10/11/2015

Envuelto con nudo


Leonardo García Tsao

Foto
Fotograma de El regalo, película en la que hace su debut como director Joel Edgerton

A veces los directores promisorios surgen de lugares inesperados. Del actor australiano Joel Edgerton, que aún no es una estrella ni mucho menos, me empecé a formar una idea desde sus papeles de rudo en La noche más oscura (Kathryn Bigelow, 2012), El gran Gatsby (Baz Luhrmann, 2013) y Éxodo: dioses y reyes (Ridley Scott, 2014).
Ahora en su debut como director de El regalo, que lleva unas tres semanas en cartelera y permanece en pocas salas, muestra un lado insospechado de su talento. También escrita por el propio Edgerton, la película inicia bajo la apariencia de ser uno de esos thrillers que se pusieron de moda a principios de los años 90: el protagonizado por el metiche sicótico. Ya saben a qué me refiero. Son esas películas paranoicas en que un personaje perturbado se inmiscuye en la vida de una persona o una pareja, con consecuencias funestas.
Así, El regalo parte del rencuentro casual entre Simon (Jason Bateman), un ejecutivo exitoso, y Gordon (Edgerton mismo), que fueron compañeros en la prepa. Pronto, el segundo se aparece continuamente en el lujoso hogar hollywoodense del segundo para ofrecer regalos y amistad. Robyn (Rebecca Hall), la esposa de Simon, está más dispuesta a ser amable. Sin embargo, el marido recuerda que en la escuela lo apodaban Gordo the Weirdo y sugiere que ambos guarden sus distancias. Las cosas no marchan bien. Gordon no parece aceptar el rechazo y la desaparición de la mascota familiar promete una reacción agresiva.
Uno empieza a sospechar la aplicación de la consabida fórmula cuando Edgerton nos cambia la jugada en la línea. No abundaré en qué consiste para no arruinarle la sorpresa al lector. Baste decir que es un giro más que interesante a las expectativas genéricas, por el cual El regalo se convierte más bien en un drama sicológico.
Con el apoyo de su cinefotógrafo, el catalán Eduard Grau, que mantiene un justo balance entre lo sombrío y lo luminoso del ambiente, el realizador debutante construye con habilidad su relato. El hogar de la pareja protagónica está llena de ventanales, detalle que contribuye a una constante sensación de amenaza (esa transparencia de su vida cotidiana será importante en las revelaciones climáticas). Sin aparecer mucho tiempo en pantalla, Edgerton encarna con acierto a un personaje entre lastimoso y temible.
Dicha ambivalencia resultará fundamental en la crítica social que la película formula sobre la imagen del triunfador, ese personaje tan caro a la idiosincrasia estadounidense. Simon fue presidente de grupo en la prepa y, en su nuevo trabajo, es fuerte candidato a una promoción. Sin embargo, hay algo oscuro en su pasado que una Robyn, cada vez más suspicaz, va a ir descubriendo.
Siendo que el drama se desarrolla básicamente entre los tres personajes, era fundamental el solvente funcionamiento de los otros dos. Más conocido por su trabajo en comedias, Jason Bateman aprovecha ese lado sarcástico para destantear, mientras Rebecca Hall –que siempre me había parecido una actriz anodina– interpreta bien a una mujer frágil, con una historia reciente de adicción y dificultades para procrear, que será el ángulo decisivo.
El regalo es también una lección sobre los prejuicios en un sentido más amplio. Vista así, en medio de tanta chatarra hollywoodense, podría pensarse que la película sería una más del montón y no el inquietante trabajo que resulta ser.
El regalo (The Gift). D y G: Joel Edgerton/ F. en C: Eduard Grau/ M: Danny Bensi, Saunder Jurriaans/ Ed: Luke Doolan/ Con: Jason Bateman, Rebecca Hall, Joel Edgerton, Allison Tolman, Tim Griffin/ P: Blumhouse Production, Blue Tongue Films. EU, 2015.
Twitter: @walyder

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