Como se sabe, el pasado
3 de diciembre el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció la
creación de una Comisión de la Verdad para conocer el paradero de los 43
normalistas de Ayotzinapa.
El establecimiento de una Comisión de la Verdad para tal caso no sólo
es necesario y urgente, sino que puede ser el inicio de un proceso de
verdad, justicia, reparación integral y medidas de no repetición para
las víctimas y sus familiares.
Sin embargo, la pregunta que salta a la vista es la siguiente, ¿y las
demás víctimas de desaparición forzada no merecen también una Comisión
de la Verdad? Estamos hablando de más de 40 mil desapariciones
reconocidas por el anterior gobierno, y de una cifra que va desde las 70
mil hasta las 300 mil desapariciones forzadas denunciadas por los
familiares y organizaciones de derechos humanos y populares. Además, en
los pasados 12 años más de 170 luchadores sociales fueron víctimas de
desaparición forzada y cerca de 250 fueron ejecutados de manera
extrajudicial.
Pensamos, entonces, que no sólo debe considerarse que es necesaria,
sino que también es urgente una Comisión de la Verdad para todas las
víctimas de desaparición forzada. Y ello como un primer paso para
conocer su paradero y sancionar a los responsables materiales e
intelectuales, y a los beneficiarios y los facilitadores de esta grave
violación a los derechos humanos.
Para ello el gobierno tiene que abandonar la política de desaparición
forzada y ejecuciones extrajudiciales. Lo que significa terminar con la
política de seguridad de los gobiernos neoliberales anteriores, y con
ello renunciar al terrorismo de Estado y sus dos pilares: la
militarización y la paramilitarización.
Las comisiones de la verdad históricamente se han propuesto
investigar y develar los hechos ocurridos en un determinado lapso de
tiempo. Lo que incluye no sólo garantizar a las víctimas el derecho
humano a la verdad, sino también evidenciar las políticas económicas,
sociales y de seguridad que fomentaron, permitieron o facilitaron las
graves violaciones a los derechos humanos, así como visibilizar a las
personas, grupos e instituciones que se vieron beneficiados por éstas,
para que lo que sucedió nunca más vuelva a suceder.
Desde la perspectiva de los derechos de las víctimas, las comisiones
de la verdad son una de las formas de intentar garantizar el derecho a
la verdad, tomando en cuenta que este derecho se debe tratar en su
integralidad; es decir, en su interdependencia con el derecho a la
justicia, a la memoria, la reparación integral del daño y las medidas de
no repetición.
Por lo general, las comisiones de la verdad surgen por la exigencia
de los pueblos de conocer lo que sucedió en un determinado periodo
histórico, y están mediadas por la voluntad política de los gobiernos
para develar la verdad de los hechos acontecidos. Sin la voluntad
política real del gobierno, una comisión de la verdad sirve para tratar
de legitimar a las nuevas autoridades, y se convierte en una instancia
que simula buscar la verdad.
Como expresa el Comité Cerezo México, la voluntad política del nuevo
gobierno debe traducirse en adoptar políticas que permitan garantizar
los derechos de verdad, justicia, reparación integral y garantías de no
repetición de las víctimas de graves violaciones a los derechos humanos
en tres grandes periodos.
Primer periodo (1968-1994), con el fin de atender la demanda de
conocer el paradero real de todas las víctimas de desaparición forzada
en el contexto de la llamada
guerra sucia. Segundo (1994-2000), con el propósito de atender las graves violaciones a los derechos humanos cometidas en el periodo de lucha contrainsurgente contra el EZLN y el EPR, así como las de la represión política contra los movimientos populares e indígenas, principalmente en los estados de Chiapas, Oaxaca y Guerrero. Tercer periodo (2000-2018), para atender la demanda de dar a conocer el paradero real de las víctimas de desaparición forzada en el país. Para ello deberán contemplarse principalmente dos tipos de poblaciones: las que por su militancia política o su labor de defensa de los derechos humanos son víctimas de desaparición forzada, ejecución extrajudicial y amenazas de muerte; y las que sin tener una participación o militancia política contra el gobierno en turno son víctimas de desaparición forzada y ejecución extrajudicial.
El punto central para que funcione este proceso de verdad, de manera
que responda a las exigencias de los millones de víctimas de graves
violaciones a los derechos humanos, y esté en concordancia con los más
altos estándares internacionales en materia de derechos humanos, es que
las víctimas, sus familiares, las organizaciones de derechos humanos,
las organizaciones populares e indígenas, así como los expertos en la
materia, académicos, intelectuales y periodistas comprometidos,
participen activamente en su construcción.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario