Osorio, Peña, Cienfuegos y Gómez festinan la captura de Joaquín "El Chapo" Guzmán. , Foto: Benjamin Flores Álvaro Delgado |
MEXICO, D.F. (apro).- Los aduladores de Enrique Peña Nieto, en la clase política y en los medios, ven una proeza en la recaptura de Joaquín “El Chapo” Guzmán,
pero otros creemos que es sólo la rectificación parcial del ridículo
por la fuga y un cumplimiento mínimo de la responsabilidad de la muy
bien pagada alta burocracia.
Una lección de integridad en el
servicio público para Peña y sus lisonjeros la impartió el policía
capitalino Sergio Soriano Buendía, quien el 27 de diciembre encontró en
la tienda El Palacio de Hierro, de Polanco, una bolsa con 42 mil pesos
que devolvió a su dueña.
Ninguno de sus superiores felicitó a
Soriano Buendía, incluyendo el secretario de Seguridad Pública de la
Ciudad de México, Hiram Almeida. “Y no tiene por qué. Es mi trabajo”,
expuso el policía que cumplió con sobriedad su misión de servidor
público.
Aplaudir a los servidores públicos cuando cumplen con su
trabajo es tan absurdo como premiar a los ciudadanos por cumplir la ley,
pero se trata de deformaciones que retratan el atraso de México como
nación, de sus autoridades y sus habitantes.
Es como el combate a
la criminalidad y la sanción a los delincuentes: No son opciones para el
Estado, sino un deber primario de sus instituciones, pero las
autoridades creen que se les debe premiar por cumplir con el mandato que
les da la ley y hasta han inventado un sobrepago en el ámbito de la
seguridad y en casos ajenos, como los comisionados del ente de
transparencia.
Quizá Peña recupere apoyo por el ignominioso escape
del narcotraficante, cuya impunidad prevalece al más alto nivel, en
particular el reactivado aspirante presidencial Miguel Angel Osorio
Chong, pero su problema sustantivo sigue siendo el de la credibilidad
política –del que la fuga es sólo una parte– y de funcionamiento de la
economía del país.
Peña y su gobierno arrastran entre otros la
infamia de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, cuya “verdad
histórica” se derrumbó; la corrupción acreditada de la mansión de Las
Lomas; los favoritismos en el nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, y
el inminente estreno del avión de más de 7 mil 500 millones de pesos
que compró en abonos en acuerdo con Felipe Calderón.
Es la falta
de credibilidad de Peña y su gobierno lo que llevó a muchos mexicanos a
sospechar que la captura de “El Chapo” obedeció a una maniobra de
distracción sobre la debilidad de la economía. Más que una lógica
conspirativa, los datos económicos contextualizan el acontecimiento.
Y
estos datos acreditan que, antes y después de la recaptura del
narcotraficante, el país muestra una debilidad que alarma a amplios
sectores de la población, en particular el impacto sicológico del
aumento imparable del dólar.
El viernes, día de la captura de “El
Chapo”, el dólar cerró en 18 pesos con 20 centavos y sólo cinco días se
apreció 57 centavos, ya que el lunes se ofertaba en 17.33 pesos. Este
desplome de 3.3% se atribuye, en efecto, al colapso en el mercado
financiero en China, la devaluación del yuan y la caída de los precios
internacionales del petróleo.
Sin embargo, hoy lunes 11, ya con el capo en la cárcel, la tendencia alcista del dólar siguió: Llegó a 18.46 pesos.
Más
aún: Cuando “El Chapo” lleva ya tres días en el penal del que se fugó
hace seis meses, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía
(Inegi) da a conocer cifras que acreditan la debilidad de la economía y
la inseguridad en el país.
Primero: La producción industrial
disminuyó 0.5% en noviembre de 2015 respecto de la de octubre del mismo
año, con base en cifras desestacionalizadas: La construcción reportó un
retroceso de ‑1.4%, la minería ‑0.5%, las industrias manufactureras
‑0.4% y la generación, transmisión y distribución de energía eléctrica,
suministro de agua y de gas por ductos al consumidor final se ubicó en
‑0.1%.
Y segundo: Según el décimo levantamiento de la Encuesta
Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), durante diciembre se
encontró que 67.7% de la población de 18 años y más consideró que vivir
en su ciudad es inseguro.
Esta percepción no presenta cambio
significativo respecto de diciembre de 2014 ni a diciembre de 2013. Es
decir, con Peña nada ha cambiado para bien en materia de seguridad, con
“El Chapo” o sin “El Chapo”.
Es verdad que ha disminuido la tasa
de desocupación, aunque siguen desempleadas 2.2 millones de personas,
pero el subempleo sigue creciendo a casi 30 millones. Peor: Hay más de 2
millones de pobres más con Peña.
Y sí: La información oficial
marca que la inflación se ubicó en niveles históricos de 2.13% anual y
se prevé que sea de 2% en este 2016, pero el salario mínimo aumentó
4.2%, es decir, dos pesos con 94 centavos. Apenas para comprar un
bolillo.
Se necesita ser zalamero para no ver que, con o sin “El
Chapo” en la cárcel, el país y a la mayoría de quienes lo habitamos
padecemos una oprobiosa realidad. Y todavía quiere Peña que se le
aplauda…
Comentarios en Twitter: @alvaro_delgado
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