.-Transformar los modelos de atención de salud reproductiva desde una perspectiva de derechos humanos, con la finalidad de prevenir, atender y erradicar conductas que permitan, fomenten y toleren la violencia contra las mujeres, impulsan como propuesta las diputadas del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), María del Carmen Pinete Vargas y Nayeli Arlen Fernández Cruz.
A través de una iniciativa que reforma y adiciona el artículo 38 de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, las legisladoras establecen que, para tal propósito, la Secretaría de Salud fomentará y propiciará las condiciones para hacer efectivo el ejercicio de estos derechos.
Además, plantean “educar y capacitar en materia de derechos humanos al personal encargado de la atención de la mujer durante el embarazo, parto, puerperio y de la persona recién nacida, a fin de dotarlos de instrumentos que les permitan otorgar una atención materno-infantil con perspectiva de género y promover un parto humanizado, intercultural y seguro que fortalezca el respeto de los derechos y la dignidad de las mujeres”.
En el documento, el cual ya está siendo revisado en la Comisión de Igualdad de Género para dictamen, indican que es preciso eliminar las violaciones reiteradas en materia materno-infantil y establecer las condiciones para la humanización del parto y el respeto médico de las decisiones de las mujeres.
Argumentan que, ante la falta de un marco jurídico que incorpore los derechos humanos de las mujeres, la pertinencia cultural y una perspectiva de género, se realizan procedimientos rutinarios que no precisamente tienen sustento en evidencia científica y que causan daño físico, humillaciones y prácticas médicas degradantes para la dignidad e integridad de las mujeres.
“Se justifica también que, en nombre de la necesidad médica, no se respete la autonomía reproductiva y la capacidad de decisión de las mujeres sobre sus cuerpos”, agrega.
De ahí que se requieran acciones de política pública con perspectiva de género, diseñadas desde la interseccionalidad e interculturalidad, para combatir la violencia obstétrica y garantizar el respeto del derecho a la salud de niñas, adolescentes y mujeres, librándolas de los graves efectos de la violencia, con medidas que garanticen su acceso universal a los servicios de salud obstétrica.
Explican que, tanto la Ley General de Salud como la NOM-007-SSA2-1993, denominada “Atención de la mujer durante el embarazo, parto y puerperio y del recién nacido. Criterios y procedimientos para la prestación del servicio”, regulan la atención obstétrica; sin embargo, la norma oficial no incluye el término “violencia obstétrica” ni preceptos dirigidos al personal de salud en el sentido de educar para evitarla y promover el parto humanizado con pertinencia intercultural.
Las legisladoras destacan la importancia de incluir en el marco normativo la promoción de un parto humanizado y un enfoque basado en derechos humanos, que evite el maltrato y la violencia hacia la mujer en los servicios de salud reproductiva, con especial hincapié en la atención del parto y la violencia obstétrica.
Añaden que “la atención tiene que brindarse con perspectiva de género e interculturalidad”, con lo cual se reconocerá a las mujeres mexicanas el derecho a un parto digno a nivel biológico y psicológico, ya que podrán elegir y/o evitar procedimientos invasivos e innecesarios, con acceso a información sobre cómo evoluciona el trabajo de parto y el estado de salud de su hija o hijo.
La inequidad en la salud
Para Mónica Ancira Moreno, académica del Departamento de Salud e investigadora principal del Observatorio Materno Infantil de la Universidad Iberoamericana, la inequidad en salud se refiere a las diferencias en este rubro, innecesarias, evitables e injustas entre diferentes grupos de población, especialmente, las mujeres experimentan una amplia diversidad de desigualdades, que pueden verse influenciadas por su género y por la intersección de este con otras inequidades, como discriminación, marginación y exclusión social, cuyos efectos en la salud y el bienestar son complejos y profundos.
Señala que a nivel mundial, la esperanza de vida de las mujeres es mayor a la de los hombres con 4.6 años; no obstante, a pesar de que viven más, también pasan más tiempo viviendo con una discapacidad por la alta carga de enfermedad. Algunas de las principales inequidades en salud en mujeres y niñas incluyen:
Salud materna, reproductiva y sexual: las mujeres y las niñas pueden experimentar disparidades en el acceso a los servicios de salud materna y reproductiva, como la atención prenatal, la planificación familiar y los servicios de aborto seguro.
Si
bien cada vez más se apoyan las funciones y responsabilidades
reproductivas de las mujeres, a menudo la sociedad, el Estado y los
sistemas de salud erigen barreras a la participación de estas en la toma
de decisiones en su salud reproductiva y sexual, lo que genera que miles de mujeres mueran cada año por complicaciones del embarazo y embarazos no deseados. Las mujeres y las niñas también sufren discriminación y estigma en relación con su salud sexual y reproductiva, lo que puede tener consecuencias negativas para la salud.
Por ejemplo, las niñas pueden enfrentar obstáculos para acceder a una educación sexual integral, mientras que las mujeres pueden enfrentar obstáculos para acceder a los servicios de salud sexual.
Enfermedades relacionadas con la nutrición: las mujeres y las niñas tienen un mayor riesgo de contraer enfermedades no transmisibles como las enfermedades cardiovasculares, la diabetes y el cáncer; y de presentar diversas formas de mala nutrición como obesidad y anemia por deficiencia de hierro. Esto puede deberse a una variedad de factores, incluidos algunos derivados de estilo de vida, acceso a dietas de menor calidad y discriminación basada en el género en el acceso y tratamiento de la atención médica.
Salud mental: Las mujeres y las niñas tienen más probabilidades de experimentar problemas de salud mental, como depresión, ansiedad y trastornos alimentarios, debiéndose en gran parte a la violencia, la discriminación y los roles y expectativas de género prevalentes en la sociedad. Uno de los principales factores psicosociales asociados a la depresión en México es precisamente ser mujer, sobre todo si se dedica exclusivamente a las labores del hogar, es cuidadora primaria de algún enfermo, o si es jefa de familia (3,4).
Violencia y abuso: las mujeres y las niñas tienen más probabilidades de sufrir violencia y abuso, incluida la violencia de pareja íntima, la violencia sexual y la mutilación genital femenina. Esto puede tener impactos negativos significativos en la salud física y mental, así como en los resultados sociales y económicos.
Menciona que para lograr erradicar las inequidades en salud es necesario que la vida de las mujeres esté exenta de discriminación y violencia. El desarrollo e implementación de políticas de salud deberá un enfoque integrado, holístico, multisectorial y con perspectiva de curso de vida, que mire más allá de la oferta de servicios médicos, que asegure el acceso a la salud a las mujeres desde su nacimiento y a lo largo de la vida.
Además, agrega, que considere el género como un tema transversal, junto con otras inequidades, como la pobreza, la edad y la diversidad étnica; que permita que las mujeres y adolescentes tengan el control sobre sus derechos humanos reproductivos, incluida la toma de decisiones sobre el embarazo y el aborto, favoreciendo que este último sea en condiciones seguras; que incluya una sensibilización activa de los trabajadores de la salud, funcionarios hombres y niños sobre los daños que causa la violencia contra las niñas y mujeres, sobre sí mismos y sobre la sociedad.
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