4/01/2023

El feminismo que el neoliberalismo necesita


Suiry Sobrino

El complejo contexto político y social que se vive en Perú nos recordó que existe un feminismo operando para refrescar la imagen del neoliberalismo, y que utiliza su poder para mediatizar dos puntos importantes de su agenda: la interseccionalidad y la paridad.



Dos peruanas, en una protesta reciente. / Foto: Ana Huerta

“Aunque utilicemos esa identidad en términos estratégicos, mi fin no es ese.
Mi fin es desbaratar lo que a mí me hizo negra, lo que a mí me hizo lesbiana o lo que a mí me hizo empobrecida, que son los sistemas de opresión”

Hay un feminismo que goza de legitimidad: al que se le abre las puertas de los espacios académicos más importantes, un feminismo que te promete una carrera profesional con acceso a puestos de poder dentro de las empresas de prestigio, un feminismo al que se le permite hablar, que tiene eco mediático y publicidad millonaria para generar un clima agradable a su favor. Un feminismo que goza del privilegio de la universalidad, algo que no pasa con los otros feminismos.

Esos otros feminismos representan un peligro, son los que te llevan a vivir y a trabajar en alerta, cuidándote de no parecer muy radical, de no ser muy antisistema. Esos otros feminismos están representados por cuerpos a los que se les tiene miedo, y no solo por cómo lucen, sino porque son cuerpos con memoria y con ansias de justicia y reparación.


La interseccionalidad parecía generar un punto de encuentro entre todos los feminismos: la convención de que todes vivimos la violencia patriarcal de distinta manera, siendo lesbianas, mujeres negras, mujeres trans o mujeres blancas heterosexuales. Pero de ser una un elemento de resistencia frente al análisis monofocal de género, terminó como recurso para construir la versión renovada de la salvadora blanca, que ahora es feminista.

Esto lo pudimos ver en Perú, con mayor claridad cuando en 2021, Pedro Castillo pasó a segunda vuelta con un proyecto conservador pero que, a la vez, representaba para miles de mujeres una esperanza. Algo que resultó inconcebible para el feminismo universal, que no entendía cómo, para esas otras mujeres, la agenda del enfoque de género no era prioridad. Lo que terminó evidenciando la interseccionalidad de un feminismo que se sigue creyendo universal, como la práctica de enunciar a las subalternas pero sin considerarlas como iguales.

Esa es la trampa de la interseccionalidad que presenta el feminismo universal: te hace creer que con nombrar a las personas y a sus distintas identidades es suficiente. Te hace creer que lo correcto es identificar que las otras existen, como si esas otras necesitaran del feminismo universal para existir, con una lógica parecida a la del “descubrimiento” de América. A pesar de que esa enunciación no represente ningún cambio material en las vidas de las otras, y solo sirva para seguir viéndolas y hacerlas sentir, como a quienes hay que incluir, insertar o civilizar.
La paridad como pacto colonial

Entre 2021 y 2022, el feminismo universal se unió a los medios de comunicación tradicionales e independientes, principalmente de Lima, para denunciar el machismo y la misoginia del Gobierno de Castillo. Durante ese tiempo, leí reflexiones públicas que hablaban del “peor gobierno para las mujeres”, y de cómo su mandato representaba “un peligro” para nuestros derechos; a pesar de que el análisis para llegar a estas conclusiones se centraba principalmente en un tema: la paridad.

De hecho, hay un titular de 2021 del diario El Comercio, en donde la periodista que escribe se pregunta cuánto es lo que ha retrocedido el Perú a escala de América Latina en “presencia de mujeres”, como resultado de la juramentación del primer gabinete de Gobierno de Castillo, en donde solo había dos mujeres.


Si hacemos un recorrido por los últimos ejecutivos del país y sus gabinetes ministeriales que sí fueron paritarios, se puede identificar – salvo algunas excepciones- un perfil de mujer muy parecido: limeña y de educación privada. Considerando esto y volviendo a la pregunta que se hacía la periodista de El Comercio sobre el retroceso en presencia de mujeres: ¿de qué mujeres estamos hablando?

La evidencia nos indica que la agenda de las mujeres con la capacidad de llegar a los puestos de poder no necesariamente coincide con el de la población que dice representar; porque, como ya sabemos las mujeres no solo somos mujeres, también estamos empobrecidas, precarizadas o estamos desplazadas de nuestros territorios por el extractivismo. Si esta es la coincidencia más básica de los feminismos contemporáneos (el que tenemos más identidades que la de género), ¿por qué el feminismo universal sigue sin cuestionar la paridad?, y lo que me resulta más perverso aún, ¿por qué sigue presionando para que la defendamos?
“Ante el poder, te rebelas”

“Ante el poder no te empoderas, ante el poder te rebelas”. Eso dijo María Galindo, reconocida activista feminista boliviana, en su ponencia durante el Encuentro Internacional Feminista organizado por el Ministerio de la Igualdad de España. Y, creo, que es precisamente lo que está pasando: Perú se está rebelando. Y, a pesar de la tragedia y el dolor, significa un logro poder demostrar que para rebelarse ante el poder, los otros feminismos no necesitan -ni necesitaron nunca- del feminismo universal.

“Hay muchas madres de familia con golpes en la cabeza, las han golpeado solo por pedir que no disparen a los manifestantes. Ellos [la policía] intentan hasta quitarles sus simbolismos, pero las mujeres están ahí, adelante, agitando las wiphalas”, esto dijo Olinda Valdés, arquitecta y activista presente en las protestas.

Mucho se habla de la crisis peruana, pero creo que es momento de cambiar esa narrativa y empezar a hablar de una revolución. ¿Cómo no hablar de una revolución cuando hay personas resistiendo por más de dos meses al desprecio, la violencia institucional y mediática, la persecución política, la estigmatización, las balas, las muertes, los insultos y el amedrentamiento?

“Entendemos que el movimiento va a tener avances y repliegues, pero no estamos dispuestos a rendirnos. Así pase el tiempo que tenga que pasar, la población va a seguir resistiendo de diferentes formas en las calles y también desde el arte”, menciona Valdés.

Perú no está fuera del mapa global, aunque a veces lo parezca, y lo que pasa ahí, también ocurre en mayor o menor medida en los demás países del mundo. Por eso, es necesario que esto nos ayude a identificar al feminismo universal de nuestros territorios y, sobre todo, que nos sirva para recordarles que por ser universal es blanco, patriarcal y colonial.

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