Tensión en la Frontera Sur
▲ En su intento por pasar la frontera hubo forcejeos y golpes con los uniformados, por lo cual recibieron atención.Foto Víctor Camacho
▲ Integrantes de la Caminata Migrante aguardaban cerca y sobre el puente internacional que divide México de GuatemalaFoto Víctor Camacho y Afp
▲ Algunos, desesperados, saltaron hacia el río Suchiate.
Ciudad Hidalgo, Chis., Soportaron de todo y se valieron
de todo para llegar a México, para muchos puerta de entrada a Estados
Unidos: portazo contra las vallas que custodia el ejército guatemalteco,
clavados desde el puente internacional hacia el río Suchiate, desafío a
la Policía Federal que terminó controlándolos con gases lacrimógenos y
equipos antimotines y, por el momento, un respiro para permitir un
ingreso ordenado.
La decisión de ingresar a México a como diera lugar fue tomada por
los miles de migrantes hondureños –la mayoría procedentes de su país en
caravana desde el 13 de octubre– durante una asamblea efectuada por la
mañana de este viernes en el parque central de Tecún Umán, ciudad
guatemalteca fronteriza con México, donde aguardaban desde el jueves.
A partir del acuerdo, los centroamericanos se organizaron y pasado el
mediodía se enfilaron hacia México. Primero, tras algunos forcejeos,
traspasaron un pequeño cerco de militares guatemaltecos que habían
colocado tres vehículos tipo tanqueta para obstruir el paso, mismos que
fueron utilizados incluso para saltar las vallas.
Luego, los centroamericanos ocuparon totalmente el puente
internacional de medio kilómetro que atraviesa el río Suchiate –que
divide a México de Guatemala–; allí derribaron una valla metálica
colocada por la policía mexicana. La multitud avanzó y se encontró con
otra reja, ésta de gruesos barrotes, que lograron abrir parcialmente, lo
que provocó la gresca, jaloneos y golpes con los uniformados.
Las escenas dramáticas se produjeron cuando, desesperados por la
espera, muchos aspirantes a indocumentados se lanzaron desde el puente
hacia el río o se descolgaban con lazos y nadaban hasta donde los
esperaban improvisadas balsas: más de uno fue arrastrado varios metros
por la corriente, pero fueron rescatados con grandes esfuerzos; uno más
se desmayó en medio del agua y fue sacado por uno de sus compatriotas.
En ese momento, a mitad del puente, justo bajo el letrero que con letras blancas y sobre una estructura verde que dice
Bienvenidos a México, la policía lanzó gases lacrimógenos, lo que ocasionó que los hondureños se replegaran. De ese modo, más de 200 federales impidieron el ingreso a México de los miles de hondureños que pretendían internarse sin documentos migratorios.
Entonces vino la respuesta: una lluvia de piedras cayó sobre los
policías y demás personas que estaban del lado mexicano, entre ellas
periodistas. Entre la confusión, el caos y el desorden muchos cayeron al
piso a medio puente, niños y mujeres incluidos.
En la confusión, unos 50 migrantes lograron pasar y el resto
retrocedió. Luego, los agentes retomaron el control y cerraron la reja
metálica aproximadamente a las 13:30 horas. Hasta las 19:30 no se habían
vuelto a abrir totalmente.
Megáfono en mano, Manelich Castilla Craviotto, comisionado de la Policía Federal, llamó al orden.
Se recomienda a todos los migrantes que no agredan a los uniformados, vamos a dar condiciones para que sean atendidos de manera ordenada; no pongan en riesgo a mujeres y niños. Nombren una comisión para que se determine la manera de llevarlos a un albergue.
Poco a poco la situación se fue apaciguando, pero los migrantes no dejaban de gritar con el puño en alto:
No somos criminales, déjennos entrar, queremos trabajar.
Los migrantes retrocedieron y se acomodaron, sentados o parados,
sobre la mayor parte del puente que no estaba ocupada por los policías
federales.
El resultado fue de por lo menos tres uniformados lesionados por piedras y varios centroamericanos golpeados y desmayados.
Por qué nos matan, por qué nos asesinan, si somos la esperanza de América Latina, corearon algunos.
No somos delincuentes, sólo queremos trabajo y seguridad porque en nuestro país hay mucha violencia y pobreza, dijo otro joven que viaja
con la ilusión de encontrar un empleo en el norte (Estados Unidos).
Se evitó que se vulnerara nuestra frontera; no hicimos uso de la fuerza, afirmó Castilla Craviotto.
“El propósito principal se cumplió, va a haber un ingreso orde-nado,
bajo las condiciones que ponga la autoridad migratoria y no bajo las
condiciones de violencia que algunos piensan que funcionan en países
como el nuestro como medidas de presión“, dijo una vez que la policía
tuvo el control total de la situación.
Dos horas más tarde, el gobierno mexicano comenzó a permitir el paso
de menores de edad y luego de adultos para que subieran en autobuses que
los trasladaron a un albergue ubicado en el centro de Ciudad Hidalgo,
cabecera del municipio de Suchiate.
Hasta las 18 horas se habían registrado más de mil 600 personas que
recibirán alimentos, agua, colchonetas y cobijas, mientras las
autoridades migratorias estudian sus casos individualmente. Decenas más
estaban sentados en bancas o en el piso en el parque central curándose
los golpes.
Norma Hernández, quien viaja con sus tres hijos, de 19, 17 y 15 años de edad, y una nieta de tres, afirmó:
Nuestra intención es llegar a Estados Unidos. No somos delincuentes, sino gente trabajadora. A mí no me golpearon, sólo vi que pasó un muchacho desmayado. Si los demás integrantes de la caravana no se regresan a Honduras tampoco nosotros.
Rubén Figueroa, representante del Movimiento Migrante Mesoamericano,
que cada año organiza la caravana de madres de Centroamérica en busca de
sus hijos desaparecidos en México, dijo que los migrantes
fueron reprimidos por la policía mexicana.
Agregó:
Fue la Policía Federal la que dio la bienvenida, entre comillas, a los migrantes, no el Instituto Nacional de Migración (INM). El gobierno mexicano había dicho que no iba a reprimirlos, pero fue todo lo contrario.
Manifestó que
no es con gases lacrimógenos ni con escudos como se debe de recibir a esta gente, sobre todo cuando vienen niños y mujeres.
Mario Turcios, uno de los hondureños que participa en la caravana y
que resultó lesionado en el hombro por un golpe con macana que le dio un
policía, sostuvo que
nuestra decisión es seguir pase lo que pase, esa es la voluntad de Dios.
La noche del viernes, miles de migrantes permanecían sobre el puente,
sentados o acostados en el piso, en espera de poder ingresar a México.
Funcionarios del INM estaban preparados para recibir en
grupos pequeñosa los migrantes para tramitar sus solicitudes de refugio o visa humanitaria, que es la única forma bajo la cual el gobierno mexicano ha dicho que los dejará pasar la frontera.
(Con información de Afp)
Foto Víctor Camacho, Elio Henríquez
Enviado Periódico La Jornada
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