1.- Una reforma política para la seguridad
“Sí ha habido transformaciones importantes; las más notorias son las
que han sucedido en el submundo criminal. Hace 10 años, el submundo
criminal estaba dominado por seis o siete grandes grupos, hoy está mucho
más polarizado, diversificado el entorno y más fragmentado. Eso es
bueno y malo al mismo tiempo. Bueno porque los grupos emergentes no
representan el mismo nivel de amenaza a la seguridad nacional, no tienen
las capacidades financieras, logísticas, militares, políticas, para
capturar tramos completos del Estado nacional, pero son una amenaza muy
seria para la seguridad ciudadana en buena parte del territorio.
"En general (el resultado en 10 años) es un poco decepcionante. La
crisis no generó el sentido de urgencia necesario para una
transformación profunda del marco institucional en materia de seguridad y
justicia. Repetimos las mismas discusiones casi todos los años.
"Una de las lecciones aprendidas en estos 10 años es que las reformas
a la seguridad pasan necesariamente por una reforma más amplia a las
instituciones políticas. El mayor déficit del sistema es de rendición de
cuentas, no pasa nada si la gente no hace su trabajo o si se colude
incluso con los delincuentes.
"Tenemos que ir transformando esa realidad, y eso tiene que ver más
con cambios de orden político. Tenemos que empatar la agenda de
seguridad y justicia en una agenda más amplia de transformación política
y anticorrupción. Tenemos que empezar a cambiar la lógica entre órdenes
de gobierno, ser mucho más precisos en la definición de
responsabilidades”.
2. Narcotráfico no es sinónimo de violencia
“Cuando hablo de narcotráfico, hablo de un negocio muy
especializado donde los mejores son los que mueven un producto de un
punto a otro. Si hablamos de crimen, hablamos de otro negocio, de otra
enfermedad. El narcotraficante no controla territorio, y en muchos casos
no necesita utilizar la violencia para llevar a cabo su negocio. El
crimen organizado territorial, que se da en México o en muchísimos otros
países de Centroamérica o de Europa, al contrario basa su fortaleza
sobre el control del territorio y el ejercicio de la violencia.
"En este sentido, descabezar a los cárteles del narcotráfico ha
acelerado un proceso de generación de violencia a nivel de territorio.
El secuestro o la extorsión ya existían, pero eran mucho menos aparentes
y mucho menos violentos.
"Lo que ha faltado por órdenes de prioridades ha sido tener un
verdadero enfoque de prevención, un análisis de los mercados criminales y
no solamente el mercado de la droga, y a la prevención de la explosión
de esos mercados a través de formas violentas.
"¿Qué hace falta? Primero, enfocarse en la reducción de la violencia y
en sus causas estructurales; segundo, mejorar todo lo relacionado con
la administración de la justicia, porque no hay seguridad que no pase a
través del consolidación del Estado de derecho y los tribunales;
tercero, invertir en la prevención dentro prisiones, ofreciendo
tratamiento a quien hoy en día está en la cárcel y que tarde o temprano
saldrá y no tendrá otra opción sino seguir delinquiendo. Es allá donde
hay que romper esta dinámica autodestructiva”.
3. La policía ideal
“El balance, desafortunadamente, no es favorable ni positivo.
Lo que hemos visto en 10 años es un deterioro muy severo en las
condiciones de seguridad y en el respeto de derechos para todos los
ciudadanos y desde luego que uno de los más importantes es el de la
seguridad.
"Falta transformar las prácticas en las instituciones y el apoyo que
exista para las policías, para que puedan desempeñarse adecuadamente.
Sabemos que hay mucha penetración del crimen en estos cuerpos, y eso
tiene que ver con que no se han transformado esas instituciones.
"Se confió mucho en la evaluación de confianza, pero los policías
simplemente se sienten con una mucha mayor presión para cumplir con su
trabajo y no con todo el apoyo que se necesita para que puedan hacerlo
de forma adecuada. Se habla de unificar y si es mejor una policía que
muchas policías; opino que no importa si son muchas o son pocas, lo que
se necesita es que sean buenas, y eso es lo que no se ha hecho, no se ha
trabajado por transformar a esas instituciones de policía desde
dentro”.
4. Un operativo exitoso no resuelve el problema
“Es un balance difícil de hacer. El Estado no tenía otra
opción más que combatir la criminalidad. Creo que han faltado muchas
cosas, el saldo es un saldo doloroso, hay demasiadas víctimas, y sin
tener un mínimo acceso a la justicia.
"Hay algunos lugares donde los operativos han tenido resultados
importantes, los casos de Nuevo León y Baja California, pero hay otros
estados donde esto no ha sucedido: Veracruz, Guerrero y Tamaulipas
siguen sin generar los resultados esperados.
"Una vez que se hacen los operativos, nada garantiza que los
resultados se mantengan. Uno de los ejemplos claros es la situación
precisamente de Baja California, Chihuahua y Nuevo León, entidades donde
el gobierno federal entró, hizo operativos contundentes, y una vez que
se replegó, salió y dejó espacio para que la autoridad local empezase a
responder, aquí no vemos una respuesta suficientemente efectiva de parte
de la institución local.
"Tenemos esfuerzo federal con toda su contundencia trabajando y no
logramos construir ese segundo piso que es donde debería estar el
trabajo de la autoridad local, porque finalmente la violencia local es
la que agrede al ciudadano, pone en jaque las condiciones y lleva al
crecimiento de los grupos criminales, en la medida en que éstos
encuentran espacios donde hay una debilidad del Estado. Las lecciones
nadie las ha querido aprender. Seguimos haciendo lo mismo y obteniendo,
por lo tanto, los mismos resultados”.
5. La puerta giratoria del Poder Judicial
Alejandro Martí Presidente de la Fundación México SOS. (Foto: Cuartoscuro/Archivo) |
“Tenemos un grave problema en el sistema judicial:
ministerios púbicos, jueces, magistrados y ministros. Lamentablemente,
en estos 10 años de tantísimos delitos y problemas, se nos ha mezclado
una serie de conceptos como son los derechos humanos, el debido proceso y
toda una serie de situaciones muy modernas y buenas, pero que se han
extrapolado y han beneficiado de alguna forma a muchísimos delincuentes,
liberándolos —lo que llamamos la puerta giratoria—. En esto, o el
Ministerio Público no prepara bien la judicialización, o el juez estima
que no es un delincuente, por falta al debido proceso o por el propio
miedo que tiene todo mundo a los narcotraficantes. Muchísimos jueces a
nivel nacional interpretan las leyes como quieren o de formas a veces
hasta mañosas para poder liberar delincuentes.
"Una de las cosas que nos desespera mucho a los activistas es la
ineficacia de las burocracias. Es muy difícil hacer que la burocracia
nacional tenga sentido de urgencia.
"Se necesita que el país esté completamente consciente de que tenemos
que ser firmes en las decisiones de combatir la delincuencia y no ser
blandengues con las mafias ni con quienes laceran, perjudican y
destruyen la propiedad ajena, ni tan siquiera en casos de protestas. Si
no tenemos firmeza, no vamos a lograr muchos avances en el país”.
6. Limpieza institucional a fondo
“En términos generales, se debería replantear el esquema
punitivo con el que se fijó la guerra contra las drogas. El cambio que
representó la sustitución del gobierno de Enrique Peña Nieto por el de
Felipe Calderón no afectó el fondo de la visión de la estrategia de
lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado. Haber eliminado,
encarcelado o enviado a Estados Unidos a los líderes de organizaciones
no ha sido una solución de fondo, cuando no se ha acompañado de la
desarticulación de las redes de complicidad que tienen este tipo de
organizaciones criminales con los gobiernos.
"Se requiere una aplicación estricta de la ley. La limpieza institucional que se llevó a cabo en el sexenio pasado como el Michoacanazo
o en la PGR no fueron de fondo. No tenemos una estructura institucional
sólida, con un apego irrestricto a los procedimientos y a la ley. En
este país, hay que decirlo y reconocerlo, la aplicación de la ley se
negocia. Las redes de corrupción son una verdad de Perogrullo, el crimen
organizado no existe si no es con las redes de complicidad con el
Estado. Tenemos una debilidad institucional que el Estado no reconoce y
que no está dispuesto, hasta ahora, a atacarla. No sólo la procuraduría,
estamos hablando también de los institutos armados y las policías tanto
federal como estatales.
"Ayudaría muchísimo cambiar los esquemas de fortalecimiento y
supervisión externa de estas políticas de aplicación de recursos y
ejecución de las directrices de las políticas de seguridad a nivel
federal y local. Es parte de hacer funcionar un esquema de pesos y
contrapesos. Quien haga mal las cosas que pague las consecuencias”.
7. Presupuesto para unos, descuido para otros
Edna Jaime Directora de México Evalúa. (Foto: Jesús Almazán) |
“En estos 10 años, salvo la construcción de la Policía
Federal que fue casi de cero —hay que reconocer ese esfuerzo y también
que le metimos muchísimos millones de pesos y que si otras instancias de
la justicia en México están endebles es porque se le dio una
preferencia presupuestal evidente—, tenemos esa corporación, pero nada
más.
"En cuanto a las corporaciones locales, en esta administración se
compara la reforma policial con mando único, y ni siquiera se ha podido
sacar. Pero realmente no le hemos entrado a fondo, y la verdad es que no
tenemos ni recursos con qué para realmente plantear una reforma
policial como la que queremos. Porque queremos buenos mecanismos de
reclutamiento, carrera policial, entrenamiento, controles internos y
externos, y todo eso cuesta. Y no veo a ningún gobernador invirtiendo lo
que sea necesario en esto, salvo casos excepcionales.
"El balance general es que quizá desarticulamos bandas muy poderosas
que estaban retando al Estado, es posible que las hayamos debilitado
pero no resolvimos el problema de violencia y de seguridad que afecta a
los ciudadanos. No todo México está en llamas y, por eso mismo —por no
ser todo el país sino zonas específicas con problemáticas—, me sorprende
que el Estado mexicano no haya tenido la capacidad de resolver la
violencia.
"En esta administración el volumen de los temas de seguridad se bajó, casi se le puso mute,
y coincidió con una tendencia descendente en homicidio doloso, pero
queda la duda por cómo se manejan los datos de incidencia delictiva.
"En esta administración, se compara la reforma policial con mando
único, y ni siquiera se ha podido sacar; se está proponiendo un esquema
mixto muy complicado".
8. La tragedia de la política prohibicionista
“Esta política de prohibición es una tragedia, es totalmente
regresiva, no solamente no ha solucionado los problemas que en teoría
estaba diseñada para abordar sino que ha generado muchísimos más.
"A partir de 2006, lo que se hizo fue elevar el enfrentamiento para
hacerlo con lujo de violencia y armamento de todo calibre, con el
consabido resultado que es llegar en cada sexenio a más de 100,000
muertos, 250,000 desplazados, desapariciones forzadas que rondan entre
70 y 80,000 personas, zonas devastadas, estados que no están siendo
gobernados por una autoridad constitucional.
"Si la premisa básica de la prohibición era inhibir la producción y
atemperar el consumo, no ha podido hacer ni lo primero ni lo segundo, y
tan no es así que la disponibilidad de las drogas está en su máximo
histórico.
"¿Qué hay que hacer? Lo primero es dejarse de tonterías y de pensar
que esa es la ruta ideal y que se necesita tiempo para que fructifiquen
los esfuerzos, porque no va a suceder. Segundo, buscar las mejores
prácticas internacionales, el propio presidente admitió en el seno de la
ONU este año que efectivamente la política había dejado mucho que
desear en cuanto a resultados y que había que explorar otras
alternativas. Los que nos empujaron a esta guerra ya van en una
dirección distinta (con la aprobación de la marihuana medicinal y
recreativa en varios estados norteamericanos)”.
9. En el peor de los mundos
"Las reformas sí las hubo, lo que pasa es que no se llevaron a cabo;
hay protocolos muy claros de cómo tienen que reclutar policías, cómo
tienen que prepararlos, cómo deben ser los controles de confianza, cómo
tienen que fiscalizarlos… están los protocolos hechos, firmados por
gobernadores, secretarios de Seguridad Pública y procuradores de todos
los estados, el problema es que no los cumplen.
"Tendríamos que hacer un marco jurídico para que permanezcan en las
calles y al mismo tiempo hacer un esquema de retiro paulatino, pero esto
no puede suceder si no tenemos un cronograma muy claro de cómo vamos a
preparar a las policías para que los militares puedan salir. Y es muy
riesgoso seguir teniéndolos en las calles”.
10. Mano dura… ¿y los derechos humanos?
“A 10 años de haber lanzado una estrategia de confrontación
directa y de mano dura, lo que podemos observar es que la delincuencia y
la violencia en este país no han bajado.
"El problema radica en la manera en la que la estrategia se planteó,
es decir, pensar que solamente la confrontación directa iba a solucionar
el asunto es erróneo.
"Seguimos teniendo inseguridad, violencia, y las violaciones a
derechos humanos han aumentado, porque no hemos puesto los derechos
humanos como un centro de la estrategia.
"¿Hay una venta de oportunidad? Por supuesto, y es que se empiecen a
respetar los derechos humanos y a aplicar los controles, que cuando haya
personal encargado de hacer cumplir la ley y haya violaciones, haya una
consecuencia, haya un castigo”.
Nota del editor: Este especial aparece en la edición de la revista 'Expansión' que comenzó a circular el 1 de diciembre.
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