Carlos Bonfil
Vigencia del
documental, un género que hoy denuncia y detalla violaciones a los
derechos humanos, secuestros, desapariciones forzadas y ejecuciones;
pone en evidencia la persistencia de la corrupción y la impunidad
políticas en nuevas repúblicas bananeras; registra los focos de
indignación ciudadana, como la actual proliferación de sit-ins nocturnos (nuit debout/ noche de pie) en varias plazas francesas, y el colapso de un modelo neoliberal evidenciado en escándalos como los muy virales papeles de Panamá; o
la embestida de la extrema derecha en Europa y en un Estados Unidos con
Donald Trump como punta de lanza; o la explotación y la miseria sexual
dentro y fuera de los tradicionales núcleos familiares, y que, con todo
ello, sigue también capturando –y ése es su contrapunto estimulante– la
irreductible combatividad y resistencia de muchos ciudadanos.
En su undécima edición, Ambulante, gira de documentales, enfilada ya a
su segunda década, sigue siendo la opción principal, la más variada,
para un cinéfilo mexicano que, muy al margen de la enajenación
mediática, quiere enterarse de lo que sucede en el mundo a partir de una
perspectiva crítica. Este año la selección fue, de nueva cuenta,
estupenda. 35 documentales y múltiples proyecciones especiales, foros y
mesas de discusión, toda una interacción entre creadores y espectadores
con el claro propósito, ya no de reivindicar la dignidad del género
documental (una conquista ya evidente), sino de brindarle vigorosa
continuidad al esfuerzo de muchos cineastas que aún ven muy mermados los
espacios públicos para exhibir sus producciones.
Al documental se le reconoce cada vez más en los grandes festivales. Prueba elocuente de ello es Fuego en el mar (Fuocoammare), de
Gianfranco Rosi, trabajo ganador del Oso de Oro en la Berlinale de este
año y que rescata aquí la selección de Ambulante. Difícil encontrar en
una ficción la carga emotiva y el impacto de las imágenes abrumadoras de
los migrantes que son rescatados moribundos cerca de las playas de la
isla de Lampedusa, en Italia. Un recordatorio oportuno del fracaso moral
detrás de las políticas de contención migratoria en una Unión Europea
que hoy reniega de sus mejores tradiciones de solidaridad humanista.
Otra cinta notable es Entre los creyentes, de Hemal Trivediv
y Mohammed Ali Naqvi, indagación del funcionamiento de las escuelas
islámicas en Pakistán, las llamadas madrazas, donde se adoctrina a miles
de niños y jóvenes en la práctica terrorista de la inmolación en nombre
del yihad, guerra contra los infieles. El fundamentalismo religioso
estratégicamente tolerado y auspiciado por Estados Unidos en los años
80, y combatido luego con una torpeza irresponsable que ha costado
decenas de miles de muertes. Los directores exhiben las dos caras del
conflicto y el saldo de una realidad aterradora.
Pasando de las tragedias colectivas a un drama individual, el documental Miedo al 13 (The fear of 13), del
británico David Sington, narra en primera persona la sucesión de
calamidades que padece el joven Nick Yarris, presunto culpable del
asesinato de una mujer. Incapaz de demostrar su inocencia, pasa 23 años
de su vida en una fila de condenados a muerte. Como una espiral de
infortunios, las pruebas que podrían salvarlo, entre ellas un examen del
ADN, se complican hasta absurdos inenarrables hundiéndolo cada vez más
en la fatalidad. Un virtuoso manejo del monólogo como sustento de una
narración que, desde el documental, muy poco tiene que envidiar a la
ficción de suspenso.
Pervert park, de la pareja nórdica Frida y Lasse Barkfors,
explora el microcosmos de una comunidad en Florida donde viven,
apartados del resto de los ciudadanos, un grupo de ex convictos que
todavía cargan con el estigma de sus delitos sexuales (pedofilia,
incesto o violación), a pesar de haber cumplido ya sus penas. Sus
testimonios son tan crudos como implacable el juicio moral que soportan
por parte de la sociedad. Lo más interesante del documental es la
constatación de una suerte de determinismo genético que hace de la
víctima del crimen sexual un agresor en potencia en una escala similar o
superior al de quien le antecede. Una espiral y una lógica no siempre
verificable, aunque hipotéticamente escalofriante.
Otro trabajo estremecedor es Tempestad, documental mexicano de Tatiana Huezo (El lugar más pequeño, 2011),
recuento testimonial a dos voces sobre las desapariciones forzadas en
nuestro país y la creciente complicidad de las autoridades judiciales y
los cárteles de las drogas para secuestrar, chantajear y
torturar física y sicológicamente a las víctimas y a sus familiares,
confinando por tiempo indefinido a las primeras en cárceles totalmente
controladas por la delincuencia organizada, o simplemente
desapareciéndolas. El documental en México como formidable herramienta
de denuncia permanente; también, y así lo demuestra la directora, como
una firme y muy novedosa expresión artística.
Ambulante, 31 de marzo-2 de junio. Sedes y sinopsis: www.ambulante.com.mx
Twitter: @Carlos.Bonfil1
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