Miguel Concha
Apartir de la década
de los 90 se aceleró un proceso de privatización y desmantelamiento de
las empresas paraestatales del sector energético mexicano, que se
agudizó con la reforma de 2013, pues se asentó que los capitales
privados ahora pueden extraer hidrocarburos en las áreas de
procesamiento y transporte, sin tener que asociarse necesariamente con
Pemex. Para este año, 2016, se terminan de asignar y licitar a privados
los recursos energéticos en diferentes rondas o zonas en las que se ha
dividido la asignación, subasta y licitación de hidrocarburos. En la ronda 0 se asigna 83 por ciento de las reservas probadas y probables y 21 por ciento de los recursos prospectivos. Las rondas uno a 4
corresponden a subastas internacionales, y en ellas fueron asignados 34
por ciento de los recursos prospectivos del país. Estas rondas
significan una repartición del territorio mediante inversiones privadas
de capitales en explotación y extracción de hidrocarburos.
Además de la privatización, con el agotamiento de recursos
energéticos como el petróleo se pone hoy en día de manifiesto la
situación en que se encuentran para su extracción. Los yacimientos de
hidrocarburos convencionales, que han sido extraídos históricamente con
esa clase de métodos, ahora son escasos. Por otro lado, los yacimientos
no convencionales –aquellos cuya ubicación es de mayor irregularidad y
por lo mismo el acceso a ellos se realiza con métodos no convencionales,
como por ejemplo el fracking, para la extracción de gas–
generan mayor impacto nocivo al medio ambiente y a la población. En el
Plan Quinquenal de Licitaciones para la Exploración y Extracción de
Hidrocarburos 2015-2019 de la Secretaría de Energía, los recursos
convencionales considerados son 72, en un área de 192 mil 635.6
kilómetros cuadrados. Mientras tan sólo en el área noroeste del país las
licitaciones para recursos no convencionales son de 24 áreas, con 34
mil 830.1 kilómetros cuadrados de superficie.
Por otro lado, los capitales invertidos distan de ser pequeños. Entre las firmas beneficiadas en la ronda uno
se encuentran Sierra Oil and Gas, que ha sido relacionada con Carlos
Salinas de Gortari; Grupo Higa, y Petrobal, de Alberto Bailleres,
segundo hombre más rico de México y dueño del Grupo Peñoles y de seguros
GNP. En la tercera licitación fueron beneficiadas compañías como Carso
Oil and Gas, de Carlos Slim, y Newpeck, de Grupo Alfa. Entre las
extranjeras destacan la italiana ENI, que ganó campos en la segunda
licitación y, como ya vimos esta semana, entre las empresas para
posteriores subastas se encuentran gigantes petroleras como BHP Billiton
–australiana asociada ya ahora a Pemex–, British Petroleum Exploration,
Chevron, Exxon Mobil, Repsol, Shell y Total Station, entre otras.
La reforma energética también implica la construcción de una red
nacional de gasoductos que se expandirá a partir de inversión privada.
Cabe mencionar que es distinta a la construida entre 1971 y 1982 por el
Estado mexicano. En esta nueva conexión se modifican los flujos por
donde se dirige el gas natural y se facilita la importación de
hidrocarburos de Estados Unidos y de extracción desde México. En este
contexto, vale la pena mencionar a Geocomunes, un colectivo integrado
por estudiantes de posgrado y profesores universitarios que lleva tres
años de haberse formado. Su propuesta es generar mapas e investigaciones
para la defensa del territorio y los bienes comunes, y el método que
utilizan, al que denominan Cartografía Social Participativa, surge a
partir del trabajo con las comunidades que defienden algún bien común.
En ese trabajo cruzan la poca o mucha información sobre megaproyectos
que den las instituciones, con la información de las comunidades sobre
su territorio: cómo lo conciben y lo construyen día con día. Y en este
proceso se busca también romper con la hegemonía técnica y el acceso o
interpretación de información técnica y tecnológica únicamente desde el
aula o el escritorio. El resultado son mapas que sirven a las
comunidades en la defensa de sus derechos, que pueden imprimirse y poner
información libre y accesible así a disposición de la población en
general. Se elaboran además varios documentos con análisis comunitarios,
aunque también en este involucramiento recíproco se desarrolla teoría
crítica.
Recientemente este colectivo presentó el texto Territorialización
de la reforma energética: el control de la explotación, el transporte y
la transformación energética en el noroeste de México, con el
apoyo de la Rosa Luxemburg Stiftung en el país. En él se considera que
la territorialización de estos proyectos genera robusta oposición a una
lógica de acumulación de capital caracterizada por el despojo de las
comunidades, la depredación de la naturaleza y la explotación de los
trabajadores. Al partir de las comunidades a las que se imponen esos
proyectos mediante la reforma energética, y en consecuencia la
construcción e implementación de gasoductos, oleoductos, pozos
petroleros y plantas generadoras de energía eléctrica, como acontece en
la frontera norte, este esfuerzo nos permite no sólo observar
resistencias aisladas, sino que nos coloca en la lectura de territorios
afectados sistémicamente por un modelo salvaje de acumulación de
capital. Muestra así cómo esa zona norte es un área estratégica del
dominio territorial de Estados Unidos sobre México, así como el dominio
del territorio nacional mediante otros proyectos asociados, como presas,
minas, autopistas y trasvases, entre otros. La publicación, los mapas
diseñados por el colectivo, así como otros análisis que nos ayudan a la
documentación de los efectos de la implementación de la reforma
energética, se pueden localizar en la página de Internet http://geocomunes.org.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario