Francisco López Bárcenas,
Este 24 de agosto, cuando comiencen las actividades
de educación básica, la Secretaría de Educación Pública (SEP) estará
violando el derecho humano a la educación de los niños y jóvenes que
concurran a ella. La violación se concretará en todos los actos que
hacen posible que la educación se imparta a través de la televisión y la
radio, pues el artículo tercero de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos claramente establece que los planteles
educativos constituyen un espacio fundamental para el proceso de
enseñanza aprendizaje y que el Estado garantizará que los materiales
didácticos, la infraestructura educativa, su mantenimiento y las
condiciones del entorno, sean idóneos y contribuyan a los fines de la
educación. De igual manera, determina que las maestras y los maestros
son agentes fundamentales del proceso educativo. Sustituir las aulas por
los estudios televisivos y de radio y a los maestros por los técnicos
que produzcan los materiales a transmitir viola los preceptos
constitucionales.
Junto con lo anterior, la Carta Magna expresa que la educación que
imparta el Estado tendrá como base fundamental el respeto irrestricto de
la dignidad de las personas; que será equitativo, para lo cual el
propio Estado implementará medidas que favorezcan el ejercicio pleno del
derecho a la educación de las personas y combatan las desigualdades
socioeconómicas, regionales y de género en el acceso, tránsito y
permanencia enlos servicios educativos y que en los pue-blos y
comunidades indígenas se debe impartir educación plurilingüe e
inter-cultural basada en el respeto, promoción y preservación del
patrimonio histórico y cultural.
Los anteriores presupuestos, que dan sentido al sistema
constitucional de educación, no pueden realizarse en un proceso donde
las autoridades educativas confunden educación plurilingüe e
intercultural con comunicación en una cultura y una sola lengua, el
español, que es lo que la radio y la televisión saben hacer, ignorando
que somos una nación multicultural y las lenguas indígenas tienen el
mismo reconocimiento que el español, razón por la cual todas las
culturas y las lenguas deberían tomarse en cuenta en un proceso
educativo. Junto a esto existe otro problema. La adopción del sistema de
enseñanza por radio y televisión parte del falso supuesto de que todos
los hogares mexicanos cuentan con los aparatos necesarios para que niños
y jóvenes puedan recibir las señales que les llevaran el conocimiento
desde un espacio ajeno a las escuelas hasta sus casas, transformadas de
la noche a la mañana en centros de aprendizaje.
Pero la realidad es muy diferente. Los hogares no pueden concebirse
como aulas escolares, porque no tienen ni el espacio ni las condiciones
para serlo. Si en un hogar existiera únicamente un niño o joven inscrito
en algún grado escolar se necesitará de un aparato de radio o un
televisor, situación que tal vez se pueda resolver, pero generalmente
existen dos o tres que asisten a distintos grados escolares, entonces
para tomar clases a distancia necesitaran igual número de televisores o
radios. Suponiendo que resuelven este asunto, queda el problema de
resolver si en su comunidad, pueblo o ciudad llega alguna señal de radio
o televisión, o en su caso, que puedan acceder a una señal de paga, lo
cual resulta un lujo. Quienes decidieron que la educación fuera por
estos medios al parecer creen que en todo el territorio puede captarse
una señal, pero eso es falso, existen ciudades en donde no se capta
ninguna, situación que se agranda en las localidades rurales.
A esto hay que sumar el hecho de que los padres no pueden orientar a
sus hijos en el proceso de enseñanza-aprendizaje porque ocupan su tiempo
en buscar el sustento de la familia, pero también porque carecen de los
conocimientos que se requieren para hacerlo: muchos de ellos, inclusive
no tienen estudios, lo cual les impide realizar las actividades que
realizan los maestros en los cursos presenciales. Si las autoridades
educativas hubieran dialogado con los profesores encargados de la
enseñanza de los millones de niños y jóvenes se hubieran encontrado
alternativas para una mejor educación en esta época de pandemia, pero no
lo hicieron porque no interesaba encontrar una alternativa educativa,
sino rescatar a las televisoras. Aun así, en muchos casos amplios
sectores de profesores dialogan entre ellos y con autoridades
comunitarias para buscar alternativas.
Porque a leguas se nota que carecer de aparatos de radio o de
televisión, o tenerlos, pero no poder acceder a las señales, o contar
con ella, pero carecer de la asesoría adecuada en casa, lo único que
provocará es una deserción de alumnos que, decepcionados de la falta de
alternativas educativas, irán a buscar su futuro en otros lados. La
violación del derecho a la educación por la Secretaría de Educación
Pública no sólo priva a niños y jóvenes de este derecho, en muchos caso
les arrebata el derecho a un futuro digno.
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