El siempre oportunista Vicente Fox utiliza las tragedias y las luchas ajenas como negocio, así como hizo cuando ocupó la Presidencia y la convirtió en un negocio para enriquecerse y enriquecer a su familia.
Como eco rapiñero de su amigo Fernández de Cevallos, lucra políticamente con el asesinato de Carlos Manzo, muerte que carroñeramente Fernández de Cevallos describió como “asesinato atroz, muerte maravillosa”, para que sin rubor se utilizara abiertamente como bandera política, y así lo han hecho: rapaces, mientras la familia de Manzo vivía el duelo Fox, Fernández de Cevallos, Alejandro Moreno y otros prianistas ensangrentaban sombreros y posters impresos con la imagen del Alcalde para usarlo como utilería.
Fox se montó luego en la anunciada marcha que con el nombre de Generación Z camufló a viejos políticos del PRIAN y su Marea Rosa que antes dijeron luchar por el INE de Córdova, luego se dijeron defensores de la vieja Corte de Norma Piña que garantizó impunidad a los prianistas lavadores de dinero en Andorra, la vieja Corte que tenía al Ministro Aguilar escondiendo en su cajón los expedientes de Salinas Pliego, como estrategia dilatoria para que postergara hasta el infinito el pago de impuestos.
Fox se convirtió en uno de los principales impulsores de la marcha que utilizaron los Marea Rosa como escenario para respaldar a Salinas Pliego en sus pataletas para negarse a acatar el fallo que la nueva Suprema Corte emitió el jueves 13 de noviembre, un día histórico en que ministras y ministros en conjunto dieron su voto a favor de la legalidad, del Estado de Derecho, haciendo valer el espíritu de la Justicia.
Fox usurpando la bandera de la Generación Z utiliza sus redes sociales para difundir videos hechos con inteligencia artificial al estilo de aquella campaña del “peligro para México”, con ciudades en llamas, todo destruido y la imagen de Manzo con sombrero ensangrentado e imágenes con la bandera de Generación Z. Usa sus redes también para retuitear también los mensajes de personajes como Francisco Martín Moreno el mismo que hablaba de quemar vivas a personas en el Zócalo.
Con el mayor cinismo que, quizá apuesta a la desmemoria, Fox usa ahora la bandera de una generación a la cual sus nefastas políticas gubernamentales dejaron como herencia un país desvalijado.
Vicente Fox es la muestra clara de quien hace de la política y su paso por el cargo público un negocio: en el año 2000 como estrategia de marketing dejó en el cajón los zapatos para calzarse botas y sombrero y crearse una imagen de “ranchero salvador” con discurso un lenguaraz decía que sacaría al PRI de Los Pinos y con sus botas pisaría las tepocatas y víboras prietas de la corrupción, pronto quedó claro que era sólo un disfraz para camuflar al cacique gerente de la Coca-Cola que llegaba a Los Pinos para enriquecerse y hacer negocio desde la Presidencia, como lo haría él y su familia.
Pronto se le cayó la máscara: quedó al descubierto que para su campaña hubo financiamiento ilegal mediante la asociación llamada Amigos de Fox.
El primer Gobierno de la alternancia en México había generado altísimas expectativas, sobre todo porque se creyó que sería el fin del modelo de regímenes corruptos impuesto por el PRI. Pero pronto se tornaría en el negocio de Fox y sus allegados: el negocio de ser Presidente.
Al instalarse en Los Pinos lo primero que hicieron fue comprar suministros, enseres y avituallamientos a precios inflados, toallas, sabanas, cortinas, camas a precios exorbitantes; remodelaciones en la Residencia Oficial de Los Pinos, en la que se mandaron construir además lujosos y excéntricos aposentos en cuyas contrataciones hubo también muchas irregularidades.
Con un ostentoso estilo que pasó del titular del Ejecutivo a un cogobierno que operaba junto con la otrora designada jefa de Comunicación Social, Marta Sahagún, convertida en primera dama en julio de 2001; la nómina gubernamental llevada a los aposentos privados.
Esta pareja presidencial tenía como hábito la ornamentación costosa y superflua, traducido en remodelaciones cuyo derroche fue ampliamente documentado.
Marta gastaba partidas presupuestales para su lujosa vestimenta y toda una oficina especial llamada “Oficina de Apoyo a la Esposa del Presidente”, aun cuando en la estructura gubernamental la esposa no ostentaba cargo público alguno, por lo que no podía justificarse una oficina como esa, ni mucho menos que se le asignaran recursos públicos para operar, sin embargo se la dejó operar como tal, y desde allí construía su candidatura a la Presidencia.
Notoriamente la pareja pretendía una transferencia de poder entre ellos, impulsada desde Los Pinos. Aunque sus pretensiones no fructificaron, durante el sexenio la llamada primera dama cogobernó, e incluso en diversos sectores ejerció mayor poder que el Presidente. “La señora manda en Pemex”, solían decir los directivos de la petrolera presionados desde Los Pinos para que adjudicaran contratos a la compañía de la que los Bribiesca eran gestores.
Fox entró a Los Pinos como empresario en bancarrota, y desde la Presidencia abultó los bolsillos familiares; a sus hijos les empleaban los mismos empresarios que recibían contrataciones gubernamentales, y que a su vez promovían aquella polémica fundación que operaba Marta Sahagún; mientras los hijastros de Fox operaban redes de tráfico de influencias que los hicieron millonarios, incluidos los negocios en Pemex, la reventa de bienes inmuebles que entraron a las carteras del IPAB (miles de casas en zonas habitacionales que se les quitaron a sus dueños cuando se operó el Fobaproa) y fueron entregados a los Bribiesca y sus socios a precios de remate, de ganga, y para que ellos los revendieran al precio que quisieran; o el negocio de la reventa de toneladas de productos que las aduanas incautaban, por citar sólo algunos de los negocios que hacían.
Los días de Los Pinos convertidos en Foxilandia se vivía en derroche para la familia presidencial a cuenta del presupuesto, mientras que como política gubernamental se daba continuidad al modelo de desmantelamiento del Estado y la privatización de empresas públicas, y de recursos naturales, estos mediante concesiones como las de explotación de agua que se entregaron a corporativos trasnacionales y como las que se asignó a su propia familia.
El modelo neoliberal se ahondó mucho más en el sector laboral con fórmulas como el outsourcing, la subcontratación o tercerización; los esquemas de contratación que desde entonces precarizaron las condiciones laborales de millones de trabajadores.
Vicente Fox, el que mismo que desmanteló bienes del Estado; que se enriqueció a la sombra del poder, cuyo Gobierno se vio marcado por el tráfico de influencias de él y su familia, además precarizó las condiciones de millones de trabajadores a quienes no se les incrementaba el salario con el pretexto de que el alza impactaría en la inflación, y con esa artimaña el salario se incrementaba menos de un peso cada año.
Durante su Administración se expandió el modelo de outsourcing, el empleo así subcontratado, tanto en las contraprestaciones como en sus condiciones, quedó aún más precarizado. Bajo esa modalidad también se evadían los pagos correspondientes de cuotas a los sistemas de seguridad social a los que cada trabajador tiene derecho. Esto a su vez operó en detrimento de las arcas públicas. El propio Gobierno hacía uso de contrataciones mediante empresas de outsourcing, que a todas luces incumplían los derechos laborales.
Llegado a la Presidencia Fox se decía poseedor apenas de un terreno con valor de 22 mil 300 pesos, otro con valor de 311 mil 000 pesos, sin vehículos a su nombre, y accionista de dos empresas que para esos tiempos estaban en bancarrota. Los Fox-Sahagún salieron de Los Pinos como adinerados poseedores de inmuebles y decenas de empresas de giros diversos: agropecuarias, agrícolas, de hostelería y alimentos, comercializadoras de bienes muebles y electrónicos; de comercialización, distribución, compra y venta de combustibles; organizadoras de eventos; de asesoría, consultoría y prestación de servicios administrativos, técnicos, de recursos humanos, contables, fiscales, de mercadotecnia, financieros, entre muchas otras.
Además de construirse el lujoso Centro Fox, un complejo para eventos nacionales e internacionales, con un “San Cristóbal Center” y la Hacienda San Cristóbal con lujosas habitaciones, spa y restaurante que se anuncia con comida “de autor”. El centro, con capacidad hasta para ocho mil personas, tiene un museo donde Fox se hace odas a sí mismo, una escuela de música y espacios para eventos sociales y empresariales.
Y Fox cobrando además la polémica pensión para expresidentes, seguros médicos que costaban al erario más de 100 mil pesos mensuales, y muchas otras prebendas incluido un séquito de guardias del Estado Mayor Presidencial a su servicio.
En los años de Gobierno de Peña, de quien Fox se convirtió en impulsor de campaña, Fox se amarró otro negocio: venderle al Gobierno “cursos de liderazgo”. Varias dependencias enviaban a funcionarios a “capacitarse” al Centro Fox, en esos supuestos “cursos de liderazgo”, que se pagaban, obviamente con dinero público.
Citaré uno de esos contratos que le hicieron a Fox desde Banobras, para esos cursos que le costaban a Banobras más de 20 mil dólares por cada participante: por lo menos en los años 2013 y 2014, Banobras envió a subdirectores y personal técnico a tomar esos cursos. Por cierto, que uno de los funcionarios a quien se pagó el curso de “liderazgo” estaba vinculado en la llamada Estafa Maestra.
El Gobierno de Peña además le dio a uno de los hijastros de Fox, Fernando Bribiesca, un cargo como director general adjunto en la delegación federal de la Secretaría de Educación Pública (SEP) en Guanajuato.
Fox ha expresado en muchas ocasiones que quiere que se le reestablezca su pensión y prebendas de expresidente, se lo pidió a Xóchitl Gálvez en sus días de campaña, lo expresa en entrevistas y en sus redes sociales. Aunque posee decenas de empresas e inmuebles, quiere seguir chupando recursos públicos a costa de lo que sea, y así sea usando la muerte de alguien o montándose en una bandera cuyo significado original rechaza todo lo que personajes como Fox representan.
https://www.sinembargo.mx/4727807/el-oportunista-fox-y-la-generacion-z/

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