Leonardo García Tsao
A veces los directores
promisorios surgen de lugares inesperados. Del actor australiano Joel
Edgerton, que aún no es una estrella ni mucho menos, me empecé a formar
una idea desde sus papeles de rudo en La noche más oscura (Kathryn Bigelow, 2012), El gran Gatsby (Baz Luhrmann, 2013) y Éxodo: dioses y reyes (Ridley Scott, 2014).
Ahora en su debut como director de El regalo, que lleva unas
tres semanas en cartelera y permanece en pocas salas, muestra un lado
insospechado de su talento. También escrita por el propio Edgerton, la
película inicia bajo la apariencia de ser uno de esos thrillers
que se pusieron de moda a principios de los años 90: el protagonizado
por el metiche sicótico. Ya saben a qué me refiero. Son esas películas
paranoicas en que un personaje perturbado se inmiscuye en la vida de una
persona o una pareja, con consecuencias funestas.
Así, El regalo parte del rencuentro casual entre Simon
(Jason Bateman), un ejecutivo exitoso, y Gordon (Edgerton mismo), que
fueron compañeros en la prepa. Pronto, el segundo se aparece
continuamente en el lujoso hogar hollywoodense del segundo para ofrecer
regalos y amistad. Robyn (Rebecca Hall), la esposa de Simon, está más
dispuesta a ser amable. Sin embargo, el marido recuerda que en la
escuela lo apodaban Gordo the Weirdo y sugiere que ambos
guarden sus distancias. Las cosas no marchan bien. Gordon no parece
aceptar el rechazo y la desaparición de la mascota familiar promete una
reacción agresiva.
Uno empieza a sospechar la aplicación de la consabida fórmula cuando
Edgerton nos cambia la jugada en la línea. No abundaré en qué consiste
para no arruinarle la sorpresa al lector. Baste decir que es un giro más
que interesante a las expectativas genéricas, por el cual El regalo se convierte más bien en un drama sicológico.
Con el apoyo de su cinefotógrafo, el catalán Eduard Grau, que
mantiene un justo balance entre lo sombrío y lo luminoso del ambiente,
el realizador debutante construye con habilidad su relato. El hogar de
la pareja protagónica está llena de ventanales, detalle que contribuye a
una constante sensación de amenaza (esa transparencia de su vida
cotidiana será importante en las revelaciones climáticas). Sin aparecer
mucho tiempo en pantalla, Edgerton encarna con acierto a un personaje
entre lastimoso y temible.
Dicha ambivalencia resultará fundamental en la crítica social
que la película formula sobre la imagen del triunfador, ese personaje
tan caro a la idiosincrasia estadounidense. Simon fue presidente de
grupo en la prepa y, en su nuevo trabajo, es fuerte candidato a una
promoción. Sin embargo, hay algo oscuro en su pasado que una Robyn, cada
vez más suspicaz, va a ir descubriendo.
Siendo que el drama se desarrolla básicamente entre los tres
personajes, era fundamental el solvente funcionamiento de los otros dos.
Más conocido por su trabajo en comedias, Jason Bateman aprovecha ese
lado sarcástico para destantear, mientras Rebecca Hall –que siempre me
había parecido una actriz anodina– interpreta bien a una mujer frágil,
con una historia reciente de adicción y dificultades para procrear, que
será el ángulo decisivo.
El regalo es también una lección sobre los prejuicios en un sentido
más amplio. Vista así, en medio de tanta chatarra hollywoodense, podría
pensarse que la película sería una más del montón y no el inquietante
trabajo que resulta ser.
El regalo (The Gift). D y G: Joel Edgerton/ F. en
C: Eduard Grau/ M: Danny Bensi, Saunder Jurriaans/ Ed: Luke Doolan/ Con:
Jason Bateman, Rebecca Hall, Joel Edgerton, Allison Tolman, Tim
Griffin/ P: Blumhouse Production, Blue Tongue Films. EU, 2015.
Twitter: @walyder
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