12/07/2024

"De dioses, mitos y hombres"

 tribunafeminista.org

EstherTauroni Bernabeu

EstherTauroni Bernabeu

Doctoranda en Políticas de Igualdad, Licenciada en Historia del Arte, Técnica en Igualdad, Activista, Ingobernable, Investigadora y Mujer.

Cuando Zeus, dios de los dioses, violó a Europa se transformó en un toro manso que se confundió entre el rebaño del padre de ella hasta conseguir su confianza. Cuando ella le acarició el pelaje él aprovecho y la raptó, cabalgando sobre su lomo y conduciéndola a la isla de Creta donde la violó, incesantemente, hasta que la aborreció y regaló a Asterio, rey de la isla.

Para violar a Leda, Zeus se convirtió en un cisne que aleteó hasta ella alegando que era perseguido por un águila. Leda, conmovida, permitió que se ocultase entre sus faldas y con su pico fálico Zeus penetró en su vagina.

Hasta en lluvia dorada se transformó Zeus para violar a Dánae, hija de Acrisio y Eurídice, soberanos de Argos, cuyo padre la tenía encerrada en una torre. Incluso, en una ocasión Zeus se metamorfoseó en el novio de Alcmena para violarla.

Los amores del dios Zeus no fueron solamente con mujeres, también los tuvo con hombres, como es el caso del amor que el dios mantuvo con el joven Ganímedes (Libro X, Las Metamorfosis).

Poseidón, hermano de Zeus y dios de los mares, al igual que él sedujo y forzó a numerosas diosas, ninfas y mujeres mortales, con ellas tuvo incontables descendientes. Poseidón violó a Céneo  y también a Medusa  en un templo consagrado a Atenea. Lo mismo hizo con su propia hermana Deméter a quien persiguió y, aunque ella huyó transformándose en una yegua él se convirtió en un semental y la violó. Otra víctima de la lujuria de Poseidón fue la bella princesa Córnix, que escapó del dios en el último momento cuando Atenea la trasformó en un cuervo.

Hades violó a Perséfone que después fue su esposa. Asimismo, a la ninfa Mente a la que transformó en una planta llamada menta para que su esposa Perséfone no tomara represalias contra ella. De forma similar, la ninfa Leuce, a quien también había violado, fue metamorfoseada tras su muerte natural por Hades en un álamo blanco

El dios Apolo violó a Dríope (Libro IX Las Metamorfosis), que era pastora y cuidaba los rebaños de su padre cerca del monte Eta. Apolo la vio un día bailando en medio de los coros y se enamoró de ella, acercándose a la muchacha transformado en tortuga. La joven se puso a jugar sobre sus rodillas con la tortuga como si fuera una pelota, momento que Apolo aprovechó para adoptar la figura de una serpiente y entrar en ella. Algo parecido hizo con una princesa mortal llamada Leucótoe , hija de Órcano y hermana de Clitia; el dios Apolo se disfrazó de la madre de Leucótoe para lograr acceder a sus aposentos (Libro X Las Metamorfosis). Otros amantes del Dios fueron Jacinto y Cipariso.

Ha pasado más de dos siglos de toda una era cristiana y otros tantos de una época clásica y, sin embargo, perviven esos mitos en torno a la transformación, monstruosidad o enfermedad que pretenden justificar a agresores sexuales o violadores. En estos días de Iñigo Errejón hemos oído que la persona se ha transformado en personaje y que se considera víctima del patriarcado. Habrá quien se lo crea al igual que quien cree en la metamorfosis de Zeus, sin embargo, es momento de desmontar mitos.

En primer lugar, tenemos el mito del agresor/violador desconocido. A través de cuya creencia se introduce el prejuicio de que los violadores son personas desconocidas para la víctima, como si las personas cercanas fueran menos propensas a violar. Sin embargo, diversas investigaciones empíricas, realizadas la mayoría en países anglosajones, constatan que se denuncia con mayor facilidad las violaciones cometidas por extraños en comparación con las violaciones que sufren las mujeres a manos de conocidos, amigos y familiares. En las encuestas de victimización realizadas en el Estado español, también se pone de manifiesto que la mayoría de violencia se sufre a manos de personas conocidas por las víctimas. Con Errejón cae el mito. No solo lo conocían sus víctimas, sino que alardeaba de ser quien era ante ellas e incluso, según fuentes, exhortaba en su éxtasis sexual a que dijeran su nombre en un total abuso y ejercicio de poder.

En segundo lugar, está el mito del agresor/violador no-hombre llegándose a considerar enfermos y en los casos más graves, equiparándolos a animales. Además, el consumo de alcohol se emplea habitualmente para exculpar a los hombres agresivos o violadores, como si estar en estado de embriaguez les transformara en seres sin control ninguno sobre sí mismos. En otras palabras, a través de esta creencia se sugiere que los hombres no violan, agreden sexualmente otros, los no-hombres: los degenerados, los enfermos, los que son como bestias, etc. Sin embargo, como se incide en las publicaciones especializadas, la hostilidad hacia las mujeres y, en concreto la violencia sexual, es una forma de construir la masculinidad.  Este proceso no se realiza de forma natural ni es esencial a los hombres, sino que son socializados en la idea de que humillar, pegar y violar a una mujer es una forma de ser un hombre.

En tercer lugar, está el mito del agresor/violador racializado que conceptualiza la falsa creencia de que los hombres racializados son amenazas sexuales para las mujeres blancas y es más probable que cometan delitos sexuales. Durante los períodos de esclavitud en Estados Unidos se asoció a los hombres negros con el salvajismo y a las mujeres de esta etnia con un gran apetito sexual, lo que hacía que sus cuerpos estuvieran siempre accesibles a los hombres blancos. La sexualización del racismo pretendía justificar la violación sistemática de mujeres negras por parte de hombres blancos y las mutilaciones y linchamientos de hombres negros durante el esclavismo. Aunque la esclavitud fue abolida los estereotipos sexuales sobre hombres y mujeres negros continúan presentes en el imaginario social, por ejemplo, a través del mito del violador racializado. También este mito lo incumple Errejón con su patrón heteronormativo y, ahora también, supremacista.

¿Realizaría Errejón estos actos es solitario y en absoluta intimidad? o ¿formaría parte de un grupo en el que entre ellos se animaban y competían? Por qué si fuera así no estaríamos ante un individuo aislado, sino que sería una actuación grupal con una estructura de poder y que compartían una identidad común y unas normas, una alianza “fraternal”.

Iñigo Errejón no solo ha victimizado a las mujeres que ha agredido, también a todas las mujeres alardeando de un feminismo que él ha pervertido hasta el extremo de declararse víctima de un patriarcado en el que los hombres son los agresores y las mujeres las víctimas y que ahora pretende utilizar para su perversa justificación.

Errejón no es un personaje, es un hombre; Errejón no es un enfermo, es un hombre; Errejón no es un animal ni un monstruo, es un hombre. Errejón ha sido y es un falso “aliade”, un macho patriarcal y una evidencia del machismo más feroz que muchas dudamos actuara solo. El que quiso dejar de ser un hombre y convertirse en un Dios ha dejado de ser ambas cosas para convertirse, de momento, en un presunto criminal.

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