Juan Arturo Brennan
Un elemento importante de este soundtrack es que, a
diferencia de los dos anteriores, contempla la participación destacada
de un solista, que es el gran violoncellista de origen chino Yo-Yo Ma.
Desde el primer acorde y el primer arpegio, se percibe de inmediato el
estilo inconfundible del compositor, ese sonido Glass
que a
tantos nos fascina y que a tantos otros enfurece. Más temprano que en
las dos películas anteriores, se escucha la voz, también inconfundible,
del bajo profundo Albert de Ruiter, repitiendo como un mantra el título
del filme. En lo general se trata de un score cinematográfico que tiene más tracks contemplativos de lo que pudiera esperarse considerando el tema central que aborda Reggio en Naqoyqatsi,
prueba de que el contraste y el choque entre música e imagen que
preconizaba Sergei Eisenstein sigue estando muy vigente. Ello no impide a
Glass soltar las riendas al tempo y al compás cuando Reggio desata lo
esencial de su guerra de imágenes. A diferencia del espléndido soundtrack que compuso Glass para Powaqqatsi, no hay aquí estilizadas referencias a diversas músicas del mundo, sino un discurso más abstracto, si bien en el track titulado Religión en
el cedé correspondiente hay claras referencias, a través de los
teclados de percusión, a la evocativa música que Glass compuso entre
1993 y 1999 para el ballet Aguas da Amazonia, grabada subsecuentemente por el grupo brasileño Uakti. En contraste con las bandas sonoras de Koyaanisqatsi y Powaqqatsi, que contienen importantes y expresivas partes corales, en Naqoyqatsi la
presencia vocal humana está señalada apenas por la presencia de una
solitaria voz femenina (de la mezzosoprano Alessandra Montano) en Tiempo intensivo que vocaliza una nostálgica melodía, y unos cuantos compases vocales en el track titulado A quemarropa. Por lo demás, la música de Glass para el tercer filme de la trilogía Qatsi es
abundante en los pulsos insistentes (regulares o no) típicos de su
lenguaje, y en una armonía tonal que en momentos clave presenta
inesperadas modulaciones.
Y he aquí un detalle significativo para el resultado final de este soundtrack: en
los créditos finales aparecen varios de los sospechosos usuales,
encabezados por Kurt Munkacsi, productor musical, y el ya mencionado
Michel Riesman, director musical del Ensamble Philip Glass, ambos con
una muy larga y fructífera trayectoria de colaboración con el músico de
Baltimore. Y en el ensamble mismo aparecen los nombres, ya legendarios,
de algunos de sus miembros más destacados, también con sólidas
participaciones en numerosos proyectos de Glass: Lisa Bielawa, Jon
Gibson, Richard Peck, Andrew Sterman, Eleanor Sandresky. Más aún: en la
orquesta que refuerza el ensamble hay varios músicos que también
participaron en la grabación de las músicas de Koyaanisqatsi y Powaqqatsi. Por cierto: el título de la película, Naqoyqatsi es, como los títulos de las otras dos, un constructo derivado de la lengua hopi, que significa la vida como guerra
.
Una observación postrera y crepuscular para paliar la inquietud de los puristas: en el primer párrafo de este texto escribí que las películas de la trilogía son de Godfrey Reggio y Philip Glass, y sostengo lo escrito. Los tres filmes resultaron de una estrecha colaboración entre ambos, a través de la cual resultó que la música de Glass fue determinada por las imágenes e ideas de Reggio tanto como el montaje de éstas fue definido por la música que aquel iba componiendo. Exitosa simbiosis artística, sin duda.
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