MUJER SONORA
Por: Silvia Núñez Esquer*
Leonardo Schwebel, Sergio Romano y Gerardo Ortiz tienen algo en común:
los tres se autoconfirieron el “derecho” a violentar a las mujeres
utilizando algún medio de comunicación.
Algunas violencias son más graves que otras, si se considera el impacto
como podría ser poner en riesgo la vida o la libertad, mientras que
otras violencias merman la salud, la integridad emocional, pudiendo
llegar a provocar el suicidio de la mujer o su autoexilio para huir del
agresor.
Graves o no, ante los ataques que cotidianamente sufren las mujeres en
los diferentes ámbitos en que se desenvuelven, no existen sanciones
ejemplares, mucho menos cuando éstas ocurren en los medios de
comunicación.
Ni el Capítulo J de la Plataforma de Acción de Beijing de 1995, ni la
Convención de Belém do Pará, ni la CEDAW, ni la Ley General de Acceso de
las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, han logrado modificar la
legislación sobre contenidos de medios en materia de violencia de
género.
Escudados en el Derecho Humano a la libertad de expresión, hacen de
radio, televisión, prensa o internet las plataformas perfectas para
participar de ese “continuum” de violencia que se repite, se multiplica,
se socializa, se normaliza, se trivializa, y finalmente se lleva a la
realidad, creando modelos para espectadores que encuentran en los
mensajes publicados su justificación para considerarlos normales.
Ninguno de los conductores o el cantante son conscientes de que ante una
falta de normatividad, son necesarios los compromisos de
autoregulación, tanto de medios como de los autores de las agresiones.
Schwebel y Romano fueron sancionados, el primero públicamente a través
de las redes sociales, con comunicados oficiales del Congreso de
Jalisco, instancia que lo invitó a dar la conferencia el 8 de Marzo, Día
Internacional de la Mujer, a través de la diputada Liliana Morones; por
las organizaciones feministas como Cladem-Jalisco, que también emitió
un comunicado con varias exigencias de rectificación de las agresiones.
El segundo, con el despido de la empresa televisiva para la que
laboraba, que además es empresa paraestatal que transmite en forma
abierta localmente y por cable para todo el país. También fue sancionado
por el STIRT con el retiro del permiso para utilizar cualquier medio en
radio o televisión, en tanto no se levante la sanción.
Por su parte, el cantante Ortiz fue sancionado por organizadores de
varios eventos en los que participaría tanto en Jalisco como en Puebla y
otros estados.
Ante los reclamos de Cladem-Jalisco, entre otros, por incitar al
feminicidio, el video fue retirado de YouTube, mientras que el
presidente municipal de Zapopan, Jalisco, se vio obligado a responder en
forma oficial y pública por qué se habían facilitado patrullas de
policía y una casa que es objeto de investigación en un caso judicial,
para la realización del videoclip.
Las sanciones han sido variadas. Ortiz pierde dinero si se suspenden sus
presentaciones por protagonizar un video con violencia feminicida.
Schwebel pierde credibilidad cuando habla de lo terrible del feminicidio
en Jalisco y la necesidad de la Alerta de Violencia Género (AVG),
cuando insulta en público a una joven edecán.
Romano perdió su trabajo en Telemax y está suspendido por el STIRT para
utilizar cualquier micrófono para hablar por radio o televisión, por
incitar al feminicidio en su comentario editorial al referirse a una
maestra despedida por haber participado en un concurso de “twerking”.
Leonardo Schwebel, Sergio Romano y Gerardo Ortiz tienen también en común
que en adelante estarán en la mira no sólo de las organizaciones
feministas, sino de todas las personas que se indignan cuando el
portador de una cámara o un micrófono se confiere el derecho a violentar
a las mujeres.
Los dos primeros también tienen en común que ofrecieron disculpas
públicas a las mujeres, a las organizaciones y a la sociedad en general.
El tercero no lo ha hecho, sino que retiró el video cuando se vio
acorralado ante una orden de presentación por investigaciones judiciales
en las que podría estar inmiscuido. Su preocupación fue la posible
pérdida de ganancias si se le siguen suspendiendo conciertos o peor aún,
si se le finca alguna responsabilidad legal.
Mientras, las mujeres seguimos igual. Expuestas a que otros conductores,
periodistas, publicistas o editorialistas, así como productores de
programas de radio y televisión, incluidos los segmentos musicales, nos
sigan violentando y con ello continúen haciendo su parte para normalizar
todos los tipos de violencia contra las mujeres.
Es urgente que se vuelva a revisar la Ley General de Acceso de las
Mujeres a una Vida Libre de Violencia, y que como se ha intentado con
anterioridad, se reforme para incluir en forma definitiva la violencia
mediática, la violencia obstétrica y la violencia política contra las
mexicanas.
Sólo así las mujeres tendremos herramientas para demandar sanciones para
los autores de las agresiones mediáticas, pero también para los medios
de comunicación que no cuenten con perspectiva de género en sus códigos
de ética.
Los casos aquí planteados son sólo ejemplos de los miles que mientras
escribimos se están transmitiendo por radio y televisión. Lo increíble
es que no tengamos una plataforma legal para denunciarlos.
Inaudito es también que en pleno periodo de cumplimiento gubernamental
de las recomendaciones para erradicar la violencia feminicida en Sonora,
una voz de un medio estatal se atreva a proferir una frase gansteril
que preocupó a muchas jóvenes que se preguntaron: “¿O sea que cualquiera
nos puede mandar a matar si no está de acuerdo en cómo nos
divertimos?”.
La afectación psicosocial es un resultado no previsto en las leyes, pero
tampoco en los medios, por ello es urgente que realicen
autoevaluaciones para una autoregulación.
En un contexto tan grave por la violencia exacerbada contra las mujeres y
con alta incidencia de feminicidio, necesitamos menos “me equivoqué” y
muchos más “me transformé”.
Twitter: @mujersonora
*Periodista integrante de la Red Nacional de Periodistas y directora del blog Mujer Sonora (http://mujersonora.blogspot.mx/).
CIMACFoto: César Martínez López
Por: Silvia Núñez Esquer*
Cimacnoticias | Sonora.-
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