sociales implementados el sexenio pasado a nivel nacional, y mejorados durante el presente, ahora siguen el proceso y adquieren legalmente dicho beneficio, y está bien, pero ¿dónde queda su congruencia? Finalmente, sólo queda demostrado que son admiradores de las políticas de Andrés Manuel López Obrador, aunque digan lo contrario.
Fernando Quiroz Nácar
¡Será en este año la edición número 39 de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara! No cabe duda de que en mi provincia a veces se hacen las cosas muy bien.
El haber contribuido de manera señalada al parto de dicha actividad, a partir de 1986, no deja de nutrirme de una buena dosis de satisfacción que ha ido creciendo con los años y ha borrado ya por completo las angustias de los rompecabezas imbricados con su creación y primeras ediciones.
Lo que recuerdo con más gusto fue aquel preliminar que se hizo en el auditorio catrín de la Secretaría de Relaciones Exteriores, allá en la emblemática sede de Tlatelolco, misma que resultó muy exitosa en su primera aparición, lo cual fortaleció la idea de que fuera “internacional” y la palabra se incorporara con todo su peso y condición al nombre oficial de la dicha feria.
Por fortuna, no pasó mucho tiempo para que enmudecieran del todo quienes hicieron al principio un cierto escarnio de nuestra pretensión. Supongo que de esos hay por doquier.
Hace muchos años que dejé de participar en la organización de tan magno evento, por haberme dedicado en cuerpo y alma a la resurrección de El Colegio de Jalisco, en lo cual tuvimos éxito también, aunque los últimos dos presidentes de dicha institución, a pesar de haberse encontrado con una mesa muy bien servida y una sólida estructura, más han dejado sumergir la institución en una cierta mediocridad.
La trayectoria de la FIL no ha dejado de ascender hasta alcanzar un verdadero prestigio nacional e internacional. No hay otra fiesta libresca que se le iguale en todo el mundo neolatino, no obstante que en Buenos Aires y en Madrid-Barcelona sendas ferias, también anuales, tienen mucha más antigüedad y experiencia. Tampoco le llega, a pesar de que alcanza también una gran importancia, la de la Ciudad de México que depende de la UNAM.
Vale considerar que, además de su flamante FIL, hay en Guadalajara, a la sombra de su Universidad Oficial, otras actividades anuales que gozan de prestigio; tal es el caso, entre otros, del Festival de Cine de Guadalajara, la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco –cuyo renacimiento data de este milenio– y varias más…
En suma, puede decirse que, habiendo sido la cuna y la sede de una verdadera barbarie antes de 1990, 35 años después la metamorfosis de la presencia social de dicha Casa de Estudios, ha sido extraordinario sin contar con la expansión de sedes de buen nivel en todo el estado que hacen de ella una verdadera universidad del estado de Jalisco.
El invitado de honor de la FIL tapatía será este año la ciudad de Barcelona. Es la segunda vez que no es un país sino una ciudad, pero ello no implica un demérito; lo mismo que la anterior ciudad convidada, que fue Los Ángeles, la de Barcelona tiene una importancia editorial que supera a muchos lo mismo de América y fuera de ella.
Lo cierto es que, por angas o por mangas, la expectativa de este año es mayor que la de años anteriores a lo que ayuda, sin duda, que los representantes de Barcelona estén haciendo, en general, las cosas bien.
La mayoría de las personalidades que formarán su comitiva son plumas de prestigio y el público local, que es de primera calidad, ya ronronea de gusto, por adelantado. Claro que también hay excepciones que han sido convocadas a venir más bien en función de un “compadrazgo” que de un interés por ofrecer el mejor panorama posible, pero es cierto que algunas de las plumas más atractivas de Barcelona también estarán aquí, junto con artistas que atraen a la juventud, editores que tienen presencia en toda América Latina y, claro, según la evolución del aforo en los últimos años, es muy probable que el número de visitantes entusiastas alcance por primera vez la cifra de todo un millón, nutrido con “todos los colores y sabores” posibles.
Espero que los italianos manden observadores para que les orienten a prepararse de la mejor manera posible para la Feria Internacional del año que viene (2026), en la que ellos serán los invitados, y no les pase lo que a España en 2020 cuando no se imaginaron la cauda y la calidad de los visitantes que ya habría en ese año y, a la postre, su participación resultó sumamente desangelada.
Dos palabras juntas que tienen un significado opuesto se han convertido en la crítica a la mano de quienes no ven con buenos ojos la mayor participación popular. El nuevo régimen mexicano que se instauró con dos elecciones abrumadoras, la de 2018 y la de 2024, que amplió las elecciones democráticas al Poder Judicial y que cambiará la forma en que se representa a los ciudadanos de tal manera que no haya voto inútil aunque su opción haya perdido, se le llama “autoritarismo”. Esta crítica, más morónica que oximorónica, se cura en salud: “los autócratas” –dicen– “usaron las reglas de la democracia para subvertirla desde adentro”. Así, tal parece que la democracia se aniquila a sí misma cuando comienza con un mandato abrumadoramente mayoritario y se ejerce con legtimidad. El veneno para la democracia es la propia democracia, vaya, vaya. El argumento sigue: y si está en riesgo, la democracia necesita que alguien la salve. Y, entonces, aparecen como vengadores los adalides del antiguo régimen que ordenaron fraudes electorales, censuraron a la prensa, masacraron a movimientos de protesta, disolvieron por decreto a toda la Suprema Corte, y praticaron la intriga más que la política. Como Zedillo o Calderón que, en nombre de una supuesta necesidad histórica, hicieron que la gente se sacrificara por un supuesto beneficio posterior que sólo consistía en la fe que le tuvieron a sus planes: “Ya mero salimos de la crisis”; “ya mero de la violencia”. Ahora tachan al pueblo de “ignorante” porque no tuvo su misma fe.
Según ellos, han desaparecido “los contrapesos” porque, ahora, los tres poderes de la república son electos por una mayoría. A lo que se refiere “contrapeso” es al uso faccioso de los juzgadores como un poder que declaraba “inconstitucionales” todas las leyes aprobadas en el Congreso que amenazaban las ganancias privadas, nacionales y extranjeras, es decir, un poder que saboteaba al interés general y que se erigió por encima de los otros dos.Según este argumento, “independencia” judicial no era seguir los propios criterios, sino estar en contra de todo lo que aprobaran los representantes electos. Los críticos de la democracia también se refieren a la reasignación de las funciones de los organismos autónomos que ocultaron en la “técnica” decisiones que sólo beneficiaban a las empresas. Y, por último, siguen usando el término “clientelismo” para los derechos sociales que están en la Constitución y que son para todos, opositores y no. Sin embargo, no son las instituciones o derechos lo que les escandaliza, sino su origen popular: el voto universal.
En el fondo, estos críticos odian la democracia. Odian, como dice Jacques Rancière, la ruptura que significa con todos los criterios que habilitan supuestamente a alguien para ser gobernante: la herencia familiar, la riqueza y el saber certificado con diplomas. Los tres pueden ser indispensables en otros espacios –la familia, la empresa, la escuela– pero no en la política. Escribe el mismo Rancière: “El poder del pueblo no es el de la población reunida, de su mayoría, o de las clases trabajadoras. Es simplemente el poder propio a los que no tienen más título para gobernar que para ser gobernados. No es posible desembarazarse de este poder denunciando la tiranía de las mayorías, porque haría falta también desembarazarse de la política”.
A menudo, cuando estos críticos lo han leído aunque sea en Wikipedia o Google, citan como autoridad a Alexis de Tocqueville, cuyos sentimientos aristócratas se erizaron cuando vio que, en el Estados Unidos de 1835, se elegían a todas las autoridades, incluyendo jueces. Se les olvida mencionar, además de su contradictoria “tiranía de la mayoría”, que la solución que Tocqueville propone es el regreso a alguna forma de aristocracia: que se relijan perpetuamente los diputados y senadores, que se eternice la administración, que no cambien las leyes con respecto a la dinámica social, que la opinión pública no “tiranice el espíritu libre”.
Como con los críticos mexicanos de hoy, Tocqueville nunca vio la “tiranía de las mayorías”, pero la olfateó desde lejos. Quién sabe qué hubiera pensado el francés del voto de las mujeres o del movimiento de los derechos civiles que detuvo la guerra en Vietnam y trajo el reconocimiento de que la democracia estadunidense oprimía a los no-blancos o, en su propio país, del mayo de 1968. Acaso hubiera reconocido que la democracia son las luchas por ampliarla, de lo privado a lo público y de lo elitista a lo plebeyo: que los que dominan con su riqueza en la sociedad no lo hagan, también, en el gobierno. La democracia es esa ampliación cuando alguien que cumple con un papel en la sociedad irrumpe para ejercer su derecho a la ciudadanía: mujeres, negros, indígenas, gays y un numeroso etcétera. Lo político es cuando lo social se niega a continuar siendo. La mayoría a la que tanto le temió Tocqueville se iba a hacer cada vez más grande, compleja, y con múltiples “espíritus”. No se comportó con las reglas que idearon los abogados o los economistas.
Los que odian la democracia son los que sienten la impureza que habita la política: lo que hace a la élite dominante en la sociedad –sus antecedentes familiares y sus propiedades– no cuenta como criterio principal de la política, sino cosas que no son propias de ellos: legitimidad, visión de destino compartido, sentimientos de empatía sin que medie cálculo personal alguno, orgullo de pertenencia, una superioridad fundada en que no reconoce ninguna superioridad porque en una ruptura democrática lo que se borra son los rangos que con tanto esmero había repartido la élite entre cuerpos, lenguaje, gustos, y reconocimientos. La élite se exaspera porque el insaciable apetito por acumular ahora debe contenerse –sólo un poco– ante la soberanía popular y los derechos sociales. La élite se escandaliza de que la gente haya optado por algo más que la cadena de los sustituíbles burócratas de la oligarquía. La élite se escanzaliza de que haya ahora que gobernar con pueblo –o como ellos decían: “sin divisiones”– y que haya que hacer política. ¿Por qué el pueblo no se conforma como los modelos de la teoría de juegos? ¿Por qué no tiene siempre la lógica del provecho personal o de la preclaridad de las ciencias? ¿Por qué los ciudadanos plebeyos eligen vivir en la indistinción entre gobernantes y gobernados? ¿Qué saben ellos de nada? ¿Y de qué se ríen?
Si las encuestas no fallan, Zoh-ran Mamdani será elegido el martes nuevo alcalde de Nueva York. Un migrante musulmán, socialista y propalestino al frente de una ciudad emblema del capitalismo y con la mayor cantidad de judíos del mundo, sólo por detrás de Tel Aviv. El fenómeno es lo suficientemente llamativo como para tratar de descifrar algunas de sus claves.
Van a disculpar el atrevimiento, porque uno es consciente de que Nueva York queda bastante más cerca desde México que desde esta vieja ciudad europea llamada Iruñea, pero como por cuestiones que no vienen al caso a uno le ha tocado seguir la campaña de Mamdani, es difícil resistirse a realizar un pequeño decálogo de las cosas que han funcionado para que, en plena furia trumpista, un candidato socialista esté a las puertas de la alcaldía de la Gran Manzana.
Uno: un marco propio. Todo estaba listo para que la campaña versara sobre la seguridad en una ciudad en franca decadencia durante el mandato de Eric Adams. Pero Mamdani se ha aferrado a su agenda, que es la de lograr una vida asequible para los habitantes de una ciudad que ya no pueden vivir “en lo que llamaban hogar” y ha logrado que el resto bailen al son de su marco. Delimitar el terreno de juego es ganar medio partido. La causa profunda, por supuesto, es haber conectado con el sentir y el deseo de una amplia mayoría. Subir a un transporte público sin temor a ser asaltado es importante, pero vivir sin la angustia de que te expulsen de casa o de que te deporten de la noche a la mañana no tiene precio.
Ocurre lo mismo con Palestina. Mamdani fue arrestado en octubre de 2023 en una protesta contra los bombardeos en Gaza, recién empezados entonces. Sus oponentes creyeron que serviría para laminar sus opciones, pero el candidato no se ha echado atrás ni ha renunciado a denunciar el genocidio. Y ha resultado que la gente está más cerca de lo que defiende el socialismo democrático que del lobby sionista.
Dos: las cosas del comer, pero no sólo. Mamdani ha concretado su agenda en tres grandes promesas que sus seguidores corean en los mítines como si de un estribillo se tratase. Son la vivienda –con congelación de los alquileres–, el transporte público gratuito y la atención infantil garantizada. Hay más, por supuesto, pero este es el trípode que aguanta la candidatura. Son materias transversales que, en mayor o menor grado, afectan a toda la base que puede hacerlo alcalde.
Pero, ojo, centrarse en las cuestiones del comer no significa que haya descuidado a las minorías amenazadas por un trumpismo que arremete contra todo lo que cabe en un significante vacío construido con mimo y paciencia para ello: wokismo. Mamdani ha defendido abiertamente al migrante, al movimiento queer y a toda identidad amenazada por la ola reaccionaria. Las viejas consignas de la izquierda son perfectamente compatibles con las demandas emergentes de las últimas décadas.
Tres: nuevos votantes. En las primarias demócratas de 2021, 2 por ciento de los inscritos fueron nuevos registrados. Este año ha sido 7 por ciento. Frente a dinámicas que excluyen a cada vez más gente del proceso político, con participaciones electorales irrisorias que ponen en duda aquello de la democracia representativa, Mamdani está logrando atraer a las urnas a nuevos votantes, jóvenes y abstencionistas. Hay que abrir por abajo lo que se cierra por arriba.
Cuatro: voluntarios, organización, trabajo. Esa incorporación de savia nueva al proceso político se observa también en el tamaño del cuerpo de voluntarios que se está pateando cada esquina de la ciudad. Fueron 50 mil antes de las primarias y son cerca de 80 mil ahora. Solo no se puede.
Cinco: coherencia sí, efectividad también. Otra falsa dicotomía se acostumbra presentar entre el idealismo y el realismo, como si fuera incompatible aspirar a ideas utópicas mientras se adecua el mensaje al momento. “Tener razón, por sí mismo, no sirve de nada. Tenemos que ganar y tenemos que cumplir”, ha dicho el todavía candidato.
Seis: el encanto y la sonrisa. El carisma no gana elecciones por sí solo, pero sería difícil para un migrante socialista llegar a la alcaldía de Nueva York sin un encanto innato que hasta los adversarios reconocen. Es rápido, ocurrente y muy intuitivo. Si las selfis desgastaran a una persona, Mamdani no existiría. Sabe que en corto gana, por lo que no ha dejado una puerta sin llamar ni un pódcast sin visitar. No se le borra la sonrisa ni cuando le gritan “comunista de mierda” por la calle. Y esa, quizá, es otra de las claves. La furia convoca a unas gentes a las urnas y deja a otras en casa. La sonrisa puede hacer lo mismo, pero en sentido inverso.
Siete: el ahora y el mañana. Mamdani vende una visión de la ciudad que no mira con nostalgia al pasado, sino que invoca al futuro para actuar en el presente. Si te lamentas porque no puedes pagar la renta de tu apartamento, no te quedes mirando aquel tiempo en que llegabas más fácilmente a final de mes, muévete y vuelve a hacerlo posible. El motor no es el resentimiento, que para eso ya está Trump, sino la ilusión.
En sus campañas presidenciales (tres), Donald Trump se ha empeñado en presentar como opositor al intervencionismo militar sintiendo −correctamente− que muchos estadunidenses estaban cansados de las “guerras eternas” del cambio de régimen (Irak et al.). En su primer mandato no sólo no ha empezado ninguna guerra nueva, sino que su postura, calificada −en buena parte erróneamente (t.ly/uDcLl)− de “aislacionista”, le valió duras críticas tanto de parte de los viejos neoconservadores halcones como de los liberales, por su negativa a seguir con la “habitual” −atlantista, imperial e intervencionista− agenda exterior estadunidense de la posguerra fría.
De allí, la paradoja del inicio de su segunda presidencia es que mientras su agenda exterior, hasta ahora, ha sido mucho más mainstream y guerrerista −Trump se ha pasado su primer año cometiendo el genocidio en Gaza, bombardeando Yemen e Irán y ahora, aparentemente, preparándose para la guerra con Venezuela−, él mismo, junto con sus seguidores, se ha empeñado en presentarse esta vez −como si todos estos afanes fuesen calculados a oscurecer dicha marca− como “un presidente de paz”, “pacificador global digno del Premio Nobel” y a proclamar a diestra y siniestra sus “victorias de paz” totalmente ficticias.
En su larguísimo discurso ante la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (septiembre) aseguró, por ejemplo, “haber acabado con siete guerras inacabables” en “un periodo de sólo siete meses”, la cifra que el Departamento de Estado pronto elevó a ocho (t.ly/rCyyX). Según esto, sus “mediaciones” pusieron fin a las guerras entre Camboya y Tailandia, Kosovo y Serbia, Congo y Ruanda, Pakistán e India, Israel e Irán, Egipto y Etiopía y Armenia y Azerbaiyán, así como −el octavo “éxito”− “entre Israel y Hamas”.
Incluso una vista rápida permite constatar que ninguna de estas afirmaciones corresponde con la realidad: en caso de Camboya y Tailandia fue un conflicto fronterizo resuelto con mediación de Malasia (lo único que hizo Trump fue amenazar a ambos países con aranceles); entre Kosovo y Serbia no hubo ahora ninguna guerra, así que nada con qué “acabar”; entre Congo y Ruanda la violencia continúa. En caso del conflicto por Cachemira entre India y Pakistán, la afirmación de Trump de “haberlo solucionado” provocó una grave crisis diplomática con Nueva Delhi ( sic). En la guerra entre Israel e Irán, Estados Unidos fue, literalmente, un beligerante después de que Trump, siguiendo a los israelíes, bombardeara las instalaciones nucleares de Teherán (ganándose, de paso, el aplauso de neoconservadores y liberales, anteriormente críticos, por, finalmente, “hacer las cosas bien”); entre Egipto y Etiopía tampoco hubo ninguna guerra.
Y en caso de Gaza, el alto el fuego −no “paz”−, después de haber sido violado múltiples veces, está a punto de desmoronarse, con Israel ansioso de continuar con el genocidio, del que Estados Unidos, de hecho, ha sido el principal facilitador.
El último caso sin mencionar −de la supuesta “paz” entre Armenia y Azerbaiyán− es emblemático para la hondura de la ficción detrás de los “éxitos” del autoproclamado “presidente de paz” y para el tamaño de su ignorancia.
A pesar de proclamar que ambos países, bajo sus auspicios, firmaron en agosto un “tratado de paz”, el sdocumento −que estipula, entre otros, la concesión de derechos a Estados Unidos para construir un corredor a través del territorio armenio para conectar a Azerbaiyán con su enclave extraterritorial de Najicheván, la llamada, of course, Ruta Trump para la Paz y la Prosperidad Internacionales (TRIPP, t.ly/nG7NN)− apenas fue rubricado por los presidentes de ambos países en espera de resolver aún algunos asuntos espinosos (algo que, a sugerencia de Washington, no les impidió, sin embargo, prometer ya nominar a Trump al Premio Nobel de la Paz).
Al ufanarse de “parar esta guerra” –el conflicto cuya fase moderna empezó en 1988 y que la última vez estalló en 2023, cuando Azerbaiyán se apoderó por fin del enclave armenio de Nagorno Karabaj/Artsaj expulsando a todos sus habitantes, o sea, cuando el hoy presidente estaba fuera del poder−, Trump ha tenido dificultades de pronunciar “Azerbaiyán” (“Aber-Bajdán”, según él) y se ha referido dos veces a Armenia como… “Albania” (t.ly/F6wm1).
Toda la esperanza de girar este lapsus al apuntar que en los territorios en cuestión efectivamente existió en la antigüedad (II a. C.-VIII d. C.) una entidad llamada “Albania caucásica” −ninguna relación con el país en los Balcanes− está condenada al fracaso por ser Trump famosamente ignorante de la historia y la figura de “Albania”, una vieja herramienta del revisionismo histórico azerí, que busca renombrar así todos los vestigios históricos de Armenia en la región (t.ly/UqQ49). Luego, pensándolo dos veces, Trump −“encuatado” mucho más con el sátrapa de Bakú Ilham Aliyev−, tal vez usó “bien” este término, aunque, dado el contexto, de modo que difícilmente se consideraría como una muestra de “paz”.
En otra ocasión, redoblando en el borramiento armenio y mejorando de paso la pronunciación de Azerbaiyán (esta vez “Azer-Baiján”), ni siquiera mencionó a Armenia (t.ly/s7xew). Congratulándose “de haber parado una guerra que mató a millones” −pero que en realidad en su fase más caliente (1991-1994) arrojó unas 30 mil víctimas−, aseguró también que Vladimir Putin, en una (supuesta) llamada, quedó maravillado por cómo él “acabó con la guerra inacabable que ellos nunca pudieron acabar”. No sólo usaba así este caso para desviar la atención de la guerra ruso-ucrania que él mismo en la campaña de 2024 prometió “resolver en 24 horas” (y no pudo), sino ignoraba igual que Rusia nunca estuvo interesada en resolver el conflicto armenio-azerí, sólo en “gestionarlo” ( divide et impera). Claramente para Trump, en cuanto a la ficción, sólo el cielo es el límite.
Un espectro recorre nuestro país. Es el espectro del dramaturgo Henrik Ibsen y el de su doctor Thomas Stockmann, el científico humanista que en Un enemigo del pueblo (1882) es difamado y apedreado por revelar y defender la verdad y, finalmente, llamado un enemigo del pueblo.
En esta obra en cinco actos, la autodenominada “prensa liberal” figura como aliada de los intereses que actúan contra el doctor Stockmann. Lo quieren silenciar y lo difaman por las consecuencias que su descubrimiento (que las aguas del balneario curativo municipal son en realidad fuente de enfermedad) conlleva: el cierre del balneario, la principal actividad económica de su ciudad. A Thomas lo apedrean en una asamblea pública cuando además denuncia su otro descubrimiento, más radical y significativo que el primero: que análogamente al balneario, la vida social burguesa se alza sobre una turbera putrefacta de mentiras.
Rondan los espectros de Ibsen y el doctor Stockmann con motivo de la tormenta de infundios que ha cundido en la “prensa liberal” contemporánea en contra de la doctora María Elena Álvarez-Buylla Roces, ex titular del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (Conahcyt), ahora Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (Secihti). Con artificios retóricos, los ventrílocuos de la “prensa liberal” han pretendido instaurar la noción de que durante la gestión liderada por Álvarez-Buylla Roces hubo malos manejos o desvíos de recursos públicos para fines privados. Se “apedrea” al todo por la parte: a Elena Álvarez-Buylla como líder de un proyecto para instaurar en el sentido común la noción –falaz– de que si ella merece tacha, también la merece el proyecto que ella encabezó.
Resulta claro que esta campaña tiene un cometido estratégico: se trata de un golpe a la soberanía nacional, mediante el ataque a un proyecto cuya política científica giró en torno a la reconstrucción y defensa de la soberanía científica, apuntalando por esta vía la reconstrucción y defensa de la soberanía nacional.
Es que en la medida en que el desarrollo científico-técnico de una nación define las posibilidades de desarrollo social, económico, industrial y cultural de un país, la política científica de una nación es un frente estratégico para la construcción y defensa de soberanía nacional, o puede serlo también para su destrucción. Además, de la soberanía científica dependen otras formas de soberanía que son tributarias de la soberanía nacional.
En México, la política científica ha tendido a plegarse a las directrices impuestas por instancias supranacionales como la Organización de Naciones Unidas y sus agencias, la OCDE o incluso por el TLCAN/T-MEC, ya sea de manera directa por las disposiciones específicas de los tratados o indirectamente como consecuencia de los mismos. Su fuerte influencia redundó, durante el neoliberalismo, en un gravísimo debilitamiento de la soberanía científica con el consecuente impacto en todos los frentes que de ella dependen.
El sexenio pasado (2018-2024), el Conahcyt asumió la necesarísima tarea de reconstrucción y defensa de la soberanía científica, que había sido larga e irresponsablemente abandonada. Su renovada política científica, humanista y soberanista impulsó la atención a los problemas más acuciantes de nuestro país mediante una serie de acciones, como la creación de Programas Nacionales Estratégicos (Pronaces) orientados a que la actividad científica incidiera en la solución de problemas nacionales y regionales, económicos, sociales y ambientales urgentes, problemas todos brutalmente agudizados (cuando no causados) por la negligencia criminal generalizada de las autoridades de administraciones anteriores.
La Ley General en Materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación, aprobada en mayo de 2023, consolidó esta política científica, y en el informe a un año de su promulgación (https://bit.ly/48NWyTg) se constata una redistribución de los recursos para la investigación, teniendo como criterio principal el fortalecimiento de la soberanía nacional y la autonomía tecnológica, priorizando la investigación para resolver problemas estratégicos y urgentes del país, así como garantizar el derecho humano a la ciencia, tanto en el goce de sus beneficios como en la participación en la actividad científica.
La lógica centrada en la soberanía científica y nacional del Conahcyt se tradujo también en una crítica y denuncia de los comportamientos que habían caracterizado la política científica neoliberal, como los criterios de distribución del presupuesto público, que se concentraba en una élite de científicos y se destinaba a subsidiar investigaciones de empresas privadas. Por ejemplo, mediante el esquema de fondos mixtos, el Conacyt financió a empresas privadas trasnacionales y nacionales como PepsiCo, Kimberly Clark, Bosch, Bimbo y Lala (entre otras).
La política redistributiva, la puntual crítica y denuncia que la administración liderada por Álvarez-Buylla fue haciendo indigestó a quienes se vieron en un espejo que no les favorecía y, tanto o más, a las empresas privadas nacionales y trasnacionales que dejaron de recibir financiamientos públicos. Son quienes ahora, dispépticos, regurgitan veneno análogo al que circula por las cuencas de los ríos mexicanos a causa de la desregulación ambiental que por sexenios favoreció la acumulación de tóxicos que persisten en el ecosistema y se amplifican en la cadena trófica.
La temporada es propicia para resucitar la obra del humanista Henrik Ibsen. El admirable noruego, como su doctor Stockmann y la doctora Álvarez-Buylla, defendió apasionada –y en su caso, también artísticamente– la verdad, así como la posibilidad y el deber de formar seres humanos libres.
La posibilidad de una acción militar contra Venezuela por parte de Estados Unidos aumenta día tras día. Mientras tanto, el presidente Donald Trump sigue obsesionado con ganar el Premio Nobel de la Paz, insistiendo en que ha negociado el cese de hostilidades entre varios países, incluso algunos conflictos que nunca existieron. ¿Son estas las acciones de un presidente cada vez más incapacitado o son parte de una estrategia que busca la derrota de la izquierda en América Latina? Quizás ambas cosas sean posibles. Parafraseando a Carlos Marx y Federico Engels, un fantasma recorre Estados Unidos: el fantasma del narcoterrorismo.
Washington ha declarado que el propósito de su despliegue masivo en el Caribe es interceptar el tráfico de drogas de América Latina hacia Estados Unidos. Pretenden hacernos creer que para destruir 13 lanchas y matar a 57 personas que supuestamente traficaban cocaína y fentanilo se requiere la presencia de 15 por ciento de la fuerza naval de Estados Unidos, incluyendo el portaviones más grande del mundo, el Gerald R. Ford, varios destructores, una embarcación de combate litoral y un submarino nuclear. La fuerza naval está respaldada por un equipo de helicópteros en Panamá, y en Puerto Rico han concentrado un escuadrón de cazadores F-35B. Estados Unidos también tiene bases militares en Cuba, El Salvador y Aruba, y cuenta con la ayuda explícita del gobierno de Trinidad. Como si fuera poco, el Comando Sur también ha despachado bombarderos B-52 capaces de cargar armas nucleares para sobrevolar la costa de Venezuela. El presidente Trump también autorizó las acciones de la CIA en territorio venezolano.
El pretexto para destruir las embarcaciones y matar a sus tripulantes es que su destino final era el territorio de Estados Unidos, una distancia de 2 mil 600 kilómetros, lo cual sería imposible sin surtirse de combustible innumerables veces. La realidad es que el gobierno de Trump no ofrece la más mínima prueba que indique que estas lanchas intentaban llegar a Estados Unidos. Lo más probable es que algunas pertenecen a redes de pescadores, y sin duda algunos serían contrabandistas, que siempre han operado en el Caribe traficando bienes, gasolina o inmigrantes. Como señaló un pescador trinitario: “ningún narcotraficante va a cargar 11 personas en una lancha, si de lo que se trata es de traficar drogas”.
Según Trump, los tripulantes son miembros del Tren de Aragua, una banda criminal que opera en Venezuela y supuestamente representan una fuerza invasora bajo las órdenes del gobierno de Venezuela, cuya intención es matar a estadunidenses. Al igual que hizo con la Mara Salvatrucha durante su primer gobierno, Trump ha satanizado a los inmigrantes venezolanos asociándolos con el Tren de Aragua. En el contexto internacional, el país y su población son también satanizados, vistos como el principal enemigo de Estados Unidos en América Latina. Esta postura de crear monstruos ahora se convierte en una justificación para atacar embarcaciones en el Caribe.
El presidente Trump, su principal asesor, Stephen Miller, y el secretario de Estado, Marco Rubio, afirman que los llamados narcoterroristas amenazan la seguridad de Estados Unidos. Al igual que en Irak, donde Estados Unidos falsamente promovió la existencia de “armas de destrucción masiva” para iniciar una guerra, en el Caribe usan el narcotráfico para justificar sus acciones militares y presionar a Venezuela y a Colombia. Según Trump, las naves y su cargamento representan una amenaza existencial para Estados Unidos. Trump manipula esta posición para no tener que pedir al Congreso una declaración de guerra, y de tal forma, Trump y su gobierno se convierte en juez, jurado y verdugo de las personas en las lanchas.
Sin mucho éxito, un puñado de congresistas demócratas han criticado las acciones de su gobierno. Trump también ha recibido críticas de sectores inesperados. Abogados militares jubilados han declarado que la ejecución de los tripulantes no sólo viola el derecho internacional, sino también la ley de Estados Unidos. El almirante Alvin Holsey, comandante del Comando Sur encargado del despliegue en el Caribe, renunció a su cargo a mediados de octubre al no estar de acuerdo con las acciones letales del gobierno.
En abril, el Concilio Nacional de Inteligencia y otros servicios de inteligencia en Estados Unidos refutaron la posición de Trump, indicando que Venezuela no produce ni cocaína ni fentanilo y que el gobierno no controla al crimen organizado. Sobre todo, confirmaba que las principales rutas del narcotráfico operan en el Pacífico, no en el Caribe. Posteriormente, el presidente y vicepresidente del Concilio fueron despedidos, y la Casa Blanca produjo un reporte de la FBI que justificaba sus acciones.
Trump no tiene una estrategia sistemática, la mayoría de sus ideas surgen de la última emisión de Fox News o de su interacción con algún asesor o empresario. Sin embargo, sus asesores, especialmente el secretario de Estado, Rubio, sí pretenden tener planes con los cuales aspiran “rescatar” América Latina de la izquierda. Rubio y sus socios no sólo intentan derrocar al gobierno de Venezuela: también buscan influir en las elecciones en Colombia, y a largo plazo su objetivo es transformar los gobiernos de Cuba, Nicaragua e incluso México y Brasil.
La visión de los asesores de Trump es una doctrina Monroe II. Los asesinatos ilegales en alta mar proporcionan imágenes espectaculares para Trump, que está obsesionado con la televisión, ya que le permite ocultar la realidad. La administración combate fantasmas, mientras tanto, hoy como antes, las víctimas son personas reales cuando el Caribe se convierte en el laboratorio de pruebas para el imperialismo estadunidense.
* Profesores eméritos, departamento de Historia, Pomona College
Aseis años de recorrer los territorios y compartir las voces de las comunidades afectadas por tres megaproyectos insignia del sexenio de Andrés Manuel López Obrador –el Tren Maya, el Proyecto Integral Morelos y el Corredor Interoceánico–, un equipo de documentalistas convocados por Desinformémonos volvió a caminar selvas, valles y mares en comunidades indígenas de cinco estados de la república mexicana, para reportar qué ha ocurrido y qué viven los pueblos desde entonces en las regiones donde se expanden esos proyectos que la presidenta Claudia Sheinbaum promete continuar.
El resultado se plasma en el bello y duro documental multimedia Antes de que anochezca. Los pueblos tienen la palabra. Con la dirección de Gloria Muñoz Ramírez, tres equipos de periodistas, comunicadores, videoastas y fotógrafos escuchan y reportan los impactos sobre el medioambiente y la vida comunitaria de esos megaproyectos. La mayoría son comunicadores originarios de cada región que conocen bien la historia de las localidades sobre las que se extienden las obras. Recomiendo ampliamente verlo y pensarlo (https://antesdequeanochezca.desinfor memonos.org/).
El Tren mal llamado Maya, que nada tiene que ver con la vida y proyectos propios de esos pueblos, se ha extendido hiriendo la tierra, cenotes y bosques como lo que realmente es: un proyecto multimodal de acaparamiento de territorios (Grain, https://tinyurl.com/ypet54jn).
Es un tren para la agroindustria, reporta Claudia V. Arriaga Durán desde la península de Yucatán. La ruta del tren ha potenciado el avance de un tipo de agricultura de gran escala, basada en el uso intensivo de agrotóxicos, maquinaria que destroza los suelos, semillas híbridas (o transgénicas, aunque no sean legales), que contamina y no sabe manejar las aguas, por lo que erosionan los suelos. Un modelo agrícola absurdo, controlado por trasnacionales de agronegocios, que envenena tierra y agua y que es realizado mayormente por menonitas que aumentaron sus asentamientos a lo largo de la ruta del tren. Parten deforestando grandes áreas de selvas para plantar monocultivos de arroz con agrotóxicos, un cultivo que para nada se adapta a ese ecosistema. Pese a ello, la gobernadora Layda Sansores de Campeche prometió hacer de la región “un granero de arroz”.
El Tren también abrió acceso al agua a las trasnacionales, un bien escaso en México y el mundo. En Kanasín, Yucatán, la trasnacional cervecera Heineken, comenzó una megainstalación de planta cervecera que ocupa un millón 315 mil 863 metros cuadrados. Los proyectos industriales de Heineken han obtenido permiso para al menos 13 pozos de agua, con una profundidad de 55 a 60 metros y están en el área geohidrólogica del Anillo de Cenotes. Para ello han desplazado a familias mayas enteras. Las consultas sobre este proyecto han sido manipuladas, en información y participación, dejando afuera a muchas de las personas afectadas y sin respetar sus derechos como pueblos indígenas.
También así en Salina Cruz, extremo del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantpec. Allí, la adaptación y dragados del puerto para dar cabida a embarcaciones de gran calado está terminando con una comunidad ikoot completa. Reporta desde allí Diana Manzo, que el rompeolas que se ha construido desde el puerto está compuesto por millones de toneladas de roca en una longitud de mil 600 metros y una profundidad de 25 metros. Aplaca el oleaje para los barcos que entran al puerto, pero lo desvía hacia la comunidad Colonia Cuauhtémoc que ya ha visto desaparecer la tercera parte de su territorio, devorado por el mar.
“A nosotros nadie nos consultó sobre los impactos sociales, ambientales y económicos de un rompeolas, ni del proyecto llamado Corredor Interoceánico. Ahora el mar nos quiere tragar porque esta obra removió la marea e hizo más oleaje para la comunidad, creando remolinos internos que van comiendo playa a su paso”, cuenta Guadalupe Quintanar, quien teme, con razón, que el mar hará desaparecer su casa y la laguna donde pescaba para sobrevivir. Más de 300 personas han tenido que dejar sus casas y pronto todo el pueblo tendrá que salir de su territorio. Demandan como mínimo que les den un lugar seguro para mudarse, un proceso lento y engorroso que el gobierno ignora o apenas atiende. En cualquier caso, es una perspectiva terrible para quienes han vivido siempre en la comunidad, en armonía con el mar y la naturaleza.
Tampoco en Morelos ha habido escucha ni justicia para los opositores al Proyecto Integral Morelos. A más de seis años del asesinato de Samir Flores Soberanes, comunicador de Radio Amilcingo y participante del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua de Morelos, Puebla y Tlaxcala, no se ha esclarecido el crimen. Peor aún, la Fiscalía General del Estado de Morelos ha diseminado versiones falsas sobre presuntos culpables, que fueron desmentidas por el Frente de Pueblos, que ha hecho su propia investigación y mapa de actores señalando la complicidad del gobierno de Morelos en el crimen.
“Parece lejano el amanecer, no sólo para los pueblos originarios que habitan estos territorios, sino para la humanidad entera”, reflexiona Gloria Muñoz Ramírez. Las comunidades indígenas siguen en la defensa de sus territorios y la permanencia de sus culturas, que entrañan el amanecer.
Ala tradicional pregunta: “¿Has leído la novela?” y la aún más tradicional respuesta: “No, pero vi la película” hoy se puede añadir una versión alternativa: “¿Viste la película?”, “No, pero vi la ópera”. Tal es el caso de la ópera Breaking the Waves (‘Rompiendo las olas’, 2016) de la compositora estadunidense Missy Mazzoli, con un libreto de Royce Vavrek basado directamente en el guión del excelente filme homónimo escrito y dirigido en 1996 por Lars von Trier. Breaking the Waves fue puesta en escena recientemente en la Sala Covarrubias de la UNAM bajo la dirección musical de José Areán y escénica de Marcelo Lombardero. La terrible historia original ha sido trasladada al ámbito operístico con fidelidad a sus elementos básicos, de manera que la narrativa escénica permite seguir con claridad el argumento, a lo cual ayuda la ausencia de enredos y elementos inútiles. Sin embargo, el libreto no es de la altura del guión original, y la partitura no resultó del todo satisfactoria, a pesar de que en ella se perciben con creces la calidad y el oficio de Missy Mazzoli. Se trata, más bien, de que el lenguaje empleado por la compositora evade por completo la expresividad, de modo que Breaking the Waves se convierte para el oyente en una experiencia puramente intelectual, muy distante del impacto emocional que provoca el original fílmico. Esta sólida pero desapasionada partitura fue bien preparada y ejecutada por José Areán al frente de la Orquesta Juvenil Universitaria Eduardo Mata. Observación puntual: aún me asombra que nuestros cantantes (académicos o no) sigan a estas alturas batallando (y haciéndonos batallar) con la correcta pronunciación de la lengua inglesa.
Me he quedado con la impresión de que las alabanzas desmesuradas que se prodigaron a Breaking the Waves antes y después de su presentación están cimentadas, más que en el alcance y profundidad de la música y el resultado total de la obra, en el reconocido y bien ganado prestigio de Missy Mazzoli y en el recuerdo del filme de Lars von Trier que, como producto artístico, es notablemente superior a la ópera. La deuda podría saldarse, quizá, con la programación de algunas otras obras de la compositora, sobre todo orquestales.
Por esas mismas fechas, la Ópera de Bellas Artes tuvo otro acierto con sus funciones de la monumental Elektra de Richard Strauss, cuyo demencial personaje titular representa un complemento ideal a la igualmente dañada Lady Macbeth de Mtsensk de Shostakovich exitosamente presentada hace unos meses en el Palacio. Bajo la competente dirección musical de Stefan Lano, la Orquesta del Teatro de Bellas Artes tocó a un buen nivel y, sobre todo, dejó cantar al elenco, de modo que fue posible escuchar con claridad el formidable texto de Hofmannsthal. Hay quienes afirman que ello se debió a una reducción en las fuerzas orquestales propuestas originalmente por Strauss; no me consta. A destacar en la puesta en escena, dirigida por Mauricio García Lozano, la consistencia monocromática de los elementos visuales, todos ellos minimalistas, contrastados en los momentos álgidos con brutales brochazos de sangre escarlata. Interesante, también, el haber asumido con convicción lo mucho que Elektra tiene de historia de fantasmas, llegando incluso a corporeizar a uno de ellos de un modo y en un momento que causó una sabrosa controversia en la platea. ¿Que si la puesta en escena fue estática? Sí, lo fue, por el simple hecho de que esta no es una ópera de acción y peripecia, sino una interiorización profunda de pasiones y pulsiones desmesuradas. Lo que sí se extrañó, y mucho, fue la danza final de Elektra, elemento esencial para el desenlace de la tremenda historia. En lo vocal, una sólida participación de los cantantes mexicanos, bien amalgamados con las buenas voces protagónicas extranjeras, lo cual siempre ayuda a la homogeneidad musical.
En la función a la que asistí, el personaje titular fue cantado por Catherine Hunold; unos días después, pude ver el video de una función con el elenco alternativo, y si bien sé por experiencia que es difícil evaluar calidades artísticas a través de una grabación que no sea impecable en audio y en video, lo que miré y escuché me dejó la impresión de que ciertamente hubiera preferido atestiguar la Elektra cantada y actuada por Diana Lamar.
El block maravilloso (Block de Notas Místico) es una metáfora empleada por Sigmund Freud para describir la estructura y el funcionamiento del aparato perceptivo y memorístico humano. Freud introdujo este concepto en su nota de 1924 (1925), Una nota sobre el Block de Notas Místico.
Freud establece entre el dispositivo físico y la sique humana: componente del Block Maravilloso, parte análoga del aparato síquico Lámina de Celuloide (cubierta protectora): la protección del sistema contra estímulos (Reizschutz); el escudo perceptivo. Papel Encerado (lámina receptora): el sistema perceptivo-consciente (Sistema de Conciencia); recibe estímulos, pero no retiene rastros permanentes. Pizarra de Cera (capa base): la mente inconsciente; conserva rastros permanentes (rastros mnémicos) de las percepciones.
Como funciona la metáfora Freud intentaba resolver un problema teórico: ¿cómo puede nuestro sistema perceptivo estar siempre abierto y receptivo a nuevos estímulos (como una pizarra en la que siempre se puede escribir), a la vez que forma rastros permanentes de memoria (como una hoja de papel que guarda lo escrito)?
El Block Maravilloso ejemplifica a la perfección esta doble capacidad. El proceso de “escritura” (percepción): al escribir en la hoja de celuloide con un punzón, la presión hace que el papel encerado se adhiera a la placa de cera inferior, haciendo visible la escritura. Esto es como una percepción consciente que aparece en la mente.
El proceso de “borrado” (olvido de la conciencia): al levantar la hoja que cubre la superficie, la escritura desaparece de la superficie.
El sistema perceptivo se despeja y está listo para nuevas impresiones. Sin embargo, la escritura se ha conservado permanentemente en la placa de cera. Esto es análogo a una percepción que se desvanece de la conciencia, mientras se forma un recuerdo permanente e inconsciente de ella.
El papel de la capa protectora: La lámina de celuloide protege el delicado papel encerado de ser dañado por el lápiz, al igual que nuestro aparato perceptivo tiene un escudo protector que modera la intensidad de los estímulos externos.
Perspectivas sicológicas claves del modelo. Freud utilizó esta analogía para explicar varios conceptos claves: dualidad de memoria y percepción: la metáfora muestra elegantemente que la percepción y la memoria son sistemas separados pero vinculados.
La conciencia se asocia con el sistema perceptivo, que es perpetuamente “limpio”, mientras los cimientos de la memoria residen en el inconsciente, donde los rastros se conservan indefinidamente. La naturaleza de la conciencia: Freud sugirió que la función discontinua del sistema perceptivo –el hecho de que una percepción pueda ser consciente y luego desvanecerse– constituye la base de nuestro concepto del tiempo. El inconsciente dinámico: así como las inscripciones en la cera se conservan, pero no son visibles, el contenido del inconsciente no es directamente accesible a la conciencia; sin embargo, se almacena permanentemente y puede influir en nuestros pensamientos y comportamientos.
El director estadunidense Scott Cooper ha seguido una carrera más bien dispareja, con al menos dos películas estimables –su debut Loco corazón (2009) y el western Hostiles: violencia americana (2017). A ese par se añade ahora Springsteen: Música de ninguna parte que, contra las apariencias, no es una biopic convencional.
La biopic roquera suele cubrir tópicos como problemas de adicción, conflictos de pareja, el gradual surgimiento a la fama y el precio que esta cobra. Nada de eso hay en Springsteen (bueno, salvo un breve episodio ficticio de una relación efímera con una joven mesera). Cooper, quien también escribió el guion basado en el documentado libro de Warren Zanes, ha decidido enfocar un periodo específico de la vida de el Jefe, cuando el hombre, afligido por una depresión, se enfrasca en componer y grabar él solo el material que se convertirá en el disco Nebraska.
Se trata, desde luego, de un proyecto más personal e introspectivo que de costumbre, posterior al disco The River y anterior a Born in the U.S.A., el disco más popular de la carrera de Springsteen, que lo convertiría en una superestrella del rock. (No es casual que dos de sus canciones, la titular y Dancing in the Dark, fueran las únicas en ser difundidas por la radio mexicana).
La película es minuciosa y convincente en establecer los elementos de inspiración del músico: la literatura de Flannery O’Connor, la película Badlands (Terrence Malick, 1973), la historia del asesino Charles Starkweather, entre otros. Y también lo que eso significaba en su entorno. El apoyo invariable recibido de su mánager y amigo, el ex crítico Jon Landau (Jeremy Strong), dispuesto a enfrentarse a ejecutivos disqueros exigentes de un éxito comercial. Incluso la banda otrora inseparable de Springsteen, la E Street Band, sería descartada de la nueva grabación por aportar demasiada música que distorsionaba las intenciones originales.
Eso sí, el melodrama asoma en los flashbacks en blanco y negro, en los cuales Bruce niño sufre los abusos de su padre (Stephen Graham), sobre todo cuando son dirigidos a su madre (Gaby Hoffmann). Y también cuando no cumple las expectativas de la chica local (Odessa Young), quien esperaba un romance hecho y derecho.
¿Vemos a Bruce Springsteen tocar en vivo, uno de los puntos centrales de su mitología? Sólo un poquito. Se muestra un flashback al final de una de sus giras, tocando la emblemática Born to Run. Luego hay un par de palomazos que el Jefe se echa con una banda local en el antro The Stone Pony, de Asbury Park. Y, claro, la grabación apoteósica de Born in the U.S.A. Nada más.
Ahora bien, ¿es creíble Allen White como el Jefe? Por mucho que se han disfrazado su cabello rubio, ojos azules y rasgos diferentes a los de Springsteen, hay algo que no funciona. Val Kilmer como Jim Morrison, Jamie Foxx como Ray Charles, Austin Butler como Elvis son algunos ejemplos donde uno olvidaba las diferencias faciales y se creía totalmente las encarnaciones actorales. Mucho me temo que eso no sucede en este caso, aunque Allen White hace un esfuerzo loable por imitar la voz y los modismos de Springsteen.
A fin de cuentas, Springsteen: Música de ninguna parte es informativa. Yo que no soy cultista de el Jefe como lo son mis amigos Oscar Sarquiz y Juan Villoro, ignoraba ese lado depresivo de quien es, después de Dylan, el cronista más cabal del rock estadunidense
Springsteen: Música de ninguna parte
D: Scott Cooper / G: Scott Cooper, basado en el libro de Warren Zanes / F. en C, ByN: Masanobu Takayanagi / M: Jeremiah Fraites / Ed: Pamela Martin / Con: Jeremy Allen White, Jeremy Strong, Paul Walter Hauser, Stephen Graham Odessa Young. P: Bluegrass Films, Gotham Group. Estados Unidos, 2025.
X: @walyder
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