Leonardo García Tsao
En cada festival uno tiene sus tradiciones. La mía en cuanto a la Berlinale
es perderme la película ganadora del Oso de Oro. No falla. El jurado
decide premiar el título que, por alguna razón u otra, no pude ver. Este
año ese honor ha sido para la película húngara Teströl és lélekröl (En cuerpo y alma),
de la realizadora Ildiko Enyedi. Al llegar un día tarde al festival, no
pude entrar a la primera y única función de prensa de la cinta;
entonces no puedo decir si estoy de acuerdo o no con el jurado, aunque
la opinión de varios colegas fue positiva. De hecho, el galardón de la
crítica internacional coincidió por rara ocasión con el Oso de Oro.
Sin embargo, en las demás categorías sí se puede afirmar que el
jurado, presidido por el holandés Paul Verhoeven –y que incluía al
mexicano Diego Luna–, evitó hacer el oso, acertando a reconocer lo poco que había de calidad en una sección competitiva francamente floja.
A mi parecer, la película más redonda en concurso fue Toivon tuolla puolen (El otro lado de la esperanza),
del finlandés Aki Kaurismäki. El hecho de que se le reconociera con el
premio a mejor director es apenas justo. Otro título meritorio, la
chilena Una mujer fantástica, de Sebastián Lelio, recibió la
distinción al mejor guión, debido a Lelio y Gonzalo Maza. Uno calculaba
que, por su sensible trabajo en dicha cinta, la actriz transgénero
Daniela Vega podía ser la ganadora. (Una mujer fantástica
también se llevó el premio no oficial Teddy, a la mejor película de tema
LGBT). Sin embargo, el premio a mejor actriz fue para la sudcoreana Kim
Minhee, por Bamui haebyun-eoseo honja (Sola en la playa de noche), de Hong Sangsoo, lo cual tiene cierta justicia.
Kim Minhee fue reconocida como mejor actrizFoto Ap
En cambio, lo que parece un chiste perverso de Verhoeven, el
galardón a mejor actor se le regaló al alemán Georg Friedrich, por su
inexpresivo desempeño en Helle Nächte (Noches brillantes), de Thomas Arslan. Friedrich estaría muy en su elemento interpretando un zombi en alguna realización de George A. Romero.
Otro premio difícil de explicar es el de Alfred Bauer,
a la película que abre nuevas perspectivas, Pokot (Huellas humanas), de la veterana directora polaca Agnieszka Holland. En ese mismo tenor está el Oso de Plata, gran premio del jurado, para Felicité, del director senegalés Alain Gomis.
Finalmente, el premio a la sobresaliente contribución artística fue para la editora Dana Brunescu, por su trabajo en Ana, mon amour, del rumano Calin Peter Netzer.
De los otros juzgadores, el premio a mejor documental del jurado Glashütte fue para Istiyad Ashbah (Cazando fantasmas), de Raed Andoni, exhibido en la sección Panorama. Mientras que el documental mexicano La libertad del diablo, de Everardo González, obtuvo el galardón Amnistía Internacional.
Y para redondear la presencia del cine mexicano en la Berlinale, país In Focus del European Film Market, cabe celebrar el Oso de Plata obtenido por el cortometraje nacional Ensueño en la pradera, de Esteban Arrangoiz.
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