Por: Teresa Mollá Castells*
Anoche
en “la noche temática” de La 2 pasaron un documental llamado
“Guarderías nazis”. Ni qué decir tiene que este programa de Himmler fue
una barbaridad más de las que se le ocurrieron a este siniestro
personaje.
Dicho programa fue denominado LEBENSBORN (en alemán “fuente de vida”) y
surgió en 1935 con el objetivo de expandir la raza aria por toda Europa.
Se abrieron guarderías en las que se atendía a mujeres consideradas
“racialmente puras” y se animó a los oficiales de la siniestra SS a
tener todos los hijos que pudieran tanto dentro como fuera del
matrimonio. Había que repoblar Europa y había que hacerlo con criaturas
perfectas que cumplieran la estricta política racial nazi.
Como consecuencia del visionado de dichas barbaridades que no se
descubrieron hasta la entrada del ejército aliado, repensé el tema de
las maternidades como elemento político y de sumisión, una vez más, de
las mujeres a una función meramente reproductora.
Desde que tengo memoria escuché que el objetivo último de una mujer era
la maternidad para sentirse y ser completa. No hace mucho, el ex
ministro de Justicia español Alberto Ruiz-Gallardón tampoco tuvo
empacho en volver a recordárnoslo.
Afortunadamente las cosas van cambiando y en algunos lugares del mundo
y algunas afortunadas podemos elegir entre ser o no madres, y ello nos
lleva a valorar esa libertad de elección como un derecho intocable, y
por el que nos hemos movilizado para parar la retrógrada reforma del
aborto que pretendía impulsar Gallardón y que le costó el puesto de
ministro.
Pero no podemos olvidar lo que ocurre, por ejemplo, en lugares como
Palestina o Israel, donde las maternidades forman parte de las
estrategias políticas.
En el caso de Israel, esas maternidades subvencionadas forman parte de
la estrategia de aumentar el número de población y justificar los
asentamientos ilegales y sus políticas de anexión territorial ilegal, y
para ello no dudan en fomentar las familias numerosas a toda costa.
En el caso de las mujeres palestinas, tienen integrado en su
construcción subjetiva que ese tipo de maternidades numerosas forma
parte de la lucha contra Israel que, al conocerlo, no duda en atacar y
asesinar a criaturas en cada una de sus criminales ofensivas.
Para las mujeres palestinas mantener la distancia demográfica con
Israel es esencial, del mismo modo que lo es dar hombres para mantener
la capacidad de lucha. Por ello y para ellas, la lucha contra el Estado
ocupante llega hasta sus propios vientres y su propia salud sexual y
reproductiva. Es, en definitiva, un deber patriótico.
El capitalismo feroz necesita brazos y más brazos, pese a las nuevas
tecnologías, para aumentar los beneficios de quienes gobiernan el
mundo. Y eso significa maternidades organizadas para tener mano de obra
de repuesto.
Si al capitalismo les sumamos los dogmas religiosos en los que “los
hijos los manda Dios”, y por tanto no podemos elegir si queremos o no
ser madres, nos encontraremos con todo un sistema simbólico creado a la
perfección por el patriarcado para arrebatarnos a las mujeres nuestra
condición de seres completos y, de este modo, convertirnos es meros
seres destinados a la reproducción.
Pero vamos a otras partes del mundo donde además modifican a través de
mutilaciones genitales el cuerpo de las mujeres con el objetivo último
de negarles placer y provocarles más dolor y sufrimiento en los
momentos de los partos que se ven abocadas a sufrir.
Estas mujeres siguen siendo culturalmente depósitos en donde engendrar
y parir nuevas criaturas para unos hombres que imponen unas condiciones
de vida terribles y unos dogmas religiosos sangrientos sin ningún tipo
de freno para con quienes son consideradas como inferiores, destinadas
a trabajar infatigablemente de sol a sol y a parir para dar más hijos a
esos hombres terribles.
Y seguimos con el tema en los conflictos armados en los que la
violación es considerada como un arma de guerra y las mujeres
embarazadas son obligadas a llevar a término la gestación resultante de
las violaciones, para humillar al enemigo, a quien han robado y violado
a sus mujeres que parirán hijas e hijos del violador.
El futuro, tanto de esas mujeres como de su descendencia, seguramente
será terrible, puesto que se verán rechazadas por todo el mundo sin
haber sido culpables de nada. De nuevo aparece la maternidad como arma
de guerra, como estrategia política de dominación. De nuevo el cuerpo
de las mujeres utilizado como receptáculo donde gestar sólo para
dominar.
Cuando tomas consciencia política de este tema y percibes que en
demasiadas ocasiones, en las que no necesariamente hay que salir de
Europa para comprobar lo que digo, puesto que las grandes religiones no
han cambiado un ápice sus dogmas en este sentido, creo que el mayor
favor que podemos hacernos las mujeres es, a través de la apropiación
de nuestros cuerpos, ser conscientes de que la opción de la maternidad
es eso: una opción personal o un proyecto de pareja, pero nada más que
eso.
Algunas, entre las que me incluyo, decidimos no ser madres hace muchos
años. Y esta opción es tan legítima como las otras. Afortunadamente
pudimos elegir conscientemente y desde nuestra visión política nuestra
opción.
Me siento una mujer plena sin necesidad de haber sido madre. Mi opción,
al igual que la opción de cualquier mujer de ser o no madre, nos hace
igual de libres y completas que cualquier hombre. No puede existir una
verdadera democracia sin el derecho pleno a decidir.
De ahí que los sectores más conservadores y reaccionarios necesiten cuestionar ese derecho y buscar elementos para reprimirlo.
Necesitan poder dominar el cuerpo de las mujeres políticamente para dar
brazos al capitalismo, siervos y adoradores de dioses inventados,
mantener conflictos armados, pero sobre todo mantener dominadas a las
mujeres a través de cualquier recurso capaz de impedir su igualdad y
equidad con respecto a los hombres.
Y para ello se sirven incluso hoy en día y en los tiempos en que
vivimos, de instrumentos como la inexistencia de conciliación entre
vida personal, familiar y laboral manteniendo la responsabilidad
históricamente impuesta de los cuidados de personas mayores, menores y
dependientes.
En el orden simbólico de las sociedades, de todas ellas, sigue siendo
necesaria la idea de una reproducción conforme a los dictados
patriarcales. Y eso lo sabemos bien las mujeres.
Por eso estoy convencida que mi mejor aportación en la lucha contra el
patriarcado ha sido precisamente esa, negarme a ser madre. Negarme a
dar más brazos al capitalismo y al ejército, más siervos a una Iglesia
misógina que no contempla la posibilidad de considerarme un ser
completo y totalmente libre y con voz propia tenga o no tenga hijos.
Negarme a dejar que mi vientre sea una máquina donde se reproduzcan las
ideas de desigualdad que pregona el patriarcado. Negar mi aportación a
una sociedad en la que nacer mujer sigue siendo un estigma incluso hoy
en día en demasiados lugares del mundo.
En estos días en los que el embarazo de la presidenta de la Junta de
Andalucía, Susana Díaz, se ha convertido en un arma política
arrojadiza, comprobamos de nuevo cómo la función reproductora de las
mujeres es utilizada políticamente en función de intereses no siempre
confesables, olvidando que la decisión de ser madres es una opción
libremente elegida y de la que cuando existe libertad, como es el caso,
es tomada conscientemente del tipo de vida que se lleva por parte de la
pareja o de la madre soltera.
Nadie debe juzgar su capacidad de trabajo en función de si es o no
madre, puesto que no se hace con los políticos hombres. No deja de ser
un ejemplo más de que ni todas las maternidades son iguales ni estamos
en una sociedad verdaderamente democrática donde elegir sin más
consecuencias sociales sea una praxis aceptada a todos los niveles.
Así las cosas comprobamos, de nuevo, que incluso en sociedades
autodenominadas modernas como la nuestra, el patriarcado sigue estando
presente y haciendo de las decisiones de ser o no madres una de sus
piedras angulares más importantes.
Quizás Lisístrata tenía razón...
*Corresponsal en España. Periodista de Ontiyent.
CIMACFoto: César Martínez López
Cimacnoticias | España.-
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