autosuficiencia tecnológicay cerrar la brecha nuclear con EU y Rusia
Del 20 al 23 de octubre se escenificó el Cuarto Plenario del Partido Comunista Chino, en el que se consolidó la autoridad del presidente Xi Jinping, lo cual “subrayó un giro audaz en el modelo de desarrollo económico de China para su próximo plan quinquenal”, según el think tank británico Chatham House (https://bit.ly/3Ww9B4r), al que le faltó agregar que China propuso “cerrar la brecha nuclear” con Estados Unidos y Rusia, que detentan cada uno 10 veces más ojivas.
En realidad, China, cuyo portentoso desarrollo tecnológico está escrito en el muro, únicamente implementa su liderazgo en “tecnología de impacto”, donde lleva la delantera en 57 de 64 rubros del ranking global, según el think tank australiano ASPI (https://bit.ly/4qJ3urs).
El 21 de octubre se realizó la prueba del misil Burevestnik, de Rusia (“Game changer de Putin: devela el inalcanzable misil Burevestnik, a tres días de la cumbre de Trump y Xi; https://bit.ly/47mAtKt)”.
El geopolítico Dennis Small escudriña cómo los “rusos explican sus nuevos sistemas de armas, “que cambian el balance de poder global (https://bit.ly/4og7FJn)”, en referencia al Burevestnik y al dron submarino Poseidón (https://bit.ly/4qDZCrx), y se detiene en los análisis de dos prominentes expertos militares: Yevgeny Mikhailov (https://bit.ly/4hAi3ZU) e Igor Korotchenko (https://bit.ly/4oj0C2z).
En forma trascendental, Korotchenko comentó: “el mundo debería aplaudir la triada nuclear de Rusia: una garantía (sic) de que la tercera guerra mundial no ocurrirá”.
El 25 de octubre arrancaron las negociaciones comerciales de Estados Unidos y China en Kuala Lumpur, donde, al parecer, le fue mejor a Pekín.
Del 26 al 28 de octubre se celebró la cumbre de la ASEAN –bloque de 10 países del sudeste asiático– en Kuala Lumpur, donde, de los cuatro mandatarios grandes del planeta, sólo asistió Trump.
El 29 de octubre, el ministro belga de Defensa, Theo Francken, comentó en una entrevista alocada que “la OTAN debía borrar a Moscú del mapa”. Horas después, el vicepresidente de Seguridad Nacional, Dmitriv Medvedev –que ya fue destapado por el consultor militar Andrei Martyanov para ser por segunda vez presidente–, respondió que Rusia iba a borrar a Bélgica del mapa (https://bit.ly/4qLihBV).
El 30 de octubre, ya con el resultado de las negociaciones de las delegaciones de Estados Unidos y China en Kuala Lumpur, Trump, una hora (sic) antes de su reunión con el presidente Xi en Busan (Sudcorea), lanzó dos ditirámbicos mensajes con cuatro minutos (sic) de diferencia: 1. Su controvertida reanudación de pruebas nucleares (https://bit.ly/4oIrzww) –que valió una severa crítica de The Economist (https://bit.ly/4oj6gSm) y en clara réplica a los ensayos exitosos del Burevestnik y el Poseidón de Rusia; y 2. Exclamó el advenimiento de un “G-2 (sic)” con China (https://bit.ly/4hFnVkS), mientras se alejaba ostensiblemente de Rusia, sin que China lo imitara.
El 31 de octubre, en la cumbre de la APEC, Xi propuso crear los próximos “30 años dorados del desarrollo Asia-Pacífico (https://bit.ly/3WwI0QH)”.
Analistas de India, la cuarta potencia global en términos integrales, contemplan que el acercamiento de Estados Unidos y China afecta e infecta a India (https://bit.ly/43EEfwi).
En momentos dramáticos de caos –con sus ineludibles “fractales de la paz”–, el jefe del Estado Mayor del ejército indio, general Upendra Dwivedi, comentó en forma simpática: “pienso que aún Trump no sabe qué hará mañana. Los desafíos llegan tan pronto que cuando se intenta atrapar un antiguo desafío, emerge uno nuevo (https://bit.ly/3JgvEcp)”.
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Se vislumbra desde lejos, de tal manera que al estar de frente una especie de vértigo se apodera del visitante. Entrar requiere de considerables dosis de paciencia, tan sólo para adquirir las entradas. Ya adentro, es posible tomar una pausa entre los lugares para espectadores, como lo hacían siglos atrás, para observar con detenimiento las ruinas y tal vez hacer un ejercicio de memoria cinematográfica. Inolvidables son las escenas llevadas a la gran la pantalla de los espectáculos en que los romanos disfrutaban de las luchas entre fieras y hombres.
Tiene una capacidad para 50 mil espectadores y era punto de reunión para presenciar luchas de gladiadores, cacería de fieras traídas desde África, ejecuciones públicas e incluso representaciones navales gracias a admirables y complejos mecanismos de ingeniería que permitían inundar su arena. Además de divertir a la multitud, se cumplía la función de exaltar la grandeza del imperio.
en la memoria queda uno de los más controvertidos filmes considerado de culto, Calígula (1979), de Tinto Brass, y las ejecuciones en el Coliseo bajo el agrado del implacable emperador interpretado de manera soberbia por el británico Malcolm McDowell.
Su construcción es considerada un admirable ejemplo de ingeniería romana de entonces, con carácter de hazaña técnica en sí misma. Sus muros son de piedra travertina y cuenta con un sofisticado sistema de bóvedas y pasadizos subterráneos llamados hipogeos, donde los protagonistas de las luchas, gladiadores o animales esperaban su turno para irrumpir en la arena ante el estruendo de público.
Este coloso sobrevive orgulloso mostrando las cicatrices propias del paso del tiempo, de embates de terremotos y lamentables saqueos. No obstante, su silueta monumental aún domina la ciudad. Se tiene documentado que recibe más de 6 millones de visitantes al año. Habrá quienes decidan simplemente buscar un lugar cómodo desde fuera y dejan volar la imaginación. El atardecer trae una vista espectacular, cuando los rayos solares adquieren diferentes tonalidades en esas piedras que transpiran historia.
Más allá de su valor arqueológico, el Coliseo es un símbolo cultural de la Roma eterna. Desde 1980 forma parte del Patrimonio Mundial de la Unesco y en el 2007 fue incluido entre las Siete Nuevas Maravillas del Mundo. Hoy día, millones de visitantes recorren sus galerías para contemplar de cerca el escenario incomparable de un capítulo de la historia, recordando la grandeza del Imperio Romano con todas las contradicciones de una sociedad que convirtió el espectáculo de la vida y la muerte en manifestaciones de arte y política.
Alia Lira Hartmann
“Sin trayectoria política en mi familia –añade– hace años me interesé en el análisis y en las ideas, por lo que sin una tradición familiar de izquierda llegar a esos espacios de opinión resultó doblemente difícil. Para mí lo importante es reconocer la ignorancia y aproximarme creativamente a las infinitas posibilidades de conocimiento que aporta la sociología para aplicarlas en la lectura de mi sociedad. Esto me parece indispensable en espacios de certidumbre como el animalismo, una aplanadora cultural y política frente a realidades culturales como la fiesta de toros y, en general, para entender la milenaria relación del ser humano con los animales.
“La sociedad –prosigue Edurne– está fundamentada en procesos de dominación. Eso no significa simplemente aceptar sino cuestionarnos y entender qué queremos transformar y qué papel juega esta dominación sobre la naturaleza y sobre nosotros mismos. Si la tauromaquia va a morir que muera dignamente y no a manos de quienes asumen un papel de superioridad moral sin medir las implicaciones. Antes, los domingos eran de toros en la plaza y en las casas. Hoy, la sociedad se ha vuelto la tumba de la fiesta por su condición sangrienta y anticuada, en medio de unos valores estetizados, sin suficiente comprensión de este tipo de fenómenos culturales.
“La tauromaquia, al igual que otros procesos culturales y rituales, da sentido de vida a miles. Su defensa implica respetar esta expresión, sin embargo, hasta ahora los taurinos no lo han sabido resolver colectivamente por su heterogeneidad y falta de cohesión. Están tan metidos en su concepto de fiesta que no han sabido ver sus condiciones sociales y políticas, y les faltan exponentes que nos hablen a todos, no sólo a ciertos sectores de derecha. Matar un animal bravo es parte del ritual; si no se hace con la integridad esperada, la tauromaquia le da la razón a los animalistas. La fiesta es una promesa y, si no se cumple, se le abre la caja de pandora a todos los antis.
“En un mundo ideal no deberían existir los empresarios. Que las corridas sean un espectáculo que dependa de su ingreso y no del encuentro ritual del humano con el toro y el alto respeto que esto debe implicar, ha dañado mucho la tauromaquia hacia adentro. Además, el Estado y los taurinos se desentendieron mutuamente. Como otras expresiones populares, la tauromaquia creció bajo el amparo del estado, por lo que si la fiesta de toros no logra deslindarse del poder económico y comprender su relación con el poder político, su futuro es por demás incierto.
“Estamos ante la oportunidad de una izquierda en el poder –concluye– que demanda una reflexión más profunda y realista sobre el tema cultural y la aceptación de un conflicto latente siempre. Agravia que veamos a la naturaleza como otro objeto más de dominación ‘buena’. La izquierda necesita cuestionarse si los debates y las decisiones actuales sobre la naturaleza son formas pertinentes de construir sus relaciones con las distintas comunidades del país. La tauromaquia es un microespacio de la política nacional que la izquierda no puede dejar en manos de la derecha. Por eso hay que hablar de toros con cuestionamiento e inteligencia y no dejar que este fenómeno cultural termine así.”
Pese a que se trató de un reconocimiento tibio e insuficiente frente a la magnitud de la barbarie perpetrada por el imperio español contra los pueblos indígenas, las palabras de Albares suscitaron una reacción tan predecible como rabiosa entre las derechas a ambos lados del Atlántico. Entre quienes niegan que se haya cometido algún tipo de violencia y quienes la defienden en nombre de la “superior” cultura hispánica que “liberó” a los indígenas del estado “salvaje” en que vivían, los sectores más rancios de las sociedades y las clases políticas españolas y latinoamericanas han salido a pedir la cabeza de Albares por decir la más simple de las verdades.
Un tópico común a los hispanófilos de acá y de allá es destacar el lenguaje, la religión y la cultura comunes como un “don” de España a los pueblos de América y como una muestra del efecto “civilizatorio” de la Conquista y la Colonia. Para estos individuos, el español tiene un valor intrínsecamente superior al náhuatl, al maya, mixteco, otomí, purépecha, amuzgo, yaqui y a cualquier otra de las 68 lenguas originarias habladas en el territorio mexicano, así como a los centenares de idiomas extintos por la violencia de los colonizadores y de los gobernantes mexicanos que heredaron de aquellos la visión desdeñosa del mundo indígena y los dispositivos ideológicos con los que se justificó y se sigue justificando su expolio. Asimismo, la evangelización forzosa y la destrucción de decenas de miles de textos indígenas aparecen en la perspectiva de las derechas como grandes triunfos de la civilización, la europea, única merecedora de tal nombre. Hoy sabemos que el intento de borrar otras culturas se llama genocidio cultural y no hay justificación posible para una forma de violencia que despoja a los seres humanos de su identidad.
De lo que no se dan cuenta las derechas es de que, con su defensa intransigente de la “hispanidad” y su negacionismo del genocidio, lo único que logran es poner a España a la cola de la civilización como el Estado incapaz de emprender un proceso elemental de reparación de agravios y construcción de memoria histórica sobre unas bases distintas de la propaganda imperial. Asimismo, la exhiben como una nación atrapada en el trauma de la pérdida del imperio y atravesada por el doloroso contraste entre un pasado de gloria –en buena medida, imaginaria– y un presente con un puesto discreto entre las potencias. No será reivindicando, sino superando el paternalismo y la mirada neocolonial que España podrá reconciliarse con América Latina y, quizá más importante para los hispanófilos, consigo misma.
Cuando se antepone el humanismo a cualquier nacionalismo, es claro que en una “historia compartida” (el eufemismo tantas veces usado para referirse al proceso de conquista y saqueo colonial) se cometen injusticias y, si se quiere realmente compartir una historia, éstas no pueden negarse, sino reconocerse y elaborarse con sinceridad y en igualdad de condiciones. La exigencia de disculpas no es rencor, sino un requisito para la sanación histórica, de la misma manera en que la unidad sin admisión de las culpas es un abyecto sometimiento que el pueblo mexicano rechaza sin ambages, mal que les duela a los nostálgicos del Virreinato.

Ahora que subieron la tarifa del transporte concesionado sería oportuno que se considere lo siguiente:
1. Que los choferes no hagan exclusivo el primer asiento después del conductor, que no lo llenen con ropa y/o cobijas.
2. Que en el vehículo no lleven bidones llenos de agua, combustible o cualquier otro líquido, pues lo colocan sobre o debajo de los asientos y esto obviamente es incómodo para nosotros los usuarios (sin olvidar que transportar combustible dentro del vehículo, es muy peligroso).
3. Es importantísimo que no escuchen su música con niveles excesivos de volumen, los decibeles altos molestan y dañan el oído de todos, pero sobre todo de nosotros los de edad avanzada.
4. Que limpien e incluso fumiguen periódicamente sus unidades. No es raro encontrar cucarachas, chinches y otros insectos dentro de las unidades.
5. Los usuarios de este transporte exigimos un trato respetuoso, con un lenguaje amable y cortés. Los choferes son servidores, no verdugos que continuamente agreden a los pasajeros.
6. Que den cambio completo; deben llevar suficientes monedas de todas las denominaciones para otorgar esto.
Ariel Villafaña Santos
Reconocimiento de agravios en la Conquista
Benjamín Cortés V.
Prescripción de inmuebles, una figura “aberrante”, opina
Un asunto urgente para nuestra nueva Suprema Corte de Justicia de la Nación es el tema del usucapión o prescripción de inmuebles; es decir, de apropiarse de un inmueble por el solo hecho de poseerlo. No importa si es de buena o mala fe. Es una figura inconstitucional aberrante, que rompe toda seguridad jurídica a la propiedad privada y alienta las invasiones.
En otros países civilizados es inadmisible. Sus fundamentos subjetivos y objetivos son un contrasentido y robo a los adquirientes de casas, terrenos, etcétera, y un quiebre a un estado real de derecho.
Es un cáncer para la compraventa de inmuebles, el registro público de la propiedad y el comercio, y las notarías, y a la vez es un incentivo a la corrupción judicial. Espero mucho de esta nueva Suprema Corte. Espero no nos decepcione.
Tomás Arellano
Invitaciones
Presentación de libro: Transición hegemónica y gobiernos alternativos...
Te invitamos a la presentación del libro Transición hegemónica y gobiernos alternativos: Del populismo al progresismo en América Latina, de Blanca Rubio, publicado por Clacso-Alasru, con los comentarios de los doctores Massimo Modonesi, Lucio Oliver y la moderación de Gerardo Torres.
La presentación se llevará a cabo en el auditorio Leopoldo Zea del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe de la UNAM, Torre II de Humanidades, Ciudad Universitaria, este jueves 6 de noviembre a las 17 horas.
Plantón dominical por el genocidio en Palestina
Sin más exigencias por el momento, a no ser las ya habituales: solicitarle al gobierno de México un posicionamiento contundente ante el gobierno sionista de Israel, el respeto al compromiso de un alto el fuego por parte de éste alto al exterminio, el permitir la entrada de ayuda humanitaria a la franja de Gaza y a Cisjordania, el que sean juzgados con todas las de la ley los genocidas sobre quienes ya recaen órdenes de aprehensión por parte de la Corte Penal Internacional, y con el propósito de continuar con estas exigencias de manera firme, invitamos a los lectores a participar éste y todos los domingos en el plantón dominical que se lleva a cabo en el Ángel de la Independencia de 12 a 14 horas.
Iriana de la Vega, Guillermina Torres, Mónica Soto, Norma Mendoza, Silvia Ramos, Alberto Escalante, María Elena Chávez Josefina Mena, Columba Jiménez, Pablo Moctezuma, Carlos Luna, Leonardo García, José Librado, Arturo Escobedo, Arturo Hurtado, Francisco Rosas, Javier Bautista, Ignacio Hernández, Armando Martínez, Rogelio Rueda y Gilberto García
Se Buscan lectores
En esta oportunidad leeremos los últimos comentarios a Libre. El desafío de crecer en el fin de la historia, de Lea Ypi. Anfitrión: Maestro David Batista.
Y continuaremos con la lectura de El ocaso de los dioses de la estepa, de Ismaíl Kadaré. Anfitrión: Maestro Julio Castañeda.
Jueves 6 de noviembre de 2025, a las 19 horas (horario de la Ciudad de México).
ID de reunión: 305 518 6688
Zoom: https://cutt.ly/oeFlcawK
Código de acceso: galatea24
Convocan: UACM, Programa Galatea y Lectores en activo.
“No permitamos que la polarización, y menos aún la tentación del pensamiento único, enturbie las relaciones entre la comunidad universitaria y trate de incidir en sus actividades sustantivas”, subrayó con claridad nuestro rector Leonardo Lomelí el pasado miércoles 29 de octubre, durante la entrega del Premio Universidad Nacional y el Reconocimiento Distinción Universidad Nacional para Jóvenes Académicos.
Desde ahí llamó a la comunidad universitaria a retomar las actividades presenciales “con la convicción”, dijo, “de que la comunidad universitaria unida y mediante el diálogo puede resolver sus problemas y mejorar sus condiciones de estudio y de trabajo”.
El del rector es un llamado claro y firme, respetuoso, un recordatorio del papel que nuestras universidades han jugado en el avance de nuestros países en términos científicos, culturales, sociales; transformaciones que han sido posibles por las actividades comprometidas de varias generaciones de universitarios.
También llamó a no perder de vista la importancia que ha tenido la autonomía –condición necesaria– para que la Universidad desarrolle con libertad sus tareas consustanciales: docencia, investigación y difusión de la cultura.
Carácter fundamental el de la autonomía universitaria y que, al mismo tiempo, por su misma naturaleza es frágil y vulnerable. Tan es así que no han sido pocas las veces, ni las voces, en que se ha buscado introducir en ella “elementos” que la distorsionen o la paralicen; también, someterla a intereses ajenos a su propia organización y forma de gobierno.
Por ello, estoy convencido de que el llamado de nuestro rector debe ser entendido y atendido; debemos cerrar filas, a partir de conceptos como estos, defender la vida democrática de nuestras universidades, reflexionar sobre la(s) forma(s) de articular con eficacia los diversos intereses y voces de los grupos y sectores que nos conforman.
No hay salidas fáciles, mucho menos atajos. La autonomía de nuestra Universidad Nacional es, ha sido, una marcha larga y azarosa. Debemos verlo y entenderlo como un proceso que nos lleve al cultivo cotidiano de nuestras comunidades para ser críticos con lo logrado, inclementes con el apoltronamiento que amenaza con imponer sus nefastas inercias y convertir nuestros quehaceres en páramos desolados donde no pueden prosperar la imaginación ni el ingenio.
La autonomía es, debe serlo, ejercicio permanente de diálogo y reflexión de nuestras tareas y compromisos; la autonomía no es puerto de llegada, sino concepto vivo que cotidianamente nos enfrenta a retos y tareas.
Hacer de la autonomía un ejercicio responsable y respetado es, estoy convencido, refrendar nuestro compromiso con nuestra Universidad y con la educación pública y laica. Es estar dispuestos al diálogo permanente, abiertos al debate, a la crítica y a la autocrítica. Ser capaces de reflexiones puntuales, pero siempre puestas a salvo de la moda o de la sumisión a consigna alguna.
“No permitamos que nadie nos prive de los espacios que el pueblo de México ha confiado a su Universidad para realizar sus funciones primordiales: la docencia, la investigación y la difusión de la cultura. Antes bien, corresponsabilicémonos de su buen uso para estar a la altura de las altas expectativas que ha depositado en nosotros nuestra nación”, como nos propuso el rector.
La primera es que la transformación del sistema educativo es un proceso largo, complejo y se presenta entre contradicciones cuando entran en disputa actores diversos en el interior del grupo gobernante, así como los reacomodos de los bloques de poder económico, y los anteriores con los intereses de los sectores populares de mayor conciencia de clase y capacidad de organización.
La segunda, no determinante pero sí muy importante para allanar el camino a la transformación, es crear las condiciones constitucionales que tomen distancia de las nociones filosóficas, políticas y pedagógicas que plantean como fines de la educación la formación de capital humano mediante la calidad o excelencia para reproducir formas organizacionales de la sociedad y de la vida pública, priorizando la producción de ganancia y la acumulación de capital para un núcleo reducido de personas que se apropian del trabajo y de la vida de otros.
La tercera, los cimientos constitutivos de la educación posneoliberal deberán recurrir a las filosofías, cosmovisiones y autenticidades institucionales de la educación propia de cada región histórico cultural, véase el caso del buen vivir en la región andina; además, reconocer que la concepción del sujeto mínimo como ente de capacidades económicas rentables es contrario a la naturaleza humana, porque ésta es diversa. Por tal motivo, demanda un tipo de formación que se defina a partir del desarrollo pleno de sus dimensiones holísticas y de sus múltiples potencialidades para ser, estar, crear y convivir en el mundo comunitario, social, natural y de la ciudadanía planetaria.
La cuarta, el modelo gerencial de gobernanza del sistema educativo nacional y de gestión empresarial de las escuelas, que cosifica la totalidad de interacciones humanas en relaciones de producción de ganancia y de valores sociales mediados por el mercado, tendría que ser abandonado por otro en el que la gobernanza tome sentido en la participación directa, constante y protagónica de la sociedad en la orientación de la política pública, justamente como promovieron los docentes de la rebelión magisterial por medio de los Congresos Estatales Populares de Educación y Cultura para tender un puente de diálogo directo con los actores de la ciudadanía, sin que éstos sean invalidados por los congresos legislativos que terminan por suplantar la voz del pueblo.
Este otro enfoque de gobernanza escolar tiene que ser horizontal, desburocratizado y distributivo de las relaciones de poder para decidir en núcleos de colectividades que van de los consejos escolares a la república de las infancias y juventudes o las asambleas de los padres y madres de familia. Esta perspectiva es radicalmente opuesta a los mecanismos de participación que se proponen administrar la precariedad financiera de las escuelas y descargar económicamente la responsabilidad del sostenimiento de los centros educativos en las familias.
La quinta, transitar de la crítica al currículo al currículo crítico; es decir, de la sola caracterización neoliberal y neocolonial de los planes de estudio a la elaboración de contenidos, materiales educativos, libros de texto y cartillas pedagógicas con perspectivas de la historia no eurocéntrica; de la geografía viva en las regiones y la geopolítica; de la ciencia denominada del segundo orden porque toma conciencia de cómo se construye el conocimiento desde los sectores subalternos y desplazados por los elitismos tecnocientíficos; de la ciudadanía política global y ambientalista de la tierra que se concibe en una sola humanidad diversa donde no hay nacionalismos culturalmente superiores ni supremacías raciales como las que están alentando las corrientes neofascistas.
La sexta es la urgencia por romper los cercos de la cultura enciclopédica de los aprendizajes, suministrados en currículos únicos y prestablecidos, para dar paso a la construcción dinámica e investigativa de otros aprendizajes críticos y transdisciplinares que emerjan de la curiosidad cognitiva de las niñeces en sus contextos pluriculturales y también a la elaboración de planes educativos problematizadores que coloquen al centro las necesidades de los territorios y los saberes ahí constituidos.
La séptima es la formación inicial y continua de nuevos educadores que trasciendan las pedagogías únicas y estandarizadas del enfoque neoliberal; conocedores de las pedagogías indoamericanas, populares, antiautoritarias, decoloniales, alternativas, críticas y comunales, que además desaprendan las metodologías didácticas instruccionales e imperativas y se apropien de otras que promuevan en los alumnos la construcción activa y dinámica de los aprendizajes basados en situaciones problematizadoras de fenómenos complejos de la realidad socionatural.
Una política pública sin estas y otras mínimas bases para la transformación educativa en México, Colombia u otro país que se reconozca dentro del bloque progresista dejará cimientos endebles ante cualquier viraje gubernamental.
Existen un número incalculable de estudios sobre la interacción entre las personas, los pueblos, las naciones y sus recursos naturales. No obstante, las conclusiones de estas investigaciones dejarán de ser vigentes porque la relación humana es sumamente cambiante. Agreguemos el desarrollo constante de los medios de comunicación y su influencia en los criterios de una sociedad multicomunicada como la actual.
Por una parte, la velocidad de la interacción nos mantiene al día con los acontecimientos, incluso nos permite estar de acuerdo con millones en el mundo, aun sin conocernos. Y, por otro lado, existe una marcada polarización respecto de las posiciones políticas en general. Lo anterior influye en un hecho sumamente importante para la convivencia: llegar a acuerdos. De ello depende la paz mundial. En caso contrario, los conflictos llegan y se convierten en agresiones diversas: guerras, invasiones y todo tipo de actitudes ilícitas. Los motivos son incontables, pero uno de ellos, el más evidente en todos los tiempos, es la desmedida ambición material.
Marx, en su teoría del materialismo histórico, señala que la humanidad empezó a enfrentarse a sí misma cuando hubo exceso de producción, porque al principio se cumplía con las necesidades básicas de la comunidad, pero en el momento en que la sociedad empezó a producir más allá de lo necesario, las diferencias sociales empezaron a agravarse.
Con esto no queremos decir que, por ejemplo, las guerras sean únicamente producto del exceso de producción, pero sí podemos tomar como punto de partida la indiscriminada producción y la excesiva industrialización de todo tipo de recursos naturales. Ya lo hemos señalado en diversas ocasiones por este y otros medios de información.
Donde hay tierra, hay guerra, frase que resume los conflictos permanentes de la sociedad humana. Es una característica y un sello de nuestro ser. Pelear por el territorio que creemos que nos pertenece es una conducta consuetudinaria.
Después de la Segunda Guerra Mundial, dirigida por Adolfo Hitler, se mostró una de las facetas más destructivas del ser humano. Nos dimos cuenta de que la humanidad sigue siendo capaz de hacer hasta lo imposible por dominar a cualquier costo.
Una de las peores consecuencias de la Segunda Guerra Mundial fue el gran éxodo judío, obligando a las comunidades a inmigrar a hacia otras partes del mundo, principalmente Palestina, tema del que seguiremos analizando en lo subsecuente.
Una diferencia entre aquel horror nazi y el actual que continúa provocando el ejército criminal del multiasesino ministro israelí sionista, Benjamín Netanyahu, es que para los nazis el recurso humano fue un objetivo principal para lograr la infraestructura que se propuso el nacional socialismo hitleriano.
Y entonces el esclavismo resurgió con gran fuerza. La mano de obra de los presos, básicamente judíos, fue una gran ayuda para el poderío que logró Alemania en pocos años de guerra.
En el caso del neonazismo sionista israelí, su objetivo principal es la extinción de todo un pueblo. No le interesa el capital humano. Exterminar, acción que, de hecho, no niegan, es un acto permitido por el silencio y complicidad de aquellas instancias internacionales que un día se propusieron la protección de todo el mundo. No más guerras, esa fue la consigna. No era posible permitir más destrucción en contra de ningún país. ¿Recordarán esto en la ONU?
Para los nazis, demostrar al mundo que el pueblo alemán representaba a la raza perfecta por ser aria era uno de sus objetivos más acariciados. En contraste, el regalo más preciado para los merolicos del sionismo sería demostrar al mundo que, una vez arrasada la tierra palestina, la verdad de la tierra prometida se haría realidad.
Hoy, Israel es la nueva cara del fascismo, en su versión judía, que se opone a la existencia del pueblo árabe invadido hace más de 70 años. Netanyahu quiere asegurar la no existencia de un holocausto palestino. La historia se repite: antes nazis contra judíos, pero ahora judíos contra palestinos.
Una vez violadas todas las leyes por parte del gobierno israelí, ¿qué sigue? ¿Querrá demostrar Netanyahu que él es más poderoso que todo el mundo? O de plano, su objetivo es demostrar que puede ser mejor que Hitler. Estos son los sueños de un desquiciado, protegido y estimulado por otros desquiciados.
(Colaboró Ruxi Mendieta)
Para Ximena Guzmán Cuevas y José Muñoz Vega, la justicia llegará
Ciertamente, es un hombre mortal, como todos, pero que ya la Parca lo acecha, el mal de ojo aguarda, el vudú de los haitianos comegatos (según Trump) espera pacientemente hacer su trabajo, pero hasta el momento no le entran balas.
Este segundo mandato ha sido totalmente impredecible y apuesta a lo grande. Se deleitó poniendo en jaque a Panamá, a Groenlandia y Canadá, a la que pretendía convertir en un estado más.
Canadá, aliado natural e histórico de Estados Unidos, ha tenido que despertar del letargo y reaccionar ante tales pretensiones atrabiliarias. Y si de anexiones y expansionismo se trata, ya podía haber dicho algo sobre Puerto Rico, “Estado libre asociado”, al que obviamente no quiere anexionar, por la simple razón de que es mejor tenerlo sometido y como colonia.
Hay asuntos que le molestan a Trump y debe haber rumiado en sus noches de insomnio, que el Golfo de México se llamara así y había que cambiarle el nombre a Golfo de América. Otra de sus molestias y cavilaciones fue con los popotes, propuesta de los ecologistas que le habían ganado la partida al plástico, y por eso firmó una orden ejecutiva, para revertir la ley. Igualmente por las regaderas, que racionaban el consumo de agua; para eso también firmó otra orden, su pelo requería de un buen lavado y de mucha agua.
Son ganancias pírricas, que van de la mano de otras de gran calado y contravienen la Constitución, como la orden ejecutiva, que todavía está frenada en las cortes, de suprimir el derecho de suelo o de nacimiento ( jus soli). Lo tiene atragantado que unos humildes migrantes tengan hijos, que son automáticamente ciudadanos, por el solo hecho de nacer en esa tierra. Se trata de una enmienda a la Constitución que tiene que ver, precisamente, con los esclavos y sus hijos, que no eran ciudadanos. Eso ya no se puede revertir, pero suprimir el derecho de suelo para los hijos de indocumentados es posible, pero tiene un evidente regusto racista, que todavía no ha podido degustar por completo.
Los republicanos han propalado el bulo de que los migrantes utilizan los hospitales y que por eso hay problemas en los servicios de salud. Es verdad que en caso de enfermedad o accidente pueden ser atendidos y, por lo general, no pueden pagar la cuenta, pero eso está regulado en los hospitales públicos, que atienden a mucha gente que no tiene seguro.
No obstante, 95 por ciento de los migrantes indocumentados pagan impuestos y la seguridad social, a la que no tienen derecho y de la que no devengan ningún beneficio. Se estima que la deuda de la seguridad social con los migrantes asciende a más de un trillón de dólares. En cierto sentido, son los migrantes los que financian la seguridad social de los estadunidenses. Ya sería el colmo que en caso de accidente o enfermedad no los pudieran atender.
Donald es un narcisista de gran calado: le gusta lo grande, apuesta siempre a cifras o condiciones imposibles. Es muy rico, pero aparenta tener mucho más, por eso ha tenido problemas con el fisco. Sus delirios de grandeza no se satisfacen con haber llegado a la presidencia del país más poderoso del mundo.
Le molesta que la Casa Blanca sea un edificio modesto; ciertamente no es un palacio, es un edifico de estilo sureño, una casa grande, como su nombre lo indica. Lo más relevante es la Oficina Oval, que le queda chica y no tenía una decoración adecuada a sus gustos, que incluyen muchos ribetes dorados. Ciertamente le hubiera gustado algo así como el Palacio de Versalles y tener, finalmente, un mausoleo como el Taj Mahal. Pero la realidad es otra.
Por eso está construyendo un ballroom, un salón digno y grande, donde pueda celebrar eventos e invitar a grandes personalidades. Dicen que tendrá una capacidad para atender, en sus mesas, a unas mil personas. Los primeros que van a asistir a la inauguración serán los magnates y los donantes millonarios que lo apoyaron.
Había dos propuestas para el salón, una más grande que la otra, y obviamente fue elegida la primera, aunque se tuviera que afectar el ala este de la Casa Blanca, con el escándalo de los proteccionistas y defensores del edificio. En realidad, Estados Unidos era una colonia, incluso el edificio de la independencia, en Filadelfia, es bastante modesto; su valor es histórico y simbólico, como la Casa Blanca, algo que no entiende el señor Trump.
El impacto de Trump, de sus políticas e impromptus va más allá de lo especulado. Afecta múltiples y diferentes niveles, a su propio país, al nuestro y al mundo entero.
Ciertamente, Trump no es eterno, pero cómo jode.
En la Ciudad de México se realizan varios desfiles, incluso uno copiado de una película de James Bond; sin embargo, aquí ya lo hicimos nuestro y lo ampliamos con otros de catrinas y alebrijes gigantes. Estos últimos se quedaron adornando estos días el Paseo de la Reforma.
Las ofrendas proliferan año con año y conviven con las tradicionales, como la que desde hace varias décadas instala la Universidad del Claustro de Sor Juana, que siempre es una belleza monumental.
Su nuevo rector, Rafael Tovar López Portillo, continúa con la costumbre y la institución se luce con la ofrenda dedicada a Amalia Hernández, fundadora del Ballet Folklórico de México, ya que este año se cumplen 25 de su fallecimiento. En 1961 obtuvo el primer premio otorgado a grupos de danza dentro del Festival de las Naciones en París y a partir de entonces se hizo famoso en todo el mundo.
Ella rescató las raíces más profundas del país para proyectarlas con una visión contemporánea, en una obra tejida de colores, ritmos y gestos, símbolos vivos del espíritu creativo nacional. Comenta el Claustro que “más que una ofrenda, este altar es un espacio de encuentro entre la memoria y el arte, una creación colectiva donde estudiantes, artistas y especialistas en cartonería, escenografía y vestuario dan forma al diálogo entre vida, muerte y cultura”. Convierte la tradición en una experiencia estética y reflexiva.
El altar se monta en la hermosa capilla del antiguo convento de San Jerónimo, donde profesó como monja y falleció Sor Juana, por lo que en su memoria la universidad lleva su nombre. La ofrenda la preside la calaca de Amalia Hernández, portando un excepcional huipil bordado, sentada en las gradas de la capilla-auditorio que lleva como nombre “El Divino Narciso” –una de las obras más célebres de la “décima musa”–.
En el escenario aparecen como pieza central tres calacas bailarinas muy bien ataviadas, con finas blusas bordadas, en pleno movimiento, enarbolando sus amplias faldas. Por supuesto, las flores de cempasúchil tienen un papel central y sobre ellas aparecen elementos característicos de las ofrendas y en los alrededores varios personajes como músicos, una bordadora y un tramoyista, todos magníficamente ataviados.
La ofrenda es una propuesta estética, con un diseño sonoro inmersivo que conjuga la añeja costumbre y la vanguardia y nos invita a recorrer un México que se mueve, que canta y que recuerda. La danza como ofrenda, el color como voz, la memoria como movimiento. El tejido, la flor y el traje se convierten en una coreografía visual que celebra la vida como danza perpetua.
Explican los organizadores que la indumentaria ocupa un lugar central, no sólo como adorno escénico, sino como lenguaje simbólico que narra identidades, territorios y memorias. Los trajes y bordados que evocan al Ballet Folklórico se reconfiguran aquí como metáforas de resistencia cultural, belleza y pertenencia. Es un auténtico espectáculo que vale la pena visitar. Va a estar abierto al público hasta el 7 de noviembre; la entrada es por Izazaga 92.
De paso puede ver el sobrio féretro de madera que conserva los que se cree que son los restos de Sor Juana, que aparecieron junto con los de otras monjas cuando se restauró el lugar. Hay varios retratos y la reproducción de su mesa de trabajo con ella escribiendo y su biblioteca detrás.
Y no está de más un vistazo a los patios que sobreviven, entre otros, el principal, que es de los más grandes de la ciudad y la Celda Contemporánea, que conserva restos del convento del siglo XVI que los van a sorprender.
Aprovecho para mencionarles que aquí se va a llevar a cabo el Segundo Congreso Internacional de Gastronomías y Cocinas para el resto del siglo XXI, del 13 al 15 noviembre, con el tema:”Gastronomía social: Retos sociales, económicos y culturales de la alimentación”. Va a estar muy interesante, con muchos ponentes que abordan una gran variedad de aspectos de la fascinante temática.
Volviendo a la Ofrenda, antes de la visita, para comenzar el día con tradiciones, hay que ir a desayunar unos tamales con su chocolate espumoso al Café de Tacuba, en el número 28 de esa calle, y terminar con un buñuelo crujiente con su miel de piloncillo.
A Posada lo conocí hace años por un grabado de Leopoldo Méndez hecho sobre una placa de metal en el Taller de Gráfica Popular que dirigían Leopoldo Méndez y Pablo O’Higgins. De tanto verlo, creo que se me quitó el miedo a la muerte, aunque no estoy tan segura.
Según Rocha: “A Posada, más allá de que lo inventaron como un revolucionario ideológico, no fue tanto; él trabajó con Vanegas Arroyo. Posada no hizo tanta caricatura política en México, no estaba abocado a tumbar a Porfirio Díaz o a defenderlo, sino que estaba más bien en la prensa de a centavo que producía Vanegas Arroyo, en la que se hablaba de las cosas cotidianas: nota roja, recetarios, chismes, escándalos, el Baile de los 41. En cambio, la caricatura política, si no entiendes a los personajes que están retratados, si no los conoces, que la mayoría de los políticos son olvidables, te olvidas de quiénes eran y de qué estaban haciendo. Te quedas con Porfirio Díaz o con Zapata, con los muy icónicos. Eso permitió a Posada desarrollarse, porque estaba trabajando muy deprisa; ese ritmo de trabajo lo llevó a hacer una gráfica muy distinta, por eso Leopoldo Méndez y O’Higgins retoman a Posada años después. Tú ves a los otros caricaturistas de la época de Posada y no se distinguen mucho de uno francés o de uno inglés. En cambio, Posada es muy distinto, muy mexicano, muy entrañable. Por eso todos terminamos retomándolo, porque es inevitable; tomar de ejemplo o inspiración a otro, sería afrancesarte, porque no tienen la identidad gráfica de José Guadalupe Posada. Eso lo descubrí haciendo el libro La vida no vale nada y la hoja suelta un centavo.
–¿Por qué hiciste este libro?
–Por una razón muy simple. Yo estaba trabajando en un taller de litografía al que me invitó un amigo y el dibujo que llevé para reproducir es el que está en la portada, y es una imagen que me gustaba: Posada besándose con la Catrina. Y esa fue la primera litografía que hice.
–Pero lo hiciste muy gordito. Yo siempre lo imaginé muy flaquito.
–No, era gordito. En la segunda foto que hay de él se le ve abotagado, porque bebía mucho. Sólo existen dos fotos de él, una que se sacó en un estudio con su hijo y sí está cachetón. Y en la siguiente, que está fuera de su taller, que no sé si ésa se la tomó Francisco Díaz de León, porque también era de Aguascalientes, y estaba en los archivos de Díaz de León. Esa imagen fue la que realicé para la litografía. Tú sabes, cuando te pones a hacer algo, lees sobre el personaje, investigas, revisas. Hay muchos libros ya de historia o de ensayo sobre Posada, ahí dije: “¿por qué no mejor hacer un libro de historieta?, porque eso es lo que no se ha hecho”. Sólo había un fascículo de Rius y unos de editorial Novaro; era lo único que se había hecho en lenguaje de historieta sobre José Guadalupe Posada. En el libro también hablo de Porfirio Díaz, porque un capítulo es el Baile de los 41 y lo que estaba pasando en la familia de Porfirio Díaz. Hay un capítulo de un asesino serial, el primero registrado en México; se apodaba El Chalequero, porque se vestía con chalecos, le gustaba vestirse como provinciano y mataba a las pobres muchachas. Me metí en la historia del asesino serial y cómo Posada lo ilustraba, porque él ilustraba la nota roja. Hice otros dos capítulos inventándome cosas de su infancia.
–Leopoldo Méndez también era un hombre absolutamente entrañable.
–Leopoldo Méndez fue un grabador tremendo. No hizo muralismo, pero sí muchas imágenes para cine, fue como un muralista involuntario. Gabriel Figueroa se basaba mucho en sus grabados.
–Figueroa era muy severo.
–De alguna manera no hizo muralismo pintado, pero hizo muralismo cinematográfico, porque la pantalla es como un muro. Leopoldo Méndez inspiraba la fotografía de Gabriel Figueroa. En La rebelión de los colgados salen los grabados de Leopoldo Méndez, tal cual los grabados, en el momento que ponen los créditos, de la película, ponen sus obras.
–También Leopoldo Méndez hizo libros enormes, con el apoyo de López Mateos, sobre la pintura mexicana, grandes libros de arte, que imprimían en Holanda.
–México tiene una gran tradición de artesanía, de trabajo artístico manual. En la época prehispánica, el lenguaje era dibujado hasta donde sabemos. En la Conquista, el colonialismo, el catolicismo está muy basado en representación visual; el barroco latinoamericano, a diferencia de los gringos que es austero y es puritano, en México todo el tiempo hay imágenes muy fuertes, muy sangrientas, porque es el sincretismo, pues ahí está todo el tiempo reproduciéndose y dibujándose. No es extraño que los artistas mexicanos tengan un oficio heredado de toda la vida. Yo creo que sí es muy apreciado en el mundo, porque no todos los países tienen un arte así de representativo. Por ejemplo, Estados Unidos es un país muy industrial, la gráfica que tienen es muy de la fotografía, no tanto de dibujantes; no tienen esa tradición, vienen del protestantismo. En cambio, nosotros sí, de toda la vida. De Europa viene la litografía, viene de Alemania.
–Pero dime más de tu libro, Gonzalo.
–Puse una especie como de reflexión sobre la Catrina, porque la Catrina es una de las tres imágenes que representan a los mexicanos, como un sello en la cabeza: el escudo nacional del águila y la serpiente, la Virgen de Guadalupe y la Catrina.
–¿Cuándo empezaste a dibujar?
–Empecé a copiar cómics, porque en mi casa se compraban muchas historietas. Vengo de una casa de padres muy intelectuales, había libros; mi papá compraba revistas de política.
–¿Cuántos años tienes?
–Sesenta años, Elena. Yo recuerdo que era mal visto comprar historietas, tanto que se tenían que ver a escondidas. A los papás no les gustaba, pero en mi casa sí compraban Los súper sabios, Los agachados, Los súper machos. De ahí empezaba a dibujar lo que veía en esas historietas; todavía no terminaba la secundaria y empezó la tercera época de La Garrapata, y fui a pedir chamba, llevé mis dibujos.
–¿Ya estaba El Fisgón?
–No, los directores eran Elio Flores, Sergio Arau y Efrén.
–¿Qué le pasó a Sergio Arau?
–Sergio Arau ahí anda tocando rocanrol, haciendo cine y pintando. Hizo la película Un día sin mexicanos, ¿la viste?, en la que todos los trabajadores migrantes desaparecen y hay un problemón. Arau pinta escenas con luchadores, con santos.
–Pero sigue contándome de ti, Gonzalo, eres supermodesto.
–Empecé a trabajar en la tercera época de La Garrapata. Tenía 14 años cuando me publicaron mi primer dibujo, esa época duró como un año y medio. Ya sabes, entregas un trabajo no muy bueno, no lo publican y empiezas a preguntar: “¿por qué no me lo publican?”, y hay que perfeccionarlo. En ese año y medio en La Garrapata crecí mucho. Soy autodidacta, me obligué a dedicar más tiempo a trabajar y me fueron publicando más, y ya para cuando estaba acabándose La Garrapata, pues yo ya tenía un portafolio con qué tocar otras puertas.
“A La Garrapata no la censuraron ni la destruyeron, pero en aquel entonces el monopolio de PISA subsidiaba las publicaciones. Al siguiente número de esa caricatura quitaron la posibilidad de que La Garrapata comprara papel; los costos se iban muy para arriba y fue insostenible seguir haciendo la revista. Por eso se acabó, porque ya no se podían pagar los costos de la revista.
“De ahí me fui a El Día, entonces empecé en el mundo del periodismo en México; en la sección internacional de ese diario estaba Carlos Vanela; era un buen tipo y era el directivo de esa sección. Yo hacía muchas caricaturas contra Reagan, me las publicaban porque, aunque era un periódico priísta, pues sí había margen, sí había cierta libertad, porque había gente de izquierda. Los que éramos de izquierda, sí teníamos un lugar en el que podías decir, hasta cierto punto, lo que pensabas como lo pensabas y, sobre todo, en lo que tenía que ver con la sección internacional, porque México tenía relaciones exteriores muy equilibradas con Estados Unidos.”
Un eficaz melodrama ambientado en el Centro Histórico y armado por varios episodios tragicómicos con los temas de moda de aquellos años 90: ilegales, prostitutas, homosexualismo y más, a partir de una novela del escritor egipcio y Premio Nobel Naguib Mahfuz, adaptado antes en Principio y fin (1993) de Arturo Ripstein, quien concentraba en su trama todos los elementos crudos y misóginos de una familia que se derrumba a la muerte del padre. De hecho, tanto Principio y fin como El callejón de los milagros fueron ejemplo de lo que representaba aquel cine nacional de calidad previo a la revolución del nuevo milenio con Amores perros, Perfume de violetas o La ley de Herodes, entre otras y que incluían: un reparto de primera línea, grandes medios de producción, un buen equipo técnico y eficacia narrativa. Dos filmes polémicos de impecable factura y trascendencia en el cine mexicano de hace tres décadas.
El callejón de los milagros, ambicioso melodrama estructurado por diferentes historias entrecruzadas ligadas por la presencia de la mula de seis –la “cacariza” del dominó, que abre cada capítulo– y dividido en cuatro partes que se conectan entre sí, intentaba mostrar diversos ángulos u opciones alternativas al estilo de filmes como: Vidas cruzadas (Robert Altman, 1993), El tren del misterio (Jim Jarmusch, 1989) o Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994), incluso La mujer del puerto (1990) de Arturo Ripstein. Todo ello, a partir de un espléndido guion de Vicente Leñero que utilizaba con eficacia un novedoso recurso que convertía a los personajes centrales en secundarios de un relato a otro.
Además de la brillante cinefotografía de Carlos Marcovich, lo primero a destacar en aquel contexto de 1995, era un curioso regreso de buena parte del cine mexicano de entonces, al típico melodrama de la llamada época de oro, ejemplificado en cintas contemporáneas a El callejón de los milagros, como las hoy olvidadas: Los vuelcos del corazón (Mitl Valdez, 1993), Vagabunda (Alfonso Rosas Priego, 1993) o las citadas: La mujer del puerto y Principio y fin, escritas las tres últimas por Paz Alicia Garciadiego. La película, dirigida con habilidad por Jorge Fons responsable de obras excepcionales como Los albañiles o Rojo amanecer, trasladaba la novela homónima ambientada en el Cairo de los años 40 al México de los 90.
El callejón de los milagros puede verse como una continuación tragicómica de Principio y fin. Ambas, no sólo comparten al mismo escritor, Mahfuz, sino al productor Alfredo Ripstein, tramas, valores morales, atmósferas, banda sonora (Lucía Álvarez) y por supuesto, un cuadro de actores similar. Fons se empeñó con fortuna en extraer el humor y la tragedia de seres como don Rutilio (Ernesto Gómez Cruz), un cincuentón dueño de una cantina que descubre tardíamente su homosexualidad al enamorarse de Jimmy (Esteban Soberanes) jovencito gay dependiente de una camisería. Alma (Salma Hayek), la pretenciosa belleza del barrio que acaba como prostituta seducida por José Luis (Daniel Giménez Cacho). Susanita (Margarita Sanz), la casera de la vecindad y solterona que termina casándose con el interesado y joven mesero (Luis Felipe Tovar) y finalmente Abel (Bruno Bichir), eterno enamorado de Alma, quien regresa de Estados Unidos –junto con Chava (Juan Manuel Bernal) hijo de don Ru–, para recuperarla con trágicos resultados.
El callejón de los milagros obtuvo 11 Arieles, el Goya a Mejor Película Iberoamericana, la Mención especial por la excepcional calidad narrativa en el Festival de Cine de Berlín y por supuesto, fue la plataforma para el despegue de Salma Hayek.
Se exhibe en la Cineteca México y Chapultepec, Cinépolis y Cinemex.
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