Pedro Echeverría V.
1. Pienso mucho desde hace 10 años en “El mito de la caverna de Platón, el enorme filósofo griego que reflexionó 400 años antes de nuestra era. Es, en síntesis, una alegoría sobre el conocimiento. En la obra, Platón muestra al ser humano encadenado dentro de una caverna desde su nacimiento, donde lo único que ve son sombras reflejadas en la pared, pensando que esa es la realidad. Pero esa no es la realidad, sino lo único que le muestran para que crea que ese es su mundo y no hay otro.
2. Esto del encierro en una caverna, una cueva, una jaula, me lleva a pensar a diario, que estamos encerrados en una gran jaula –que yo le llamo capitalista- donde nacemos, nos imponen una ideología, nos mueven según intereses y gustos de la clase dominante, luego morimos. Y el que consigue salir y conocer otra realidad y concibe otras ideas con las que quiere liberar a los presos, al regresar es rechazado por pensar y actuar diferente. Los presos se han acostumbrado a vivir el mundo falso que le muestran.
3. El texto de Platón, que se encuentra en su voluminoso libro de la República, cuestiona el origen del conocimiento, el problema de la representación de las cosas y la naturaleza de la propia realidad. Cuando el preso que logró con dificultades salir regresa, para compartir con los otros prisioneros lo que ha visto, ya que siente que debe ayudarles a ascender al mundo real. Sin embargo, él está deslumbrado no puede ver bien, porque se ha acostumbrado a la luz exterior.
4. Los que habitan en la penumbra o la oscuridad piensan que el viaje ha dañado al compañero, por ello no desean acompañarle fuera. Platón entonces afirma que los reclusos harían lo posible por evitar dicha travesía, llegando a matar a quien se atreviera a intentar liberarlos. Este ejemplo, para mí es la gran conclusión porque me hace entender que la casi totalidad de la gente está muy acostumbrada a que la engañen, la manipulen y hasta parece que ello le proporciona la felicidad.
5. Por ese tipo de conciencia, de ideas, muchas veces la gente prefiere “vivir en paz, sin problemas, no meterse en nada”, aunque muera por miseria y hambre. Es importante reiterar que se debe tener la convicción de que ningún personaje, partido, líder, presidente, religión, va a liberar a nadie; cada quien tiene que hacer conciencia de la necesidad de unificar intereses comunes para una gran liberación social. Marx decía: “La liberación sólo puede ser obra de los trabajadores mismos”. (24/IX/23)
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