Mientras un funcionario federal es señalado por el uso de un helicóptero, Angélica Rivera y su esposo derrochan una fortuna que hasta ahora no pueden justificar.
lasillarota.com
Durante
su visita a Acapulco para apoyar la campaña de Luis Walton, candidato
de Movimiento Ciudadano al gobierno de Guerrero, Marcelo Ebrard lanzó
una pregunta a los asistentes a los eventos: "¿Les ha ido mejor en su
vida, en su economía, con el gobierno federal del PRI? ¿Están mejor
durante estos dos años y meses?". La respuesta estruendosa de la gente
fue un “No” prolongado.
El gobierno priísta ha sido un fracaso en mejorar al país y la
situación personal y de sus familias de millones de mexicanos. La
economía no funciona y el gobierno patrimonialista y corrupto cada día
muestra más ejemplos de corrupción, tráfico de influencias y derroches.
La semana pasada se volvió a comprobar lo que ya era un hecho: Las
redes sociales se han convertido en el arma ciudadana más peligrosa a
la que se enfrentan Enrique Peña Nieto y sus funcionarios de gobierno.
A través de Facebook, un ciudadano captó en fotografías la imagen de
David Korenfeld, quien en ese entonces se desempeñaba como director de
la Comisión Nacional del Agua, quien junto con su familia empleaba un
helicóptero de dicha dependencia para fines particulares,
específicamente de transporte.
Ante ello, la Secretaría de la Función Pública citó al director
general de la Conagua, David Korenfeld, para que declarar en torno al
uso de un helicóptero de la dependencia, en respuesta a una denuncia
presentada por el Partido Acción Nacional (PAN), por presunto uso de
recursos públicos para asuntos del orden personal, pidiendo la
destitución del funcionario y su inhabilitación hasta por 10 años como
servidor público.
En consecuencia, el pasado jueves en una conferencia de prensa a
mediodía, Korenfeld informó “que derivado del desarrollo que han tenido
estos hechos (el uso del helicóptero) y con la disposición que he
tenido desde el primer momento hacia el señor presidente (Peña Nieto),
en este momento hago pública mi renuncia al cargo que vengo
desempeñando como director de la Comisión Nacional del Agua”.
La investigación en la Secretaría de la Función Pública sigue abierta, de acuerdo con su titular, Virgilio Andrade Martínez.
Pero éste no es el único caso que generó profunda indignación en redes sociales.
El pasado 7 de abril, a través de la cadena Telemundo, se dio a
conocer un ajetreado día de compras protagonizado por Angélica Rivera,
esposa del titular del Ejecutivo federal, las hijas que ésta procreó
con el productor José Alberto Castro, las hijas de Enrique Peña y un
grupo de amigas; todas ellas derrocharon una gran fortuna en exclusivas
tiendas de Beverly Hills, la zona más prestigiosa de Los Ángeles,
California.
Al momento en que esta noticia se difundió en redes, ocurrió otro
fenómeno conocido como ataques de bots, en el que empleando los
términos ‘Beverly Hills’ y ‘Gaviota’, lograron que Twitter retirara
esos temas de los 10 más comentados en la red social.
A pesar de las críticas que ha recibido Enrique Peña Nieto por los
derroches excesivos de su esposa, tal como sucediera con la famosa Casa
Blanca o la casa adjunta “regalada” por una televisora, pareciera que
al Ejecutivo federal y a su esposa no les importan las críticas ni
tienen planeado reducir sus excesos.
Cabría preguntarse si el dinero que gastó en tan exclusivas tiendas
proviene de la cuenta personal de Angélica Rivera, o si los gastos
provienen de recursos federales, es decir, del dinero de todas las
mexicanas y mexicanos.
La diferencia entre estos dos casos es muy simple: Mientras un
funcionario federal es sometido al escrutinio de la Secretaría de la
Función Pública por el uso de un helicóptero, Angélica Rivera y su
esposo, quien ocupa el cargo más importante de un país, derrochan una
fortuna que hasta ahora no pueden justificar, sin que exista contra
ellos ningún tipo de investigación por parte de tal dependencia.
Además, a este hecho hay que señalar el importante y costoso aparato
de redes sociales que maneja la presidencia de la República, o el PRI,
actual partido en el poder, mismo que se encarga de eliminar en redes
sociales cualquier tema adverso a la pareja presidencial, censurando de facto a todas y todos los mexicanos que expresan por dicha vía su indignación.
Esto nos lleva a suponer que los excesos de la familia presidencial
seguirán ocurriendo, pues a pesar de los graves escándalos que han
afectado la figura de Peña Nieto a nivel nacional e internacional, las
acciones cotidianas de Angélica Rivera y sus hijos ponen en evidencia
la falta de interés ante la opinión de miles de personas que reprueban
su conducta de aspirantes a la realeza, en un país sumido en la pobreza
y en una crisis económica realmente grave.
Como es evidente, el PRI de ahora es el PRI de siempre, el que ni
nos ve ni nos oye, el que silencia a los opositores ya sea de manera
personal, o a través de estrategias en las redes sociales, el de los
excesos ceremoniales mientras una voz en off narra lo que ya nadie
aplaude.
Y mientras Korenfeld, Enrique Peña Nieto, Angélica Rivera, la
familia presidencial, Luis Videgaray y Virgilio Andrade personifican el
derroche, los conflictos de interés y la impunidad, nuestro país se
hunde a nivel internacional, siendo señalado como un Estado en el que
la tortura se da de manera generalizada y la corrupción no tiene
límites.
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