Maciek Wisniewski
inhabilidadcon la cual solemos acercarnos a Rusia. No fue el prolongado bluff, el
ruido de los sables, el
juego estratégiconi la
tensión sin fin en la frontera−algo que permitía a Putin
hacer su punto acerca del expansionismo de la OTANo “presumir su ‘mano fuerte’ siempre que... no invadía” (bit.ly/3vnM9IK)− que prevaleció. Todo esto a pesar de las insistencias desde Washington, vistas en su momento como
incendiarias, según las cuales
la invasión estaba por ocurrir cualquier día(
una cosa que atinaron y una sobre la que no nos mintieron, bromeó después uno de los observadores). Algo parecido −como apuntaba hace tiempo Zygmunt Bauman− ocurrió en su momento con todos, casi, sovietólogos que a pesar de ir describiendo y estudiando por décadas el declive de la URSS, han sido sorprendidos por su repentina implosión y desintegración en 1991.
2. Es precisamente este tropiezo en predecir lo que venía que animó a muchos a buscar la verdadera ideología
, las profundas raíces mesiánicas
o la mística cosmología
detrás de la decisión de Putin. Si era algo que no se veía venir, igualmente sus motivos tenían que ser misteriosos
y ocultos
. Ahora Ivan Ilyin, un olvidado pensador ruso filofascista blanco
reivindicado varias veces por Putin (bit.ly/3KG8uaB) o Aleksandr Dugin, un reaccionario y ultranacionalista gurú geopolítico
(bit.ly/3vjz8zE)
eran las −supuestas− fuentes ideológicas de la invasión, a pesar de que
ésta se explicaba bastante bien por el nacionalismo conservador,
imperialismo y el chovinismo gran-ruso pregonados de manera abierta por
toda la élite de poder en Rusia.
Además si es cierto que “el solo lenguaje de Putin −más allá de sus
‘trasfondos ideológicos’− nos decía todo lo que necesitábamos saber” (bit.ly/3rqlzNE), el núcleo de su fijación en Ucrania estaba igualmente −más que en algún misticismo
− en su antileninismo reaccionario: previo a la invasión Putin culpó a Lenin por inventar a Ucrania
e introducir la cláusula de la secesión que hizo estallar a la URSS (el más grande desastre geopolítico del siglo XX
según él).
3. Mientras la agenda de Putin es mejor expresada en sus propias
palabras y decisiones −la guerra con Georgia en 2008, cuando este país
se movió hacia la órbita de la OTAN, viene a la mente−, sus motivaciones
con raíces en su anticomunismo y la nostalgia por el imperialismo
zarista prerrevolucionario son mucho más internalizadas en toda la
cultura rusa, diseminadas por todo el espectro político y no limitadas
sólo a sus creencias propias
. Esto se refiere tanto a una suerte del negacionismo
y menosprecio respecto a Ucrania −que no existe
y es parte inherente/histórica de Rusia
−, típicos para todo el pensamiento postsoviético dominante, como a la centralidad del pensamiento contrarrevolucionario –de Pushkin y Chaadáyev hasta Pasternak, Sájarov, Solzhenitsyn y Zinóviev
− que, viendo, de manera contradictoria, tanto a 1917 como a 1991 como traumas y momentos de humillación nacional salta
siempre cuando alguno de los países de su extranjero cercano
intenta salirse de su órbita (bit.ly/3xHqa2f).
4. Un afán de centrarse en la ideología de Putin detrás de la invasión tiende a oscurecer las cosas más que esclarecerlas. A personalizar
e individualizar
el análisis, lo mismo que aplica a las explicaciones que apuntan a sus obsesiones
: con la OTAN −cuando esta aversión
es un conocido continuo en la política rusa (bit.ly/3Eeq1Ey)− o con el ejemplo democrático de Ucrania
(bit.ly/3M3Mozk), siendo éste un argumento egótico
y (auto)complaciente. El pensamiento de Putin ha sido formado a lo
largo de muchos años más que nada por su resentimiento a Occidente, no
por ninguna influencia ideológica particular (para justificar la
invasión a Ucrania Putin habló tanto de la traición por los bolcheviques
, como de la traición por Occidente
). No hay un solo gurú ni una sola ideología. Todo ha sido mediado por diferentes ideas y tópicos políticos comunes (bit.ly/3uF0C3G), siendo una mezcla tanto de un cálculo racional −atinado o no−, como de las delusiones de la grandeza imperial (bit.ly/3jCSgmY).
5. Frente a las insistencias en una repentina ideologización de Putin
y su fanatismo ideológico
detrás de la invasión en contraste con su pragmatismo
de hace unos años (bit.ly/3O93Bcl), hay que recordar que en toda política postsoviética los líderes con creencias ideológicas eran y siguen siendo algo atípico: todos
eran más bien unos cínicos que construían regímenes cleptocráticos
desprovistos de cualquier ideología y si incluso fuera la verdad que
Putin se volvió un fanático, se necesitarían más explicaciones sobre
cómo esto se llevó a cabo
(bit.ly/3Jzrzdi). A lo que tal vez apunta la invasión a Ucrania, no es a un particular giro ideológico, sino una mutación política
, donde el cesarismo postsoviético putiniano que se mostró incapaz de contener la ola de las revoluciones
-insurrecciones
en las ex repúblicas está siendo remplazado por un régimen político
conservador-imperialista −represivo, reaccionario y centrado aún más en
uso de fuerza interna y externamente− más eficiente
en dominar las clases y naciones subalternas (bit.ly/3xsFY8U).
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