Sara Plaza Serna
El conformismo ante la violencia, lo absurdo que resulta el mundo laboral, los silencios cómplices… A diario estamos expuestos a gran cantidad de situaciones violentas (directas o indirectas) y contradicciones con las que tenemos que lidiar, seguir yendo a nuestros trabajos, quedando con nuestros amigos y pagando las facturas. El día a día, a veces, no nos deja más espacio que para una story de denuncia en Instagram y, poco a poco, parece que nos vamos acomodando a esta realidad y aprendemos a convivir con imágenes y noticias cargadas de horror.
En Sustancia de hígado (editorial Altamarea) la periodista y escritora salvadoreña Michelle Recinos (1997) desgrana en nueve relatos la normalización de la violencia en una sociedad, la de El Salvador, que convive con ella a diario. “No sé cuál sea el caso de ustedes, pero por lo menos en nuestras sociedades latinoamericanas, centroamericanas, salvadoreña… es una cosa a la que estamos expuestos históricamente. De una u otra forma, está presente en nuestro ADN y no es solo una cosa metafórica. En el caso de El Salvador venimos de 12 años de guerra. Es una guerra financiada por los gringos que nos ha traído el problema de la violencia social, que son las pandillas, todos estos hijos de la guerra, literalmente, que quedaron huérfanos”, explica la periodista a Pikara Magazine en una entrevista.
Empresas que se lucran con el dolor de víctimas de violación, bebes comprados a madres pobres para hacer publicidad con ellos, modelos de revista que en realidad son chicas desparecidas. Este libro explora la miseria humana, el conformismo y muestra a unos personajes demasiado acostumbrados a sufrir, tanto que parece que ya no duele. Todo ello envuelto en una capa de incómoda familiaridad.
Recinos habla del gen del miedo que, desde la infancia, se adhiere a la forma de vivir y mirar el mundo, especialmente en sociedades que conviven diariamente con la violencia o que solo han conocido la guerra. “Te crían desde pequeño con el tema del autoritarismo, de que siempre tenés que obedecer, entonces, claro, no es como de extrañarse que dictadores como el dictador actual lleguen tan fácil al poder, porque estamos acostumbrados a que alguien más grande que nosotros esté ahí vigilándonos siempre”.
Para la escritora en la ignorancia siempre hay miedo. “No quiero decir que una vez uno aprende o tiene acceso al conocimiento ya desaparece todo. El miedo es algo natural, intrínseco a la naturaleza humana; pero sí creo que una forma de, tal vez, sobrellevar el miedo es creando redes, no estar sola, no estar solo. Por eso a las élites les conviene que estemos tan divididos. Cuando estamos en unidad es más fácil aceptar el miedo como una emoción más, como una respuesta a lo desconocido y no verlo necesariamente como algo que te paralice o no te permita organizarte”.
Un libro censurado
El dictador del que habla Recinos es Nayib Bukele, el actual presidente de El Salvador. Sustancia de hígado está concebido como una crítica feroz a su régimen cada vez más dictatorial y policial. De hecho, este libro ha tenido que enfrentarse a varios intentos de censura por parte del Gobierno del país que amenazó a la Feria del Libro de Guatemala con la retirada de su patrocinio si invitaban a la periodista. “Aquí está claro que cualquier trabajo periodístico que hagas o cualquier trabajo de organización te va a traer odio de parte del Estado, eso es lo tenés presente. Pero no sé si por la misma desidia por el tema del arte uno no piensa que le van a poner atención, que le van a poner interés”, cuenta.
“Desde el periodismo muchas veces se presiona a las víctimas para que cuenten su experiencia sin tener realmente en cuenta el dolor o el duelo”
La escritora señala que fue una sorpresa enorme: “Me pareció una cosa bien violenta a pesar de que ya estamos acostumbrados al hecho de que el actual régimen va a hacer todo lo posible por limpiar su imagen internacional. Lo que pensaba es por qué ponerle tanto esfuerzo a un libro. No sé si, al final, yo también estoy normalizando la violencia”.
Sobre las historias que contamos
Algunos de los relatos más impactantes de Sustancia de hígado abordan la cuestión de cómo desde el periodismo, aunque no solo, muchas veces se presiona a las víctimas para que cuenten su experiencia sin tener realmente en cuenta el dolor o el duelo que está atravesando esa persona. “Mi hermana fue víctima de un caso bien feo y me contaba que cuando pasó todo esto había una persona, que es como referente en esto el periodismo de género, que no paraba de acosarla para que hablara y ella me decía que no quería hablar”, cuenta. La escritora habla desde el punto de vista del periodismo porque es su realidad. “Muchas veces hemos revictimizado a las víctimas, no con mala intención, pero no estamos viendo más allá. Quizá nos estamos convirtiendo nosotros en agresores de estas personas. En el caso de mi hermana, después de que ella pasó todo su proceso, a los seis o siete meses, de la nada, venía una persona y ponía un tweet y revivía lo que había pasado y se hacía viral. Mi hermana se quejaba porque no le habían preguntado. Por querer ser el héroe acabamos violentando muchas veces”.
Michelle Recinos puntualiza: “Sí creo que hay algo de nobleza en querer contar historias de personas a las que les está yendo peor que a vos. El oficio como tal no es una cosa mala. El problema es el mismo sistema que termina deformando cualquier intento que uno tenga de oponerse a ese tipo de dinámicas. Todo este sistema que te exige inmediatez, que te exige ser el más leído, que te exige miles de likes. Se deja de tratar las historias como historias de personas y se empieza a convertir en una competición por ver quién consigue más historias”.
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