6/10/2023

Prostitución…el mundo al revés

 tribunafeminista.org

Amparo Mañes

Psicóloga por la Universitat de València. Feminista. Agenda del Feminismo: Abolición del género

Con frecuencia hemos visto películas en las que aparecen sufragistas o feministas que son ridiculizadas por defender los derechos de las mujeres en general, y la abolición de la prostitución en particular.

Igualmente vemos a diario cómo se afirma que las feministas son retrógradas, moralistas y reaccionarias por reclamar la abolición de la más antigua explotación humana, la prostitución. Mientras que los puteros y quienes les defienden, se presentan como gente de vanguardia, moderna y transgresora.

En cuanto a cuál de ambas posiciones es retrógrada y cuál transgresora, me pregunto desde cuándo es más moderno defender la prostitución -la más antigua institución patriarcal- que defender su abolición. O desde cuándo es más más transgresor reforzar el sistema patriarcal que cuestionarlo.

La acusación de moralista o retrógrado formulada al Feminismo no es solo injusta. Es que es mentira. Porque fue el Feminismo el que reclamó la libertad sexual de las mujeres con la feroz oposición de los hombres; que incluso hoy, aún mantienen una doble moral sexual. Porque, sin dejar de aprovechar en su beneficio la libertad sexual de las mujeres, luego no tienen empacho en apartar a las «demasiado accesibles». Eso sí que es ser moralista o retrógrado.

Lo que no se puede, como hacen, es confundir la libertad sexual con la prostitución, en la que una mujer, forzada por su pobreza y vulnerabilidad, es el «objeto» de un auténtico acto de onanismo masculino en el que la excitación sexual se debe a haber erotizado el poder sobre una mujer que no está en condiciones de negarse.

Es especialmente asombroso que se juzgue como «reaccionario o rancio» defender el derecho de las mujeres a una vida digna y libre de violencia, mientras se pretende considerar de lo más moderno seguir oprimiendo a las mujeres por medio de una brutal violencia sexual. Salvo, claro está, que esa gente tan «vanguardista» considere, en el más puro estilo patriarcal, que las mujeres somos inferiores y que, de entre nosotras, hay quienes ni siquiera son sujetos de ese básico derecho humano.

Por otra parte, y dejando de lado el intento de demonizar el Feminismo por reclamar la abolición de la prostitución con esos argumentos falaces que acabamos de exponer, seguro que, hablando de las mujeres prostituidas, han oído decir que la prostitución es fruto de su libre elección y que las «empodera» mucho.

De nuevo se acude a una clamorosa falsedad. Porque la única persona libre ahí es el putero: es él quien fija cuándo, cómo y qué quiere… sin que, en la inmensa mayoría de los casos, la mujer pueda poner condición alguna. Es el putero el que tiene un poder al que, en cambio, la mujer prostituida se ve obligada a renunciar. Por eso, ese tipo que dice cínicamente que la prostitución empodera a la mujer prostituida, es el primero que, además de negarle a ella cualquier poder y de cosificarla despiadadamente, la considera basura social, y se mea en su cara (a veces, literalmente).

Parece claro que, en materia de prostitución, la estrategia que se sigue es invertir los términos: llamar antiguo a lo que es más nuevo, retrógrado a lo que es transgresor, libertad sexual a lo que es prisión y empoderante a aquello que despoja de todo el poder.

En fin, estoy convencida de que, en prostitución, la única basura anticuada, retrógrada y reaccionaria es la gente que la defiende. Especialmente, y dejando aparte a los proxenetas, que son delincuentes «oficiales», los puteros. Esos puteros a quienes, debiendo también ser considerados delincuentes, toda una Secretaria de Estado de (des)Igualdad llama clientes y les ofrece garantías de no ser -ni siquiera- multados, aunque violen a una mujer que no les desea, a la que le provocan náuseas y que se tiene que drogar para soportarlo, demostrando -en su máxima expresión- lo despreciable y patriarcal de la figura del consentimiento, esa novedosa manera de decir ¿susto o muerte?

Lo más grave es que Unidas Podemos no es el único partido que defiende a los «pobres puteros». Hay demasiados partidos políticos defensores de la prostitución, por acción o por omisión a derecha e izquierda del espectro político. Y por eso es necesario que se sepa que cualquier partido que no sitúe la abolición de la prostitución como una prioridad de su agenda, es cooperador necesario del mantenimiento de esta brutal institución patriarcal y pueden aplicarse, en lógica consecuencia, los calificativos de anticuados, retrógrados y reaccionarios. Que no nos cuenten milongas.

#AboliciónProstitución

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