ESTADOS
Mujeres quedan a su suerte ante delincuencia y falta de justicia
Imagen retomada del sitio adnarg.blogspot.com
Por: Anaiz Zamora Márquez
Cimacnoticias | México, DF.-
Antes
de que las disputas entre las bandas del crimen organizado y el
narcotráfico azotaran el norte de México, el municipio de Gómez
Palacio, en el estado de Durango, prometía prosperidad a quien viviera
o decidiera instalarse ahí.
Junto con la también duranguense Ciudad Lerdo y los municipios de
Torreón y Matamoros (ambos en Coahuila), Gómez Palacio forma parte de
la llamada Comarca Lagunera, la novena zona más poblada de México y
ahora una de las más violentas del país.
A las casas abandonadas se suma la soledad de las calles. Las pláticas
vecinales o entre familias que se daban por las tardes no se escuchan
más y la vida nocturna pasó a ser sólo un recuerdo.
Una de las ciudades cuna de la Revolución Mexicana, además de ser un
territorio controlado por el narco es “un caldo de cultivo” para la
violencia de género: las cifras de violaciones sexuales, agresiones
intrafamiliares y de maltrato se acumulan cobijadas por la inacción del
gobierno estatal para atender a las mujeres.
Hasta marzo pasado, hubo 50 denuncias por violación sexual. La fiscal
duranguense, Sonia Yadira de la Garza, se limitó a asegurar que se
trataba de un violador serial, “o tal vez una banda de pocos
integrantes”, y a aconsejar a las mujeres que se abstuvieran de salir
de sus casas.
Ante la falta de instituciones especializadas en la atención a mujeres,
grupos feministas como la Fundación por la Promoción, el Desarrollo y
el Empoderamiento de las Mujeres en Gómez Palacio, y la Casa de
Restauración El Arca, han hecho frente al problema. Desde sus voces se
reconstruye la situación que enfrentan las habitantes de Gómez Palacio.
TERRITORIO INSEGURO
De acuerdo con Sandra Sierra Limones y Alejandra Ceniceros, antes el
municipio era seguro y la delincuencia no iba más allá de algunos
incidentes menores. Las mujeres, algunas de ellas migrantes que
llegaban a la ciudad para emplearse en las maquiladoras, podían llevar
una vida tranquila.
Pero las mismas vías del tren que llevaron a Gómez Palacio a tener una
economía basada en la industria, atrajeron a las bandas del
narcotráfico que con el paso del tiempo hundieron al municipio en un
clima de corrupción, complicidad y violencia.
Durante el sexenio de Felipe Calderón se lanzó la estrategia de
seguridad contra el narcotráfico, pero sin ninguna acción con visión de
género. Las duranguenses fueron invisibilizadas en los reportes y
noticias sobre los enfrentamientos entre las bandas, los elevados
índices de asesinatos, homicidios, desapariciones y secuestros.
Desde 2007 los años fueron convulsos para Gómez Palacio. Tan sólo en el
primer trimestre de 2013, el pequeño municipio –de apenas 328 mil
habitantes– tuvo una tasa promedio de 4.9 asesinatos al mes por cada
100 mil habitantes.
En enero de 2013, la policía municipal fue prácticamente disuelta al
comprobarse la complicidad de algunos de sus miembros con el
narcotráfico. En febrero del mismo año la casa de la alcaldesa Rocío
Rebollo fue rafagueada por el crimen organizado.
Cuando se fue la policía, la seguridad y la justicia también
abandonaron Gómez Palacio. “Esto parece una ciudad sin ley; no es que
creamos en la policía ciegamente, pero ahora no tenemos vigilancia,
tampoco quien pueda auxiliarnos en momentos de verdad conflictivos.
Esto es alarmante principalmente para las mujeres”, dijo Sierra Limones.
Desde que fue desmantelada la policía, quien se hace responsable de la vigilancia es el Ejército.
De enero a marzo de este año se acumularon 50 denuncias por violación
sexual, pero se debe considerar –a decir de la experta– que no todas
las víctimas se atreven a denunciar, así que pueden ser mucho más
agresiones.
De acuerdo con la especialista, es imposible que una sola persona sea
la responsable de las violaciones como ha asegurado la fiscal De la
Garza: “El número de violaciones ya rebasa al supuesto violador serial;
nos enoja que nos mientan, pero nos enoja más que no hagan su trabajo y
no investiguen lo que está pasando”.
OLA DE AGRESIONES
Las violaciones sexuales ocurren a cualquier hora del día, en especial
en las colonias Filadelfia, Buganvilias y Hamburgo. Por la falta de
investigación, las activistas aseguraron que no se puede precisar si
existe un patrón determinado de violadores.
“No han investigado nada, no hay justicia para estas mujeres; además de
una violación a sus Derechos Humanos esto es un caldo de cultivo para
el feminicidio o agresiones mayores; si dejas que violen a las mujeres
y no hacen nada ¿qué clase de mensaje estás mandando?”.
Sandra Sierra destacó que aunque este tipo de agresiones merece una
atención especializada, pues deja secuelas físicas y emocionales tanto
en las víctimas como en sus familias, en Durango no hay unidades de
atención especializada.
“Nos dicen que sí dan la atención, pero lo que en realidad hacen es
canalizarlas a otros lugares, por ejemplo a la unidad de Províctima que
está en Torreón”, sostuvo la experta.
Por su parte, Alejandra Ceniceros, presidenta de la Casa de
Restauración (albergue de mujeres víctimas de violencia), contó que las
duranguenses han dejado de creer en la justicia, pues todos los
crímenes quedan impunes.
“Lo que conocemos son casos de mujeres valientes que se atrevieron a
denunciar, pero es triste ver cómo no se siguen las investigaciones y
la justicia nunca llega para ellas.
“Desde el albergue les damos todo el apoyo que podemos ofrecer porque
no tenemos los suficientes recursos, aunque se los hemos pedido al
gobierno estatal, y les hemos demostrado con hechos lo importante que
es para las mujeres contar con alguien que las apoye; (pero) parece que
lo que ellas puedan sufrir no les importa”.
MIEDO
Según la activista, el problema del narcotráfico ha robado la atención
de los medios de comunicación y el miedo ha llegado hasta los
operadores de justicia, que no hacen nada por el temor de que los
agresores de mujeres formen parte de los cárteles y tomen represalias.
“Ahora se vive como si nos hubiéramos acostumbrado a la delincuencia:
si te roban sólo te queda resignarte; cuando violan a una mujer a veces
a sus familias sólo les queda consolarlas, pero hay mujeres que son
juzgadas o incluso señaladas por sus familias como las responsables de
que las hubieran violado por no cuidarse lo suficiente, cuando
resguardar su vida es una responsabilidad del gobierno”, sostuvo
Ceniceros.
Relató que además de los casos de violación sexual, la violencia
intrafamiliar también ha aumentado y las autoridades se niegan si
quiera a reconocer el problema.
“Conocemos casos en los que llegan mujeres que han sido víctimas de
abusos severos por parte de su pareja, pero que se niegan a denunciar
ante el temor de ser nuevamente agredidas; además algunas de ellas
tienen como esposo a alguien que podría formar parte de los grupos de
la delincuencia.
“Por ejemplo, recientemente conocimos el caso de una mujer que llegó al
albergue pidiendo ayuda porque su esposo abusaba de sus dos hijos que
no habían cumplido ni cinco años; su pareja incluso pretendía
utilizarlos para extracción de órganos”.
El albergue de Ceniceros no forma parte de la Red Nacional de Refugios
–organismo civil sin fines de lucro que aglutina a albergues públicos y
privados–, pues sus integrantes carecen de los recursos necesarios para
instalar las cámaras de seguridad que se les exigen como requisito para
ser incluidos.
Pese a que la labor de defensa y protección que realiza el refugio
derivó en que sus propios activistas fueran víctimas de amenazas, la
Casa de Restauración no cesará en el apoyo a las duranguenses, remarcó
Ceniceros.
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