Carlos Bonfil
Los dos personajes mienten compulsivamente, roban, gastan bromas pesadas, sorprenden a incautos, todo en una exitosa escalada de simulaciones invariablemente impune. Pero es Signe quien elige la estrategia de autopromoción más novedosa: aprovechar la tendencia cultural bien-pensante de la corrección política y las ventajas del victimismo social para presentarse como poseedora de una extraña enfermedad que le transformará el rostro en un repelente amasijo degenerativo de pústulas y ampollas imposibles de sanar. Llegado a este punto, la comedia del absurdo se ha vuelto un drama y poco después una cinta de horror. Una comedia por la manera jocosa en que exhibe la recuperación mediática de una desgracia ajena con la anuencia satisfecha de la víctima que la padece; un drama, por la serie de complicaciones que esa aventura narcisista propicia y que escapan a todo control. El elemento de horror reside no tanto ya en la exhibición del rostro deformado de Signe, como en el morbo colectivo que pronto se vuelve una oportunidad para hacer rentables la diversidad y la inclusión social, y lucrar de paso con la conmiseración pública hacia las deformidades físicas. Una buena conciencia vale su peso en oro. Kristoffer Borgli propone aquí, con acidez y humor negro, una crítica al egocentrismo como culto viraliza-ble de la imagen propia y a las veleidosas modificaciones identitarias que tantas ganancias económicas favorecen. Una sátira divertida, mordaz y en definitiva incómoda.
Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca nacional a las 14:15 y 18:45 horas.
Twitter: @CarlosBonfil1
No hay comentarios.:
Publicar un comentario