2/20/2021

Acción feminista por la Paz y la No Violencia

 

Por Iván Fernández de Rojas


Desde el I Congreso Internacional de Mujeres en 1915, una gran determinación ha caracterizado la agenda de las mujeres en la resolución de conflictos


Madrid. 28 ene. 2021. AmecoPress.- La importancia de la Paz y la No Violencia en la educación se hace evidente con los datos ofrecidos por la Organización de Naciones Unidas: el 80% de los 50 millones de personas refugiadas en el mundo son mujeres, junto a sus hijas e hijos. Esto respalda la teoría impulsada por numerosas organizaciones como WILPF sobre el denominado “Impacto Diferencial”.

Nueve meses después de que diese comienzo la Primera Guerra Mundial, en el fulgor del conflicto, 1.136 mujeres de diversas culturas, lenguas y nacionalidades celebraron el ‘I Congreso Internacional de Mujeres’. Este histórico evento, presidido por la estadounidense Jane Addams, consistió en un acto de rebeldía en el contexto bélico en el cual estas mujeres demostraron sus capacidades para el diálogo y la no confrontación, algo que escaseaba en ese momento. Durante cuatro días, la misión de estas comprometidas participantes se orientó hacia la búsqueda de la paz global y el deseo de terminar con la masacre que sus congéneres habían impulsado. El consenso por una misma causa abrió caminos a numerosas y diversas iniciativas que influirían a las naciones de forma global. Así, en 1915 nace un movimiento, el feminismo pacifista y antimilitarista, y se configura la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF).

El día 10 de junio de 2011, en Madrid, se reúne un grupo de mujeres con el auto-acuñado nombre de ‘Entredos’ y deciden formar la sección WILPF España. Desde Madrid, Barcelona, Santiago, etc. activistas del feminismo materializan este colectivo de “mujeres que mantienen un compromiso con la causa de la paz desde hace años”. Estas mujeres, relacionadas bien a través de la Asociación Española de Investigación para la Paz (AIPAZ) o bien por el grupo editor de la revista ‘En pie de Paz’, se comprometen a ser el estandarte de la “No Violencia” en Estado español.

Manuela Mesa, directora del Centro de Educación e Investigación para la Paz (CEIPAZ), de la Fundación Cultura de Paz, y codirectora del Instituto de Derechos Humanos, Democracia y Cultura de Paz y No Violencia, fue una de las precursoras de WILPF España y, entablando una estrecha relación con el movimiento feminista, defiende que “no podemos entender una agenda de paz y seguridad sin una verdadera igualdad entre mujeres y hombres”. Esto es debido a que el conflicto y la guerra tienen mayor impacto sobre las mujeres.

Según la activista Mesa, se dan tres premisas causantes de estos hechos. En primer lugar, hace referencia al denominado “Impacto Diferencial”. La Organización de Naciones Unidas afirma que más del 80% de los 50 millones de personas refugiadas en el mundo son mujeres, junto a sus hijas e hijos. Datos como estos confirman que los conflictos impactan en mayor medida sobre los derechos y libertades de las mujeres. Una segunda premisa se basa en “la falta de instrumentos conceptuales específicos para una valoración del efecto de esta violencia sobre las mujeres”. Así, existe una invisibilización sistemática de las mismas en el contexto de los conflictos armados. Por último, hace referencia al aprovechamiento de la guerra como instrumento de cambio en las estructuras sociales. “Las necesidades vinculadas al género se modifican”, y añade: “hay que tenerlo en cuenta para el diseño de políticas y programas de rehabilitación post-bélica”.

De esta manera, es un hecho que a lo largo de la historia el papel que han jugado las mujeres por la paz y la no violencia ha sido importante y, a su vez, infravalorado. No obstante, ¿Cuál es el entramado institucional actual en esta materia? ¿A qué causas se destinan los esfuerzos de estos colectivos? Y sobre todo, ¿Cuáles son los pasos actuales planteados por el feminismo pacifista?

Acción nacional e internacional

A lo largo y ancho del globo son numerosas las organizaciones que comparten ideas comunes sobre una acción pacifista y no violenta para la resolución de conflictos. Estas entidades actúan tanto a nivel nacional como internacional. A escala global, ‘ONU Mujeres’ o WILPF son grandes actores en el feminismo pacifista. Respecto al Estado español, hace más de 30 años aparece la primera semilla de Alianza por la Solidaridad con el objetivo de “luchar sin descanso contra las desigualdades e injusticias”. Su reconocido le ha hecho evolucionar hasta obtener una reconocida importancia a nivel internacional al unirse a Action Aid en 2018.

Tras años de lucha y presión por parte de estos colectivos de mujeres por la paz, se han puesto en marcha numerosas acciones. Uno de los grandes logros a nivel internacional es la puesta en marcha de la Convención sobre la Eliminación de toda forma de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), aprobada por la ONU en 1979 y secundada por el 96% de las naciones de todo el mundo -su llegada a España no fue hasta el 1984-. Entre las acciones de la Convención, que tienen como fin último acabar con las desigualdades sistémicas, se encuentra la “no discriminación y representación”, “garantía de derechos humanos y libertades fundamentales” o “educación, salud y empleo”.

Otro de los ejemplos de estas conquistas, en el año 2000 se aprueba por unanimidad en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas la ‘Resolución 1325’, apelando a una perspectiva de género en la resolución de conflictos y exponiendo las necesidades de mujeres y niñas durante la repatriación, reasentamiento, rehabilitación y reintegración post-conflicto. Este documento supone uno de los mayores avances en materia de derechos para las mujeres y del reconocimiento de la participación que efectúan en las negociaciones de paz y reconstrucción a nivel internacional.

Causas y frentes de actuación

En el avance del feminismo pacifista para alcanzar una serie de metas en relación a la paz y la resolución de conflictos, se exponen diversas materias específicas sobre las cuales las organizaciones ponen el foco de acción. Estas cuestiones están basadas en la conquista de nuevos derechos y libertades con una importante perspectiva de género.

Una de las materias que recibe más apoyo es la paz y la seguridad. Las desigualdades de género que se manifiestan en los conflictos armados generan que la violencia impacte desproporcionadamente sobre las mujeres. Según organizaciones internacionales, “los valores sociales asociados a la masculinidad que priman la agresión y sumisión para conquistar al enemigo” implica la instrumentalización de las mujeres y de su cuerpo como forma de ofensiva.

Un claro ejemplo de esta concepción bélica es la práctica de “violaciones como arma de guerra” en el conflicto civil de Sudán del Sur. Según UNICEF, “el 65% de las mujeres de esta región ha sufrido alguna vez violencia sexual o física como consecuencia de la guerra, el doble del promedio mundial”. Como respuesta, ONGs como International Rescue Committee (IRC) gestiona seis centros de apoyo y prevención para las mujeres en este conflicto.

En relación a esto, la búsqueda y reconocimiento de Derechos Humanos en materia de género ha estado muy presente en la historia del feminismo pacifista. Desde la organización de Alianza por la Solidaridad reconocen que “en pleno Siglo XXI, la mujer sigue enfrentándose a una importante falta de libertades respecto a su propio cuerpo o el ámbito laboral” y exponen: “Dos terceras partes de la población adulta analfabeta son mujeres”. Esto quiere decir que derechos tan fundamentales como el Derecho a la Educación no son fácilmente accesibles de manera global y están marcados por el sesgo de género, entre otros. Así, instituciones como el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU (OHCHR) se ha centrado en el ámbito la seguridad y la paz en lo que respecta a las mujeres.

Enmarcado en este punto, cada vez toma más importancia la problemática de las migraciones y la ciudadanía. El conjunto de organizaciones y entidades mantienen un consenso en la visión de una ciudadanía global, mediante la cual todas las personas, indiferentemente de su condición, mantienen los mismos derechos y libertades. De esta manera, más aun en el contexto de desigualdades actual, la migración supone la mayoría de las veces la única vía para la supervivencia. El racismo y la xenofobia son conductas a eliminar.

En España hay claros ejemplos que evidencian la necesidad de conseguir logros en esta materia. La Ley de Extranjería española demuestra estas carencias diferenciando entre ciudadanía –personas documentadas- y no ciudadanía –personas sin documentación-. Esta distinción y sus respectivos procesos conllevan a situaciones como los, ya denunciados por organizaciones internacionales, Centros de Internamiento de Extranjeros que cuentan con casi 7.900 personas internas en unas condiciones deplorables. También la ampliación de las “vallas de la vergüenza”, denominadas así por WILPF, con el uso de concertinas y la dureza de la contingencia policial en la frontera suponen una violación de los DD.HH.

Respecto a los conflictos abiertos y la acción humanitaria, organizaciones llevan décadas actuando en diferentes partes del mundo. Según datos del 2018, casi 71 millones de personas se encontraban desplazadas a causa de guerras o persecuciones socio-políticas. Una de las iniciativas para mejorar esta situación se basa en recoger testimonios de mujeres implicadas en estos conflictos y crear espacios en común tejiendo redes de solidaridad y comprensión. Otra de las acciones pasa por impulsar las capacidades de respuesta por parte de colectivos -y más concretamente de mujeres- internos a las crisis para resolverlas desde dentro, así como visibilizar y acabar con los abusos.

Pero sobre todo, el principal foco de acción reside en los diferentes apoyos que se pueden ofrecer a las víctimas de los conflictos. En Colombia, más de 50 años de conflictos civiles dejan alrededor de 300.000 personas asesinadas y los grupos más vulnerables y afectados han sido niñas y niños, mujeres y comunidades indígenas. Los derechos de las mujeres y el enfoque de género del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera alcanzado por el Gobierno Colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo (FARC-EP) y firmado el 24 de noviembre de 2016, incorporó mecanismos sin precedentes a nivel global en la aplicación de los estándares internacionales relacionados con la igualdad de género en la consolidación de la paz. Pero jamás han sido implementados adecuadamente en estos años, lo que, tal vez, sea una de las causas del incremento de la violencia que nuevamente viene asolando al país. Porque si algo está demostrado es que cuando las mujeres intervienen y participan en los procesos de paz, la paz es mucho más duradera.

El cambio climático también es un frente sobre el cual el movimiento del feminismo pacifista actúa con determinación. En un contexto de niveles máximos de contaminación y explotación ambiental se hace más evidente la necesaria lucha por preservar la salud del planeta. En este sentido, las guerras y los conflictos suponen un debilitamiento mayor por todo lo que esto implica: producción industrial y armamentística, emisión de gases y contaminación y desgaste de agua, suelo y aire. Por eso, numerosas organizaciones internacionales no solo apuntan a la paz y la no-violencia, sino que apuestan por un desarrollo sostenible y una Transición Climática Justa.

Un caso particularmente peligroso en esta materia es la moderna guerra nuclear y bioquímica. Ya las bombas de Hiroshima y Nagasaki, en 1945, mostraron al mundo las graves consecuencias que tiene la práctica de este tipo de ofensivas. En este sentido, el pasado 22 de enero entró en vigor el Tratado de Prohibición de las Armas Nucleares. Esta gran iniciativa, ya ratificada por 50 naciones, pretende eliminar por completo la proliferación del armamento nuclear a escala global y así “el mundo será un poco más seguro”. Ojalá sea el inicio de una nueva visión, menos violenta, más esperanzadora.

Actualidad y nuevas metas

La situación pandémica actual y lo acontecido en el último año ha hecho, además de ahondar más en las causas ya abiertas como el umbral de pobreza y marginalidad social y educativa, que los métodos de actuación por parte de los diferentes organismos dedicados a dichas causas sufran una transformación con el objetivo de adaptarse a estas atípicas condiciones. Un claro ejemplo de dichas adaptaciones las ha experimentado la plataforma Caminando Fronteras, que mantienen su lucha en las fronteras sur del Estado español para salvaguardar la vida y la dignidad de las personas migrantes que dejan todo atrás por pisar suelo europeo.

Carolina García, como portavoz de Alianza por la Solidaridad, explica que “la Covid-19 ha hecho que aumente el riesgo de violencia contra las mujeres -en todas sus versiones- y se ha debilitado su posición económica”. Este ámbito es el que más ha notado las consecuencias de la crisis y el confinamiento. Para combatirlo, es necesario “el empoderamiento por el cual las propias mujeres están liderando proyectos, a los que hay que apoyar”. Tanto en tránsito, como cuando ya están en nuestro país, la situación de mujeres migrantes y la escasez de sus derechos “es una de las problemáticas que venimos observando”, visible en lo referente a colectivos como trabajadoras del hogar o en procedimientos de extranjería. Al respecto, defiende García, “publicaremos varios informes este año y seguiremos muy de cerca la reforma de la Ley de Extranjería, en colaboración con otras asociaciones como SEDOAC”.

Así, el trabajo del feminismo pacifista ha estado marcado por un gran compromiso, no solo con lo referente al mismo, sino con una lucha en múltiples ámbitos que atañe a las personas de forma global. No obstante, es evidente que muchos esfuerzos se focalizan en apoyar a quien más lo requiere, como colectivos vulnerables o gravemente afectados por determinada causa. De esta manera, aunque la situación actual sea complicada, las mujeres comprometidas con la paz “tenemos claras nuestras prioridades para 2021, como siempre, con una perspectiva de género”.

Fotos: Archivo AmecoPress. 2ª: Mapa de puntos de acción. Cedida por Alianza por la Solidaridad.

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