La gestación subrogada, maternidad subrogada, o vientre de alquiler,
es la práctica por la que una mujer gesta un hijo para otra persona o
pareja, a cambio de un pago para sí o para una tercera persona que
explota de esta forma a las mujeres pobres, ocasionándoles un grave daño
psicológico, desnutrición y otras enfermedades.
Desde su inicio, en los años 70, como práctica comercial, la
gestación subrogada suscitó fuertes controversias éticas, legales y
sociales. Las distintas posiciones respecto a la subrogación se
diferencian principalmente entre aquellas que la consideran como un
derecho reproductivo o el ejercicio de la libertad individual, y las que
la consideran una forma de explotación relacionada con cuestiones de
clase, etnia y raza.
Es una verdadera contradicción como lo es la explotación sexual y la
concepción liberal de los Derechos Hhumanos, de la libertad y el
consentimiento, que no toma en cuenta que la libertad personal está
limitada por la libertad de las y los demás y que coloca a la libertad
individual por encima del concepto de bien común.
Y es de llamar la atención cómo se ha modificado el papel de las
mujeres a lo largo de la historia. En los tiempos del matriarcado, las
mujeres eran veneradas como diosas, justamente por su capacidad
reproductiva, porque eran las que perpetuaban la especie humana.
Y fue precisamente por esta capacidad reproductiva, que el
patriarcado, preocupado porque sus hijas e hijos heredaran la propiedad
privada, los bienes y riquezas que empezaron a acumular, hizo que
encerraran a las mujeres y les exigiera virginidad. De ahí se deriva el
matrimonio, como una institución profundamente patriarcal. Las
feministas radicales postulan que sólo hay dos formas de colonizar los
cuerpos de las mujeres, una, la propiedad privada de los cuerpos de las
mujeres y su sexualidad: “el matrimonio” y, por el otro, la propiedad
colectiva de los cuerpos y la sexualidad de las mujeres: “la
prostitución”.
Con gran asombro hoy encontré un anuncio en Twitter, fechado el 3 de julio que dice:
Y esto no es otra cosa que turismo reproductivo nacional e internacional.
Una empresa llamada Gestación Sustituta De México que se anuncia sin
ningún recato y que ofrece gestación subrogada, claro por un precio
bastante alto. Esta empresa tiene esta cuenta de Twitter y otra en
Instagram.
La cuenta de Twitter se abrió en agosto de 2019 y su ubicación dice
Sinaloa, que es uno de los dos Estados que tienen legalizada la
gestación subrogada comercial. En su cuenta de Twitter se describen así:
“Brindamos servicios de consultoría y desarrollamos proyectos en
Gestación Sustituta para padres nacionales y extranjeros. Agencias y
Centros de fertilidad. Sinaloa. México gestacionsustituta.mx Se unió en
agosto de 2019”.
Y lo más grave es que tenemos una iniciativa en el Senado, una en la
Cámara de Diputados y tres más en el Congreso de la Ciudad de México
para legalizar el alquiler de vientres o como bien dice Amelia
Valcárcel, “la prostitución reproductiva de las mujeres”. Sin lugar a
dudas un negocio multimillonario que cuenta con las simpatías de altos
personajes de la 4T, pero que además es una forma de formar o crecer
familias de las personas gay, porque al final las lesbianas pueden
gestar.
Es una práctica muy socorrida por personajes famosos como Ricky
Martín y Miguel Bosé, entre muchos otros. Aunque en España, se han
registrado manifestaciones del colectivo LGTTTIQ+ diciendo que ellos
condenan la gestación subrogada.
Y lo más preocupante es que ante la inminente recesión económica, las
mujeres y jóvenes más vulnerables y en mayor grado de exclusión social
están en grave riesgo para ser captadas para la prostitución sexual y la
prostitución reproductiva. Se trata de un absurdo ejercicio de poder de
alguien con dinero frente a las necesidades de las más desposeídas, y
grupos de empresarios de la reproducción asistida ávidos de volverse
millonarios.
Lo que vemos que se avecina es una profunda crisis de trata de
mujeres y niñas. Y no entendemos, cómo con tantas leyes que se necesitan
reformar y otras tantas que hacen falta, nuestras legisladoras y
legisladores, tanto federales, como locales, se empeñan en colocar como
mercancía para que sean vendidas y comerciadas a las mujeres más
vulnerables, aquellas que carecen de oportunidades o a las que han caído
en pobreza por la terrible pandemia.
Incluso hoy se publica un artículo en El Confidencial bajo el título de “Después de Ucrania… México: el mercado de los vientres de alquiler tiene nuevo destino”.
Y dice que una agencia española anuncia un nuevo programa en este país,
aunque su regulación es todavía más inestable y con menos garantías
para parejas y gestantes que el país del este. Incluso dice que se está
promoviendo en México amparados por un limbo legal.
La pobreza extrema, la falta de oportunidades, el avance de la
delincuencia organizada y el consumismo, son un excelente caldo de
cultivo de mujeres y niñas para la explotación sexual y reproductiva. Y
hoy, cuando en México se ha desatado una ola de casos de feminicidio de
mujeres con embarazos a término y que aparecen abiertas en canal y sin
bebé, encontramos una clara muestra de la profunda violencia que
enfrentamos las mujeres por la misma capacidad, que en la antigüedad,
hacía que nos vieran como como diosas: nuestra capacidad reproductiva.
20/TUZ/LGL
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