Carlos Bonfil
En esta nueva versión fílmica de los hechos, desde Teherán llega a Mashhad la joven Rahimi (Zar Amir Ebrahimni), una periodista dispuesta a dar seguimiento a la investigación de los crímenes, quien termina exponiéndose, con temeridad, a ser objeto de un tratamiento similar al de las víctimas, ya sea por la parte asesina o por la propia autoridad policiaca que la persigue y que pudiera estar garantizándole cierto grado de impunidad. Queda claro para el cineasta que en una sociedad tan institucionalmente patriarcal como la iraní, las mujeres deben recelar y protegerse de una misma vocación misógina por parte de los criminales y de un aparato de justicia corupto. En este sentido la cinta es profundamente pesimista.
Araña sagrada tiene todos los elementos de un thriller de inspiración hollywoodense y su eficacia narrativa está fuera de duda. Lo interesante, sin embargo, no es tanto su apego a fórmulas genéricas convencionales, sino la manera en que pone de manifiesto precisamente el clima de intolerancia generalizado del cual suelen ser víctimas las mujeres y la complicidad incluso del círculo familiar cercano al asesino, el cual lejos de condenar sus actos, llegan incluso a ensalzarlo como un vengador heroico encargado de la limpieza moral de las barriadas. Saaed Hanaei semeja así un émulo lejano del Travis Bickle (Robert de Niro) en Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976), en este duro relato no exento de gratuidad en sus detalles de violencia gráfica. El hijo adolescente de Saaed, y su seguidor más impresionable y fanático, muestra claramente su intención de seguir los pasos de su padre, convertido en héroe popular. Esa sorda transmisión del odio es sin duda el aspecto más inquietante de la cinta.
Se exhibe en la sala 2 de la Cineteca Nacional a las 13:30 y 18 horas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario