Dos
de los pueblos más pobres del estado de Puebla -pero de los más ricos
en minerales para explotar- viven una encrucijada similar. Uno, que se
niega a la llegada de las empresas mineras y otro, que espera con
ansias el arribo del progreso
“No es cierto que haya desarrollo con la instalación de una minera” .-Mary Carmen Larrasilla
Activista integrante de la Asociación Civil Tetela Hacia el Futuro
La Gorrión y Almaden Minerals ha decidido no otorgar regalías a los vecinos de Santa María Sotoltepec, por la explotación de su subsuelo
"Yo pienso que lo que venga la minera a entregar a los vecinos de este municipio sin duda será bueno"
La
pobreza de Ixtacamaxtitlán y Tetela de Ocampo es contrastante con la
riqueza que yace en el subsuelo de estas comunidades ubicadas en la
sierra norte de Puebla.
Ahí existen sin explotar dos de los yacimientos de oro y plata más grandes de México.
Hoy los pobladores de estos municipios enfrentan el dilema de
aceptar la llegada a sus pueblos de los grandes consorcios mineros con
sus posibles consecuencias ambientales… o seguir sobreviviendo en medio
de la pobreza y la falta de oportunidades.
Los habitantes de Tetela de Ocampo han decidido rechazar la mina que
la empresa Frisco, propiedad del magnate Carlos Slim, pretende poner
dentro de su municipio por la concesión federal que logró la compañía.
Los pobladores de esta comunidad indígena no creen que la operación
de la mina se refleje en desarrollo y beneficios para las familias que
viven aquí.
La historia es diferente en Ixtacamaxtitlán. Su gente espera con
esperanza la llegada de las empresas Gorrión S. A. de C. V. y la
transnacional Almaden Minerals Ltd., para que exploten la mina a cielo
abierto más grande de México.
Aquí las empresas han logrado convencer a los habitantes de la
comunidad de Santa María Sotoltepec – donde está el yacimiento- sobre
los beneficios que traerá el proyecto con la implementación de
programas de ayuda y apoyo para las familias que viven marginadas.
“De todas formas en esta región no hay nada”, acepta Nicasio, habitante de esta comunidad.
“Yo pienso que lo que venga la minera a entregar a los vecinos de este municipio sin duda será bueno”.
Un pequeño pueblo contra Carlos Slim
La zona norte del estado de Puebla, una de las más pobres de todo
México, también tiene el peor de sus infortunios: está asentada sobre
un banco casi solido de oro y plata.
Por eso funcionarios federales de la Secretaría de Energía no ha
reparado en entregar sendas concesiones para la explotación minera de
oro y plata en 100 mil hectáreas de suelo en Ixtacamaxtitlán, 10 mil
hectáreas en Tetela de Ocampo y poco más de 12 mil hectáreas en Zautla.
Tetela de Ocampo es el pueblo que se alzó contra el hombre más rico
de México. En esa pequeña localidad de la sierra norte del estado de
Puebla, la empresa minera Frisco, propiedad de Carlos Slim, enfrenta
una de sus más grandes batallas al encarar el rechazo de toda la
población, la que se niega a la posibilidad de que se abra una mina de
oro.
El plazo se vence para que la empresa minera Frisco, a través de la
subsidiaria Espejeras, pueda hacer válida la concesión federal para la
explotación del yacimiento de plata y oro que se encuentra bajo el
suelo de Tetela de Ocampo. Si antes de octubre próximo la minera Frisco
no hace una consulta a la población, sobre su presencia en la zona,
perderá el privilegio de explotar la mina de oro más grande de México.
Eso alienta a los pobladores de Tetela, los que no han bajado la
guardia. Esperan que Frisco pierda la concesión. No quieren que en su
municipio se instale este Proyecto de Muerte. Consideran que una mina a
cielo abierto para la extracción de oro y plata significaría el fin de
esa comunidad. Por eso la protesta permanente contra la presencia de
Frisco en esa comunidad indígena.
“No es cierto que haya desarrollo con la instalación de una minera”,
dice la activista Mary Carmen Larrasilla, integrante de la Asociación
Civil Tetela Hacia el Futuro, la que promueve la lucha constante contra
la minera Frisco.
“Esa industria no resuelve, solo compromete los recursos naturales
de la comunidad. No resuelve la vida, solo resuelve las finanzas de
ellos”.
Ese es el convencimiento general de todos los habitantes de Tetela
de Ocampo. Por eso no han dejado de salir a las calles para manifestar
su desacuerdo por los permisos otorgados desde el gobierno federal para
la explotación de ese subsuelo. Ni uno solo de los habitantes de esta
localidad avala la apertura de la mina, la que Frisco ofrece como “un
gran proyecto único de desarrollo”.
Con el rechazo social generalizado, en aras del desarrollo que nadie
cree, la empresa Frisco ya hizo sus proyectos de medición. Técnicos
resguardados por policías Llegaron sin mediar palabras con los
habitantes de la zona y comenzaron a hacer exploraciones del subsuelo.
Los resultados les indican que están listos para abrir la mina a cielo
abierto, no han tomado en cuenta la obligatoriedad de la consulta a la
comunidad, la que intentan pasar por alto, denunciaron activistas
sociales.
De acuerdo a la denuncia, la acción de Frisco en la zona de Tetela,
en busca de asentarse para abrir su propia mina, ha sido a veces al
margen de las concesiones de explotación minera que le ha otorgado el
gobierno federal. Ha actuado conforme a su propio criterio, sin
respetar disposiciones legales ni sociales, lo que en México es común.
De acuerdo al catedrático de la Universidad Iberoamericana de
Puebla, Eduardo Morales Sierra, quien citó a la investigadora Magdalena
Gómez.
“En México existe un proceso de desviación del poder. Es el que
tiene que ver con todos los aparatos institucionales, que están
acomodados de tal forma para que los proyectos de muerte puedan operar”.
Esa desviación del poder, agrega Morales Sierra, es la que hace
posible que 8 de cada 10 minas que operan en el país, lo hagan de
manera irregular, de acuerdo a lo conclusión a la que llegan miembros
de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS).
El rechazo no es gratuito
Las campañas en contra de las mineras en el norte de Puebla no son
nuevas. Los detractores advierten de riesgos ecológicos desde hace años
La campaña que se ha generalizado en toda la zona del norte de
Puebla, para exigir que no se concreten los proyectos de extracción
minera, los que se han venido alistando desde el periodo de Vicente
Fox, y que se han materializado con la entrada en vigor de la Reforma
Energética, no es porque sí.
El reclamo de cese al plan extractivista en la zona norte de Puebla
parte de la convicción sobre el riesgo ecológico en que habrán de
entrar las comunidades indígenas en donde se pretenden minas a cielo
abierto, donde científicos han pronosticados colapsos socio
ambientales, tales como los que ya se registran en diversos puntos del
país.
De acuerdo al investigador de la Universidad Iberoamericana, Eduardo
Morales Sierra, un gran número de acciones para infraestructura en
proyectos de rápida generación de capital, como el de las mineras, son
la causa de afectaciones ecológicas que dañan a poblaciones naturales
de las zonas en donde se asientan.
En Tetela, la minera Frisco comenzó a dañar el medio ambiente con la
barrenación de por lo menos 80 sitios, en donde hizo excavaciones para
medir la densidad de oro y plata en el subsuelo, generando impacto
ecológico que se estima de manera irreversible, el que se agudiza con
la generación de agua residual con altos contenidos de cianuro y
aluminio.
El daño ecológico generado en Tetela, con la sola barrenación para
la exploración de la veta de oro y plata que cruza por la zona, se
puede ya sumar a los 480 conflictos socioambientales que han registrado
los científicos investigadores del tema, los que han contabilizado 414
sitios contaminados por acción de mega proyectos de muerte.
El país en emergencia ambiental
Los pobladores de Tetela de Ocampo, en Puebla, no quieren que se
asiente la minera Frisco porque el temor de un desastre ecológico es
fundado. El miedo lo sostienen los pobladores en la experiencia de
otros sitios con mineras, como el caso de la Minera México que derramó
sustancias tóxica en el Rio Sonora, en donde no se han aplicado medidas
de reparación ambiental, y las autoridades federales no han hecho nada.
En la mayoría de los casos de afectación ecológica por actividad
minera, La Semarnat y la Profepa se observan rebasadas. Eso lo dictan
los 414 sitios contaminados que se registran en el país a la fecha, en
donde no hay recomendación oficial para resarcir el daño ambiental.
De acuerdo al investigador Eduardo Morales Sierra, en México se
presentan dos contingencias ambientales cada día. Gran parte de esas
emergencias son propiciadas por empresas mineras, como las que se
pretenden asentar en los municipios pobres de la zona norte del estado
de Puebla.
Ayúdame... que te ayudaré
La minera mexicana Gorrión S. A. de C. V. y la trasnacional Almaden
Minerals Ltd. ha logrado convencer a los habitantes de Ixtacamaxtitlán,
Puebla, que acepten la la pronta instalación de la mina a cielo abierto
más grande del país.
La estrategia de la minera ha dado en el blanco. Los sectores más
inconformes están siendo atendidos en sus demandas más elementales,
mediante acciones de salud, alimentación, esparcimiento y ocupación.
Los ejecutivos de las dos empresas que tienen el permiso del
gobierno federal para lograr la explotación de más de 14 mil hectáreas
de terreno -bajo el que pasa la veta más importante de oro y plata del
país- iniciaron una ambiciosa ofensiva para mantener a la población de
Ixtacamaxtitlán en calma: entrega de recursos, apoyos, despensas,
préstamos y promesas de mejoría económica al por mayor.
A la acciones de ayuda social de las dos mineras se ha sumado el
plan del gobierno federal, el que en los últimos dos años ha
intensificado de manera especial la presencia de sus programas para
abatir la pobreza y la marginación.
El municipio de Ixtacamaxtitlán, pero particularmente la comunidad
de Santa María Sotoltepec, son los destinos privilegiados de las
acciones de gobierno para atender las necesidades sociales.
Pero la suerte le cambió a toda la población apenas en el 2012 la
minera inició el proceso de exploración formal para iniciar la
explotación del oro y la plata en ese subsuelo.
Desde hace dos años las mineras no bajan la guardia. Han
intensificado su programa de información a la sociedad sobre “los
beneficios que tendrá el municipio con la operatividad de la mina”.
La gente comienza a dudar que la instalación de una mina a cielo
abierto, la que se comenzó a proponer desde hace 14 años, pueda tener
efectos negativos en el entorno ecológico o a nivel social. La gente se
ha comenzado a esperanzar en el oro que se va a extraer en esa zona.
Muchos pobladores de Santa María Sotoltepec, y de la cabecera
municipal de Ixtacamaxtitlán, sueñan. Tienen la esperanza de poder
hacerse con un poco del oro y la plata que las mineras esperan extraer
en los próximos meses, una vez que concluya el periodo de exploración y
se haya superado el proceso de consulta a la población, el que se
observa como un mero trámite a realizar, ante la complacencia de los
vecinos.
“Yo creo que la mina será buena para el municipio”, dice José Manuel, taxista de 20 años de edad.
La minera va por todo
Como parte de su programa para el convencimiento social, las mineras
Gorrión y Almaden Minerals han lanzado una estrategia infalible: se ha
convocado a los niños de todo el municipio de Ixtacamaxtitlán para
otorgares cursos de verano. Es la tercera ocasión consecutiva en que
durante las vacaciones escolares la minera asume el cuidado de los
niños de esa localidad.
A la par se ha instalado también un centro de información que busca
disipar las dudas de todos los que quieren conocer cómo operará el
proyecto de una mina al aire libre.
sigue la nota en la fuente ---> http://www.reporteindigo.com/reporte/mexico/divididos-por-el-oro?page=3
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