Pedro Echeverría V.
1. El excomandante guerrillero guatemalteco de los sesenta, César Montes, me acaba de enviar su nuevo artículo felicitando el ascenso de la ex guerrillera y ex presa Dilma Rousseff al gobierno de Brasil. Veo en el artículo de Montes –a quien he saludado varias veces en los Seminarios internacionales que cada año organiza el PT mexicano- un enorme optimismo al afirmar que América Latina está en una oleada revolucionaria y para demostrarlo pone como ejemplo a otros exguerrilleros, además de Dilma, a José Mujica de Uruguay, a Daniel Ortega en Nicaragua, al FMLN de El Salvador que están en el gobierno; sin embargo, minutos antes de recibir el artículo de Montes, escuché una entrevista al ex jefe guerrillero de Venezuela, Teodoro Petkoff que lleva 10 años confrontándose a Hugo Chávez desde posiciones socialdemócratas. Me encanta el optimismo de Montes al ver la “oleada revolucionaria” de América Latina, pero estoy seguro que también observa muchas caídas.
2. He pensado siempre que a los guerrilleros y exguerrilleros izquierdistas de cualquier país debe mirárseles con respeto porque pusieron –un año, diez, veinte años- sus vidas al servicio de las clases explotadas y oprimidas de su país, y abandonar esta lucha dando argumentos políticos convincentes y seguir luchando sin caer en el aburguesamiento no es traición sino simple cambio de estrategia. Lo que desafortudamente suele suceder es que la renuncia a esta estrategia va llevando poco a poco a posiciones cada vez más derechistas hasta convertirse en enemigo de los cambios revolucionarios. Pero esto no sólo sucede con los exguerrilleros sino también con todos los izquierdistas que se acostumbran a la sabrosa vida que les da la burguesía con salarios, restaurantes, aviones y viajes que luego los convierte en buscadores de cargos y buenas chambas. La ideología izquierdista enraíza a los luchadores sociales, pero también puede ser usada como mercancía.
3. La mayoría de los guerrilleros tomaron ese camino de lucha –pienso- porque vieron que esa era la única ruta para defenderse de la represión, de los asesinatos de la burguesía y, al mismo tiempo, la única estrategia para transformar al país dominado desde hace siglos por una minoría de ricos. A ellos les pareció que la lucha electoral, las luchas sindicales, las batallas en las calles, no daban resultados y que la burguesía sólo entendía a “fuerza de chingadazos”. Sin embargo, después del triunfo de la guerrilla de Sierra Maestra de Cuba, que apenas duró unos años, los gobiernos yanquis y sus burguesías sirvientes se pusieron a trabajar para evitar más triunfos guerrilleros. Así vimos que las guerrillas de Guatemala, Venezuela, Perú, Colombia, Bolivia, no pudieron triunfar porque los ejércitos de gobiernos crecieron en número, con dólares, en asesoría y armamento. No era solamente colocarse en la sierra o montaña para que el pueblo se vuelque con su apoyo.
4. En México tuvimos y contamos con movimientos de guerrilleros izquierdistas que, hasta ahora, no han puesto en aprietos a ningún gobierno; pero tampoco los movimientos de izquierda o centroizquierda lo han hecho. El levantamiento armado dirigido por Arturo Gámiz de Madera Chihuahua en 1965, las guerrillas encabezadas por Jenaro Vázquez y Lucio Cabañas a fines de los sesenta y principios de los setenta, las guerrillas urbanas de la Liga 23 de septiembre a principios y mediados de los setenta, las más recientes del EZLN a partir de 1994 y del EPR un año después lo confirman. Estas batallas han contribuido enormemente para hacer reformas en el país pero nunca pusieron al gobierno al borde de su caída o renuncia. Sin embargo –como toda la izquierda- no es para abandonar ninguna estrategia de lucha, pues mientras la explotación, la opresión y la miseria existan, todas las luchas son justas.
5. La realidad es que el ascenso de exguerrilleros o izquierdistas al gobierno es importante porque habla de personajes probados en la lucha; pero como la sociedad capitalista se ha hecho más compleja y sus clases dominantes han logrado evitar cualquier radicalización, ningún izquierdista o exguerrillero –con excepción de lo sucedido en Cuba con las medidas radicales y el bloqueo yanqui como respuesta- ha conseguido los cambios profundos necesarios. Pareciera que no es un problema de líderes, caudillos o de personajes en el gobierno, sino de los cambios radicales concretos en la economía, la política y la sociedad. El futuro de los gobiernos de Brasil, Uruguay, Nicaragua o el Salvador de ninguna manera dependerá de sus gobernantes de izquierda o exguerrilleros, sino de la fuerza del movimiento social, de las luchas de trabajadores, y de las burguesías dominantes y el apoyo imperialista.
6. El gran problema de la lucha por el socialismo, por una sociedad igualitaria y justa, es un problema de conciencia política/ideológica. No es un problema de educación escolar o de grados académicos, sino que la población alcance discernir, diferenciar una idea de otra, darse cuenta de los intereses de una clase social y otra. En tanto la población siga siendo víctima de los engaños, de la manipulación de los medios de información (TV, radio, prensa) así como de la escuela capitalista y la iglesia, seguirá siendo “clase en sí y no clase para sí”, es decir, reconocerá que es explotado, pobre, miserable, pero no se dará cuenta que es víctima de una clase dominante que la oprime sino que se debe a que así lo hizo dios y ese es su destino. Más aún, podrá triunfar un gobierno izquierdista y nada podrá hacer porque el nivel de conciencia, supeditado durante siglos a las clases dominantes, se lo impedirá.
7. Brasil, a pesar de su enorme crecimiento y los ocho años de Lula, es un país capitalista, y Dilma con todos los buenos deseos que tenga no podrá cambiar ese camino. Lo mismo se debe decir de Uruguay con Pepe Mujica y el Frente Amplio que sólo tiene posibilidades de hacer algunas reformas dentro del capitalismo. El FMLN aún no demuestra que haya sido correcta su estrategia de dejar las armas y Nicaragua sigue esforzándose por liberarse de los grandes empresarios ligados al imperialismo. Parecen haber más cambios en Venezuela, Bolivia y Ecuador cuyos gobernantes no tienen orígenes guerrilleros ni izquierdistas; sin embargo el capitalismo sigue vivito y coleando en esos países. Pero a todos ellos les debo respeto, sobre todo al excomandante César Montes que continuamente me envía sus trabajos. La única condición de los izquierdistas para mantenerse vivos y honestos es que no se entreguen a los gobiernos burgueses.
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